Evil Victor desciende del cielo junto a su esposa Victoria, ambos envueltos en esa misma energía oscura y poderosa. Observan desde las alturas el combate entre Rigor y Dariel, la esposa de Rigor, quienes se preparaban para una intensa batalla.
Mientras tanto, Victor y Luci, desde las gradas, sostenían a sus hijos, atentos a lo que estaba por suceder. Victor miraba con cautela a su versión maligna, Evil Victor, quien no quería perderse el combate.
Rigor estiraba sus brazos, concentrado en lo que venía. Dariel, su oponente y esposa, se mantenía firme y preparada. Aunque compartían una vida juntos, en el campo de batalla no había espacio para reservas. Ambos se habían entrenado para esto, y sabían que la pelea sería feroz.
Evil Victor, con Victoria a su lado, sonrió de manera maliciosa. "Esto será interesante...", murmuró, disfrutando la idea de ver una lucha que pondría a prueba tanto el poder como la relación de Rigor y Dariel. Victoria observaba con una mirada calculadora, también intrigada por el desarrollo del combate.
La atmósfera estaba cargada de tensión, con la presencia de Evil Victor y Victoria añadiendo un peso extra a la pelea. Luci, con sus hijos cerca, mantenía la calma, pero no apartaba la mirada de su esposo y la extraña versión de él que había llegado desde el cielo.
El combate entre Rigor y Dariel prometía ser épico, y todos sabían que, más allá de las habilidades de cada uno, la dinámica entre ellos como pareja haría de esta batalla algo aún más intrigante.
Evil Victor, con una sonrisa maliciosa, se acercó hasta estar frente a Victor. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de arrogancia y diversión mientras observaba a uno de los hijos de Rigor que Victor sostenía.
—"¿Crees que esas... cosas,"—dijo señalando al niño con desprecio—"algún día tengan el poder de derrotarnos?"
Victor lo miró con seriedad, apretando ligeramente el brazo que sostenía a su hijo, protegiéndolo instintivamente. Sabía que, aunque Evil Victor compartía su mismo origen, la oscuridad que lo consumía lo hacía diferente en todo sentido. Luci observaba la escena con tensión, manteniéndose a su lado.
—"No subestimes a la próxima generación", respondió Victor con calma, sin apartar la mirada de su contraparte. "Nuestros hijos no solo heredarán poder, sino también la voluntad de luchar por lo que es correcto. Algo que tú, evidentemente, olvidaste hace mucho."
Evil Victor soltó una carcajada fría, sin perder su aire arrogante.
—"Eso suena como un cuento de hadas, Victor. El poder es lo único que importa, y ni esos niños, ni tú, ni Rigor podrán evitar que domine todo lo que toco."
Mientras hablaba, Victoria se mantuvo a su lado, observando con una sonrisa de aprobación, disfrutando de la oscuridad que envolvía a su esposo. Sin embargo, Luci, con firmeza, intervino.
—"No olvides que el poder sin propósito no lleva a nada. Si lo que buscas es dominar por miedo, entonces ya has perdido la única batalla que importa."
La tensión entre ambos grupos aumentaba, pero el foco seguía siendo el combate entre Rigor y Dariel, cuyos hijos, sin saberlo aún, serían las próximas piezas clave en un destino de grandes desafíos.
Victor soltó una carcajada sincera, con una sonrisa burlona en el rostro, disfrutando de la pequeña victoria.
—"Tendrías que cerrar la boca, Evil Victor", dijo sin perder la sonrisa. "Todos sabemos que le tienes miedo a tu esposa."
El rostro de Evil Victor cambió al instante, contrayéndose en una mezcla de sorpresa y enojo. La burla lo había alcanzado donde menos lo esperaba.
—"¡Cállate!", gruñó, con los ojos entrecerrados de furia. "¡Nadie tiene que saber eso, idiota!"
Victoria, quien hasta ahora había permanecido tranquila y observadora, arqueó una ceja y cruzó los brazos, mirando de reojo a su esposo con una expresión inquisitiva. El silencio que cayó sobre ellos fue incómodo para Evil Victor, quien ahora se sentía atrapado en su propia mentira, mientras Victor mantenía su sonrisa provocadora.
Luci, divertida por la situación, no pudo evitar agregar:
—"Parece que aquí el verdadero poder lo tiene Victoria, ¿no?"
Evil Victor, claramente molesto y con la mandíbula apretada, desvió la mirada, sin querer enfrentar la burla ni la mirada de su esposa. Pero todos podían ver que, por más fuerte que fuera, incluso él sabía cuándo dar un paso atrás frente a Victoria.
La tensión del momento se desvaneció en risas contenidas, al menos para Victor y Luci, mientras Evil Victor trataba de recomponerse, sin atreverse a decir nada más sobre el tema.
Rigor y Dariel se miraron fijamente, la tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo. Ambos sabían lo que estaba por venir, y aunque había amor entre ellos, en ese momento solo había lugar para la competencia. Rigor sonrió con calma y la picardía característica en su rostro.
—"Ya te enseñé todo lo que debes saber, amor. Aunque sea lo esencial... no me decepciones.", dijo en tono desafiante, pero con cariño.
Dariel, sin dudarlo un segundo, lanzó un golpe directo hacia su esposo, sin titubear.
—"No me subestimes, amor.", replicó con firmeza, mostrando la confianza que había ganado tras años de entrenamiento a su lado.
El golpe fue rápido, pero Rigor lo esquivó con destreza, sonriendo con más intensidad. Sabía que su esposa no iba a contenerse, y eso le emocionaba. Ambos decidieron aumentar la velocidad, entrando en un intercambio rápido y brutal de golpes y bloqueos, como si fuera una danza perfectamente coordinada.
Cada golpe resonaba con fuerza, pero ninguno parecía ceder terreno. Dariel demostraba lo aprendido, esquivando con precisión y atacando con determinación, mientras Rigor contraatacaba con la misma intensidad, ambos riendo entre los golpes, disfrutando del desafío.
—"Eso es lo que quería ver.", murmuró Rigor entre dientes, mientras se lanzaba hacia su esposa con más energía.
La multitud, que observaba expectante, se mantuvo en absoluto silencio, asombrada por la velocidad y sincronización de la pareja. Parecía más que una simple pelea; era una manifestación del profundo respeto y amor que compartían, pero en forma de un duelo de igual a igual.
Rigor y Dariel se quedaron inmóviles por un momento después del impacto, el viento soplaba entre ellos, levantando polvo y hojas caídas a su alrededor. Ambos se miraron fijamente, sus ojos reflejaban una mezcla de amor, desafío y respeto. El golpe había sido brutal, pero no lo suficiente para hacer que retrocedieran emocionalmente.
Rigor, aún con una sonrisa, se llevó la mano al rostro donde había recibido el puñetazo de su esposa. Una pequeña línea de sangre se asomaba en su labio, pero eso no hizo más que aumentar su admiración por ella.
—"Ese golpe... me recuerda por qué me enamoré de ti. No por tu belleza, sino por tu fuerza." Las palabras de Rigor eran suaves, pero detrás de ellas había una seriedad que solo se ve en los campos de batalla.
Dariel, respirando con fuerza, sentía su rostro arder por el golpe que había recibido, pero se negaba a mostrar debilidad. Su corazón latía rápido, no solo por la adrenalina del combate, sino por la intensidad de los sentimientos que tenía hacia él.
—"Y yo te dije, Rigor..." Dariel se limpió la sangre del labio con el dorso de la mano, sus ojos brillando con determinación. "No soy la misma de antes. He crecido, he aprendido. Y si piensas que puedes seguir protegiéndome como antes, te equivocas. Hoy peleo como tu igual."
El aire entre ellos era casi palpable, cargado de tensión y emoción. Los espectadores alrededor guardaban silencio, conscientes de que estaban presenciando algo más profundo que un simple combate. Este era un enfrentamiento entre dos almas unidas, probando no solo su fuerza, sino el vínculo que los sostenía.
De repente, Rigor adoptó una postura de ataque, con una mirada más seria, casi solemne.
—"No esperaba menos de ti, Dariel." Sus ojos, llenos de fuego, mostraban que estaba listo para lo que venía. "Pero te lo advierto... no me contendré. Esto es más que un combate, es una prueba de lo que somos."
Dariel, con una sonrisa desafiante, se preparó también. El viento golpeó sus cabellos, pero sus pies permanecieron firmes.
—"Entonces ven, amor. Quiero ver de qué está hecho el hombre que elegí para mi vida."
Ambos se lanzaron de nuevo, sus movimientos como una danza letal, rápida y precisa. Los golpes resonaron como truenos en el campo, cada impacto lleno de fuerza, pasión y el deseo de superarse mutuamente.
No era solo una batalla por la victoria, era una batalla por el respeto, por demostrar que aunque se amaban, podían enfrentarse de igual a igual.
Rigor, con una mirada calculada y fría, activó su técnica de salto temporal, sabiendo que el tiempo se ralentizaría para todos excepto para él. El mundo a su alrededor parecía detenerse, y solo el leve sonido de su respiración le acompañaba en ese breve instante de eternidad. Dariel estaba frente a él, inmóvil, con la intensidad del combate aún en sus ojos, pero sin capacidad de reaccionar.
Con precisión quirúrgica, Rigor se movió en su dirección. Cada golpe que lanzaba estaba dirigido a puntos vitales cuidadosamente seleccionados: el costado de sus costillas, el cuello, detrás de la rodilla. Golpes rápidos, eficaces, que buscaban desequilibrarla sin causar un daño irreparable. Todo lo hizo con el conocimiento de que ella era su igual, pero también con el deseo de demostrar que aún tenía mucho que enseñarle.
Cuando Rigor volvió a la posición inicial, liberó la técnica y el tiempo regresó a su ritmo normal. Dariel, que hasta entonces no había sentido nada, fue de repente invadida por una oleada de dolor. Su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente, incapaz de controlar los impactos recibidos. Intentó mantener su postura firme, pero su rodilla se dobló un poco, y su respiración se volvió más pesada.
Ella lo miró con asombro, mezcla de incredulidad y admiración. Sabía que Rigor tenía un poder impresionante, pero nunca había experimentado algo como esto.
—"¿Cómo...?" —susurró, intentando recuperar el aliento y equilibrio.
Rigor, observándola con una mezcla de orgullo y preocupación, dio un paso hacia ella.
—"Es parte de lo que te advertí, Dariel. No me contendría... porque sé que puedes soportarlo." Su voz era suave, casi un susurro, pero había una firmeza detrás de sus palabras.
Dariel, aunque sentía su cuerpo estremecerse, no estaba dispuesta a ceder. Apretó los dientes, con una chispa de determinación en sus ojos.
—"No... he terminado." Forzando su cuerpo a moverse, Dariel se enderezó lentamente, desafiando los efectos del golpe. El amor que sentía por él, la admiración y el deseo de demostrar que era su igual, le dieron la fuerza para levantarse.
Rigor sonrió ligeramente, complacido de ver que no se rendiría tan fácilmente. Sabía que este combate era más que una prueba de poder. Era una danza entre ellos, un desafío de corazones y mentes.
Dariel, sabiendo que estaba al borde de sus límites, decidió arriesgarlo todo. Con una explosión de energía que resonó en toda la arena, activó una técnica secreta que había aprendido en su tiempo entrenando junto a Rigor. Por un breve instante, cinco segundos, su cuerpo absorbió el poder de Rigor, obteniendo su misma fuerza y velocidad.
Con sus ojos brillando y una determinación feroz, Dariel se lanzó hacia él con una velocidad abrumadora. Rigor, aún recuperándose de su técnica de salto temporal, apenas pudo reaccionar cuando el puño de Dariel impactó directo en su pecho. El golpe fue devastador, tan fuerte que sintió como si su corazón se detuviera por un segundo. Un sonido ahogado salió de su garganta, seguido de un torrente de sangre que escupió al aire.
El impacto fue tan brutal que Rigor salió disparado hacia el borde de la arena, sin control sobre su cuerpo. La multitud observó en silencio absoluto mientras Rigor se desplomaba fuera de los límites del combate, quedando inconsciente en el suelo.
Dariel, jadeando y con sus piernas temblando por el agotamiento, se mantuvo en pie apenas. Sabía que había ganado, pero el costo había sido alto. Mientras la arena se llenaba de murmullos y vítores por su victoria, ella apenas podía escuchar nada más que su propia respiración acelerada.
El árbitro, con asombro en su rostro, se acercó y declaró:
—"¡Dariel es la ganadora!"
Con una sonrisa débil pero satisfecha, Dariel cayó de rodillas, agotada, pero orgullosa. Sabía que había vencido no solo a su esposo, sino también a sus propios límites.
Al borde de las gradas, Victor observaba en silencio mientras Luci sostenía con fuerza la mano de su marido, impresionada por el desenlace del combate. Aunque ambos sabían que Rigor volvería, era claro que Dariel había mostrado una fuerza y un ingenio más allá de lo esperado.
Fin.