El dulce olor en el coche abrumó a Emily y hizo que su cuerpo temblara. Sabía que el dueño del aroma estaba inconsciente y sentado a su lado.
—¿Qué demonios? ¿Por qué Rika está emanando feromonas? ¿Y en tanta cantidad también? ¡Mierda! Necesito conducir, pero todos mis instintos quieren que reclame a Rika. ¿Qué debo hacer ahora?
Emily se sentía famélica, y el delicioso olor la hacía querer morder a Rika.
Cuanto más intentaba detenerse, más su cuerpo lo ansiaba.
Estaba contenta de ser ella quien estaba con Rika y no Damian. El alfa mayor no tenía control sobre su deseo.
No se habría detenido para contenerse y pedir antes de marcar a Rika.
—¡Joder! Estoy tan duro ahora mismo. Necesito ocuparme de esto antes de conducir. De lo contrario, no hay forma de que pueda llegar a ningún sitio.
Emily miró hacia su regazo y la rigidez que tensaba sus pantalones. Parecía amenazante, y Emily quería dejarlo en paz.
Pero solo tener a Rika cerca era suficiente para hacer que su polla latiera.