La vida está llena de sorpresas. Te sorprendería la infinidad de cosas que ocurren allí afuera mientras estás en clases, o realizando cualquier cosa. Mientras caminamos rumbo a la escuela en cualquier parte del mundo puede estar iniciando una pandemia de la cual nadie tiene idea. El mundo entero es un enigma, siempre que pienso en lo que puede estar ocurriendo a más de cuatro mil kilómetros de mí mientras realizo alguna tarea de la escuela me da asco. Somos seres diminutos, tan pequeños comparados con la inmensidad del universo, somos los microorganismos de este portador llamado cosmos.
El aire sopla por todos lados, mi cuerpo caliente y empapado en sudor me hace vibrar. Puedo escuchar las porras de mis amigos en las gradas de este lugar. Me encuentro corriendo en una cancha de fútbol portando un uniforme blanco con una franja de color azul marino que atraviesa mi playera desde mi hombro izquierdo hasta mi costilla derecha, mi short deportivo de color blanco y mis medias azules hacen juego, mientras mis zapatillas son de un naranja fluorescente.
Es un torneo muy importante, aquí puede decidirse mi futuro como futbolista profesional, de verdad deseo llegar a la primera división. Mi nombre es Eric Jaeger, soy un chico de 17 años el cual sueña con una única cosa, ser un futbolista. Mi familia es rica, estudio en el mejor colegio de la ciudad, la Prepatoria Oficial Buenavista.
Aquí solo entran los genios o los hijos de personas importantes, por supuesto, soy hijo de una prestigiosa familia. La empresa de mi familia provee tecnología a todo el país y muchos países del mundo, mi padre y mi tío unieron sus fuerzas hasta lograr crear una empresa tan potente como para entrar en el campo de tecnología mundial y posicionarse dentro de los primeros 10.
Así que, solo puedo pensar en que mi futuro ya está resuelto, formar parte de la empresa de mi familia tal como mi primo, Ao Jaeger, está por pasar a serlo, o simplemente convertirme en un futbolista profesional tal y como deseo.
Estoy corriendo a toda velocidad por toda la banda derecha de la cancha mientras tres jugadores contrarios me persiguen, llevo el balón en mis pies, es obvio que quieran detenerme.
Mi ídolo siempre ha sido Ronaldinho, desde muy pequeño he replicado sus jugadas y practicado solo para ser igual que él, aunque aún no lo consigo en su totalidad, estoy muy cerca de lograrlo.
"¡Eric, pásalo!", exclama uno de mis compañeros.
Era mi amigo Jonathan, un chico de mi edad, de piel clara, ojos verdes y cabello castaño y corto con un desvanecido en los laterales. Levantaba la mano a la distancia pidiendo una asistencia, así que decidí hacer un cambio de juego.
Coloqué tanta fuerza en mi pierna derecha como para realizar un buen pase largo, entonces pateé el balón que se elevó desde la banda derecha a dos tercios de cancha y mi colega lo recibió cerca del área de meta, dándole solo un ligero toque con la frente para anotar un gol que nos daría la ventaja de un dos por cero.
Somos el equipo el local, jugamos en nuestra cancha la cual está rodeada de árboles y solo tenemos a las gradas sobre la banda derecha. Rápidamente corro hacia mis amigos y nos tiramos sobre Jona celebrando el gol mientras mis amigos en las gradas gritan con euforia.
Así, el árbitro nos pide retomar posiciones y regresamos en un trote ligero hasta nuestros lugares. Mientras doy un pequeño respiro miro hacia las gradas en donde puedo ver a la chica que me gusta. Es hermosa, piel blanca, rubia, ojos azules, un cuerpo de una diosa, delgada, con un busto y caderas medianos, medía un metro con sesenta y cinco centímetros. Ella vestía el uniforme del diario; una falda gris, una blusa blanca con una franja azul delgada igual que la que mi uniforme llevaba, y un suéter ligero color azul marino. Su nombre es Daniela.
Ella sonreía coquetamente mientras acomodaba su cabello sobre su oreja, pues este le llegaba hasta los hombros. Sé perfectamente que le gusto, con la victoria de nuestro equipo conseguiría dos cosas, primero, ganar acceso a una prueba profesional con el mejor equipo de fútbol del país, y, por último, la fuerza para pedirle que salga conmigo.
El partido inicia de nuevo y el equipo contrario realiza un mal pase el cual logro interceptar sin problema. Llevarme a unos cuantos en el camino es fácil, sin embargo, la mirada de estos chicos está llena de rencor, puedo sentir que quieren matarme, así, paso el balón a un compañero que se encuentra completamente solo hasta la banda izquierda.
Él lo recibe, así, todos se fijan en él y logro desmarcarme corriendo a gran velocidad, entonces, mi colega me asiste al borde del límite del juego con riesgo de cometer un offside, aun así, estaba habilitado, por lo que recibí el balón cerca del área de meta en la que un defensa se acerca a mí para intentar derribarme.
El chico se quedó tendido en el suelo al barrerse mientras yo lo evadí con facilidad al dar un gran salto sujetando el balón con los pies, así, en cuanto toco el suelo de nuevo únicamente pateé el balón con tres dedos y anoté un gol al ángulo.
La victoria ya estaba más que segura, tres goles por cero y dos eran míos, nada podía ir mejor, faltaba menos de la mitad del partido por lo que podíamos meter algunos cuantos más.
Comienzo por trotar ligeramente hacia mi posición de juego mientras mis compañeros mi dan algunas palmadas en la espalda y cabeza. Sin embargo, por algún motivo un dolor en mi pecho comienza a invadirme, no es muy intenso es soportable.
"¿Qué es esto?", digo, en voz baja mientras sujeto mi pecho con suavidad.
No, tal vez solo me he cansado, digo, he jugado con intensidad durante todo el partido. Puede que ya sea hora de ir a la banca, pero primero debo anotar uno más, con este le lanzaré un corazón a Daniela, eso la terminará por enamorar.
El árbitro da el silbatazo y comenzamos de nuevo, quería mi hat-trick, así que corrí desesperadamente hacia los contrarios y les arrebaté el balón, ni siquiera me vieron llegar.
Corro a toda velocidad hacia la portería rival mientras mis colegas me siguen el paso.
"¡Eric, no te presiones, con calma!", grita Jona.
Probablemente ya sepa mis intenciones, pero si no lo hago entonces puede que no lo pueda conseguir.
Tras barridas y patadas que podrían haberme derribado yo sigo corriendo mientras realizo movimientos tan fluidos que cualquiera podría compararme con aquel astro brasileño del Joga bonito. Sin embargo, mi pecho me da una inmensa punzada que me hace trastabillar. Me dolió tanto que sentía que mi vista se oscurecía.
No, aún no, no consigo mi tercero, realmente lo necesito.
Corro hacia la línea de meta y el portero sale para interceptarme, entonces, únicamente levanto el balón con una comba tan hermosa que entra sin fuerza a la portería.
Era mi hat-trick, lo había conseguido. Mi respiración no cede, pero estoy tan feliz que no me importa, comienzo a trotar hacia mi posición, sin embargo, mi pecho comienza a palpitar con fuerza.
¿Qué significa? Me duele mucho, no puedo ni respirar, siento como si algo estuviera por explotar y mi brazo izquierdo se está adormeciendo. Entonces me detengo a media cancha mientras mis amigos me observan respirar ásperamente.
"¿Eric?", dice Jona, mirándome con intriga.
Así, llevo mi mano hasta mi pecho sobre mi corazón y lo presiono con fuerza, mi ritmo cardíaco era brutal, todo se nubla, todo se ensordece, ¿qué me está pasando?
Sin más, me desplomo sobre el pasto mientras aprieto mi pecho. No escucho nada, lo único que puedo ver es a mi entrenador saltando desde la banca mientras el cuerpo médico lo sigue.
Daniela me mira con miedo, no entiendo nada, me está dando mucho sueño, me siento muy cansado.
"… ¡Eric!... ¡Resiste!", exclamaba mi entrenador, o al menos era lo único que alcancé a escuchar.
Era como si me hubiera dormido, no veía, no sentía ni escuchaba nada, entonces abro lentamente mis ojos y percibo que tengo algo en mi boca como una máscara de oxigenación mientras me mueven en algo, así, puedo observar que me meten en una ambulancia donde nuevamente todo se nubla y pierdo el conocimiento.
¿Habré muerto? Todo es oscuro, no puedo ver nada, es como si estuviera consciente de todo, pero al mismo tiempo estuviera en un vacío absoluto. ¿Esto será la muerte? ¿Un punto en el plano complejo en el que no hay nada? Qué triste.
No siento, no huelo, no veo, no escucho ni saboreo nada, puede que sí haya muerto después de todo. Maldición, no hice nada con mi vida, me arrepiento de no haberle dicho lo que sentía a Daniela, incluso pude haber perdido mi virginidad con ella.
Pero ¿qué está pasando? Gradualmente comienzo a escuchar unos cuantos pitidos repetitivos. Es como si estuviera en un hospital. Poco a poco comienzo a recuperar mis sentidos por completo y entonces mis ojos se abren de forma gradual. Es interesante, hay mucha luz, todo está muy borroso, no puedo reconocer nada.
Con unos cuantos parpadeos ligeros recupero mi visión, el techo es gris y liso, el clima en este lugar es frío, es evidente que estoy en un hospital, el sonido de mi electrocardiograma rebota en la habitación y llevo una bata clínica mientras estoy acostado aquí tapado con una frazada blanca de algodón.
Giro mi cabeza hacia mi lado izquierdo y puedo ver la ventana con las persianas abiertas y una enorme cantidad de flores, globos y cartas deseando mi pronta recuperación.
"…", intento decir algo, pero por algún motivo no puedo.
Entonces, regreso mi mirada hacia mi lado derecho y puedo ver a una mujer madura, de cabello castaño y piel clara, era mi madre durmiendo en un pequeño sofá, debe haber estado cuidándome toda la noche. Mi madre dormía con su cabeza sobre el brazo del sofá mientras sus brazos envolvían su rostro.
"Mamá…", digo, sutilmente, con una voz frágil y ronca.
Ella lentamente abre sus ojos verdosos dejando esa postura para sentarse adecuadamente en el sofá mientras pasaba sus manos por su rostro.
"¿Hijo?", expresa, con una mirada asombrada pero agotada, debajo de sus ojos un par de ojeras se colgaban.
Ella no deja de mirarme hasta que entonces logra procesar que he despertado. Mi madre salta sobre mí sin previo aviso y me abraza.
"¿Mamá?", expreso lleno de confusión.
¿Qué estaba pasando? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Tengo muchas preguntas por hacer, además, la sensación de un ligero ardor sobre mi pecho que conforme pasa el tiempo se sigue incrementando, ¿qué rayos me pasó?
Y para rematar, mi madre rompe en llanto mientras me abraza con fuerza y acaricia mi cabello.
"¡Hijo! ¡Mi bebé, mi niño! ¡Gracias a Dios estás bien!", exclama mi madre entre llanto.
Ella no cesa, por lo que veo debo haber estado en un estado crítico como para que mi madre reaccione de esta forma al verme despertar.
Tras un rato, mi madre finalmente me libera, limpia sus lágrimas con sus manos y sacude su nariz con un pañuelo que saca de su bolso negro de una marca famosa y glamurosa.
"¿Qué ha pasado?", pregunto.
Ella me mira con tristeza y aprieta su pañuelo blanco impregnado en mucosidad con ambas manos.
"Tuviste un ataque cardíaco, afortunadamente los paramédicos lograron mantenerte con vida", responde, con una voz llena de ansiedad.
Bueno, al menos parece que he salido de ese bache, sin embargo, por algún motivo mi pecho me duele mucho, bueno me arde.
"Ya veo, pero ¿estoy bien?", pregunto.
"Es que me arde mucho mi pecho".
Llevo lentamente mi mano hasta mi pecho y lo toco, entonces una gran punzada atraviesa mi piel, era como si tuviera una herida abierta allí.
"Hijo… te han operado del corazón", responde mi madre.
Así que estuve lo suficientemente grave como para tener que operarme, vaya suerte la mía, y justo cuando estaba por cumplir mi sueño.
Mi madre acaricia mi mejilla y sonríe.
"Espera, iré por el médico", dice, caminando hacia la salida de la habitación.
Parece ser que mi vida dio un giro drástico, por algún motivo tuve un paro cardíaco, aunque de acuerdo con lo que sentí en ese momento fue algo similar a una arritmia.
Tras unos minutos, mi madre entra con el médico, quien viene acompañado de una enfermera. El médico es alto, mi madre apenas y le llega al hombro, tiene piel clara y cabello negro y corto. Tiene ojos marrones y pestañas gruesas, así mismo, la enfermera logra alcanzar la boca del médico sin problema. Ella es delgada y de piel clara como la nieve, castaña, y de ojos verdes.
"Hola, Eric, es bueno ver que has salido de tu coma", dice.
¿Coma? ¿Ha dicho coma? No puedo evitar mostrar un rostro lleno de miedo en cuanto menciona esa frase.
"Tus padres hicieron hasta lo imposible con tal de conseguirte un corazón sano, supongo que ya te lo ha dicho tu madre", dice.
"Tu sobrecarga física, en términos coloquiales, terminó provocándote una arritmia, que por supuesto, desencadenó un paro cardíaco al no descansar. Los paramédicos hicieron un excelente trabajo al mantenerte con vida hasta el hospital, donde, por cierto, continuaste teniendo ataques cardiopulmonares de forma constante, estuviste a punto de morir".
"Cuando logramos mantenerte de forma estable fue debido a que te pusimos en coma médico, sin embargo, sabíamos que si te despertábamos continuarías con este tipo de problemas".
"Tras analizar tu corazón muchas veces nos dimos cuenta de que tenías un problema allí, en las radiografías y todos los estudios localizamos una especie de cúmulo entre tus arterias, pensamos que era un tumor, así que realizamos una operación".
"Cuando tuvimos tu corazón abierto… no había nada, pensamos que era una falla de la máquina, usamos diferentes tipos de máquinas y, sin embargo, siempre mostraste los mismos resultados".
¿Acaso no está diciéndome que cometió un acto de negligencia conmigo? Me operaron y vieron que no tenía nada así que me cerraron la herida.
"Por supuesto, con ayuda de muchos médicos de alto prestigio de todo el país tomamos la decisión de realizar un trasplante de corazón".
"Lamentablemente no era tan fácil conseguirlo, por lo que fue necesario mantenerte un tiempo en coma, por supuesto, tus padres invirtieron mucho dinero, trajeron muchos médicos de otros países solo con salvarte".
"Trasplantamos tu corazón, y entonces, lo que menos esperábamos ocurrió, esa cosa seguía allí, nadie sabe qué rayos es, pero, algo que sí sabemos es que notamos una reacción al ser un corazón diferente, tu problema parcialmente se solucionó, por lo que optamos por retirarte el coma, sin embargo, esto no sería instantáneo, tardarías horas o días, y pues así pasó".
Me quedo mirando al doctor con una expresión congelada, así, llevo mi mano derecha a mi rostro y la restriego lentamente.
"¿Cuánto tiempo requirió todo eso?", pregunto.
El doctor tose ligeramente y cierra sus ojos.
"Cuatro meses", responde.
Perdí cuatro meses de mi vida, en realidad, estoy a menos de un año de salir de preparatoria. Mi sueño se ha roto, o eso es lo que pienso, el doctor no ha dicho nada.
"¿Puedo jugar?", pregunto.
La enfermera analiza toda la información de mi electrocardiograma y la anota en una rúbrica, así como observa mi suministro de suero mientras el médico se sienta en la orilla de mi camilla.
"Lo siento, no puedes volver a jugar, cualquier emoción intensa puede llevarte a la misma situación de hace meses. De hecho, tienes que someterte a un tratamiento intenso de medicamentos, ejercicios ligeros para ir mejorando tu salud progresivamente y que tu corazón se acostumbre, sin embargo, no puedes realizar ningún deporte que requiera una saturación cardíaca", responde.
Mientras el médico dice todo eso, comienzo a escuchar su voz alejarse de mí progresivamente.
He perdido mis sueños, soy un maldito defecto. No podré jugar, creo que tampoco podré realizar una sola actividad que me exalte un poco. Mi vida se ha arruinado ¿en qué momento pasó todo esto? Fue tan repentino, nunca me sentí mal, toda mi vida tuve un corazón muy estable, esto solo ocurrió para detenerme, sí, Dios está en mi contra.
¡Tengo todo para ser un excelente deportista y Dios se encasilla contra mí! ¡Yo te maldigo! ¡Eres un traidor! ¡Tal vez ni siquiera eres un Dios bondadoso, sino un demonio!
Me encuentro perdido en mis pensamientos, entonces, mi madre pone su mano en mi hombro y me hace regresar al mundo real. Su amable sonrisa me llena de paz, el médico talla su rostro con su mano derecha y carraspea.
"Eric, por el momento no podemos darte de alta, estarás unos días más aquí en observación mientras tu herida sana por completo", dice el médico.
"¿De cuánto tiempo estamos hablando?", pregunto.
"Dos semanas, aproximadamente", responde.
"Bueno, no es mucho tiempo, mientras pueda regresar a mi escuela y ponerme al corriente", digo tras liberar un suspiro.
El médico sonríe incómodamente y mi madre me mira con un rostro lleno de pena. ¿Es que me ocultan algo?
"¿Qué pasa?", pregunto.
La enfermera me sonríe y sale de la habitación cerrando la puerta tras su salida.
"No puedes regresar a tu vida diaria, tu condición no lo permitiría. No lo digo yo, lo dialogué con psicoterapeutas especializados en la materia, no es recomendable, una escuela común como a la que solías ir te puede provocar alteraciones cardíacas, por ello serás trasladado a un colegio de atención especializada a jóvenes con condiciones similares a las tuyas", responde el doctor.
Con esas palabras, sentí como si un enorme yunque cayera sobre mi cuerpo y me aplastara por completo. Mis sueños se iban de mis manos, la rabia invadió mi alma y sin darme cuenta ya estoy apretando las sábanas con mis puños.
"Puedo comprender que todo esto es una noticia muy impactante para ti, pero tus padres están de acuerdo con ello, es mejor tenerte a salvo que arriesgarte a que sufras un problema así de nuevo", dice el doctor.
Tras eso, toma su portapapeles y comienza a leer una lista de medicamentos que debo tomar de ahora en adelante, eso sin mencionar los analgésicos que estoy recibiendo vía intravenosa para el dolor de mi herida.
"Bueno, con todo esto dicho, me retiro, cualquier cosa, señora, sabe dónde encontrarme. Eric, eres un insaciable luchador, no te rindas, todo tendrá su recompensa", dice el doctor, para luego retirarse de la habitación.
Mi madre permanece en silencio mientras me observa con un rostro deprimente.
No me mires así, no soy un bicho raro. ¡Di algo, madre! ¡Por favor! ¡Hazme sentir como un humano y no como un maldito minusválido!
"Hijo, sé que todo esto es tan repentino, cielo, pero, poco a poco podrás salir adelante. El doctor me dijo también que si sigues tu tratamiento al pie de la letra tu corazón se hará más fuerte con el paso del tiempo y podrás retomar tu vida diaria", dice mi madre, tomando mis manos.
Lentamente quito mis manos y las llevo hasta mi rostro. Entre sollozos y ligeros espasmos las lágrimas comienzan a brotar y se escurren por mis mejillas. Un llanto silencioso era lo único que salió de mí tras todo eso. Puede que nadie me comprenda, pero mi juventud se acaba de ir a la mierda. Si alguien me hubiera precavido, si tan solo no me hubiera forzado tanto en ese maldito partido.
Mi madre me abraza y termino rompiendo en un llanto escandaloso.
"¡Mamá!", exclamo, entre una voz deformada por el llanto mientras mi madre intenta consolarme con su abrazo.
Como era de esperarse, ella también comienza a llorar sin previo aviso, creo que solo esto es lo único que puede hacer.
"Tranquilo, mi vida, todo estará bien, no nos importa cuánto nos cueste, haremos que regreses a la normalidad", dice mi madre.
El rostro de mi madre luce más viejo que de costumbre, es evidente que todo esto le ha provocado un desgaste emocional demasiado intenso. Tengo que ser fuerte, no quiero que se preocupe más por mí.
"Gracias, mamá. Prometo ser fuerte", digo, limpiando mis lágrimas con mis manos y sollozando.
Tras un par de minutos, finalmente nos recuperamos.
"Bueno, ahora que estás bien, le llamaré a tu padre y a tus tíos, todos han estado muy preocupados por ti, incluso Ao, no dejaba de preguntar por ti", dice mi madre.
Los padres de Ao siempre han sido tan cariñosos y considerados conmigo. Por su parte, Ao ha sido como un hermano para mí, su hermana también, ambos son como mi segunda familia. A diferencia de mí, Ao es un excelente jugador de fútbol, estuvo en primera división, pero prefirió seguir el negocio de mi familia.
Él siempre me ha apoyado en todo, quisiera verlo pronto.
Mi madre sale de la habitación y se lleva su teléfono para realizar muchas llamadas, por su parte, tomo el control de la televisión y la enciendo. Me pregunto si en este hospital tendrán algo de deporte, quiero saber si mi equipo ganó el torneo de clausura, ya deben haber iniciado el torneo de apertura, así que debo ponerme al corriente.
La televisión enciende y puedo ver sintonizado el canal 105 de televisión abierta, siempre transmiten porquerías a esta hora, es medio día, así que tiene sentido según la hora que marca el televisor. Rápidamente cambio de canal hasta encontrar el canal deportivo y lo dejo puesto.
Según el reporte, el mejor torneo de fútbol europeo, la 'Champions League', la ha ganado el Manchester City, bueno, no es de extrañar. No tengo mi teléfono por lo que acceder a la web es imposible.
Ligeramente muevo mi brazo derecho hacia un costado de la camilla y presiono un botón que comienza a reclinar mi cama lentamente hasta dejarme en una posición cómoda. El cielo luce azul por la ventana.
Sigo viendo la televisión hasta que mi madre regresa.
"Cielo, ya hablé con todos, tus tíos dicen que vendrán mañana, y tu papá viene en camino. Tu tutor académico dijo que pasará la información, que en un par de días vendrán a visitarte", dice mi mamá.
"Gracias, ma'", respondo.
Ella sonríe y toma su bolso.
"Iré por algo de comer", dice, dándome un beso en la mejilla y saliendo por la puerta.
Puede que todo esto me haya pasado factura, ya que mi cuerpo comienza a sentirse pesado y sin darme cuenta me quedo dormido. El sonido de la televisión se aleja gradualmente hasta desaparecer. Entonces, mi mente queda en un rotundo negro con chispas eléctricas brotando por todos lados.
Este sí que es un sueño extraño, nunca había soñado con cosas así, rayos púrpuras fluyendo de un lado a otro y por algún motivo podía escuchar el palpitar de mi corazón, cabe mencionar que los rayos aparecían con cada latido.
De la nada, mi mamá me despertó. Abro repentinamente los ojos y finalmente veo a mi madre frente a mí.
"Hijo, llegó tu padre", dice.
Mi madre se hace a un lado para permitirme observar a mi padre quien me mira con una expresión ligeramente deprimente. Él es un hombre alto, de cabello corto y negro, corto, con unas cuantas arrugas en su rostro y ojos azules.
"Hola, hijo", dice, caminando hacia mi cama y sentándose en esta.
"Hola, pa'", respondo.
"Me alegro de que te encuentres bien, al final todo parece que salió bien", dice.
"Sí, al parecer", respondo.
Mi padre suspira y sonríe, eliminando ese rostro tan melancólico.
"Pasaron un par de cosas mientras estabas inconsciente. Esta chica, Daniela, te escribía muchas cartas, más de la mitad de las que tienes allí son de ella", dice, mirándome con un rostro pícaro.
Mi padre al final de cuentas es un padre como cualquier otro, orgulloso de su hijo único, y por supuesto, siempre intentando avergonzarme por cosas que involucren a las mujeres.
"Bueno, es que la tengo loquita por mí", respondo entre risas.
Mi padre se ríe ligeramente y luego me sonríe.
"En unos días podrás ser dado de alta, lamentablemente, serás trasladado de forma inmediata hasta un centro especializado, creo que el médico ya te lo ha dicho".
Suspiro y asiento lentamente.
"Sí, pa', el doctor ya me lo informó, me lo tomé a mal, pero, bueno, puede que algo bueno salga de esto", respondo.
Mi padre asiente y me mira lleno de orgullo.
"Prometo que haré todo por que puedas regresar a las canchas, hijo mío, no me importa cuánto dinero tenga que derrochar. Cumplir tus sueños es lo más importante en mi vida y es lo mismo que debes tener en cuenta para tu vida, que nada te importe más que eso", dice.
"Gracias, papá", digo.
Mi padre se levanta y camina más hacia mí para acariciar mi cabeza.
"Estoy orgulloso de ti, hijo. Esto no te detendrá, saldrás adelante, demuestra que eres un Jaeger", dice.
Puede que mi padre no sea una persona tan cariñosa, pero, si algo sé, es que me ama por completo.
"Bueno, llevaré a tu madre a la casa, debe tomar un baño, yo tengo asuntos con el trabajo, y ahora que has despertado creo que es correcto que descanses y que el hospital vea por ti", dice mi papá tomando a mi madre de la cintura con suavidad.
"Está bien, papá, vayan, nos vemos mañana", respondo.
Mi madre me da un beso en la mejilla y acaricia mi cabello mirándome con melancolía.
"Te amo, mi bebé", dice.
"Y yo a ti, mamá", respondo.
Mi padre me da una pequeña palmada en la pierna derecha y entonces se marchan del lugar.
Así, continué viendo la televisión, como actualmente no hay información de fútbol nacional más que la del torneo actual, no sé quién ganó el torneo de clausura. Puse un canal de películas en el que estaban transmitiendo una película de acción, bueno, al menos tenía forma de no aburrirme.
Así, la enfermera que había entrado con el doctor hace un rato entra nuevamente.
"Hola, Eric, me llamo Jessica, vengo a preguntarte si necesitas que te ayude en algo", dice.
Ahora que lo menciona, realmente quiero leer mis cartas.
"Bueno, me gustaría que me pasara mis obsequios", respondo.
Ella sonríe y camina hacia la mesa de mi lado izquierdo y me pasa todos los obsequios uno por uno. Eran muchos arreglos y cartas. Entre todo eso encontré cartas de
"…", me mantengo en silencio con una gran sonrisa en mi rostro mientras llevo todas y cada una de sus cartas a mi nariz. Todavía tienen su dulce perfume tan femenino.
En todas las cartas ella me dice lo mucho que lamentaba la situación, y que esperaba que me recuperase pronto. Ya estoy mejor, podría venir a verme cuanto antes.
Pasé una hora aproximadamente leyendo todo lo que mis seres queridos me habían escrito, entonces, la enfermera salió por unos instantes y regresó con una bandeja con una ensalada, una gelatina de limón y un vaso de agua simple.
"Es hora de almorzar, Eric", dice.
"Muchas gracias", respondo.
Probé la ensalada y no tenía una sola pizca de sabor. Puede que sea por los efectos de la anestesia, pero, realmente no tenía sabor. La gelatina es exactamente igual. Al menos el agua no sabe mal.
Terminé de comer y dejé la bandeja sobre mi regazo para seguir viendo la televisión, entonces, la enfermera regresó y la levantó.
"Si necesitas algo, no dudes en presionar el botón rojo que se encuentra a tu lado derecho", dijo, dándose la vuelta y saliendo de la habitación.
Así, el día fluyó, para estos momentos ya es noche, las enfermeras del turno nocturno han llegado, y una de ellas entró a mi habitación.
"Buenas noches, jovencito, solo vengo para informarte que a estas horas no se permite que tenga el televisor encendido. Por su salud y pronta recuperación, la televisión debe apagarla dentro de unos minutos o por sí misma lo hará. Así mismo, no tiene permitido salir de la habitación, si requiere algo, no dude en presionar el botón de asistencia", dice.
Ella es una mujer madura, calculo que tiene unos 40 y tantos, su piel es ligeramente morena y su cabello negro, así como sus ojos.
"Entendido, muchas gracias", digo.
La enfermera salió de la habitación y cerró la puerta tras su salida.
"Bueno, en cierta forma me siento agotado, creo que es hora de dormir", digo, apagando la televisión y cubriendo todo mi cuerpo hasta mi pecho.
Tengo el corazón de otra persona en mi pecho, ¿habrá sido mujer u hombre? No tengo la más mínima idea. Aun así, el simple hecho de tener el corazón de alguien más significa que esa persona ha muerto. Me siento un poco mal por ello.
Tras unos minutos, el cansancio comienza a apoderarse de mi mente y comienzo a cerrar mis ojos gradualmente. El fresco de la habitación era perfecto, y no entraba una sola luz por la ventana, todo era muy cómodo.
No sé en qué momento reaccioné, pero, abrí mis ojos lentamente y pude ver una silueta de cuatro personas de pie en la ventana. Me llevé un susto enorme, tan grande que no pude evitar sentarme de golpe, puedo decir que incluso siento que mi corazón está por salirse de mi pecho.
"¡Ahhh!", exclamo completamente aterrado.
Sus sombras a contraluz me impiden identificar quienes son. Solo puedo ver puntos brillosos como si de leds se tratase. Tres de ellos tienen dichas luces de un color verde, pero, uno de ellos tiene un único punto de luz de color púrpura.
El sonido de mi monitor de signos vitales comienza a acelerarse conforme más miedo comienzo a sentir.
"¡Ayuda, ayuda!", exclamo, intentando levantarme de la cama, pero, las sábanas se han enredado en mis piernas.
"Más vale que te calmes, no quieres sufrir un paro cardíaco de nuevo", dice uno de ellos, con una voz masculina y madura.
"¡Ay, jefe! ¡Es tan lindo!", exclama una chica, con eso sé que son de diferentes sexos.
"Oye, silencio, el jefe vino a este punto de la historia solo para verlo, no para que andes de ofrecida", dice otro de ellos.
"Eric, relájate", dice, el mismo sujeto que habló primero.
Mierda, esto no me ayuda. No puedo relajarme, mi pecho va a explotar, no puedo.
Llevo mi mano a mi pecho y lo aprieto con fuerza. Mi ritmo cardíaco se había acelerado demasiado, entonces, el sujeto que aparentemente es el jefe del grupo une sus manos y de pronto la máquina deja de sonar, así mismo, puedo sentir como la temperatura disminuye gradualmente.
¿Qué rayos está pasando? No entiendo nada, aun así, mi ritmo cardíaco no cede, moriré a este paso. Todo se comienza a poner borroso, maldición.
"No hay de otra, adelante", dice el jefe.
Entonces, la chica estira su mano hacia mí y comienza a liberar un brillo tan intenso que me impedía verles el rostro. Tras un par de segundos, su mano dejó de brillar y puedo sentir como mi corazón comienza a disminuir su ritmo.
"¿Ya estás mejor?", pregunta el jefe.
No puedo hablar, tengo tanto miedo que me es imposible.
"Eric, no estás enfermo, eso tenlo por seguro. No puedo cambiar la historia de una forma tan drástica, de lo contrario ellos se darán cuenta. Solo recuerda lo que te diré".
¿Qué carajos está diciendo?
"Eric, ella no fue asesinada por los insurrectos, ella fue asesinada por tu ídolo. No creas nada de lo que te diga, cuando llegue el momento sabrás a qué me refiero, entonces, podremos poner fin a este bucle infinito", dice, dándose la vuelta.
"¿Qué has dicho?", pregunto, con una voz atemorizada y ronca.
"No puedo decirte más, pero, cada nueva línea temporal que se forma termina por ser manipulada de forma diferente, por eso ese sujeto siempre se me adelanta. Tú, esta es la única forma de adelantarme a él, Eric. No creas nada de lo que te digan", dice.
No entiendo nada, estoy muy asustado, aunque, puede que esto sea una pesadilla o algo por el estilo. Ese sujeto habla como si me conociera, y todo lo que dice, es como si viniera del futuro.
"Nos veremos pronto", dice, para que alrededor de toda la habitación comenzaran a salir rayos, entonces, todos desaparecen tras un chillido de provocado por la electricidad, todos se habían ido, excepto por la chica.
Ella se acerca lentamente hacia mí y entonces puedo ver su rostro.
Lleva una especie de suéter con gorro y una máscara metálica con dos visores en los ojos que brillan de ese tono verde. La chica se levanta un poco la máscara y me da un beso en la mejilla.
"Eres tan lindo, te juro que me casaría contigo si tuvieras ojos para mí, pero bueno, dulces sueños", dice.
La chica se coloca la máscara de nuevo y se da la vuelta, entonces, nuevamente comienzan a brotar rayos por todos lados.
"¡Espera!", exclamo, sin embargo, ella desaparece como ellos sin previo aviso.
Así, comienzo a sentirme cansado nuevamente, tan cansado que me es imposible mantenerme sentado y caigo sobre la cama, así mismo, el sonido de mi monitor se hace presente de nuevo y la temperatura regresa a la normalidad.
¿Estaba soñando? No, todo fue tan real, tal vez sean los analgésicos. Maldita sea, el cansancio es tan intenso que no puedo pensar en nada, es como si me hubieran dado algún sedante muy potente. Pero, todo eso ocurrió tan repentinamente. Vaya que la vida está llena de sorpresas.