La princesa avanzó con pasos seguros, flanqueada por Alaric, quien intentaba mantenerse firme tras su pequeño incidente. Su presencia era serena, pero poderosa. Vestía una túnica adornada con detalles dorados que relucían bajo el sol de la tarde. Todos los jóvenes invocados guardaron silencio cuando llegó al centro del campamento. Incluso los murmullos se apagaron en el viento mientras esperaban escuchar lo que tenía que decir.
"Bienvenidos al campo de entrenamiento del Reino de Aether," comenzó, con una voz que irradiaba calma y autoridad al mismo tiempo. Sus ojos recorrieron el grupo de invocados, deteniéndose brevemente en cada uno. "Estáis aquí para aprender a controlar el mana que fluye en este mundo. Esta habilidad es esencial para vuestro futuro y para poder superar la prueba de ingreso a la Academia del Reino."
Kaeleen sintió una mezcla de ansiedad y esperanza mientras escuchaba las palabras de la princesa. Sabía que este era su primer gran paso hacia algo más grande, hacia el control de su poder. Pero también sabía que el camino sería largo y lleno de desafíos.
"Vosotros habéis sido invocados a este mundo con un núcleo de mana artificial," continuó la princesa, caminando lentamente mientras hablaba. "Estos núcleos son temporales, y no os permitirán usar mana de manera efectiva. Por eso, vuestro primer objetivo aquí será transformar ese núcleo artificial en un núcleo natural."
La princesa se detuvo un momento y levantó una mano, en la que una pequeña esfera de luz azulada apareció flotando. La esfera giraba lentamente, pulsando suavemente como si tuviera vida propia.
"El núcleo de mana es la fuente de poder que cada ser vivo en este mundo tiene. Su crecimiento sigue un proceso que va desde un núcleo latente, hasta uno refinado, pasando por las fases de despertado y expandido. En este momento, el núcleo artificial que lleváis en vuestro interior ni siquiera es considerado un núcleo latente. Para comenzar vuestro verdadero entrenamiento, primero debéis crear los circuitos de mana que permitan que esta energía fluya a través de vuestro cuerpo."
La explicación de la princesa parecía tan clara, pero Kaeleen sintió un leve temor al pensar en el proceso. Los circuitos de mana… Era un concepto completamente nuevo para él, algo que nunca había imaginado antes de ser invocado a este mundo.
"Para formar estos circuitos," prosiguió la princesa, "deberéis practicar el flujo de mana en vuestro cuerpo. De esta manera, el mana irá abriendo lentamente los caminos, creando las venas de energía que os permitirán usar vuestras habilidades. Este es el primer paso."
Los ojos de Kaeleen se abrieron un poco más al escuchar la descripción. El proceso sonaba complejo, pero también increíblemente fascinante. Por primera vez, podía sentir una pequeña chispa de esperanza. Quizá podría dominar este poder. Quizá, después de todo, no estaba destinado a fracasar como siempre lo había hecho.
"El entrenamiento durará siete días. Cada día estaréis más cerca de completar vuestros circuitos de mana, y al final, cuando hayáis logrado crear un núcleo latente de nivel 2, estaréis listos para la prueba final," concluyó la princesa, asintiendo levemente.
"¡Esa será la prueba de admisión a la Academia!" exclamó Alaric, retomando su habitual entusiasmo. "Pero cuidado, solo los que pasen la prueba serán admitidos. El que no lo consiga tendrá que arreglárselas por su cuenta con solo una moneda de oro."
Un murmullo inquieto recorrió al grupo de invocados. Kaeleen tragó saliva. La presión era palpable, y todos sabían lo que estaba en juego. Algunos de los más arrogantes miraban a los demás con desprecio, claramente confiados en sus habilidades. Entre ellos, Kaeleen pudo ver a los dos jóvenes que lo habían estado molestando anteriormente. Estaban en el segundo y tercer lugar en las pruebas mágicas, y su actitud no había cambiado ni lo más minimo. Sus miradas despectivas se posaron en él, como si ya estuvieran anticipando su fracaso.
"La manipulación del mana es esencial," continuó la princesa, interrumpiendo los pensamientos de Kaeleen. "Cada día practicaréis con vuestros compañeros y bajo la supervisión de vuestros instructores. Hoy, comenzaremos con el primer ejercicio: aprender a sentir el mana fluir por vuestro cuerpo."
Kaeleen observó cómo la princesa hacía un gesto a Alaric, quien asintió y comenzó a repartir pequeños cristales entre los invocados. Kaeleen tomó el suyo con cuidado, sintiendo el frío de la superficie contra su piel.
"Este cristal os ayudará a visualizar el flujo de mana," explicó la princesa. "Debéis concentraros y dejar que el mana entre en vuestro cuerpo a través del cristal. Permitid que recorra cada parte de vuestro ser, pero tened cuidado. El mana puede ser inestable si no lo manejáis correctamente."
Los jóvenes se sentaron en el suelo, cada uno con su cristal, preparándose para el ejercicio. Los demás formaban pequeños grupos, mientras Kaeleen se encontraba nuevamente aislado, sintiendo las miradas sobre él.
Cuando Kaeleen comenzó a concentrarse, una extraña sensación lo invadió. El cristal en su mano comenzó a calentarse levemente, y pudo sentir una corriente de energía fluyendo hacia su interior. Cerró los ojos, tratando de concentrarse en la sensación del mana que fluía dentro de él. Sin embargo, en lugar de sentir una energía suave y controlada, sintió como si una oleada violenta se estrellara contra su cuerpo, como un río desbordado que intentaba abrirse paso a la fuerza.
El dolor lo golpeó de inmediato. Era como si su cuerpo no pudiera soportar la presión del mana, como si este estuviera intentando abrirse camino demasiado rápido, rompiendo todo a su paso. El rostro de Kaeleen se contrajo por el dolor, y apretó los dientes, tratando de soportarlo. Podía sentir cómo el mana desgarraba su interior mientras intentaba crear los circuitos.
La princesa, que se encontraba supervisando el ejercicio, también se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Sus ojos se enfocaron en Kaeleen, y rápidamente se acercó, extendiendo su mano hacia él. Un suave resplandor envolvió sus dedos mientras murmuraba un hechizo curativo.
En ese momento, Kaeleen sintió un calor reconfortante que calmó el dolor. El mana, que antes había sido una fuerza descontrolada, parecía haberse suavizado. Sin abrir los ojos, Kaeleen permitió que el calor recorriera su cuerpo, aliviando la presión insoportable que había sentido momentos antes. No se dio cuenta de lo cerca que estaba la princesa hasta que sintió su presencia justo a su lado.
Cuando abrió los ojos, se encontró con el rostro de la princesa muy cerca del suyo. Sus ojos estaban llenos de preocupación, y su cabello dorado caía suavemente sobre su rostro.
"¿Te encuentras bien?" preguntó ella, con una sonrisa suave.
Kaeleen, sorprendido por lo cerca que estaba, se sonrojó al instante, desviando la mirada con timidez. "Eh… sí. Perdón, no me di cuenta…"
La princesa sonrió de nuevo, divertida por su reacción. "Tu afinidad con el mana es mucho más fuerte de lo que parece. Por eso te resultó tan doloroso. Pero no te preocupes, estaré aquí para ayudarte."
Kaeleen la miró con sorpresa y gratitud. Nunca antes alguien se había preocupado tanto por él, y el simple hecho de que la princesa le ofreciera su ayuda lo hacía sentirse incómodo y a la vez agradecido.
"Gracias…" murmuró, aún abrumado por la cercanía de la princesa.
Ella asintió, luego se levantó y se dirigió nuevamente al centro del grupo. "Todos podéis descansar ahora. Mañana continuaremos con los ejercicios."