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El Humano Más fuerte de Dragon Ball

Faramis123
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Synopsis

Chapter 1 - CAPÍTULO 0: PRÓLOGO

[Punto de vista en tercera persona]

En la noche de una ciudad muy activa, se estaba llevando a cabo un nuevo evento que todos los amantes de las MMA habían estado esperando durante mucho tiempo. En concreto, la pelea del año era entre el recién iniciado pero tenaz Shingen y el experimentado y letal Anthony.

La emoción del público era tanta que la boletería irónicamente se quedó sin boletos. Todos los lugares alrededor del octágono estaban repletos de gente. La gran mayoría apoyaba a Anthony, quien era el peleador más veterano y, por lo tanto, tenía más fanáticos. Sin embargo, para sorpresa de muchos, Shingen, en su corta carrera como peleador profesional, ya tenía una cantidad considerable de seguidores enamorados de su estilo de combate. Shingen utilizaba de manera armoniosa tres pasos para ganar sus combates:

Primero, empleaba el 'Bokator tradicional'. Este estilo le permitía controlar a oponentes agresivos que atacaban sin pensar en sus movimientos.

Cuando el enemigo se veía acorralado y optaba por luchar más de cerca, Shingen recurría al 'Sambo' o al 'Judo' para derribar a su inestable oponente.

Una vez en el suelo, Shingen aplicaba el 'Jiu-jitsu brasileño' para inmovilizarlos y forzar su rendición.

Así es como Shingen se había ganado merecidamente una base de fanáticos que iba desde jóvenes enérgicos hasta ancianos practicantes de artes marciales, quienes lo consideraban el mejor artista marcial nacido en la era moderna.

Volviendo al octágono, los presentadores que proporcionarían información sobre lo que estaba sucediendo en la pelea serían Mike y su compañero Tony. Ambos llevaban años en el trabajo y disfrutaban lo que hacían.

—¡Hola a todos los presentes esta noche! Soy Mike, su presentador para esta velada. Pero no estoy solo, como recordarán, estoy en compañía de mi buen amigo Tony. Agradezco a la producción por permitirme comentar esta grandiosa pelea junto a mi amigo del alma. Por favor, saluda, Tony.

—¡JAJA! Hola, querida audiencia. Muchas gracias por referirte a mí como tu buen amigo, Mike. Pero volvamos nuestra atención al octágono, donde se llevará a cabo la pelea del año, como bien dijo mi compañero Mike.

Mientras se preparaba todo, los peleadores se presentaron ante el público que los vitoreó por igual. De un lado caminaba un confiado Anthony, cuya sonrisa dejaba ver tres dientes bañados en orgullo. En el otro extremo estaba el luchador promesa, Shingen. Para el público acostumbrado a ver peleadores con tatuajes o cicatrices, resultaba evidente que Shingen no llevaba nada de eso. Esto reflejaba su aprecio por su propio cuerpo, evitando mancharlo con tinta o sufrir daños graves.

Sin esperar ni un minuto más, ambos peleadores subieron al escenario. Como era costumbre, Anthony era el más enérgico. Hizo algunos movimientos en el aire, pero Shingen lo observó sin asombro.

Tras unos segundos de espera, el árbitro dio inicio al combate. Anthony se abalanzó hacia Shingen con un puñetazo directo al rostro.

Con habilidad, Shingen esquivó el golpe y contraatacó con un codazo en el ojo de Anthony.

A pesar de dejar a Anthony indefenso, Shingen sorprendió al público al no aprovechar la situación de su oponente.

Después de un rato, Anthony volvió a ponerse en posición de combate, mostrando su orgullo frente a Shingen.

—¡Ja! Eres un imbécil. Se nota que sigues siendo un amateur. Cualquier peleador sabría que tenía una oportunidad y no la aprovechaste —se mofó Anthony con su típico orgullo.

—Te equivocas. No ataque no porque sea un imbécil o porque todavía piense como un amateur. La verdadera razón es porque no me gusta aprovecharme de un oponente que no se defiende —respondió Shingen al comentario de Anthony sin dejarse amedrentar.

Estas palabras parecían haber tocado una parte sensible del orgullo de Anthony, quien las tomó como una ofensa.

—Oh, así que piensas que no puedo defenderme después de recibir un golpe. Permíteme demostrarte que soy todo menos alguien indefenso —rugiría con rabia Anthony mientras se lanzaba nuevamente y con más agresividad ante Shingen.

Esta vez, Anthony decidió ir con una patada que Shingen esquivó. Con gran velocidad, Anthony recuperó el equilibrio y, en un estilo similar al capoeira, intentó alcanzar el plexo solar de Shingen. Sin embargo, una vez más, Shingen esquivó la patada.

Viendo una oportunidad mientras Anthony intentaba ponerse de pie, Shingen se abalanzó hacia él a unos 30 centímetros de distancia. Utilizando técnicas de derribo del judo, Shingen logró tirar a Anthony al suelo mientras este intentaba evitar una llave.

Lamentablemente para Anthony, Shingen fue más rápido y previó su acción. Con gran velocidad, Shingen tomó la cabeza de Anthony y aplicó una llave de estrangulamiento.

A medida que pasaba el tiempo, Anthony se resistía y evitaba tocar el suelo varias veces. La llave de estrangulamiento continuó durante varios segundos, hasta que finalmente Anthony perdió el conocimiento, lo que hizo que Shingen aflojara su agarre.

Al dejar el cuerpo inconsciente de su oponente en el suelo, se pudo ver cómo Anthony se recuperaba lentamente y, finalmente, se levantaba.

—Jejeje, otra oportunidad perdida. Debes de saber que no tienes que tener compasión con tus adversarios si es que quieres subir en este trabajo. Así que, ¿te rindes o prefieres que siga golpeando ese lindo rostro tuyo? —se burló Anthony mientras que internamente su orgullo comenzaba a flaquear por lo que intentaba enmascarar su frustración con burlas.

Como si las palabras de Anthony hubieran tocado el corazón de Shingen, este sabía que debía acabar con esto sin darle oportunidad de volver a levantarse.

—«Ya no aguanto a este tipo. Debo terminar esto con un nocaut, si es posible»—pensó Shingen, observando el estado físico de Anthony y notando varios daños.

Tras ver la mirada de Shingen recorriendo todo su cuerpo, Anthony se dio cuenta de que este idiota intentaba encontrar debilidades.

—«Jeje, este imbécil quiere aplicar otra llave en el suelo. Esta vez pelearé a distancia para evitarlo» —pensó Anthony, lamentablemente equivocado en su suposición.

Después de tomar un poco de agua, ambos volvieron al combate, cada uno con sus propias estrategias.

Al comenzar el segundo asalto, Anthony se acercó lentamente, manteniendo una distancia segura. Shingen, por otro lado, comprendió que su oponente estaba evitando las peleas en el suelo.

Aceptando este hecho, Shingen recurrió al kickboxing. Con gran velocidad en sus patadas, dominó al anteriormente orgulloso Anthony, golpeándolo directamente en la sien.

En el intercambio de golpes, Shingen recibió varios puñetazos en la nariz, lo que hizo que sangrara. Sin embargo, esto no se comparaba con el estado en el que se encontraba Anthony.

Anthony tenía la ceja partida, la nariz completamente desviada y la boca sangrando, con sospechas de daños en los dientes.

Después de un tiempo, Shingen se acercó lo suficiente y utilizó el sambo para derribar nuevamente a Anthony.

Tristemente para el orgullo de Anthony, su oponente decidió aplicar una llave nuevamente, pero esta vez no fue de estrangulamiento.

Con gran fuerza, Shingen agarró la pierna derecha de Anthony y la dobló en un ángulo que estaba a punto de romperse. A pesar del intenso dolor, Anthony no se rendiría y luchó por enderezar su pierna. Sin embargo, algo trágico ocurrió.

Al no lograr que su oponente se rindiera, Shingen aplicó más fuerza de la necesaria y fracturó el fémur de Anthony. El sonido fue tan fuerte que todos quedaron en silencio.

Entre los gritos de dolor de Anthony, el equipo médico se apresuró y lo llevó a urgencias. Shingen, en estado de shock, no podía quitarse de la cabeza la idea de que esa fractura podría haber acabado con la carrera de Anthony.

El público estaba atónito, y Shingen solo sabía que había ganado el combate. Se dirigió silenciosamente hacia su coche en el estacionamiento.

Mientras tanto, alguien a lo lejos lo seguía. Sin sospechar el peligro, Shingen sacó su teléfono y vio las llamadas perdidas de su padre. Con el ánimo por los suelos, Shingen decidió llamarlo.

—¡Hola? —contestaría alguien al teléfono.

—Hola, papá. He visto que me dejaste varios mensajes, pero no los pude ver. Te llamé porque quería escucharte —respondería Shingen con tristeza, y su tono no pasó desapercibido para su padre al otro lado de la línea.

—Hijo, sé que valoras las artes marciales y a quienes se dedican a este camino.

—No debes preocuparte por Anthony. Los errores suceden todos los días y le pasan a cualquiera.

—Lo sé, pero me siento muy angustiado. El mero hecho de pensar en la posibilidad de que no vuelva a luchar me quita el sueño —respondió nuevamente Shingen resignado mientras buscaba las llaves de su auto.

—Te entiendo, hijo. Pero ya sabes que nunca es bueno dejarse consumir por los malos pensamientos. ¿Qué te parece si organizamos una pequeña reunión entre tú, yo, tu mamá y tus hermanitos? Estoy seguro de que esos duendecillos estarán muy contentos de tener a su ídolo aquí —propuso felizmente el padre de Shingen.

—¿Ídolo? No creo ser un ídolo, pero sí me gustaría volver a ver a esos mocosos —rió Shingen, a punto de entrar en su auto.

Al sentarse y poner la llave en el encendedor, vería por el rabillo del ojo cómo alguien se le acercaba a su izquierda.

Con rapidez, Shingen tomó su arma, pero lamentablemente esta vez, el rápido no fue él…

¡BANG!.. ¡BANG!.. ¡BANG!.. ¡BANG!..

Y así, cuatro disparos fueron dados al costado del cuerpo de Shingen, que intentaba sacar su arma debajo de su asiento. Habiéndose asegurado de que Shingen no podía moverse, el tirador abrió el auto y sacó al aún inconsciente Shingen.

—Eres un maldito, destrozaste la vida de mi hermano al romperle el fémur y la rótula. Ahora mi hermana jamás volverá a pelear. Por tu maldita culpa arruinaste la vida de alguien a cambio de la fama —mientras seguía lanzando insultos tras insulto a un moribundo Shingen.

Shingen, aún estando un poco consciente, escucharía todo y sentiría las constantes patadas que le daba el desconocido. Por último, escuchó algo que terminó por quitarle la conciencia.

En el frío suelo del estacionamiento se escuchó un quinto disparo que fue dirigido a la cabeza del ahora fallecido luchador.

Después de lo que parecían horas, lo único que se podía ver y sentir era la nada. En un espacio totalmente negro se podía ver un cuerpo flotando sin rumbo fijo por el vasto espacio que no tenía fin.

Al pasar el tiempo, Shingen volvió a tener conciencia y se sintió diferente. No sentía el dolor de los balazos ni nada.

—«Esto… No siento que esté muerto. ¿Qué me habrá pasado para estar en este estado? Tal vez sea verdad eso de la reencarnación.»—pensaría en todas las historias de fanáticos que creaban sus propias y locas historias sobre distintos animes.

—«Umm, si ese es el caso, prefiero no nacer siendo un cerdo o una vaca. No quiero terminar siendo comida de nadie, la verdad.»

Entre tantos pensamientos, Shingen, o como llegue a llamarse ahora, se prepararía para cualquier cosa que pase. Y si el destino le dio la oportunidad de renacer, pues la aprovechará. Si en su vida anterior no pudo completar su camino en las artes marciales para alcanzar la grandeza, entonces en la próxima vida lo hará.

[Fin del prólogo]

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