Aquí tienes la corrección del texto:
—Esto es… inmenso —murmuraba Kayl mientras miraba hacia arriba, observando todas las luces que destellaban allí—. Parece que las luces no tienen fin.
—Eso es porque en realidad no lo tienen —respondió Isaac.
De repente, mientras se adentraban más en el mundo, observaron algo que parecía un pueblo. Pero no solo eso: también se podía ver una enorme criatura dirigiéndose hacia ellos. Tenía una forma extraña, que parecía combinar las de un dragón y un lobo. Su pelaje destellaba luces azules, rojas y amarillas, y sus ojos eran una mezcla de fuego y un intenso color naranja que se veía desde lejos.
Kayl quedó impresionado y asustado al ver que la criatura se acercaba cada vez más, abriendo su boca.
—¡AHHHHH! ¡CORRAN! —empezó a gritar con desesperación.
—Kayl, espera… no es lo que piensas —gritó Isaac al ver que su amigo agarraba cualquier cosa con la intención de "combatir" a la bestia que se acercaba.
Kayl tomó lo primero que encontró, pensando que era un simple objeto, hasta que el extraño "objeto" comenzó a gritar con enojo:
—¡Ahhh, suéltame, bestia inmunda! ¡Te morderé hasta dejarte sin mano si no me sueltas de inmediato! —gritó la pequeña criatura mientras Kayl la miraba boquiabierto, sin soltarla aún.
—Yo… lo lamento —tartamudeó, soltando a la criatura, que lo miró con desprecio—. Pensé que eras solo una piedra o algo parecido.
La criatura volvió a sumergirse bajo la tierra, y Kayl recordó de lo que supuestamente estaba huyendo, hasta que vio al señor Morey acariciando al enorme ser como si fuera un simple perro.
—¡Coquito! Mi bebé hermoso —decía con ternura en su voz—. ¿Has estado esperándome, verdad? Te extrañé tanto, mi pequeño hermoso.
—Kayl, te presento a la mascota de mi padre —dijo Isaac, rodando los ojos al ver cómo su padre se concentraba en su mascota—. Parece que lo quiere más que a sus propios hijos.
—No le hagas caso, Coquito; solo está celoso —dijo su padre con una expresión de enojo y burla hacia Isaac—. Tú no me desobedeces como mis hijos lo hacen.
Mientras Isaac y Ellie rodaban los ojos al escuchar a su padre, el animal se acercó con curiosidad hacia Kayl, quien aún le tenía miedo. Lo que el joven no esperaba era que Coquito empezara a saltar sobre él con emoción, como si lo hubiera extrañado, y comenzara a lamerlo.
—Pero… —Kayl trataba de cubrirse la cara con las manos para evitar que el animal lo lamiera, aunque era imposible por el tamaño y la fuerza de Coquito—. Me rindo, tú ganas.
—¡Hey, él es mío! —empezó a gritar Félix, con mucha furia en sus ojos—. ¡Aléjate de mi dueño!
Por alguna razón, el pequeño gato asustaba a Coquito, quien era treinta veces más grande que él, lo cual desconcertaba a todos los presentes.
—Oye, bestia —gritó Eliam con seriedad hacia el animal—. Toma, traje esto especialmente para ti.
Un pedazo enorme de carne cayó al lado de Coquito, quien lo agarró rápidamente, feliz de tenerlo antes de que alguien más se lo quitara.
—Falto yo —dijo Félix, poniendo ojos tan tiernos que podrían derretir a cualquiera.
—No le doy comida a animales parlanchines y egoístas —dijo Eliam, con una expresión burlona. Sin embargo, no pudo resistirse ante la mirada de ternura que el gatito le lanzaba—. Aish, toma un poco.
—Mi manipulación nunca falla —dijo Félix, satisfecho.
—Si vienes conmigo, te daré toda la comida que tenemos —mencionó Ellie, con ojos brillando de ternura. Había permanecido callada durante el camino, pero ahora no pudo resistirse al ver la mirada del gato, que le causaba tanta ternura.
El gato, asustado, saltó rápidamente a los brazos de Kayl, quien seguía sin entender del todo lo que estaba pasando.
—Bueno, vamos. Súbanse encima de Coquito; se nos está haciendo tarde para llegar —mencionó el señor Morey, algo cansado—. Podríamos viajar a través de otro portal, pero no quiero que Kayl se vuelva a marear. Así que ustedes dos —dijo, señalando a sus hijos— lo acompañarán a casa junto a Coco. ¿Eliam, tú irás con…? —No pudo terminar su frase al ver que Eliam ya se había marchado—. Bueno, supongo que nos vemos allá; necesito descansar.
Lucio Morey desapareció sin decir más, mientras los jóvenes se subían a la bestia. Coquito, al ver que todos estaban acomodados, comenzó a volar lo más rápido que podía.
—Y también vuela, por supuesto —dijo Kayl, sarcásticamente.