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Memorias del Pasado: El Despertar Oscuro de Caldris

Zwephix
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Synopsis

Chapter 1 - Sombras de un Pasado Glorioso

La nación de Caldris, un imperio en expansión, había prosperado durante siglos gracias a sus avances tecnológicos y sus poderosas academias de guerreros y magos. Era un lugar donde las maravillas de la ciencia y la tecnología coexistían; un reino donde se mezclaban los ruidos mecánicos de los mechas en las ciudades con los cánticos susurrantes de los magos, quienes con el poder de materialización, llevaban al límite la creatividad humana.

La materialización no era un tipo de magia convencional. Era un arte antiguo que exigía una gran capacidad mental y un dominio preciso de la concentración. Los magos de Caldris y de otras naciones no lanzaban hechizos solo con simples palabras; ellos visualizaban con detalle lo que querían traer al mundo o modificar en su entorno.

La materialización consistía en transformar las ideas, pensamientos y conceptos abstractos en realidades tangibles, como armar una figura de arcilla, pero en la realidad misma.

A través de la visualización mental intensa y el uso de palabras descriptivas como apoyo, los magos podían manifestar desde armas etéreas y escudos inquebrantables hasta criaturas que se movían y actuaban como seres vivos. Sin embargo, este poder tenía sus límites.

Para que la materialización fuera efectiva, el mago debía mantener un control absoluto sobre su mente, ya que cualquier distracción o duda podía hacer que no se materialice lo deseado o que lo materializado se desvaneciera. Así mismo, para mantener la idea materializada por mucho tiempo ocasionaba demasiado desgaste mental y en casos extremos podía llevarlos a la muerte cerebral.

Algunos magos, para asegurar su concentración, se apoyaban en tecnología avanzada como cristales de enfoque o dispositivos que amplificaban su capacidad de visualización, una mezcla simbiótica de ciencia y habilidad arcana.

Esta sinergia entre tecnología y materialización era el orgullo de Caldris, un testimonio de su avance como nación. Y, aunque muchos magos de otras naciones habían dedicado sus vidas a perfeccionar este arte de la materialización, los magos de Caldris destacaban por mucho.

Sin embargo, los peligros de este arte pueden ser altos; un desliz en el control mental, y las consecuencias podían ser fatales, tanto para ellos como para los que les rodeaban.

Bajo la mirada vigilante de sus líderes y con la promesa de un futuro brillante, Caldris se alzaba como un pilar de estabilidad en un mundo convulso.

En su corazón, la majestuosa ciudad de Velkarn se erguía como el epicentro de su poder. Una metrópolis imponente, famosa por sus altas torres de metal y piedra que rozaban las nubes, y por su energía vibrante que parecía no extinguirse nunca.

Las luces de Velkarn brillaban día y noche, y sus calles, siempre llenas de vida, eran el hogar de comerciantes, artesanos y soldados, todos dedicados a servir a la gran nación. Velkarn era la prueba viviente de la grandeza de Caldris, un símbolo de prosperidad y seguridad.

Sin embargo, en un solo instante, todo cambió.

El cielo se oscureció y la tierra bajo los pies de los habitantes de Velkarn comenzó a temblar con una fuerza aterradora. El estruendo de un terremoto sacudió la ciudad, arrancando edificios de sus cimientos y destruyendo aquello que parecía indestructible.

Lo que una vez fue un lugar seguro y próspero se transformó en un caos de gritos y escombros. En el centro de este desastre, un enorme abismo se abrió en la tierra, y de sus profundidades emergió una estructura misteriosa a lo que parecía ser un castillo maldito, una ruina negra y agrietada que desafiaba las leyes del tiempo y la lógica.

El castillo se alzaba con una presencia ominosa, como si reclamara su lugar legítimo en el mundo. De sus grietas, una energía oscura y densa empezó a fluir, extendiéndose como un veneno invisible que tocaba todo a su alrededor. Y entonces, surgieron los espíritus.

Al principio, eran figuras fantasmales, formas sin rostros que se deslizaban entre las ruinas y las sombras de la ciudad devastada. Pero pronto, estas entidades adquirieron conciencia propia, y con ella, un deseo insaciable de destrucción.

Las víctimas más cercanas al epicentro del desastre murieron al instante, sus cuerpos desintegrándose en el aire, mientras los espíritus absorbían su esencia.

Las entidades comenzaron a aumentar en número, y con cada instante, sus formas se volvían más nítidas, como si se estuvieran preparando para algo más. Una tras otra, salían de las oscuras entrañas del castillo, extendiéndose más allá de las murallas derruidas.

Velkarn, alguna vez un centro vibrante de comercio y cultura, con sus plazas llenas de mercaderes y sus calles iluminadas por la luz de los forjadores y artesanos, ahora yacía bajo la sombra de una amenaza creciente. Sus antiguas calles, antes llenas de vida y risas, estaban ahora invadidas por espíritus que parecían estar reclamando el mundo exterior con un propósito oscuro e inminente.