El primer rayo de sol atravesaba las nubes y se extendía sobre el campamento de entrenamiento cuando los invocados comenzaron a reunirse en el centro. El aire de la mañana era fresco, y aunque el amanecer parecía tranquilo, la tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo. Kaeleen avanzó con pasos lentos, sintiendo el cansancio de la noche anterior y el peso de los desafíos que aún tenía por delante.
Los demás invocados parecían listos y concentrados, y Kaeleen se preguntó si también sentían los mismos nervios que él. Elise, a su lado, le ofreció una sonrisa de aliento. Esa pequeña muestra de apoyo ayudó a calmarlo, recordándole que, al menos, no estaba solo. Sin embargo, el día no haría más que ponerlo a prueba.
El Profesor Wolfram apareció en medio del campo, con su expresión severa y su presencia imponente. Observó a los jóvenes invocados con una mirada escrutadora, como si buscara debilidades en cada uno de ellos. Kaeleen sintió que esa mirada se detenía sobre él por un instante, y el peso de esa atención hizo que su estómago se encogiera.
"Hoy continuaremos con los ejercicios de flujo de mana," anunció el profesor, con su voz grave resonando en el aire. "El objetivo es completar vuestros circuitos de mana. Sin ellos, no sois nada en el camino de la magia."
Los invocados se miraron entre sí, conscientes de la importancia de lo que estaban a punto de hacer. Sin circuitos completos, el flujo de mana no podría estabilizarse en sus cuerpos, lo cual significaba que cualquier intento de control mágico sería inútil. Para muchos, el entrenamiento de esa mañana sería la puerta de entrada a la siguiente fase, pero para Kaeleen, la posibilidad de fracasar era una amenaza que no podía ignorar.
Cada uno de ellos tomó su posición y comenzó a concentrarse. Sosteniendo los cristales que el profesor les había dado el primer día, los invocados cerraron los ojos y dirigieron toda su atención a guiar el flujo de mana en sus cuerpos. El campo de entrenamiento quedó en un silencio profundo, roto solo por el suave sonido del viento y las respiraciones concentradas.
Kaeleen cerró los ojos y respiró hondo. Se preparó mentalmente para el dolor que ya había experimentado en las sesiones anteriores. Sintió el mana fluyendo desde el cristal hacia su cuerpo, como una corriente cálida y ligera. Al principio, todo parecía ir bien, pero en cuestión de segundos, la corriente se intensificó. La sensación de paz se desvaneció, y el mana comenzó a forzar su camino, tratando de abrirse paso en su interior con una violencia que lo dejó paralizado.
El dolor surgió como una llama ardiente. Su rostro se contrajo mientras intentaba mantener el control, pero el mana oscuro que fluía en él era indomable. A su alrededor, los demás invocados parecían avanzar sin problemas, completando sus circuitos de mana uno a uno. Finalmente, solo él quedaba, luchando contra el dolor que parecía consumirlo desde dentro.
Un murmullo de risas interrumpió el silencio. Kaeleen reconoció esas voces: Ithan y Erik, que no perdían oportunidad de burlarse de él. Los dos bullies se acercaron un poco, y sus palabras alcanzaron el oído de Kaeleen.
"¿Otra vez fingiendo que no puede?" dijo Ithan con una risa burlona. "Debe estar haciendo todo este espectáculo solo para llamar la atención de la princesa."
Erik se unió a la burla, mirando a Kaeleen con desdén. "Míralo, retorciéndose como si estuviera a punto de romperse. Patético."
Elise, que estaba observando desde cerca, frunció el ceño y dio un paso al frente, defendiendo a Kaeleen. "¡Déjenlo en paz!" exclamó, con una expresión de enojo en su rostro. "Él no está fingiendo, y no está haciendo esto a propósito. ¿No podéis ver que está sufriendo?"
Ithan soltó una carcajada, lanzando una mirada de burla hacia Elise. "¿Qué pasa, Elise? ¿Defendiendo al líder de tu grupo de perdedores?"
Erik se unió a las risas, y Kaeleen sintió que las palabras de ambos se clavaban en su mente como dagas. La burla, sumada al dolor que lo atravesaba, lo hacía sentir cada vez más pequeño. Pero a pesar de los comentarios hirientes, Kaeleen intentó ignorarlos y concentrarse en su tarea.
Desde el otro lado del campo, la princesa Selene había estado observando la situación con preocupación creciente. Al ver que Kaeleen no podía completar el circuito y estaba siendo objeto de burla, decidió intervenir. Dio un paso adelante, dispuesta a ayudarlo, pero en ese momento, el Profesor Wolfram levantó una mano, deteniéndola.
"Princesa, no debe interferir," dijo el Profesor Wolfram, su voz firme pero respetuosa. "Su magia y la de Kaeleen no son compatibles. Si intenta ayudarlo su mana divino chocaría con el mana oscuro de Kaeleen y podría desequilibrar su flujo de manera peligrosa."
La princesa Selene se detuvo, sus ojos llenos de preocupación mientras miraba a Kaeleen. Sabía que lo que decía el Profesor Wolfram era cierto, pero ver a Kaeleen en tal estado de sufrimiento y sin poder ayudarlo le molestaba. Finalmente, asintió, resignándose a observar desde la distancia.
Mientras tanto, Kaeleen seguía ahogado en sus pensamientos. Sentía que no podía más. El dolor se hacía cada vez más intenso, y su mente comenzaba a nublarse. La idea de rendirse y dejar que el dolor se llevara todo comenzó a tomar forma en su mente. ¿Y si simplemente dejaba que el mana lo destruyera? Después de todo, quizás era demasiado débil para esto.
Pero una chispa de determinación surgió en su interior. No podía rendirse. Recordó las palabras de la princesa, la fuerza de Elise al defenderlo, y los constantes desprecios de Ithan y Erik. No podía permitir que sus insultos fueran verdad. Debía demostrar que era fuerte, que podía controlar este poder oscuro y peligroso.
Kaeleen respiró profundamente y comenzó a visualizar el flujo del mana. Imaginó el mana oscuro moviéndose a través de su cuerpo, abriendo lentamente los caminos y formando los circuitos. Sentía como si su piel y sus huesos estuvieran a punto de romperse, pero siguió adelante. Visualizó el mana pasando por cada parte de su cuerpo, completando el circuito.
Cada segundo era una lucha contra el dolor, y la intensidad aumentaba con cada paso. Sin embargo, Kaeleen se aferró a la idea de cambio, de convertirse en alguien más fuerte. Con cada paso que avanzaba, el dolor se hacía más insoportable, pero también sentía que estaba cada vez más cerca de lograrlo.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el dolor comenzó a disminuir. Sintió cómo el mana se estabilizaba dentro de él, y el flujo se calmaba. El circuito estaba completo. Kaeleen abrió los ojos, exhausto y sudando, pero con la satisfacción de haberlo logrado.
Un susurro de admiración recorrió el grupo de invocados, y la princesa Selene dejó escapar un suspiro de alivio. Se acercó al centro del campo y miró a los jóvenes con una expresión de orgullo.
"Habéis completado vuestros circuitos de mana," dijo Selene con un tono solemne. "Ahora estáis listos para aprender a manipular hechizos básicos. Este es solo el primer paso en el camino hacia la verdadera maestría del mana."
Kaeleen apenas podía mantenerse de pie, pero las palabras de la princesa le dieron una nueva motivación. Había superado el desafío más difícil hasta ahora, y sabía que el camino solo se volvería más exigente, pero al menos había logrado llegar hasta allí.
Con el circuito completado, los días de entrenamiento se sucedieron en un torbellino de ejercicios y pruebas, donde Kaeleen y sus compañeros practicaban hechizos básicos. La relación entre Kaeleen y Elise se fortaleció con cada día que pasaba, compartiendo momentos de camaradería y apoyo mutuo. A pesar de las constantes burlas de Ithan y Erik, Kaeleen comenzó a demostrar una confianza renovada.
Los hechizos básicos que aprendieron incluían movimientos simples de manipulación de objetos y defensas mágicas ligeras. El tiempo parecía acelerarse mientras los días de práctica transcurrían, y cada uno de ellos enfrentaba desafíos únicos. A medida que los entrenamientos avanzaban, Kaeleen notaba que su control del mana se volvía cada vez más preciso, aunque el dolor y el esfuerzo seguían presentes.