Spajit avanzó con determinación hacia la zona del combate, su mirada fija en Dariel, quien se preparaba para la confrontación.
—No te lo perdonaré —dijo Spajit con voz firme, dejando claro que la tensión entre ambas era palpable. La historia entre ellas era compleja, y cada una llevaba consigo rencores y desafíos que necesitaban resolverse.
Sin dar tiempo a que Dariel reaccionara, Spajit se lanzó al ataque. Con una velocidad impresionante, comenzó a golpear con una serie de puños rápidos y precisos que mandaron a Dariel hacia arriba. Cada golpe era como un destello, y la multitud apenas podía seguir el ritmo de la batalla.
Dariel, aunque sorprendida, se las arregló para recuperarse en el aire, pero Spajit no le dio tregua. Con un movimiento ágil, la atrapó nuevamente, enviándola hacia abajo con otro golpe contundente que resonó en la arena. La fuerza del impacto hizo que el suelo temblara, y la multitud contenía la respiración ante la intensidad del combate.
Finalmente, Spajit concentró su energía en un ataque explosivo, una técnica que había perfeccionado a lo largo de sus entrenamientos. Con un grito de desafío, lanzó su ataque hacia Dariel. La explosión que se generó fue monumental, creando un cráter en el suelo y enviando ondas de energía que hicieron temblar la arena a su alrededor.
El cráter se formó rápidamente, dejando a la multitud boquiabierta. El destello de luz y el rugido de la explosión resonaron en el aire, mientras el polvo y los escombros se elevaban, ocultando momentáneamente la figura de Dariel.
Cuando el polvo finalmente se disipó, la arena quedó marcada por la fuerza del ataque de Spajit. La multitud estalló en vítores y gritos de asombro, sin poder creer lo que acababan de presenciar.
Mientras el eco de la explosión se disipaba, Spajit comenzó a moverse con una energía desbordante. De repente, una música vibrante resonó en el aire, llenando el área del combate con ritmos intensos. Las notas sonaban con fuerza, como si la misma arena estuviera pulsando al compás de una melodía épica.
Con una sonrisa traviesa en su rostro, Spajit empezó a bailar. Su aura, un mezcla hipnótica de verde y morado, se encendió a su alrededor, creando un espectáculo visual que dejó a todos los espectadores boquiabiertos. Mientras danzaba, chasqueó los dedos, y al instante, su poder de jackpot de inmortalidad se activó.
De la nada, varias calaveras emergieron, flotando a su alrededor como un recordatorio de los peligros que acechaban a cualquiera que se interpusiera en su camino. Su espada, la legendaria Leviathan, apareció en su mano, resplandeciendo con una energía ominosa. El artefacto parecía cobrar vida propia, resonando con la música y la energía que emanaba de Spajit.
Mientras tanto, Dariel se levantaba lentamente, aturdida por la explosión y el impacto del ataque. La visión de Spajit bailando con tal despreocupación la irritó y la hizo sentir la urgencia de actuar. La música que sonaba, "El nacimiento de un villano", parecía describir perfectamente la transformación de Spajit en ese momento, convirtiéndose en una fuerza imparable.
Dariel, aún recuperándose, sintió cómo la adrenalina corría por sus venas. Con un grito decidido, se lanzó hacia adelante, decidida a no dejarse intimidar por el espectáculo de su oponente. Los movimientos de Spajit eran fluidos y llenos de gracia, pero Dariel no se iba a quedar atrás.
Ambas luchadoras chocaron en el centro del campo de batalla, con la música de fondo elevando la tensión a un nivel casi palpable. Spajit, aún bailando, esquivaba los ataques de Dariel, mientras lanzaba golpes y cortes con su espada, cada uno resonando con la energía de la melodía.
Las calaveras que la rodeaban comenzaron a moverse, formando una danza de sombras y destellos que complicaban aún más la visión de Dariel. A medida que las dos rivales se enfrentaban, el ambiente se tornaba cada vez más electrizante, con la música enfatizando cada movimiento y cada golpe.
Era un combate no solo físico, sino también un espectáculo lleno de emoción y drama.
Las miradas de los espectadores estaban fijas en el duelo, completamente absorbidos por la atmósfera creada por las dos poderosas guerreras. ¿Quién prevalecería en esta confrontación cargada de energía y música? El destino del combate pendía en la balanza mientras ambas continuaban su lucha.
Spajit, con su espada Leviathan brillando intensamente, realizó un corte preciso hacia la mejilla de Dariel. El filo de la espada surcó el aire, dejando un rastro de energía oscura detrás de él. La hoja alcanzó su objetivo, causando un corte superficial en la mejilla de Dariel, que hizo que una gota de sangre brotara y resbalara por su rostro.
Sin perder un segundo, Dariel reaccionó con rapidez. Aprovechando el momento en que Spajit se había distraído celebrando su pequeño triunfo, lanzó un potente golpe directo a la mejilla de su oponente. El puñetazo conectó con fuerza, provocando que Spajit retrocediera un par de pasos, sorprendida por la rapidez y precisión del ataque.
La música seguía sonando, acentuando la tensión entre ambas luchadoras. Spajit, con una sonrisa que desafiaba el dolor, limpió la sangre de su rostro y ajustó su agarre en la espada, lista para continuar el combate. La adrenalina pulsaba en sus venas; cada golpe, cada corte, era un paso más hacia la victoria.
Ambas guerreras se miraron a los ojos, y en ese instante, un aire de desafío se estableció entre ellas. Sin intercambiar palabras, supieron que el combate solo había comenzado. Spajit avanzó con una velocidad renovada, girando su espada en un arco deslumbrante, mientras Dariel se preparaba para contraatacar.
El ambiente estaba cargado de energía mientras la lucha se intensificaba, y los espectadores contenían la respiración, ansiosos por ver quién saldría victoriosa de este enfrentamiento lleno de drama y poder.
Con la furia y determinación ardiente en su interior, Spajit lanzó una serie de golpes brutales hacia Dariel, cada uno cargado de resentimiento por haberle quitado a Rigor. Su espada Leviathan brillaba con un aura amenazante mientras ejecutaba cortes rápidos y certeros, transformando su dolor en furia pura.
"¡Tú no mereces su amor!", gritó Spajit, su voz resonando con una intensidad que llenó el campo de batalla. Con cada ataque, descargaba su frustración, como si cada golpe a Dariel fuera un intento de recuperar lo que sentía que le habían robado.
Dariel, aunque aturdida por la agresividad de Spajit, se defendía con habilidad. Con cada golpe que la alcanzaba, sentía el peso de la determinación de Spajit y la profundidad de su dolor. "¡Rigor eligió estar conmigo!", replicó Dariel entre respiraciones entrecortadas, intentando concentrarse mientras esquivaba un ataque especialmente potente que pasó rozando su costado.
Spajit, impulsada por la rabia y la necesidad de demostrar su fuerza, lanzó un golpe que logró impactar en el abdomen de Dariel, empujándola hacia atrás y haciéndola tambalear. "¡No voy a permitir que te quedes con él! ¡Este combate es solo el principio!", exclamó, su voz temblando con la mezcla de emoción y furia.
Mientras Dariel luchaba por recuperar el equilibrio, Spajit se lanzó hacia ella, armada con la determinación de alguien que está dispuesta a todo por amor. La música de fondo intensificaba el drama del momento, acompañando el clamor de la lucha. Spajit sabía que cada golpe era una forma de sanar su corazón, incluso si eso significaba enfrentarse a la persona que sentía que le había robado su felicidad.
Ambas guerreras estaban decididas a luchar con todo lo que tenían, el amor y el odio entrelazados en un conflicto que prometía ser tan devastador como emocionante. La batalla apenas comenzaba, y el destino de sus corazones pendía de un hilo.
Rigor observaba la batalla con el corazón en un puño, sintiendo como si el aire se volviera denso a su alrededor. Cada golpe que Spajit y Dariel intercambiaban era un eco de su propia angustia, resonando con el conflicto que latía en su interior. "Esto no debería estar pasando", pensó, mientras la tensión se acumulaba como una tormenta en su pecho.
Spajit se lanzaba hacia Dariel con una rabia que provenía no solo de la rivalidad, sino de un profundo deseo de demostrar su valía. "¡Te lo advertí, no me lo vas a quitar!", gritó, su voz desgarradora mientras desataba una ráfaga de cortes rápidos con su espada Leviathan. Cada movimiento era un recordatorio de su dolor. Spajit sabía que el amor de Rigor era su motivación, pero en este momento, esa motivación se había convertido en un veneno que la impulsaba hacia adelante.
Dariel, por su parte, no se quedaba atrás. Con cada evasión y contraataque, luchaba no solo por sí misma, sino también por lo que había construido junto a Rigor. "¡No eres la única que sufre, Spajit!", respondió con una voz llena de determinación, mientras un golpe bien dirigido la hacía tambalear. "Él no es un trofeo que puedas reclamar. Rigor no puede ser ganado ni perdido en esta pelea."
Rigor sintió una punzada de dolor al escuchar las palabras de Dariel. La verdad en su voz resonaba con fuerza, y él se dio cuenta de que estaba en el centro de esta tormenta emocional. "No sé qué hacer", se dijo a sí mismo, sintiendo la culpa y la impotencia crecer en su interior. Cada ataque que intercambiaban las dos mujeres era un recordatorio de lo frágil que era su situación.
El rostro de Spajit, antes lleno de confianza, comenzó a tornarse en una mezcla de rabia y tristeza. "¿No entiendes que te quiero a ti, Rigor? ¡Te he querido desde siempre!" gritó, su voz temblando con la intensidad de su emoción. El aire se volvió pesado, cargado de dolor y deseos no cumplidos.
"¡Basta, por favor!" La súplica de Rigor salió de sus labios como un grito desgarrador, interrumpiendo el choque de espadas. "No quiero perder a ninguna de ustedes." Su voz resonó en el campo de batalla, atravesando el estruendo de sus enfrentamientos. Las luchadoras se detuvieron por un breve instante, mirando a Rigor con ojos llenos de confusión y angustia.
El silencio que siguió era casi palpable, como si el universo mismo estuviera conteniendo la respiración. "Esto no es solo una pelea," continuó Rigor, su voz más suave, pero cargada de intensidad. "Esto nos está destruyendo a todos. ¿Qué pasará si alguna de ustedes resulta gravemente herida? ¿Y si yo pierdo a la mujer que amo?" Su mirada se desvió entre las dos, sintiendo cómo cada palabra cortaba más profundo que cualquier espada.
Spajit, con lágrimas acumulándose en sus ojos, dio un paso atrás, mientras Dariel temblaba, sintiendo el peso de la revelación. La realidad de su situación se manifestaba en el aire denso entre ellos. Rigor no solo temía por su propio bienestar, sino también por el de ambas. "Lo que siento por ustedes es verdadero, pero no puedo soportar verlas pelear así."
La lucha entre ambas se detuvo, el aire tenso vibraba con una nueva energía, y la música que había animado el campo de batalla se desvaneció, dejándolas atrapadas en un silencio inquietante. "Podemos encontrar una solución… si solo hablamos," murmuró Rigor, esperando que sus palabras pudieran abrir un camino hacia la comprensión y el perdón.
Ambas luchadoras miraron a Rigor, y en ese momento, el destino de su relación pendía de un hilo, esperando la decisión de cada una, la lucha por el amor y la amistad a punto de reescribirse en sus corazones.
Con un grito unánime de "¡No!", Spajit y Dariel se lanzaron nuevamente al combate, sus cuerpos chocando con una intensidad que parecía sacudir el mismo suelo bajo sus pies. Cada puñetazo y patada resonaba como un eco de su dolor y determinación, desafiando cualquier intento de reconciliación.
Spajit, con una ferocidad alimentada por la desesperación, golpeó con una serie de jabs rápidos que se estrellaron contra el rostro de Dariel, cada impacto enviando ondas de energía por el aire. "¡No voy a dejar que me quites a Rigor!" gritó, su voz llena de rabia.
Dariel, con una resistencia digna de admiración, contraatacó con una patada giratoria que desvió el siguiente golpe de Spajit, girando en el aire y lanzando un puñetazo que conectó con el abdomen de Spajit. "¡Tú no eres la única que tiene derecho a luchar por él!" replicó, su determinación inquebrantable.
Las dos mujeres estaban atrapadas en una danza de puñetazos y patadas, la velocidad de sus movimientos era casi sobrehumana. Cada golpe se sentía como un grito mudo de angustia y anhelo, resonando en el aire, mientras la arena se levantaba alrededor de ellas como si también el terreno sintiera la tensión del momento.
Rigor, viendo cómo la batalla se intensificaba, sintió que su corazón se rompía cada vez más. "¡Deténganse! ¡Esto no tiene sentido!" gritó, pero su voz se perdió en el estruendo de la lucha. Ambas mujeres eran implacables, impulsadas por la emoción y la necesidad de demostrar su valía.
El aire chisporroteaba con la energía de sus golpes, y la atmósfera se tornaba cada vez más electrizante. Los espectadores se mantenían al borde, incapaces de apartar la vista de la confrontación feroz. El cielo parecía oscurecerse a medida que el combate se intensificaba, como si el universo mismo se alineara con la violencia de sus corazones.
Finalmente, después de un intercambio brutal de golpes, ambas se separaron, jadeando y exhaustas, pero sus miradas no mostraban signo de rendición. "No pienso perderte, Rigor," dijo Spajit con furia, limpiándose la sangre de la boca, mientras Dariel, igualmente lastimada, respondía con una mirada desafiante. "¡Y yo no dejaré que me lo quites!"
En ese momento, el dolor físico se mezclaba con el emocional, creando una tormenta interna en cada una de ellas. Rigor, sintiendo la desesperación aumentar, se dio cuenta de que su súplica había caído en oídos sordos, y la única forma de detener esta lucha podría ser enfrentándose a ellas de una manera que nunca había imaginado.
Dariel, llena de determinación y poder, sintió cómo la energía explosiva se acumulaba en su interior. Con un grito que resonó en el aire, liberó una onda de energía devastadora que impactó directamente en Spajit. La explosión fue tan intensa que Spajit fue lanzada fuera de la arena de combate, su cuerpo girando en el aire como un proyectil antes de aterrizar en el suelo con un fuerte golpe.
En un instante, Beasty, la hermana de Spajit, corrió hacia su hermana, sintiendo la urgencia de ayudarla. Con movimientos rápidos y precisos, Beasty la tomó en brazos, asegurándose de que su hermana no sufriera más daños. "¡Vamos, Spajit! No puedes rendirte ahora," le susurró mientras la llevaba hacia la enfermería, su rostro marcado por la preocupación.
A su alrededor, los espectadores se quedaron en silencio, sorprendidos por la abrupta finalización del combate. La energía de la lucha aún vibraba en el aire, y la tensión era palpable mientras todos observaban la escena.
Dariel, por su parte, respiraba pesadamente, su corazón aún acelerado por la adrenalina. Sabía que había ganado la batalla, pero el triunfo le sabía amargo al pensar en el daño causado. Rigor se acercó a ella, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y alivio. "¿Estás bien, Dariel?" preguntó, su voz cargada de tensión.
"Sí, estoy bien," respondió ella, intentando mostrar una sonrisa a pesar de la carga emocional que llevaba. "Pero... ¿realmente tenía que llegar a esto?"
La atmósfera se sentía cargada de emociones contradictorias mientras los demás observaban, algunos admirando la fuerza de Dariel, otros preocupados por el estado de Spajit. Luci y Victor, junto a Evil Victor y Victoria, se unieron a Rigor, formando un grupo que compartía la angustia por lo ocurrido.
La enfermería era un lugar tranquilo en medio del caos de la arena, donde Beasty depositó a Spajit en una camilla. "Despierta, hermana, tienes que estar bien," murmuró Beasty, mientras el personal médico se apresuraba a atender a Spajit, asegurándose de que recibiera la atención que necesitaba.
En la arena, Dariel miraba a su alrededor, dándose cuenta de que su victoria había dejado cicatrices profundas en todos los involucrados. "Esto no debería ser así," pensó, sintiendo una mezcla de triunfalismo y culpa. "Debemos encontrar una manera de resolver esto sin más peleas."
Rigor, sintiendo la tensión en el aire, tomó la mano de Dariel. "Haremos lo que sea necesario para arreglar esto, juntos," le prometió, mientras el grupo se unía en un silencio reflexivo, esperando que las lecciones de esta batalla resonaran más allá de la arena.
Mientras Spajit era atendida en la enfermería, su mirada se llenó de odio y desprecio al recordar la intensa batalla. La enfermera trataba de calmarla, pero su furia crecía con cada segundo que pasaba. "¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué esa perra se atreve a desear mi vida?" pensó, sintiendo que la derrota dejaba un sabor amargo en su boca.
A través de la ventana de la enfermería, pudo ver a Dariel conversando con Rigor y los demás, con una expresión de satisfacción tras su victoria. Spajit apretó los puños, sintiendo cómo la ira se acumulaba en su interior. "No me detendré hasta que me devuelva lo que es mío," murmuró para sí misma, jurando que su rivalidad no solo se limitaría a palabras, sino que se convertiría en una lucha continua por el afecto de Rigor.
Al mismo tiempo, Dariel, ajena a los oscuros pensamientos de Spajit, se sentía inquieta. "No quiero que esto se convierta en una guerra," reflexionó. Sabía que su victoria había alimentado un fuego que podría llevar a más peleas y desconfianza. "Debemos encontrar un equilibrio... algo que nos ayude a resolver esto," pensó, mirando a Rigor con una mezcla de amor y preocupación.
Sin embargo, la tensión en el aire era palpable. Spajit, al salir de la enfermería, se encontró con Dariel justo en el pasillo. Ambas se miraron intensamente, cada una con un aire de desafío, como si la rivalidad se materializara en una batalla de voluntades.
"Esto no ha terminado, Dariel," declaró Spajit, su voz cargada de rencor. "Lo que sucedió hoy fue solo el comienzo."
Dariel, sin dejarse intimidar, respondió con firmeza: "Tienes razón, Spajit. No tengo intención de retroceder. Pero no permitiré que esto se convierta en una locura. Rigor merece que lo respetemos, y eso es lo que haré."
La tensión entre ellas era casi tangible, y los dos mundos que representaban se sintieron en el aire. Beasty, observando desde la distancia, se preocupó por su hermana. Sabía que esta rivalidad podría escalar rápidamente si no se hacía algo al respecto.
Con una determinación renovada, Spajit se dio la vuelta y se alejó, prometiéndose que trabajaría en su fuerza, en sus habilidades y, sobre todo, en su venganza. "No voy a dejar que me despojen de lo que es mío. ¡Esto apenas comienza!"
Mientras tanto, Dariel miró por la ventana, sintiendo que el mundo a su alrededor se tornaba cada vez más complicado. "Debemos encontrar una solución antes de que esto se convierta en algo incontrolable," pensó, sintiendo que la paz que había deseado se desvanecía lentamente.
Fin.