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Chapter 2 - CAPÍTULO 1: INICIO

[Punto de vista en tercera persona]

Repentinamente, como si el mundo le diera la bienvenida a Shingen en su nueva vida, este último escuchó el fuerte aguacero que saturaba sus débiles oídos.

—¡Hugh!

—Parece que por fin mi alma terminó en el cuerpo de un bebé, aunque algo era claro: agradecer a los cielos por no obligarme a experimentar mi día de nacimiento. ¡Dios, qué incómodo sería eso! —pensaría Shingen con humor.

Tras renacer en lo que era un bebé de no más de unas cuantas semanas de nacido, Shingen pudo notar que estaba en una canasta a los pies de un viejo árbol.

Lo único bueno del momento era que gracias a este árbol, la lluvia apenas caía sobre él, por lo que todavía no se estaba muriendo de hipotermia, al menos no por el momento.

—¡Maldición! No puedo creer que apenas haya renacido en este mundo y sin saber dónde estoy. El hecho de que me haya topado con esta situación tan lamentable es para llorar —se quejaría mientras ponía a su mente de bebé a trabajar en soluciones.

—Bueno… quejarme de cómo sucedieron las cosas no me ayudará de ninguna manera ni hará que la lluvia pare. Primero que nada, intentaré moverme y tener una mejor vista de mi entorno.

Para mala suerte del bebé, su flácido cuerpo era claramente una gran desventaja, por lo que apenas podía agitar sus extremidades con el mínimo de fuerza.

—Suspiró… ¡Demonios! Ahora, ¿qué puedo hacer? Tarde o temprano, las constantes gotas de lluvia que caen sobre mí me terminarán matando por hipotermia o, en el peor de los casos, moriré de hambre.

—Mmm, creo saber qué hacer, aunque para alguien con la mente de un adulto como yo, ciertamente sería un poco humillante. Pero no queda de otra que… llorar.

Bajo la lluvia que iba disminuyendo con el tiempo, se podía ver a un hombre caminando en el lodo mientras cargaba lo que parecían ser varios troncos de madera en su espalda.

—¡Maldita sea! ¿Por qué siempre me mandan a buscar leña y, peor aún, bajo esta lluvia? Tal vez debería dejar toda esta leña y regresar, ya que al final la madera mojada no sirve para prender fuego de todos modos —diría el hombre, quejándose de su molesta situación.

Después de caminar unos cuantos minutos, el fornido hombre escucharía algo que sin duda asustaría a cualquier persona en la oscuridad de la noche, en medio de la nada.

Sin esperárselo en lo más mínimo, el hombre escucharía el llanto de un bebé que cada vez parecía ser más débil.

—¿¡Eso fue el llanto de un bebé!? ¿O tal vez será algún espíritu maligno?

—No, esto no parece el caso. Este lugar es santo, por lo que los demonios y espíritus malignos no pueden llegar hasta aquí. Será mejor que siga el sonido y luego busque la fuente del mismo.

Después de un largo tiempo en el que no podía hacer nada más que llorar, Shingen sintió cómo su cuerpo se enfriaba poco a poco debido al constante contacto con las gotas de lluvia que terminaron por mojar gran parte de su colcha de bebé.

Pero para su buena suerte, vio cómo un hombre se acercó a su canasta y lo miró sorprendido.

—Uff, después de casi dañarme la garganta a gritos, por fin llegó alguien, y parece ser algún tipo de monje —pensaría Shingen para sí mismo mientras observaba atentamente al hombre.

Al encontrar al bebé, el hombre primero se alivió de que no fuera un espíritu maligno, pero luego actuó rápidamente al ver que el bebé frente a él estaba empapado y toda su ropita, junto con su colcha de bebé, estaban mojadas.

—Oh no, debo apresurarme y llevarlo al monasterio. Los ancianos sabrán qué hacer con él —diría el hombre mientras cargaba al bebé y se dirigía a su destino.

Sin hacer el más mínimo ruido, Shingen escuchó cómo hablaba el hombre que lo encontró. Aunque no esperaba haber renacido en algún lugar de Asia, sabía que no podía quejarse, ya que de todas formas le habían dado la oportunidad de renacer y cumplir su objetivo.

—Observando su vestimenta y escuchando su habla, puedo estar casi seguro de que el idioma que habla el tipo es el japonés. Lástima que ese idioma no sea mi fuerte; al parecer, después de todo, el anime no es una buena fuente para aprenderlo —pensaría Shingen resignado.

Aunque el hombre lo acercó y permitió que Shingen viera su rostro, este tenía una pésima visión debido a su corta edad. Sin embargo, podría deducirlo por su idioma, su vestimenta y esos extraños puntos negros en su frente, que parecía haber visto antes.

Después de hacer trabajar nuevamente su pequeño cerebro, Shingen recordó que la vestimenta del hombre era muy similar a la que llevan los monjes Shaolin, aunque los colores eran raros y la presencia de los puntos en la frente lo dejó algo confundido. No obstante, sabía que cada monasterio tenía al menos su propio uniforme y sus propias prácticas.

Al recordar algo, Shingen palideció casi al instante. El hecho de que si lo llevaban al mismo monasterio al que iba el hombre significaba que le rasurarían constantemente la cabeza y le quemarían la frente para hacerle esos puntos —pensaría Shingen sin saber si lo último era quemaduras o simple tinta.

Sin duda, esta posibilidad hizo que el tranquilo bebé comenzara a llorar fuertemente, lo que ocasionó que el viaje del hombre fuera cada vez más molesto y deseaba llegar pronto para dejar al bebé con alguien más.

  -4 años después-

Después de un largo lapso de tiempo en el que Shingen tendría que pasar por los horribles 2 años de su vida sin poder evitar orinarse o defecarse encima debido al nulo control de su pequeño cuerpo para retener estos desechos.

Para buena suerte de Shingen, al cumplir los 3 años, ya podía aguantar y usar el baño a tiempo. Otra cosa era que, por razones comprensibles, le habían rapado la cabeza y dado el uniforme Shaolin propio del monasterio.

Al cumplir los 4 años de edad, Shingen se había llenado de mucha información y había visto cosas nuevas que nunca había experimentado en su vida anterior. Por ejemplo, esas 5 marcas en la frente no eran solo mera decoración; cada una representaba el tiempo que llevabas entrenando en ese monasterio. Cuando llegabas a las 6 marcas, podías decidir irte del monasterio o quedarte y vivir como un monje.

Como era de esperar, Shingen, desde el momento en que le habían presentado esas dos opciones, habría elegido sin duda la primera: su meta actualmente era explorar este mundo y aprovechar todo lo que le pudiera ofrecer para cumplir su objetivo.

Por otro lado, Shingen había entablado relaciones con los niños que estaban allí y habían llegado al monasterio en condiciones similares a las suyas. La gran mayoría de ellos superaba los 12 años y, como era evidente, habían escogido quedarse y servir como monjes. Sin embargo, había una minoría de niños menores de 6 años, y Shingen preferiría charlar con los mayores, aunque estos últimos no lo tomaban en serio y optaban por ignorarlo.

Aunque al principio pensaba que estaba en algún lugar de Japón, un día un monje recogió a otro bebé que había sido dejado en las puertas del monasterio. El bebé era un poco más pequeño; posiblemente había nacido prematuramente, pero este dato nunca se sabría.

Sin previo aviso, Shingen estaba cerca cuando trajeron al nuevo huérfano y escuchó cómo un monje anciano examinaba al bebé y le daba un nombre.

—Mmmm, veo que no tiene ningún problema a pesar de que, según la carta que venía con él, decía que el bebé tenía 2 meses de nacido. De todas formas, estás sano, y eso es lo importante. Ahora, ¿cuál era tu nombre?

Tras observar más de cerca lo que estaba sucediendo, Shingen escuchó todo y solo podría desearle al niño huérfano que no le tocara un nombre feo.

—Ohh, pero si tu nombre está al otro lado de la carta, a ver, ¿cómo es? Entonces tu nombre es 'Krillin'.

Este nombre hizo que Shingen se atragantara con su propia saliva. Aparte del nombre tonto, se había dado cuenta de algo grande.

—Espera, ahora recuerdo: estos uniformes Shaolin, los puntos en la frente y la presencia de alguien llamado Krillin. Es imposible tal coincidencia —cuestionaría anonadado Shingen.

Al principio, Shingen no habría pensado en la posibilidad de haber reencarnado en alguna historia de algún anime, ya que era más fácil creer que había renacido como uno de los millones de niños asiáticos del mundo. Pero ahora ya sabía por qué uno de los monjes que servía como maestro nos había dicho a mí y a los demás niños que, cuando cumpliéramos 6 años, nos empezarían a entrenar nuestro cuerpo para en el futuro poder usar la energía Ki.

En lo personal, Shingen creía que no eran más que patrañas, ya que los monjes Shaolin de su mundo también decían usar la energía Ki para curar heridas o golpear más fuerte. Sin embargo, ahora que se había dado cuenta de que posiblemente estaba en el mundo de Dragon Ball, todo lo que había pensado sobre el Ki era totalmente cierto, al menos en este contexto.

Estar en un mundo de anime con artes marciales, técnicas de Ki, viajes alrededor del planeta y aventuras fuera de él despertó el fanatismo que Shingen tenía en su vida pasada cuando miraba Dragon Ball Z con sus amigos. Estos recuerdos lo hicieron sentir muy nostálgico, pero apretando fuertemente su puño, supo que su objetivo de convertirse en el mejor luchador se había vuelto interesantemente más difícil debido a su raza como un terrícola.

Sin embargo, esto no lo desmotivó en absoluto. El hecho de ser un terrícola no significa que no pueda ser mucho más fuerte que Yamcha, Ten Shin Han o Krillin.

Yamcha dejó de entrenar casi por completo después de morir a manos de un Saibaman. Cuando retomó su entrenamiento en la saga de los androides, apenas alcanzó el poder de Goku en la saga Saiyan, es decir, 8000 unidades.

Ten Shin Han, aunque nunca dejó de entrenar, dejó claro en varias ocasiones que repetir el mismo entrenamiento te llevará a un cuello de botella que impedirá que sigas fortaleciéndote. Como prueba está el Gohan del futuro de Trunks, que repitió el mismo entrenamiento durante varios años y no pudo vencer a un androide por sí solo.

Krillin, en lo personal, era el que tenía mejores oportunidades de seguir haciéndose más fuerte, pero detuvo todo intento de mejora después de la saga de Freezer, confiando en que todos los villanos que aparecieran serían derrotados por Goku, Vegeta, Gohan y Piccolo.

Después de un tiempo en el que la mente de Shingen divagaba, se dio cuenta de que era hora de comer, así que corrió para llenar su vacío estómago.

Mientras se sentaba a comer, pensó en todo lo que iba a hacer para cumplir su objetivo sin recurrir a trampas como pedir a las Esferas del Dragón que lo cambiaran de raza a la de un Saiyan. Además, sería tramposo hacerlo, y es muy probable que Shenlong no pueda cumplir ese deseo debido a las limitaciones en este punto de la historia.

Gracias a que vió Dragon Ball clásico, sabía que Krillin tenía 12 años cuando fue a entrenar con Roshi. Si ahora tiene menos de 3 meses de nacido, entonces estamos a más de 10 años antes de los sucesos de la serie clásica.

Por lo tanto, Shingen se prepararía lo mejor posible para lo que vendría en el futuro. Aprendería el control del Ki y usaría las artes marciales de su mundo anterior para fortalecer los músculos y ligamentos de su pequeño y débil cuerpo. Al final, cuando cumpliera 6 años, se iría y se uniría a una escuela de artes marciales donde pudieran seguir enseñándole más cosas.

El tiempo pasó, y Shingen continuaba practicando por su cuenta hasta que su maestro Mito lo llamó a él y a otro grupo de niños.

—Muy bien, niños. Como saben, pronto tendrán que aprender sobre la energía Ki y sus usos. Lamentablemente, nuestro monasterio perdió muchos conocimientos sobre el uso del Ki en un incendio que sucedió hace 50 años. Sabiendo esto, los entrenaré físicamente y también les enseñaré conocimientos básicos para que sus cuerpos y mentes puedan usar el Ki más adelante —explicaría Mito a sus estudiantes, pero más concretamente a Shingen.

La razón de esto era que Mito había visto los entrenamientos físicos de Shingen, lo cual lo había dejado asombrado. Al ver a un niño de 4 años entrenar su cuerpo con métodos de fortalecimiento físico tan buenos, Mito anotó cada ejercicio que Shingen hacía, ya que al final podría servirle también.

Después de comenzar con los entrenamientos físicos de Mito, Shingen se dio cuenta de que los ejercicios que él hacía eran suaves y casi no ayudaban al cuerpo a fortalecerse. Debido a esto, después de cada entrenamiento que Mito les daba a sus estudiantes, Shingen seguía con su entrenamiento, pero esta vez usando sus propios métodos de entrenamiento. Esto llamó la atención de varios monjes Allis presentes.

En cuanto al tema académico, la situación era aún más dispar. En su vida pasada, Shingen nunca fue un mal estudiante. Aunque era un adicto a las artes marciales, nunca descuidó sus estudios, y por esa razón se graduó con la tercera mejor nota. En la universidad fue igual.

Un día, cuando Shingen regresaba a su habitación compartida, fue llamado por su maestro Mito. Este último quería hablar con él, y era sumamente necesario.

—Hola Shingen, ¿tienes un minuto? Quiero preguntarte algo —preguntaría Mito.

—Hola, Instructor Mito. ¿Qué sucede? —preguntó confundido el niño.

—El motivo por el cual te llamé es que he estado observando que los entrenamientos y conocimientos académicos no son complicados para ti. Aunque confieso que no soy muy buen maestro en explicar conocimientos de escuela, debido a que no asistí a una, he notado que tu capacidad de aprendizaje es única, no solo en lo académico, sino también en los entrenamientos —explicaría Mito mientras era observado por un sorprendido Shingen.

—Tiene toda la razón, maestro Mito. Últimamente, los ejercicios que hacemos todos los días me parecen mucho más fáciles de realizar, y apenas requieren un poco de esfuerzo de mi parte. De igual forma, los conocimientos escolares básicos ya los he memorizado, por lo que también pierdo el interés en ellos —terminó de explicar Shingen.

—No tienes de qué preocuparte. El hecho de que los entrenamientos te resulten más fáciles que a los demás es una cuestión de la adaptabilidad que posee cada persona.

—Por ejemplo, cada cuerpo humano es distinto al de los demás al momento de nacer. Por eso, hay personas que se enferman más que otras, o se sabe que hay personas que, sin importar cuánta cantidad de comida consuman, no engordan tan fácilmente. A diferencia de otras personas, cuyos cuerpos tienen un metabolismo más lento y esto hace que engorden con más facilidad que el resto —diría Mito con la presencia de todo un maestro.

—Posiblemente no entiendas del todo lo que dije ahora, pero en el futuro, cuando seas más consciente de tus fortalezas y posibles deficiencias, recuerda que debes apreciar mucho tu cuerpo y entrenarlo constantemente, además de descansar debidamente si quieres seguir superando tus límites —terminó de explicar el instructor Mito a Shingen.

Después de esta breve charla, Mito dejó ir a Shingen. Mientras el maestro regresaba a su propia habitación, pensaba en la posibilidad de enseñarle el uso del Ki a Shingen cuando cumpla los 5 años. Junto con otros monjes, sabían del tremendo potencial que tenía el joven para las artes marciales, y ni hablar de su conocimiento académico, que posiblemente ya hubiera memorizado el libro de texto con la educación básica que el monasterio da a los huérfanos.

Tras esta conversación, Mito había estado entrenando más intensamente con Shingen. Al cumplir los 5 años, se le enseñaría el uso del Ki y cómo podría lanzar esferas de Ki con diferentes intensidades. Sin embargo, debido a su bajo poder, Shingen solo podía usar una esfera de Ki antes de caer cansado al suelo.

Aunque esta situación se repitió varias veces, Shingen cada vez podía hacer más y más esferas de Ki, y con la ayuda de Mito, logró integrar su Ki a su cuerpo para fortalecerlo.

- 2 años después -

Un día, un grupo de 4 niños se acercó a Shingen en busca de consejos para entrenar y volverse tan fuertes como él. Esto se debía a que la fuerza de Shingen había crecido gracias a su control básico del ki y a los recuerdos de la serie original. Shingen podía lanzar un rayo de energía, pero al usarlo quedaba demasiado agotado como para crear una minúscula esfera de energía.

Al instante siguiente, un anciano con una grulla en la cabeza se acercó al grupo de niños que estaban de pie, mostrando distintos estilos de golpes.

Tras detenerse cerca del joven, los demás niños que conversaban con Shingen quedaron inmóviles, mirando al anciano. Cuando esto sucedía, el joven Shingen se volteó y, con gran sorpresa, cayó de espaldas al reconocer al anciano. Observándolo, confirmó para sí mismo lo que sus ojos claramente veían.

Con incredulidad, la mente de Shingen solo pudo pronunciar un nombre.

—¡Es el Maestro Tsuru!

[FIN DEL CAPÍTULO N°1]

[NOTAS DEL AUTOR]: Hola a todos, espero que el capítulo haya sido de su agrado. Cualquier pregunta que tengan, pueden hacerla en los comentarios, y trataré de responderles de manera que puedan entender.

Volviendo a las curiosidades de la historia, creé el personaje del profesor o instructor Mito para que pueda ayudar al protagonista a crecer lo suficiente antes de que este último tenga que escoger la escuela marcial a la que irá.

Por si se lo preguntan, aún no introduje el personaje de Krillin en este capítulo, ya que al ser un niño de casi 2 años, no puede mantener mucha conversación con Shingen. Sin embargo, este último podría darle algunos consejos o algo más más adelante.

Aunque fue algo apresurado, pensé en que después de cada capítulo, al final, pondré los niveles de poder para que puedan ver cómo va avanzando nuestro protagonista en su propia historia.

Aparte del protagonista, incluiré a diferentes personajes que hayan sido relevantes en el capítulo.

[NIVELES DE PODER]

*Shingen[6 años] = 20

*Profesor Mito = 35

*Maestro Tsuru= 120