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Chapter 17 - Invierno.

La temperatura en mi ciudad es aproximadamente quince o diez grados más abajo que la de la ciudad donde se encuentra el instituto. Son las once de la mañana y hay una temperatura de 15°C, normalmente en aquella ciudad puedes percibir una de 25 e incluso 30°C.

Por supuesto, este clima es invernal, en primavera aquí sueles percibir temperaturas que varían entre los 20 y 28°. Ya hemos terminado de adornar toda mi casa, camino rumbo a mi sala mientras visto un suéter ligero, un pants y mis pantuflas. Me siento en mi sofá mientras sujeto mi teléfono.

"Tengo algo de tiempo libre, ¿debería preguntarle a Emily si salimos?", digo, abriendo mi aplicación de mensajería para escribirle.

"Hola, buenos días, Emi. ¿Estás ocupada? Me preguntaba si quisieras ir a dar una vuelta a la plaza", escribo y envío el mensaje.

Tras unos minutos, ella finalmente contesta.

"Eric, lo siento, pero me iré desde hoy hasta nochebuena a casa de mis tíos en Monterrey. No creo poder verte hasta navidad", responde, agregando algunos emoticonos tristes

"Está bien, no te preocupes, Emi, buen viaje", digo.

No me hace sentir mal ni nada, al final es su familia.

Bueno, podría hablar con mis amigos. ¿Qué tal hablar con Jonathan?

Le escribo también.

"¡Hey, Jona! ¡Estoy de vuelta en la ciudad! ¿Podemos vernos?", le escribo.

Como un rayo, él me contesta.

"¡Maldición! ¿Cuándo llegaste? ¡Claro que debemos vernos, amigo!", responde.

Nos pusimos de acuerdo para vernos en el centro comercial con un par de amigos más dentro de una hora. Fui a mi habitación, me di un baño, me vestí, tomé un abrigo algo grueso y bajé.

"Ma', voy a salir con mis amigos", digo.

"Está bien, cielo. Cuídate mucho, ¿quieres que te lleve?", dice mi madre.

"No te preocupes, ¿me prestas el auto?", digo.

Ella me mira algo curiosa y mete la mano en su bolsillo.

"Solo ten cuidado, ¿de acuerdo?", dice.

"¡Sí, mamá! ¡Te amo! ¡Nos vemos al rato!", exclamo, dándole un beso en la mejilla y saliendo de la casa.

Llego hasta el auto de mi madre, un Mazda 3. Me subo y lo enciendo, abro el portón con el control remoto y salgo. Sé conducir y tengo licencia a pesar de ser menor de edad, pero, mi padre no me ha querido comprar un auto, dijo que en cuanto cumpla 18 me dará uno.

Tras salir del tráfico, llego a la plaza comercial a un costado del hospital donde estuve internado. Me estaciono en un lugar estratégico por si llueve. Me bajo y camino hasta el comedor en donde mis amigos ya se encuentran.

"¡Eric! ¡Maldita sea! ¡Amigo, realmente te hemos extrañado!", exclama Jonathan al verme llegar.

Todos se ponen de pie y caminan hacia mí, entonces, Jona choca mi mano y me abraza con fuerza. Los otros dos también me saludan. Uno de ellos se llama Jorge, le decimos George, es alto, delgado, de piel clara y tersa. Sus ojos son azules y grandes, su cabello es negro, largo y lacio, usa una liga para amarrarlo haciéndose una cola.

El otro es Mario, algo bajo de estatura, de piel algo clara, cabello castaño. Ojos color marrón, cabello negro con un corte desvanecido con flequillo y rizos en la coronilla.

"¿Cómo han estado, chicos?", pregunto.

Nos sentamos en una mesa, pedimos dos pizzas, pues, todos aquí hacemos deporte, o, mejor dicho, ellos hacen deporte, comen demasiado y yo me quedé con la costumbre.

"Las cosas han sido duras desde que te fuiste, en el equipo. La moral bajó demasiado, no ganamos más que dos partidos en esta temporada, perdimos en liguilla", dice Jona.

Mierda, pensé que todo el equipo seguiría jugando bien.

"No se preocupen, ustedes juegan genial, yo no era el único goleador, ¿sabes?", digo.

"No es eso, Eric. Nos afectó mucho tu problema, pensamos que habías muerto. Y cuando vimos que estabas bien no nos pudimos recuperar, pero ahora que te veo así creo que nos ayudará mucho a todos. ¡De por sí ya le dije a todo el team que has venido!", dice.

"Bueno, espero que mejoren, el próximo semestre, Damián, Jordan y tú se graduarán, así que deben ganar esa última temporada", digo.

"Así será viejo", dice.

Seguimos platicando por un par de horas hasta que finalmente comenzó a oscurecerse.

"Bueno, chicos, es hora de irnos. Estaré aquí hasta el 10 de enero. Por lo que podremos vernos un par de día más", digo.

"Estaría genial si vamos al campo a jugar", dice Jona.

"Dalo por hecho", digo.

"Cuídate viejo", dicen.

"Lo mismo digo, nos vemos", respondo.

Entonces, regreso al auto, saldo del centro comercial y regreso a casa. La verdad es que planeaba salir con Emily por allí a algún lado, pero, creo que podré divertirme con mis amigos mientras ella regresa.

El resto de mis días libres los pasé jugando en mi casa con mi consola y ordenador. Salí a practicar mi técnica futbolística todos los días, así como a ejercitarme, mi madre está muy feliz al verme tan vivo y deportista como antes, sin tener ningún problema cardíaco.

Algunos días me reuní con los chicos a jugar en el campo de fútbol universitario, donde gracias a Ao tengo pase directo. Entonces, la nochebuena llegó. Una camisa lila, un pantalón negro, zapatos formales y una corbata gris es mi ropa para esta fiesta.

Me tomo algunas fotos en mi espejo y las subo a mis redes sociales, así mismo, veo que Emily ha subido algunas fotos también. No sé quien se las tomó, pero tiene buena mano, la cámara ha enfocado por completo a ella, las luces detrás de ella se ven difuminadas. Ella lleva un vestido rojo ajustado que llega hasta su pecho y tiene su cabello recogido, pero no sencillo, fue al estilista, algunos mechones rizados caen sobre sus orejas y un pequeño flequillo cubre su frente.

"Qué belleza", digo, tomando mi teléfono y cayendo sobre mi cama.

Maldición, definitivamente me tiene como loco.

Miro con detalle la foto de Emily y no puedo evitar sonreír, entonces, alguien toca mi puerta y entra a mi habitación.

"¿Eric?", dice Ao, entrando sigilosamente.

Él lleva un traje gris y una camisa azul.

"¡Ao! ¡Si no te invitamos a la cena no vienes a verme, maldito!", exclamo, poniéndome de pie.

"Hey, relájate", dice, sonriendo y alborotando mi cabello.

"Estar comprometido, trabajando y atendiendo a una mujer embarazada no es fácil, amigo", dice.

Es verdad, había olvidado que se va a casar y tendrá un hijo.

"¿Cómo has estado?", pregunta.

"Muy bien, la verdad es que ya puedo jugar de nuevo sin sentir algún problema con mi corazón", digo.

"¡Increíble! ¿Cres que puedas ir a una visoría? El próximo mes habrá una en el campo universitario", dice.

"Eso sería genial, pero, no puedo, no aún, debo seguir mi tratamiento hasta terminarlo, y una vez me gradúe de preparatoria podré acudir a las visorías que sean", digo.

"Bueno, aún eres joven, sé que llegarás lejos en el fútbol", dice.

"Por cierto, ¿qué hacías con una cara de idiota mirando de cerca tu teléfono?", dice, mirándome pícaramente mientras me empuja con su hombro.

"¡Cierra el pico! ¡No hacía nada!", exclamo.

"No te avergüences, primito. Tu padre ya me lo dijo todo", dice.

Papá, eso no se hace.

"Bueno, jeje", digo, rascando mi cabeza.

"Descuida, no te voy a molestar, vamos abajo", dice.

Ambos bajamos y puedo ver a Amelia, Kim, y mis tíos.

"¡Eric!", exclama Kim, corriendo a abrazarme.

"Kimmy, hola", digo, regresando el abrazo.

"¡Qué bueno verte bien!", exclama.

Kimberly lleva un vestido rosado de olanes que le llega hasta medio muslo y su cabello lo tiene completamente alaciado, parece que se aplicó alguna queratina.

"Hey, Eric", dice Amelia, quien lleva un vestido hasta sus rodillas ajustado de color violeta y un chal en sus hombros.

"¡Amy, hola!", exclamo.

Miro su abdomen y puedo ver que ya se forma una pequeña barriga. Me acerco a ella, me agacho y pego mi mejilla a su vientre.

"¡Hola, sobrinito! ¡Pronto nacerás y yo te convertiré en un gran futbolista!", digo con euforia colocando una mano en su barriga.

Ella sonríe mientras Ao se para a su lado y la abraza por la cintura con un brazo.

"Estoy seguro de que lo entrenarás bien", dice Amelia entre risas.

Nos sentamos en nuestro comedor con música un volumen moderado. Música navideña, un banquete delicioso, vino, sidra, tequila, whisky, solo puedo pensar en lo bien que se siente volver a vivir estos momentos con mi familia. No hay niños pequeños, no hay más familia como en los viejos tiempos, pero, definitivamente esto es algo que me llena de felicidad.

En cuanto llega la medianoche, todos nos abrazamos deseándonos una feliz navidad mientras una canción pacífica suena de fondo. Nos tomamos fotos y entonces, mi teléfono vibra.

Emily, Diana, Sandra, Rodrigo, Eduardo, Karla, todos me han escrito deseándome una feliz navidad. Yo les respondo de igual forma, pero a Emily, a ella le escribo algo con el corazón.

"Muchas gracias, Emily, e igualmente, te deseo una feliz navidad. Que la pases genial con tu familia. De igual forma, te agradezco mucho lo que has hecho por mí en todo este tiempo, sin duda alguna has sido la principal persona por la que no me rendí cuando tenía todo mi mundo encima. Gracias, Emi, te quiero mucho", escribo, y presiono el botón de enviar, sin embargo, ella nunca contesta.

¿Habré dicho algo malo?

Reviso mi mensaje una y otra vez, pero nunca encuentro nada. Entonces, tras casi una hora ella contesta de nuevo.

"No tienes nada que agradecer, al contrario, soy yo quien te agradece, feliz navidad, Eric", dice.

Bueno, tal vez estaba ocupada, lo mejor es no molestarla más.

Continúo festejando con mi familia con karaoke, bailes y bromas. Cerca de las cinco de la mañana todos los adultos están ebrios, Amelia se ha quedado dormida y Ao la ha llevado cargando a la habitación de invitados.

"¡Te amo, hijo!", exclama mi padre mientras me abraza con un brazo sobre mis hombros, dejándome su aliento a licor en mi nariz.

"Y yo a ti, pa', pero, debes sentarte, vamos", digo.

Canto un par de canciones con mi familia y sin darme cuenta me agoto por completo.

Estoy en un término medio entre un estado ebrio y uno sobrio, pero, el sueño que tengo no ayuda mucho, por lo que voy a mi habitación y me quito mis zapatos, la corbata, mi cinturón y mi camisa. Luego, me lanzo en mi cama y me duermo profundamente.

Despierto lentamente cerca de medio día. Tomo mi teléfono y veo que Emily me ha escrito que viene en camino hace una hora, seguido de una fotografía a través de la ventanilla de un avión.

"Llegará en dos horas aproximadamente, en lo que llega al aeropuerto de Veracruz y luego en lo que llegan aquí", digo, levantándome de mi cama, quitándome el pantalón y poniéndome un pants con un suéter.

Afuera está nublado y parece que la temperatura no va a mejorar. Salgo de mi habitación y veo que toda mi familia ya se ha despertado.

"Buenos días, mejor dicho, tardes", dice mi madre.

"Buenas tardes", digo.

"Alístate, hijo, vamos a buscar birria", dice mi papá.

Adoro esto, siempre que hay alguna fiesta y se embriagan buscan algo con qué matar la resaca.

"Claro", digo.

Subo de nuevo a mi habitación, me doy un baño con agua tibia, me pongo una playera blanca de mangas largas, un pantalón de mezclilla negro, y tomo un abrigo grueso.

Me reúno nuevamente con mi familia y salimos al patio para subir a los autos.

No había notado que aparte de los autos de mis papás, hay otros dos, hay un Audi A4 de color blanco, ese es de mi tío, pero hay también un Mustang, debe ser de Ao.

Mis suposiciones son ciertas, Ao se sube al Mustang.

Ventaja de tener una familia rica.

Entonces, nos marchamos, salimos a carretera y tras unos cinco minutos llegamos a un asadero a la orilla de carretera, el frío es brutal, deben haber cerca de diez grados.

El calor del asadero es sencillamente agradable, el lugar parece una gran cabaña, hecho todo de madera y el olor a carnes asadas inunda el entorno. Nos sentamos en una mesa, y ordenamos birria, una parrillada y cervezas. Por supuesto, Amelia no está tomando nada de alcohol por su embarazo y Kimberly pide de beber una gaseosa.

"¿No es genial este lugar? No sabía que existía hasta hace un mes que un inversionista nos invitó", dice mi padre.

"Sí, es genial", digo.

La carne es suave, una textura agradable y un sabor delicioso. La birria tiene demasiado sabor y no tiene grasa en exceso, una belleza. Comemos mientras platicamos y bromeamos, para cerca de unas dos horas estarnos marchando del lugar. Voy camino a casa con mi familia y entonces Emily me escribe nuevamente.

"Eric, ya estoy en la ciudad. ¿Estás libre? Quisiera que nos viéramos", dice.

¡Genial!

"Claro, Emi. ¿Dónde nos vemos?", pregunto.

"En el parque central, ¿te parece?", dice.

"Claro, allí te veo, ¿en qué tiempo?", pregunto.

Ella se toma unos segundos y entonces responde.

"Una media hora", dice.

"Claro, Emi, yo llego", digo.

"Genial, nos vemos cerca del árbol de navidad", dice.

Bueno, por fin la veré.

En cuanto llego a mi casa me rocío de mi mejor perfume, me cepillo los dientes y me arreglo.

"¿Vas a salir?", pregunta Ao.

"Sí, iré a ver a mi amiga Emily", respondo.

"Genial, te llevamos", dice.

"Sí, por favor", digo.

Me despido de mis tíos y mis padres para irme con Ao y Amelia. El auto huele a pino por dentro, parece que lo mantiene higiénico en todo momento.

"¿Dónde la verás?", pregunta Amelia.

"En el parque central", digo.

"Va, entonces te dejamos en la catedral", dice Ao.

Tras unos diez minutos llegamos al centro de la ciudad y me bajo del auto.

"¡Suerte, Eric! Y recuerda que debes confiar en ti mismo, de lo contrario te va a rechazar", dice Ao.

"¡Hey! ¡No me le voy a declarar!", exclamo.

Obvio lo haré.

"Cómo digas, primito. Adiós", dice con una gran sonrisa, arrancando el auto y yéndose.

Cruzo la calle y llego al parque central. Camino entre los enormes arreglos navideños y las grandes cantidades de familias que se han reunido aquí para pasear y tomarse fotos. En cuanto llego al árbol navideño me siento en una banca, el frío es penetrante, debí traerme mis orejeras.

Miro mi teléfono y veo que aún faltan unos cinco minutos para que pase la media hora acordada. Pero, unos segundos después puedo ver una linda chica con cabello negro, lacio y largo caminando entre la gente.

Lleva un abrigo afelpado color púrpura, un pantalón de mezclilla ajustado, botas de invierno y un par de orejeras, además de una bufanda en su cuello que cubre parte su boca.

Ella camina hacia mi dirección con sus manos dentro de sus bolsillos, en cuanto me ve me saluda a la distancia y corre a alcanzarme. Inmediatamente me pongo de pie y camino, sin embargo, ella me abraza con fuerza.

"Feliz navidad, Eric", dice.

"Feliz navidad", digo.

Ella me suelta y nos sentamos en la banca.

"¿Cómo te fue con tu familia? ¿Te divertiste?", pregunto.

Emily sonríe y mira la punta del árbol.

"La verdad no, mi familia suele ser aburrida, soy una Virgil, ¿sabes lo que significa?", pregunta.

"Que eres parte de una familia poderosa", digo.

"Así es, de hecho, puede que no lo sepas, pero, tu familia y la mía están trabajando juntos en un nuevo proyecto, pregúntale a tu padre", dice.

"Pero bueno, eso no importa, mi familia ha sido millonaria por generaciones, la tuya afortunadamente no, por eso conservan sus costumbres, la mía no, la mía hace fiestas de gala, con música de orquesta, comida cara y nula diversión, solo platican de dinero y de su éxito".

"Eric, nunca te vuelvas un amargado. Mi familia es muy amargada, no toleran el ambiente que tú, los chicos y yo cargamos", dice.

En cierta forma ella tiene razón. Los millonarios suelen ser así de amargados.

"¿Y tú? ¿Te divertiste?", pregunta.

"Sí, fue divertido. Comida, alcohol, baile, canto, mi familia es como yo", digo.

"Envidio a tu familia", dice ella mirándome fijamente.

"A veces quisiera tener esa libertad, de verdad, nunca cambies", dice.

Mierda, la tengo muy cerca. Su bufanda se ha caído un poco, entonces mi mirada se fija en su boca. Hace mucho frío, pero sus labios brillan demasiado, ¿es eso normal?

Carraspeo y trago algo de saliva.

"Emi, y bueno, ¿quieres ir a algún lado?", pregunto.

"Ah, eh, bueno, ahora que lo dices, no jaja", dice, con una risa burlona.

"Solamente quería verte, y ya que estamos aquí, ¿nos tomamos una foto?", pregunta.

"Claro", digo.

Tomo mi teléfono y abro la cámara frontal, ella sujeta el teléfono y nos tomamos una selfie con el árbol detrás de nosotros.

"¡Quedó increíble! ¡Mándamela!", dice con euforia.

Estamos a solas completamente, esta vez no hay nadie que nos moleste. Ella definitivamente actúa diferente cuando están los chicos, se suele contener un poco.

"Emily", digo.

"¿Dime?", responde.

"¿Por qué querías verme hoy?", pregunto.

Ella me mira con sorpresa y sonríe.

"No lo sé, siendo sincera. La verdad es que a veces… a veces necesito verte", dice.

Mierda, si dices algo así yo…

Emily agacha su mirada un poco y juega nerviosamente con sus manos.

"Eric, aún así, gracias por venir a verme, te agradezco", dice.

"Siempre estaré para ti, ¿sabes? Creo que incluso si no tuviera piernas correría a verte", respondo.

"Jajaja", ella ríe hermosamente.

"Cómo eres tonto", dice.

Maldición, mi corazón late con fuerza.

"Emily…", digo.

"¿Qué pasa?", pregunta evitando mirarme.

¿Qué hago? ¿Cómo le digo que me gusta? ¿La beso? ¿Qué rayos hago? ¡Mierda! ¡Mi cuerpo tiembla como gelatina! ¡Solo es una declaración de amor, Eric! ¡Por Dios!

"Bueno, la verdad es que también quería verte", digo, con una voz débil.

"¿Sí?", dice.

Únicamente puedo asentir.

Ella se pone de pie y camina hasta el pequeño muro que limita el parque, desde allí la calle está a unos dos metros más abajo que el parque, y se recarga sobre este, no sin antes hacerme señas.

Yo voy tras ella y me recargo de igual forma, mirando las luces navideñas y las calles llenas de familias, músicos disfrazados de duendes y autos que pasan a toda velocidad.

"¿Crees en el destino?", pregunta Emily.

"Bueno, ya sabemos que existe", respondo.

"¿Lo crees?", insiste.

"Claro. O bueno, los nexos… ¿qué son para ti? Yo digo que es el destino", digo.

Ella me mira con una mezcla de confusión y ternura, luego sonríe.

"¿Crees que habernos conocido es un nexo?", pregunta de repente.

La pregunta me toma por sorpresa, y apenas puedo responder con un titubeo: "Bueno… ¿podría serlo?"

Emily desvía la mirada hacia el paisaje, pero su sonrisa sigue allí, iluminada por las luces navideñas en medio de un cielo nublado.

"De todas mis navidades, creo que esta es la única que me ha hecho realmente feliz", dice.

"¿Eh? ¿Por qué lo dices?", pregunto.

"En mi familia suelen ser… complicados. Aunque me han dado todo, nunca han estado presentes. Pero este momento, contigo… me hace demasiado feliz. Gracias, Eric."

"Emi, no tienes que agradecerme. Yo también estaba en un lugar oscuro antes de conocerte", digo, apretando los puños al recordar. "Mi vida se había derrumbado, mi futuro como deportista, mis padres preocupados por mi problema… Pero tú… Ayudarte me ayudaba a mí también. Me hacía sentir vivo. Sin darme cuenta, yo…"

Me detengo, sintiendo su mirada fija en mí, expectante. Sus labios entreabiertos, brillantes por el frío, me hipnotizan. Sin pensar, acerco mi mano a su mejilla.

"¿Eh?", murmura, ruborizada.

Y la beso. Es un roce apenas, suave como un susurro, pero suficiente para que mi corazón quiera estallar. Cuando me separo, no puedo evitar bajar la mirada.

"Lo siento… No debía hacerlo", digo, apenado.

"Eric…" Su voz tiembla, pero no de enojo. "¿Tú realmente… realmente acabas de besarme?"

"Sí... Yo... yo... yo te amo...", digo, evitando mirarla.

"Eric..." Emily sigue temblorosa y tartamudeando. "¿Tú realmente... sientes eso por mí?".

"Sí. Te amo, Emily. No puedo dejar de pensarte, no puedo estar tranquilo si no sé cómo estás… Tú me haces mejor. Te amo, y tenía que decírtelo."

Ella lleva una mano a sus labios, sorprendida, pero su sonrisa comienza a crecer.

"Eso realmente me hace feliz", dice con voz temblorosa, acercándose para tomar mis manos.

"Yo también te amo, Eric. Desde que te vi por primera vez me gustaste… Pero día a día me fuiste conquistando más y más, hasta enorarme por completo de ti..."

Sus palabras se cortan cuando se pone de puntas y me besa de nuevo, sus brazos rodeando mi cuello. Es un beso tímido, torpe, pero perfecto. Siento que todo el dolor y la desesperanza de meses atrás se disuelven en este instante.

Cuando nos separamos, ella permanece abrazada a mí, su rostro enrojecido pero lleno de alegría.

"Jeje, ese fue mi primer beso. No puedo creer que esto esté pasando", dice Emily.

"Ni yo…", respondo, con una sonrisa que parece venir desde lo más profundo de mi alma.

Hermano, mi corazón está latiendo mil veces por segundo en este momento.

No puedo evitarlo y la beso de nuevo. Definitivamente estoy enloqueciendo. Desde aquella noche en el bar me he contenido demasiado para decirle lo que siento, y ahora que lo he hecho, no quiero alejarme de ella.

Nuestro beso se prolonga mientras las campanadas de la catedral resuenan en la distancia, mezclándose con las risas de cientos de personas a nuestro alrededor y el suave aleteo de las aves entre las ramas del parque. Este momento parece eterno, como si el tiempo mismo nos estuviera concediendo un respiro de todo lo demás.

No sé qué me espera más adelante, pero estoy seguro de algo: quiero que Emily esté conmigo en cada paso del camino.

  1. Si no sabes que es la birria aquí te lo digo. Es un guiso de carne de res, borrego, etc. Se enmarina con adobo de especias y chiles (generalmente guajillo). Luego, se coce lentamente y la textura es suave, pero, esta se baña en un caldo, específicamente un consomé. ¿Puede ser lo mismo que una barbacoa? Supongo que depende de donde seas, ya que en mi ciudad natal la barbacoa es en consomé, mientras que en el resto de lugares que conozco la barbacoa suele ser un poco seca a diferencia de la birria. El punto es que es deliciosa y para la resaca te cae excelente con salsa picosa y con un par de cervezas