La tensión en el aire era palpable mientras Sam y Brayden se enfrentaban, el ambiente cargado de energía y emoción por lo que prometía ser un duelo épico. El público, expectante, contenía la respiración ante la inminente confrontación.
—Soy Sam, y no tienes idea de lo que te espera —declaró, con voz firme y un brillo desafiante en los ojos.
—Soy Brayden, y no subestimes lo que puedo hacer. Prepárate para una pelea intensa —respondió Brayden, su mirada llena de determinación.
El árbitro alzó la mano, y el silencio se apoderó de la arena.
—¡Comiencen! —gritó, y la multitud estalló en vítores.
Sam se lanzó hacia Brayden con una velocidad sorprendente, sus movimientos eran como sombras danzantes, pero Brayden no se quedó atrás. Con un giro ágil, levantó la mano.
—¡Barrera de energía! —exclamó, creando una esfera resplandeciente que lo protegió del ataque inminente.
Sam se detuvo en seco, sorprendido por la defensa. Sin embargo, no se dejó intimidar. Con un movimiento fluido, saltó al lado y lanzó un poderoso puñetazo al suelo, creando una explosión de arena que lo ocultó momentáneamente.
—¡No puedes esconderte detrás de eso para siempre! —gritó, mientras la arena caía lentamente y revelaba la figura de Brayden en el centro.
Brayden, con el corazón latiendo con fuerza, sintió la presión del combate. Concentrando su energía, lanzó ráfagas brillantes hacia Sam, cada ataque era un destello de luz que iluminaba la oscuridad de la arena. Pero Sam, con movimientos rápidos y precisos, esquivó cada ráfaga, sus reflejos eran sobrenaturales.
—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló Sam, mientras se acercaba a Brayden, la adrenalina corriendo por sus venas.
Brayden, sintiendo que el tiempo se acortaba, decidió arriesgarse. Cerró los ojos un momento, enfocándose en su interior. De repente, un aura de energía oscura lo rodeó. Con un grito de batalla, lanzó su ataque.
—¡Energía Oscura! —exclamó, creando un torbellino que se dirigía a Sam.
Sam, sintiendo el peligro, corrió hacia adelante, sin tiempo para dudar. En un giro audaz, se lanzó al ataque, con su puño cargado de energía.
—¡Golpe del Destino! —gritó, mientras el impacto entre sus puños y el torbellino de Brayden creó una explosión ensordecedora.
La arena tembló y el aire se llenó de polvo y escombros. Cuando el polvo se disipó, ambos estaban de pie, mirándose intensamente. Sus cuerpos estaban marcados por el combate, pero la determinación brillaba en sus ojos.
—Esto apenas comienza —dijo Brayden, con la respiración entrecortada pero con una sonrisa desafiante.
—¡Vamos! —respondió Sam, ajustándose la máscara, el sudor corriendo por su frente. —Voy a demostrar que soy el más fuerte aquí.
Ambos se lanzaron el uno hacia el otro nuevamente, el eco de sus golpes resonando en la arena. Cada impacto era una declaración de guerra, un grito de resistencia. La multitud rugía mientras observaba la feroz batalla, sabiendo que estaban presenciando algo extraordinario.
A medida que la pelea avanzaba, el suelo temblaba bajo sus pies y la energía acumulada era casi palpable. Cada uno de ellos estaba decidido a salir victorioso, y el resultado de este combate no solo afectaría sus destinos, sino que resonaría en el corazón de todos los presentes en la arena.
En ese momento, se dieron cuenta de que no solo luchaban entre ellos, sino que estaban desafiando sus propios límites, empujando sus habilidades más allá de lo que jamás imaginaron. El destino estaba a punto de ser sellado en un combate que se recordaría por generaciones.
La tensión en la arena alcanzó su punto máximo. Sam y Brayden, conscientes de que estaban a punto de desatar un poder inimaginable, canalizaron toda su energía. Sus manos brillaban intensamente, cargadas de electricidad, mientras sus miradas se entrelazaban, sabiendo que el siguiente ataque podría cambiarlo todo.
—¡Esto termina ahora! —gritó Sam, su voz resonando con determinación.
—¡Exactamente! —respondió Brayden, con una sonrisa desafiante. —¡Vamos a ver quién es el verdadero campeón!
Ambos lanzaron sus ataques eléctricos al unísono, creando un torrente de energía que iluminó la arena como si fuera de día. La explosión resultante fue monumental, un destello brillante que parecía devorar todo a su alrededor. La onda expansiva arrasó con todo en su camino, lanzando polvo y escombros por los aires.
Victor, aferrando a Luci y a los dos hijos de Rigor, sintió la fuerza de la explosión. La energía vibrante casi los hizo caer.
—¡Cuidado! —gritó, protegiendo a su familia con su cuerpo.
A su lado, Rigor, sosteniendo a Dariel, se mantuvo firme, asegurándose de que ella no fuera arrastrada por la explosión. Sus músculos tensos reflejaban su determinación de protegerla a toda costa.
—¡No dejes que esto te afecte! —le dijo, mientras mantenía una postura defensiva.
Al otro lado de la arena, Evil Victor y Victoria se unieron en un abrazo protector, asegurándose de que la fuerza del impacto no los despojara de su estabilidad.
—¡Esta es la parte más emocionante! —exclamó Victoria, mientras ambos se mantenían firmes en su lugar.
Cuando el polvo comenzó a asentarse, la arena se sacudió y tembló, dejando al descubierto a Sam y Brayden, ambos agotados pero aún de pie. La energía que habían liberado había creado un cráter en el centro de la arena, marcando el lugar donde habían desatado su poder.
—¿Estás bien? —preguntó Sam, mirando a Brayden con un atisbo de preocupación en sus ojos.
—Más que bien, esto es solo el comienzo —respondió Brayden, una chispa de energía recorriendo su cuerpo.
Ambos se prepararon para el siguiente asalto, pero la explosión había dejado una atmósfera electrizante en el aire. Los espectadores, aún en estado de shock, observaban con fervor.
Victor, con su mirada fija en la escena, sabía que algo extraordinario estaba sucediendo. Esta batalla era más que un simple combate; era una lucha por el futuro, una prueba de fuerzas que resonaría más allá de la arena. La mirada de su familia y amigos estaba llena de esperanza, y en ese momento, todos supieron que estaban a punto de presenciar algo que cambiaría sus vidas para siempre.
—Vamos, chicos, ¡den lo mejor de ustedes! —gritó Victor, su voz resonando entre la multitud, inyectando aliento a los combatientes.
La energía regresó a la arena, y Sam y Brayden, ahora más decididos que nunca, se lanzaron el uno hacia el otro, listos para desatar su poder una vez más. En un solo momento, todo el mundo contuvo la respiración, ansioso por ver cómo terminaría esta épica confrontación.
Victor observó con una sonrisa satisfecha cómo Lointo, Kazela, Katter y Shiro llegaban a la zona del combate, listos para unirse al creciente grupo de espectadores. La atmósfera estaba cargada de emoción, y la llegada de estos héroes solo intensificó la anticipación en el aire.
Lointo, con su habitual carisma, se acercó a Victor, llevando un destello de confianza en su mirada.
—¡No puedo creer lo que he visto hasta ahora! —exclamó, su voz llena de entusiasmo. —Esta es una de las mejores batallas que he presenciado. ¡Sam y Brayden realmente se están dando con todo!
Kazela, con su actitud tranquila pero decidida, asintió en acuerdo.
—Tienen un gran potencial. Esta lucha va a definir quiénes son realmente. —Su mirada se centró en el cráter donde los jóvenes luchadores se preparaban para la siguiente ronda.
Katter, siempre listo para aportar una broma, se rió mientras miraba a los competidores.
—Espero que tengan suficiente energía para sobrevivir a su propio espectáculo. ¿Qué pasará si uno de ellos se desmaya? ¿Tendremos que llamar a un médico o simplemente lo dejamos caer?
Shiro, observador como siempre, se quedó en silencio, con la mente concentrada en cada movimiento de Sam y Brayden.
—La intensidad de esta pelea es increíble. Deben aprender a controlar su poder. Un error podría llevar a consecuencias desastrosas.
Victor sonrió al escuchar sus comentarios. La presencia de sus amigos le recordaba que, aunque el torneo era un evento de competencia, también era una celebración de su camaradería y unión.
—Es cierto, todos están dando lo mejor de sí. Y no solo se trata de ganar, sino de aprender de cada experiencia. Esto es lo que nos hace más fuertes como héroes. —Dijo Victor, compartiendo su visión.
Mientras tanto, en el centro de la arena, Sam y Brayden, recobrando su energía, intercambiaron miradas de determinación. Sabían que la batalla no solo era un reto personal, sino una oportunidad para demostrar lo que habían aprendido y hasta dónde habían llegado como luchadores.
La multitud contenía la respiración, y el silencio se apoderó del lugar cuando ambos levantaron las manos, listos para el siguiente movimiento. La emoción era palpable, y el aire vibraba con energía. La lucha estaba lejos de terminar, y cada uno sabía que estaba en juego algo más grande que una simple victoria.
La multitud creció aún más con la llegada de Zahid, Luna, Mahin, Marcos, Tino, Maira, Colin, Franklin, Akaba, Necross, Javier, Ushibaa, Palitogood, Trapecio, Amsel, Lixy, Normado, Elisa, Lulu, Assath, Alpaca, Shyki, Fran, Asagi, Sungonkun, Chomosukez, Mariwiwi, Vicente, Rob Tomi y Martin. Cada uno de ellos trajo consigo su propio estilo y energía, creando un ambiente vibrante y lleno de expectativa.
Los nuevos estudiantes, Sam y Brayden, no solo se enfrentaban entre ellos, sino que estaban bajo la atenta mirada de una audiencia diversa y talentosa.
Zahid, siempre entusiasta, fue el primero en romper el hielo:
—¡Esto se está poniendo interesante! No puedo esperar para ver cómo se desenvuelven estos chicos.
Luna, a su lado, sonrió con complicidad:
—Tal vez nos sorprendan. Ambos tienen potencial, y este es el lugar perfecto para probarlo.
Mahin y Marcos discutían sobre las técnicas que habían observado:
—He visto a Sam entrenar, tiene una gran rapidez —comentó Mahin, mientras Marcos asentía.
—Pero Brayden ha estado perfeccionando su control de electricidad. Esto podría volverse explosivo —respondió Marcos, intrigado por el desenlace.
Mientras tanto, Tino y Maira se acomodaron en una esquina, preparados para disfrutar del espectáculo:
—No puedo creer cuántos han venido a ver esto. Este torneo está superando mis expectativas —dijo Tino, con una sonrisa.
Colin, siempre observador, comentó:
—Espero que aprendan de esta experiencia. La presión puede hacer que un buen luchador se convierta en uno excepcional.
Al fondo, Amsel y Lixy hablaban sobre las estrategias que cada chico podría usar.
—Sam podría utilizar su velocidad para desestabilizar a Brayden —sugirió Amsel.
—Y Brayden, por su parte, puede crear una defensa eléctrica. Esta pelea tiene mucho potencial —añadió Lixy.
En otra parte, Ushibaa y Necross estaban analizando la energía que emanaban los competidores.
—Ambos tienen habilidades únicas. Me pregunto quién será capaz de adaptarse más rápido —reflexionó Ushibaa.
—El que logre leer los movimientos del otro tendrá la ventaja —concordó Necross, observando con atención.
Mientras el ambiente se llenaba de murmullos y emociones, Sam y Brayden tomaron sus posiciones en el centro del campo de batalla. Ambos estaban listos para demostrar su valía frente a un público tan ilustre. La tensión aumentaba, y todos esperaban ansiosos el inicio del combate, listos para presenciar una batalla que sería recordada por mucho tiempo.
Brayden y Sam se pusieron serios, sintiendo la presión de la audiencia y la expectativa que había crecido en torno a su combate. Con una sincronización perfecta, comenzaron a intercambiar golpes con una velocidad impresionante. Sus movimientos se volvieron un borrón de acción, cada uno intentando anticipar los movimientos del otro mientras esquivaban y contraatacaban con precisión.
La electricidad chisporroteaba alrededor de Brayden mientras lanzaba descargas rápidas, tratando de desestabilizar a Sam. Por otro lado, Sam utilizó su agilidad para evadir los ataques eléctricos, buscando abrir una oportunidad para un golpe contundente.
De repente, una figura apareció en el horizonte. Era Regulus, un nuevo estudiante del universo 9, quien había llegado justo a tiempo para presenciar el emocionante combate. Con una postura erguida y una mirada decidida, Regulus se acercó al campo, atrayendo la atención de la multitud.
Los murmullos comenzaron a expandirse entre los espectadores:
—¿Quién es ese? —preguntó Maira, mirando con curiosidad.
—Parece que es nuevo aquí, pero tiene una presencia interesante —respondió Tino, intrigado por la aura que emanaba Regulus.
Regulus observó a Brayden y Sam con atención, notando la intensidad del combate. Se detuvo al borde del campo, preparado para entrar en acción si fuera necesario. Su cabello oscuro ondeaba al viento, y su vestimenta reflejaba un estilo único, marcado por insignias de su universo.
Brayden, sintiendo la llegada de Regulus, decidió usar esa energía como motivación adicional. Lanzó un rayo eléctrico en dirección a Sam, quien apenas pudo esquivarlo, dejando una chispa de energía en el aire.
—¡Vamos, Sam! —gritó uno de los espectadores, animando al chico a dar lo mejor de sí.
Sam, en lugar de dejarse intimidar, se concentró y utilizó su velocidad para acercarse a Brayden. Con un rápido giro, lanzó un golpe directo, que Brayden logró bloquear, pero la fuerza del impacto resonó en el aire.
Regulus, sintiendo la energía y el potencial de ambos combatientes, se sintió atraído por la idea de unirse a la contienda, aunque era consciente de que era un recién llegado. Pero el deseo de mostrar su valía era fuerte, y la energía de la batalla lo inspiró a pensar en el futuro que le esperaba en este nuevo entorno.
Mientras tanto, la lucha continuaba, y la intensidad del combate aumentaba a cada instante. La multitud estaba cautivada, ansiosa por ver cómo se desarrollaría la pelea y si Regulus decidiría unirse a la acción en algún momento. Todos se preguntaban qué sorpresas podría traer el nuevo estudiante del universo 9 a este torneo tan emocionante.
Evil Victor observó el combate entre Brayden y Sam con una sonrisa amarga en su rostro. La emoción del torneo y el talento de los jóvenes luchadores lo mantenían entretenido, pero su impaciencia comenzaba a manifestarse.
—¡Vamos, apúrense! —gritó, su voz resonando con desdén a través de la arena. Su tono despectivo estaba cargado de una mezcla de burla y frustración—. ¡No tengo todo el día para ver a dos idiotas pelear!
Los murmullos de la multitud se intensificaron ante el comentario de Evil Victor, algunos espectadores sonriendo ante su arrogancia, mientras otros mostraban desaprobación. Victor, quien había estado sosteniendo a sus hijos mientras observaba el combate, se giró hacia su contraparte con una ceja levantada.
—Siempre con tus comentarios, ¿verdad? —dijo Victor, con un tono tranquilo, aunque había un destello de desaprobación en su mirada. No era la primera vez que Evil Victor interrumpía de esa manera, y no sería la última.
Brayden y Sam, sintiendo la presión del ambiente, intensificaron su lucha. La competencia entre ellos se tornó más feroz, con cada uno tratando de demostrar su valía no solo a la audiencia, sino también a aquellos que los observaban con tanto juicio.
Mientras tanto, Regulus observaba a Evil Victor con curiosidad. Sabía que en este torneo se enfrentaría no solo a rivales en el campo de batalla, sino también a figuras como Evil Victor, que representaban una clase de poder y peligro completamente diferente.
—No dejen que sus palabras los afecten —dijo Regulus, animando a los combatientes con una voz firme—. Luchen por ustedes mismos, no por lo que otros piensen. ¡Demuestren su verdadero potencial!
Con ese impulso, tanto Brayden como Sam se lanzaron al ataque, dejando atrás sus dudas y enfocándose en el combate. Con cada golpe, el choque de sus habilidades generó una onda de energía que reverberaba en la arena, y la multitud estalló en vítores.
Evil Victor, aunque frustrado por la tardanza, no podía evitar sonreír ante el espectáculo. La intensidad de la batalla y el potencial de estos jóvenes luchadores lo intrigaban, incluso si su arrogancia le impedía admitirlo. Mientras tanto, Victor mantenía la calma, disfrutando de ver cómo los jóvenes luchadores luchaban por demostrar su valía.
Con un último golpe devastador, Brayden y Sam impactaron sus puños en una explosión de energía que resonó en toda la arena. La fuerza del choque fue tan intensa que ambos luchadores fueron lanzados hacia atrás, saliendo volando de la misma arena al mismo tiempo. El espectáculo dejó a la multitud en un asombro absoluto, que se quedó en silencio por un momento antes de estallar en vítores y aplausos.
—¡Impresionante! ¡Increíble! —gritó uno de los espectadores, mientras otros comenzaban a aplaudir y vitorear a los jóvenes luchadores.
Ambos combatientes aterrizaron en el suelo, exhaustos y agotados, con el sudor cubriendo sus frentes. Mientras Brayden y Sam se recuperaban, la arena fue invadida por el ruido de la multitud celebrando el empate, un resultado raro en un torneo donde todos esperaban ver a un ganador claro.
Evil Victor, con una expresión de desdén, cruzó los brazos. Aunque había disfrutado de la intensidad de la pelea, no podía soportar el hecho de que hubiera terminado en un empate.
—¿Es eso todo lo que tienen? —masculló, su tono despectivo provocando miradas de desaprobación entre algunos espectadores.
Victor se giró hacia su contraparte y, con una sonrisa, comentó:
—A veces, el verdadero espectáculo es ver cómo los luchadores superan sus propios límites.
Mientras tanto, Regulus, que había llegado justo a tiempo para presenciar el final de la pelea, se sintió emocionado por la perspectiva de enfrentarse a estos nuevos rivales.
—¡Vaya, eso fue asombroso! —exclamó, disfrutando del ambiente vibrante. Su entusiasmo era contagioso, y muchos en la multitud compartieron su sentimiento.
Brayden y Sam, aún en el suelo, intercambiaron miradas de respeto. Aunque no habían logrado ganar, ambos sabían que habían dejado todo en el campo de batalla.
—Tienes talento, amigo —dijo Brayden, sonriendo a Sam mientras se levantaba—. Vamos a mejorar y asegurarnos de que la próxima vez no terminemos así.
—Definitivamente —respondió Sam, recuperándose también. Ambos luchadores se dieron la mano en señal de respeto mutuo antes de que el árbitro declarara oficialmente el empate.
Con el combate terminado, la atención se volvió hacia el siguiente enfrentamiento en el torneo, mientras el espectáculo continuaba y el ambiente se llenaba de emoción por lo que estaba por venir. La competencia se tornaba cada vez más intensa, y todos esperaban ansiosos quién sería el próximo en demostrar su fuerza en la arena de combate.
Fin.