El viaje en carro estuvo lleno de un silencio incómodo, y Natasha se sintió aliviada cuando finalmente llegaron al centro comercial, con Rika siguiéndola por detrás.
Pero incluso caminando juntas, Natasha aún no había decidido de qué hablar con Rika.
Sabía que necesitaba romper el silencio y hablar antes de que fuera demasiado tarde, pero las palabras parecían esquivarla, dejando su boca seca y su mente en blanco.
—Rika es una de mis hijas. La crié hasta este punto, pero no puedo recordar nada sobre ella en este momento. ¿Qué le gusta? ¿De qué puede hablar? —La mente de Natasha era un torbellino de preguntas, su corazón pesado con el peso de su tensa relación.
Finalmente, Natasha discutió un tema que siempre hacía que sus clientes y asociados comenzaran a hablar.
—Entonces, ¿recientemente cambiaste tu perfume, Rika? Hueles un poco diferente hoy. ¿Te pasó algo bueno? —Natasha preguntó con una sonrisa vaga, pero Rika puso una cara de frustración.