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Chapter 3 - Traslado a una academia especial

Luego de haber sido destrozado del corazón, tomé ese dolor para convertirlo en combustible; mis fuerzas para seguir avanzando. Debo admitir que al principio fue doloroso, pero, conforme más me enfocaba en mi estudio menos me dolía.

Le pedí algunos consejos a Ao sobre cuántica, pero, su reacción fue inesperada.

"Eric, soy ingeniero, no sé física cuántica, pero, puedo pedir ayuda", dijo, con un rostro avergonzado.

Siempre pensé que Ao era un genio sabelotodo, pero veo que solo sabe de física y matemáticas que se relacionen directamente con la ingeniería, cosas como cuántica y relatividad solamente un físico. Aunque, es increíble que yo esté estudiando cosas así en preparatoria. En estos días he obtenido mucho conocimiento, debo incluso estar más avanzado que cualquiera de los de mi clase.

A diario me ducho con ayuda de la enfermera, ella me hace mucha plática y compañía, en cierta parte ayuda a que no me sienta tan solo, debe tener miedo de que me hunda en la depresión luego de mi rechazo, pero no pasa nada, soy fuerte.

Siempre me miro en el espejo y bajo mi bata hasta mi pecho donde puedo ver mi herida, para estos días ya no me duele ni me arde, pero, tengo una gran sensibilidad en dicha área. Con esta cicatriz dudo poder quitarme la playera frente a alguna chica en el futuro, me avergonzaría demasiado.

Mientras me observo en el espejo, alguien toca la puerta. Acomodo mi bata nuevamente y miro hacia la entrada para ver a mis padres entrando por la puerta con un par de maletas.

"Hola, cielo", dice mi mamá, dejando una maleta en el suelo.

"Hola, ma, ¿qué pasa?", pregunto.

Mi madre camina hasta mí y me saluda con un beso en la mejilla.

"Mañana serás trasladado hasta tu nueva escuela", responde.

¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Ya han pasado dos semanas? No se sintieron, pensé que solo había transcurrido una.

"Entiendo", digo, sentándome en mi cama.

Mi padre deja la maleta en el suelo y se acerca a mí.

"Quiero que sepas que estaremos al pendiente de ti en todo momento. El doctor nos dijo exactamente en qué consiste ese colegio", dice mi padre.

El nuevo colegio es un centro especializado para personas con habilidades o deficiencias múltiples. Desde personas con problemas motrices hasta personas con problemas mentales, se adapta a todo tipo de pacientes. En mi caso, se dice que hay una clase especializada para jóvenes con problemas cardíacos que evitan cualquier emoción intensa que pueda provocar en estos.

No se permiten las visitas tan frecuentemente, una sola por mes. Pero se suelen hacer excepciones dependiendo el paciente. Aparentemente tengo que repetir el año, así que comenzaré otra vez en cuarto semestre.

Mis padres me han comprado un nuevo teléfono, el más nuevo y potente de todos. Así mismo, me han comprado una laptop y me han traído la vieja, me compraron más ropa y, por supuesto, calzado.

Dicen que mi uniforme será proporcionado por el instituto, así que debo llevar mis pertenencias. Es una escuela muy cara, la mensualidad cuesta cincuenta mil pesos, bueno, no es que mis padres no puedan pagarlo, pero me siento mal por ello.

"Mídete esta ropa", dice mi madre.

Así, pasé un buen rato probándome toda la ropa que me compraron. Es interesante, camisas, shorts, pants, playeras, tenis, zapatos, sandalias, bermudas. Mis padres no se limitaron y compraron ropa de todo tipo, parece ser que piensan que me voy de viaje o algo, pero, la verdad tiene sentido. No sé cuánto tiempo estaré allí, además, el doctor dijo que cuando termine la preparatoria seré transferido a la universidad para personas con capacidades diferentes, vinculada directamente con ese colegio.

O sea que estaré toda mi formación profesional con inútiles como yo, pensé que solo estaría lo que me queda de preparatoria.

Así mismo, mis padres me compraron unos nuevos audífonos, son de diadema.

"Sabemos que adoras la música, hijo, el viaje es largo, son cinco horas de viaje, te aburrirás si no escuchas tus rolas favoritas", dice mi padre.

Miro a mi papá con una expresión de desagrado, la verdad es que siempre quiere aparentar estar a la onda, pero, siempre termina luciendo como un típico 'chavorruco'.

"Gracias por todo lo que han hecho por mí", digo, sosteniendo mis audífonos con fuerza mientras sollozo.

Mi madre me mira preocupada y se acerca a mí para abrazarme.

"Cielo, todo está bien, te amamos", dice, acariciando mi cabello.

"¡Lo sé! ¡Es solo que ya no tolero esto! ¡Por qué me pasó esto a mí! ¡Por qué, mamá!", exclamo entre lágrimas.

Mi padre se acerca a nosotros y nos abraza a ambos.

"Eric, no sé qué hacer en este momento, pero, si algo sé, es que estoy orgulloso de ti, hijo. Eres el mejor hijo que pude tener, tu fuerza y valentía me llenan de dicha, nunca te rindas, nunca cedas, porque el día que lo hagas será tu perdición", dice mi padre.

Papá nunca fue un hombre expresivo, pero, esas palabras lograron darme aliento, sin embargo, por algún motivo, mi corazón me dolía, no por la enfermedad, sino por tanto sufrimiento contenido.

Al día siguiente, mi enfermera me levantó. Tomó mis últimos signos, y me miró con alegría.

"Qué bueno que lo estemos dando de alta, me da mucha felicidad", dice.

"Bueno, es un alta parcial, estoy siendo trasladado a un centro donde podré estudiar y seré observado diariamente", digo.

La enfermera suelta una pequeña carcajada.

"Te deseo mucha suerte, Eric, que tu fuerza nunca se acabe y que tu brillo nunca se apague", dice, dejándome solo y dándome una mudada de ropa que mis padres me dejaron especialmente para mí.

Tras eso me vestí, era raro tener que usar ropa normal otra vez, luego de haber vestido una bata diariamente. Salí de mi habitación con mi teléfono en mano y mis audífonos reposando en mi cuello. Mis padres me esperaban ya en el pasillo, al verme vestido y caminar libremente mi madre cubrió su boca con ambas manos.

"Es tan bueno verte otra vez libre, hijo", dice.

"Bueno, tampoco es como que me hayan encerrado en presión, ma', simplemente fui dado de alta", digo entre risas.

Mis padres me llevaron hasta la salida del hospital donde me esperaba un BMW M5 de color blanco. La verdad en todo el camino busqué a la enfermera para despedirme, siempre me trató tan lindo, que sentía feo no despedirme apropiadamente de ella. Sin embargo, nunca la vi.

Al llegar al auto, mis padres me abrazaron con fuerza; mi madre me besó en la mejilla muchas veces.

"Cuídate hijo, estaremos en contacto", dice, con la voz quebrada.

Mi padre me abrazó y beso mi sien.

"Que Dios te acompañe, hijo mío", dice, abrazándome.

Por algún motivo no quería irme, así que abracé con tanta fuerza a mi papá, un abrazo tan fuerte nunca dado, él correspondió.

Luego me soltó y me tomó de las mejillas.

"Ve, hijo, ve. No te rindas, no lo hagas, nunca olvides cuanto te amamos", dice, con los ojos rojos y una voz quebrándose en mil pedazos.

Sin más, me subo al vehículo en el asiento trasero. El chofer lo encendió y la radio comenzó a sonar.

"Buen día, jovencito. Espero que esté listo para su viaje", dice el chofer, mientras mis padres colocan mis maletas en el asiento trasero junto a mí.

Mi madre me da un túper con mi desayuno, no había comido nada así que probablemente me daría hambre.

"Cuando te dé hambre come, hijo", dice.

Miro a mi madre sonriendo y asiento sin decir nada. Sin más, el chofer arranca y me coloco el cinturón de seguridad. Lentamente, el auto comienza a avanzar y mis padres se despiden meneando su mano de un lado a otro mientras mi madre llora.

Solo espero que de verdad valga la pena, de lo contrario creo que perderé la cordura. El viaje comenzó al salir del hospital e incorporarnos a la avenida principal de la ciudad. Pasamos la plaza comercial 'Las Américas', y luego, salimos los límites. Un letrero alto de color verde y una franja azul que atraviesa toda la carretera te despide con las palabras 'Que tenga un buen viaje, vuelva pronto'.

Conforme avanzamos mis oídos comienzan a taparse en respuesta al cambio de altura y, por ende, la presión varía. Tengo que bostezar para poder escuchar nuevamente, el chofer se da cuenta y libera una pequeña carcajada.

"¿Primera vez saliendo hacia el sur, señor?", pregunta.

"No, bueno, he ido al puerto, pero no me acostumbro al cambio de presión", respondo, riendo.

El chofer es un hombre de no más de unos 30 años. Lleva un traje negro, una corbata roja y una camisa blanca debajo del saco. Su cabello es negro y corto, sus ojos lo son igual y su piel un tono canela.

Es el chofer personal de mi padre, pero, parece ser que esta vez lo dejó a mi servicio.

"¿Nunca ha venido al sur del estado, señor?", pregunta, mirándome por el retrovisor.

"No, nunca, he viajado al norte o parte de la península, pero, jamás al sur del estado. Es que no hay nada allí", respondo.

El chofer deja ver un rostro deprimido o decepcionado, no sé cómo tomarlo.

"Señor, tiene mucha razón, por eso es por lo que la mayoría se viene al norte del estado o cualquier otra parte del país con buena economía y fuentes de empleo", dice.

"Yo, yo soy un sureño, de hecho, puede notarlo en mi acento", dice.

Y es verdad, puedes escuchar su pronunciación de las palabras algo raras. Pues, en muchas ocasiones suele decir una 's' muda, como si la pronunciara con una 'j'.

"Perdón, no quise decir nada malo", digo, con una expresión apenada.

"No se preocupe, señor, pero, tiene razón, la verdad creo que es un pésimo lugar para tener una academia para gente especial, la situación criminal acá es horrible. Pero bueno, espero que todo salga bien", dice.

Con eso dicho, solo me entra un poco de miedo. Saber que me están llevando a un posible matadero, o que tal vez el doctor está metido con el crimen organizado y me ha enviado a este lugar solo para que me maten o algo por el estilo, comienza a darme algo de pánico.

Pero, por otro lado, algo me decía que todo saldría bien, no tenía nada que temer. Además, aún queda ese sueño, esa visita nocturna, ese suceso me provoca muchas dudas.

Tengo tantas cosas en mi mente que pensar en algo más me es imposible. Solo quiero llegar y relajarme, aunque, espero ser bien recibido, no sé cómo vaya a ser ese lugar, no hay fotos, solo está registrado en internet, pero, no hay ninguna imagen.

Tras aproximadamente hora y treinta minutos de viaje, llegamos a una pequeña cola de tráfico por las casetas de cobro. Sin embargo, según sabía, el chofer tenía que girar hacia las casetas y no irse de largo, cosa que él no hizo, pues se fue de largo y pude ver sobre mi ventana derecha como dejábamos atrás a las casetas.

"Eh, disculpe, señor, pero ¿no debíamos irnos por allá?", pregunto algo nervioso.

El chofer sonríe y asiente.

"Así es, pero, esta ruta es ligeramente más larga, pero, tiene hermosos paisajes, allá solo verá monte, verde y monótono", responde.

"Pero, por mientras mire todo a su alrededor, va a adorar las vistas", dice.

En ese momento, comencé a sentir mucho miedo, mi corazón estaba latiendo rápidamente, estaba a punto de llamarle a mis padres, pero, quise confiar un poco más, nunca he venido por estos rumbos, lo único que conozco es Veracruz, según la aplicación de mapas, esta ruta pasa por toda la zona costera del estado.

Tras aproximadamente veinte minutos, mi miedo se incrementó. Mi corazón parecía que reventaría en cualquier instante. Mi frente comenzó a sudar y mi cuerpo a temblar. No podía hacer nada más que no fuera moverme de un lado a otro, entonces, con mis manos temblorosas tomé mi teléfono y con rapidez escribí el número telefónico de mi padre, pero, en ese momento, el chofer no pudo esquivar un bache tan grande que caímos en él provocando que la caída tan brusca terminara soltando mi teléfono.

Estaba tan alterado, que poco a poco comencé a dejar de escuchar todo mi alrededor, mi vista se nubló, entonces, sentí algunas punzadas en mi pecho.

Mierda, no puedo moverme, estoy muriendo. Alguien ayúdeme, por favor, quien sea, quiero vivir, no quiero morir, tengo mucho miedo, por favor.

"Señor, le recomiendo que mire a la izquierda", dice.

La voz del chofer logró sacarme de ese punto, sin embargo, aún me sentía muy mal, no podía respirar, entonces, lentamente giré mi mirada y pude ver dunas repletas de arena y nopales. Era increíble, se podían ver muchas gaviotas volando sobre el lugar. Entonces, entre las dunas pude ver una línea azul marino que se unía en el horizonte con el cielo celeste.

Era increíble, podía ver el mar desde la carretera. Con eso, mi corazón se relajó y comencé a sentirme muy tranquilo, comencé a respirar nuevamente, todo comenzó a pasar, mi miedo estaba desapareciendo poco a poco, y claro, el paisaje era hermoso. Del lado izquierdo podía ver el mar y del derecho podía ver un enorme río que fluía hacia un punto desconocido, pero, al avanzar más en el camino, cruzamos un gran puente que atravesaba el río.

La vista era increíble, incluso había un enorme barco abandonado en la orilla del río, no sé cuánto tiempo llevaba allí, pero, estaba oxidado. Así mismo, podía ver hacia el horizonte como el río se unía con el mar.

La ruta estaba llena de ríos y montañas, eran paisajes muy hermosos, pero, después de cierto punto, todo parecía una jungla alrededor de la carretera y esta estaba llena de curvas en las que si no hubiera tenido puesto el cinturón podía haberme resbalado hasta el otro lado del auto.

Un poco más adelante pude ver sobre mi ventana izquierda una gran laguna y un letrero en la entrada al lugar que decía 'Bienvenidos a Catemaco', había escuchado mucho de este lugar anteriormente. Se dice que aquí hay tantos brujos y chamanes que pueden curarte de cualquier mal o enfermedad, no soy tan creyente de eso, pero, este lugar es famoso por eso.

Finalmente, la carretera comenzó a liberarse de estas curvas tan peligrosas y la vegetación cambió, ahora parecía que en lugar de venir entre montañas y cerros veníamos en una enorme llanura, por supuesto, la carretera comenzó a mostrarse con una gran cantidad de baches, para ese entonces mi estómago rugía y me comí el bento que mi mamá me preparó, verdura al vapor con pollo asado y un jugo de caja. Es la mejor mamá del mundo.

Entonces, pude ver un letrero que indicaba que hacia la izquierda se encontraba el 'Instituto Tecnológico Superior de Acayucan', así que aquí es donde he venido, no había escuchado de este lugar jamás. A la distancia puedo observar dos edificios no muy grandes, pero resaltan de todo lo demás debido a que es lo único alto que se puede ver a parte de los letreros de supermercados o farmacias, los edificios eran de un color naranja, tenía curiosidad de saber qué tipo de edificios eran, parecían unas torres gemelas en miniatura.

La mayoría de las personas que veo en las calles tienen piel morena o ligeramente clara, debe ser por la zona tan calurosa, o bueno eso parece ser, pues, todos visten playeras ligeras con mangas cortas o definitivamente no llevan mangas.

El chofer tomó una ruta que desvió el centro de la ciudad y condujo por toda la carretera y zona límite de la población, entonces, llegamos a un punto donde se encontraba esta gran institución. El chofer detuvo la marcha sobre la entrada.

Desde afuera luce imponente, está pintado de color blanco con azul, así mismo, las paredes no son tan altas, miden cerca de metro y treinta centímetros completando los tres metros de altura solo con mallas de alambre de acero, dentro del lugar puedo ver algunos edificios de dos y tres pisos, así mismo, en el centro del lugar parece haber un domo.

"Bueno, jefe, hemos llegado, le deseo suerte", dice el chofer, saliendo del auto y abriéndome la puerta.

"Muchas gracias por todo, la verdad es que agradezco mucho tu ruta, fue bastante relajante", digo con una pequeña sonrisa.

En cuanto bajé del vehículo logré sentir un incremento monstruoso en la temperatura. Mi piel arde por el sol y el calor es asfixiante, no puedo respirar, moriré en este lugar.

El chofer cargó mi equipaje y lo llevó hasta la entrada conmigo, donde se encuentra un guardia que viste totalmente de negro y es tan gordo que parece un balón enorme, su bigote hace que se vea muy gracioso, parece 'capulina'.

"Buenas tardes", dice el guardia.

"Buenas tardes, traigo un nuevo paciente, su nombre es Eric Jaeger Salinas", dice mi chofer, dándole al oficial un documento el cual parece tener información mía.

El oficial revisa la información y tras eso toma un teléfono fijo que se encuentra sobre su mesa.

"Sí, llegó el chico, Eric. De acuerdo", dice.

Así, el guardia cuelga el teléfono y nos abre el portón.

"Pase, por favor, puede esperar aquí mientras llegan los auxiliares, hasta aquí llega el acompañante", dice el guardia.

El chofer asiente y entonces suelta las maletas en el suelo para mirarme con una sonrisa y estirarme su puño. Con eso, ambos chocamos nuestros puños y él finalmente se retira, cerrando el portón tras su salida y entonces, subiendo al vehículo.

Unos segundos pasan para que finalmente arranque el vehículo y se marche. No lo sé, pero, estoy solo, se siente muy raro. El calor es agobiante, estoy sudando sin mover un solo músculo, de verdad parece el mismo infierno.

Ah, es verdad.

Digo, tomando mi teléfono, abriendo mi aplicación de mensajes y enviándole una selfie a mis padres con un mensaje diciendo, "Ya llegué, todo salió bien, no se preocupen".

Mis papás rápidamente me contestan con un mensaje diciendo "suerte, te amamos, cualquier cosa dínoslo".

Bueno, con esto, mi nueva vida empieza, solo quiero recuperarme tan pronto como sea posible para regresar a mi vida diaria, para ser una mejor persona, para seguir avanzando en este mundo.