A medida que su relación se profundizaba, Rose comenzó a sentir el peso de las expectativas. Quería ser fuerte, pero la presión la abrumaba. Un día, un amigo de la infancia la traicionó al revelar detalles sobre su lucha con la depresión a otros. Rose se sintió expuesta y herida, como si su dolor se hubiera convertido en un espectáculo para el mundo.
Camilo la apoyó, pero Rose se retiró una vez más. Se sentía como una carga. "No quiero que me vean así", le dijo. Camilo le respondió: "No eres una carga. Tu dolor es real, y está bien sentirlo. Te quiero tal como eres".
Sin embargo, las palabras de consuelo no eliminaron su miedo. Rose se dio cuenta de que su viaje hacia la sanación también incluía la aceptación de su vulnerabilidad. La lucha por la autenticidad era un camino lleno de baches, pero sabía que debía seguir adelante, por ella y por su hermano.