—Shh, cálmate, Islinda —susurró Valerie, pasando su mano por su rostro y limpiando el sudor y el cabello de su camino.
Pero, ¿cómo podría calmarse Islinda cuando algo estaba allí fuera y la acechaba?
—Te digo lo que vi .
Valerie presionó su dedo contra los labios de ella y la hizo callar. Frotó sus manos por su brazo y el gesto debió de tener un efecto calmante porque Islinda inhaló grandes bocanadas de aire y el temblor se detuvo.
—Deberías quedarte aquí. Lo revisaré —la besó en la frente y la apartó suavemente de la puerta.
—Espera —! Islinda trató de alcanzarlo pero Valerie ya se había ido. Literalmente desapareció del lugar y solo la brisa fría quedó tras de él. Era tan rápido y ahora que estaba sola, Islinda tuvo el ridículo pensamiento de la criatura acercándose desde atrás y llevándosela antes de que Valerie se diera cuenta.