Mientras tanto, en la tranquila casa de Victor, él se encontraba en la cocina, concentrado en preparar algo de comer. Los sonidos suaves del cuchillo cortando vegetales y la cacerola hirviendo lo mantenían ocupado, pero en su interior, su mente no dejaba de darle vueltas a la nueva realidad en la que se encontraba. Karen estaba cerca, jugando con la bebé en la sala, sonriendo mientras la niña reía. Para Victor, aquello representaba una vida que jamás había pedido.
"¿Todo bien por ahí?" preguntó Karen desde la sala, notando el silencio prolongado de Victor.
Él se quedó un momento en silencio, sus manos tensándose alrededor del cuchillo. "Sí, solo... solo intentando adaptarme."
Karen se levantó, caminando hacia la cocina, y le pasó un brazo por los hombros, abrazándolo suavemente. "Te estás esforzando mucho, y eso es lo que importa, Victor."
Victor se quedó quieto, sin apartarse, pero tampoco respondiendo al gesto. "Es solo que... nunca pedí esto. Ni una hija, ni esta vida. No sé cómo sentirme al respecto."
Karen suspiró, entendiendo sus palabras, pero sintiendo la carga de la situación. "Lo sé, pero ahora es nuestra realidad. La bebé no tiene la culpa de nada de lo que pasó."
Victor, con la mirada baja, asintió lentamente. "Es solo que ya he tenido hijos antes... y esto se siente... extraño. Como si estuviera cuidando algo que no fue decisión mía."
Karen lo miró fijamente. "Pero sigue siendo tu hija. No de Evil Victor, sino tuya."
Esa frase hizo que él la mirara por primera vez en la conversación. Había algo en su mirada, una mezcla de cansancio y confusión. "Supongo que... debo intentar ser diferente esta vez."
Karen sonrió levemente. "No estás solo en esto, Victor. Somos una familia, aunque no lo hayamos planeado así."
Victor asintió de nuevo, esta vez con una pequeña pero sincera sonrisa en los labios. A pesar de no haber pedido esta vida, sabía que ya estaba en ella, y que de alguna forma, tendría que encontrar un modo de seguir adelante.
"Ya pasó más de un día... Creo que Evil Victor no regresará", murmuró Víctor mientras se sentaba con la mirada perdida, el cuerpo aún adolorido por los eventos recientes.
A pesar de sus palabras, el peso de la incertidumbre no se aligeraba. Sabía que su versión maligna era impredecible y capaz de esperar el momento justo para causar más caos. No podía confiar en esa sensación de seguridad que lo intentaba consolar.
Karen, sentada a su lado, abrazaba a su hija recién nacida, observando a Víctor con preocupación. "¿Y si regresa? ¿Qué haremos entonces?" preguntó con un tono lleno de miedo.
Víctor suspiró, cerrando los ojos un momento. "Si regresa, lo detendré. No puedo permitir que haga más daño... pero algo me dice que está ocupado en otro lugar. Sea lo que sea, tenemos tiempo... por ahora."
Karen miró al bebé, sus pensamientos aún confusos por la situación. "No sé qué es lo que depara el futuro, pero nuestra hija merece algo mejor que este desastre..."
Víctor no pudo evitar sentirse extraño al escuchar esas palabras. Había sido padre antes, pero nunca en circunstancias tan complicadas. No estaba seguro de cómo manejar la situación, pero sabía que lo único que podía hacer era seguir adelante y esperar lo mejor.
Víctor, después de un mes de recuperación y calma relativa, decidió aventurarse fuera de su zona habitual. Se dirigió a un reino recién formado, un lugar que parecía haber sido olvidado por la modernidad. No tenía tecnología avanzada, ni edificios altos de cristal y acero. Era un reino simple, casi congelado en el tiempo, donde las casas eran de piedra y los caminos de tierra. Las banderas ondeaban sobre torres medievales, y los carruajes jalados por caballos recorrían las calles empedradas.
Víctor observaba con una mezcla de curiosidad y nostalgia. Las calles estaban llenas de comerciantes y campesinos. El aire olía a comida recién hecha y tierra mojada. A pesar de la aparente paz, sentía una inquietud en el ambiente, como si algo oscuro acechara bajo la superficie de esa aparente tranquilidad.
Se acercó al mercado, donde varios vendedores ofrecían desde frutas hasta armas forjadas a mano. "¿Qué estarán planeando aquí?", se preguntó Víctor en voz baja, mientras examinaba la espada de un herrero local. Había algo extraño en ese lugar, algo que no podía dejar de percibir.
Victor observaba desde una distancia prudente, inmóvil y en silencio. Los ecos del conflicto reciente aún resonaban en el aire cuando la reina y su familia hicieron su aparición. La majestuosa reina, de cabello dorado y semblante bondadoso, estaba acompañada de dos niños pequeños y un rey que mostraba una presencia digna.
La reina, con una expresión serena, se dirigió al rey:
-Mi amor, hemos pasado por tantas dificultades, pero ahora vemos el inicio de un nuevo capítulo para nuestro reino.
El rey asintió, tomando la mano de la reina en un gesto de apoyo:
-Sí, querida. Este reino tiene un futuro brillante por delante, y nuestra familia será su pilar.
Los niños, llenos de energía y curiosidad, miraban alrededor con ojos brillantes. Uno de ellos, el mayor, se dirigió a su madre con un tono inocente:
-¿Qué haremos hoy, mamá?
La reina sonrió y acarició el cabello de su hijo:
-Hoy, queridos, comenzaremos a construir el futuro que todos merecemos. Cada uno de nosotros tiene un papel importante que desempeñar.
Victor, observando la escena, reflexionó sobre el tiempo necesario para que el reino prosperara. Al notar la visión de la familia real y el ambiente esperanzador, murmuró para sí mismo:
-Para que este reino avance y florezca, se necesitarán al menos 100 años. Solo entonces podremos ver los frutos de este nuevo comienzo.
Se dio cuenta de que el destino del reino estaba en buenas manos y que su intervención había marcado el inicio de un nuevo ciclo. Mientras el sol comenzaba a ocultarse, Victor se preparó para regresar a su propia jornada, dejando atrás la escena de esperanza y renovación que había presenciado.
Victor observaba al rey con creciente sospecha, notando un comportamiento que no parecía del todo natural. La forma en que el rey se movía, la fría intensidad en sus ojos y los matices de su voz lo inquietaban. A pesar de la fachada de dignidad y calma, había algo en su presencia que no encajaba completamente con el ambiente de paz y esperanza que se estaba construyendo.
Mientras la reina y los niños estaban ocupados en sus tareas y conversaciones, Victor decidió acercarse discretamente al rey, fingiendo un interés casual en la conversación:
-Majestad, parece que todo está tomando forma espléndida. ¿Cómo se siente con el nuevo rumbo del reino?
El rey, con una sonrisa calculada, respondió:
-Todo está en orden, Victor. Cada detalle está siendo cuidado con la mayor precisión. Nuestro reino florecerá bajo nuestra guía.
Victor notó que la sonrisa del rey no llegaba a sus ojos, y su mirada tenía una frialdad inquietante. La forma en que el rey hablaba sobre el futuro del reino parecía desproporcionada a la calidez y la esperanza que el ambiente requería.
Victor, manteniéndose vigilante, comenzó a observar los pequeños detalles: el modo en que el rey evitaba el contacto visual directo, cómo sus manos temblaban ligeramente cuando creía que no lo veían, y la rigidez en su postura.
Intrigado y preocupado, Victor decidió que debía investigar más a fondo. Consciente de la necesidad de actuar con cautela para no alarmar a la familia real ni a los súbditos del reino, planeó descubrir el verdadero motivo detrás del comportamiento extraño del rey. Se propuso seguirlo en secreto y recoger información que le ayudara a entender mejor la situación.
En su mente, Victor meditaba sobre la posibilidad de que el rey ocultara algo más siniestro bajo su fachada de gobernante. La paz del reino podría estar en peligro si su intuición resultaba correcta.
Victor, intrigado por el comportamiento inusual del rey, decidió buscar en los archivos del reino de criaturas fantásticas para encontrar alguna pista que pudiera explicar la anomalía. En la vasta biblioteca, se sumergió en un antiguo tomo cubierto de polvo titulado "Crónicas de Seres Mágicos y Enigmas del Reino". Pasó varias horas hojeando las páginas hasta que encontró una sección sobre criaturas conocidas como skinwalkers.
Al leer sobre los skinwalkers, Victor descubrió que eran seres enigmáticos y temidos en el folklore de varias culturas mágicas. Aquí estaban los detalles que encontró en el libro:
Skinwalkers:
1. Descripción: Los skinwalkers eran conocidos por su habilidad para cambiar de forma, adoptando la apariencia de otros seres, ya sean humanos o criaturas mágicas. Esta habilidad les permitía infiltrarse en comunidades y asumir identidades para manipular y controlar a otros desde dentro.
2. Habilidades: Los skinwalkers podían imitar con gran precisión las apariencias y voces de los seres que tomaban. Su transformación no solo era física, sino que también podían influir en las emociones y pensamientos de sus víctimas, aunque esta influencia tenía sus límites y requería de mucho esfuerzo y concentración.
3. Debilidades: Aunque eran extremadamente astutos y difíciles de detectar, los skinwalkers no eran invulnerables. Eran sensibles a ciertos encantamientos y rituales de revelación que podían descubrir su verdadera identidad. Además, eran vulnerables a objetos de pureza y a ciertos símbolos sagrados.
4. Motivaciones: Los skinwalkers podían tener diversas motivaciones, desde la búsqueda de poder y control hasta la simple curiosidad o venganza. Su capacidad para transformarse en otros les permitía influir en los eventos y obtener lo que deseaban sin ser detectados.
Victor, al leer esta descripción, se dio cuenta de que el comportamiento extraño del rey encajaba con las características de un skinwalker. La forma en que el rey evitaba el contacto visual y su actitud fría y calculadora podían ser indicios de que no era quien decía ser.
Con esta nueva información, Victor comprendió que debía proceder con cautela. Tenía que encontrar pruebas concretas para exponer al skinwalker sin poner en peligro la paz y la estabilidad del reino. Decidió investigar más a fondo, buscando cualquier anomalía o indicio que pudiera confirmar sus sospechas y proteger el reino de la amenaza oculta.
Victor, al contemplar la información sobre los skinwalkers, no pudo evitar sentir una sombra de inquietud. Aunque había enfrentado y vencido a numerosos dioses y monstruos a lo largo de su vida, el concepto de skinwalkers le resultaba particularmente perturbador. La idea de seres capaces de asumir identidades y manipular a otros desde dentro era, sin duda, una de las formas más insidiosas de amenaza que podía imaginar.
Mientras meditaba sobre el contenido del libro, Victor pensaba en la magnitud de la amenaza que representaba un skinwalker. En su propio planeta, había visto y enfrentado a muchas criaturas poderosas y peligrosas, pero la posibilidad de que un enemigo pudiera infiltrarse y sembrar discordia desde dentro le resultaba inquietante. El poder de los skinwalkers para cambiar de forma y asumir el rol de otros era un peligro que no solo amenazaba la estabilidad de un reino, sino que también tenía el potencial de desestabilizar cualquier sociedad si se dejaba sin control.
"Si una criatura como esta hubiera existido en mi planeta natal", reflexionaba Victor, "la devastación habría sido inmensa. La capacidad de un skinwalker para destruir la confianza y manipular a las personas desde dentro es algo que puede llevar a un caos inimaginable."
Victor también consideraba cómo, a pesar de su formidable fuerza y habilidades, el enfrentarse a una amenaza tan sutil y evasiva como un skinwalker requeriría un enfoque diferente. No solo se trataba de luchar y derrotar a un enemigo en combate directo, sino de descubrir y exponer a alguien que se escondía bajo una fachada aparentemente inofensiva. Esto requeriría astucia, paciencia y una cuidadosa investigación.
Con esta nueva perspectiva, Victor sabía que debía actuar con cautela. La revelación de la verdadera identidad del rey skinwalker no solo sería crucial para la seguridad del reino, sino que también sería una prueba de su habilidad para enfrentarse a amenazas que no podían ser resueltas únicamente con fuerza bruta.
El gran salón del palacio, adornado con tapices y candelabros de cristal, reflejaba la luz del atardecer que se filtraba por los altos ventanales. La reina Bianca, con su majestuoso vestido dorado, presidía una reunión con sus consejeros cuando Victor, con rostro grave, se presentó ante ella.
Victor: "Mi Reina, pido disculpas por mi intempestiva llegada. Hay un asunto de suma importancia que requiere de su atención inmediata."
Bianca, con su porte regia y serena, hizo un gesto a sus consejeros para que se retiraran y se volvió hacia Victor, manifestando interés en su visita.
Bianca: "Haced, Victor, y expón lo que os inquieta. ¿Qué es lo que perturba vuestra paz?"
Victor se inclinó respetuosamente, su tono denotando seriedad.
Victor: "He realizado investigaciones y he encontrado referencias a una entidad temida, un ser conocido como skinwalker. Me temo que hay razones para creer que una de estas criaturas podría encontrarse entre nosotros."
Bianca frunció el ceño al escuchar estas palabras, el temor y la preocupación surgiendo en sus ojos.
Bianca: "Un skinwalker... Esto es sumamente inquietante. ¿Qué indicios habéis encontrado para llegar a tal conclusión?"
Victor describió brevemente su hallazgo y la amenaza que representaba.
Victor: "Los skinwalkers tienen la capacidad de adoptar las formas y apariencias de otras personas, y su habilidad para infiltrarse y manipular desde dentro hace que sean peligrosos y difíciles de detectar."
Bianca, alarmada, asintió lentamente.
Bianca: "Esta información es de grave preocupación. Nunca antes había oído hablar de tal amenaza en nuestro reino. ¿Qué proponéis para enfrentar esta posible amenaza?"
Victor reflexionó un momento, sus pensamientos centrados en el mejor curso de acción.
Victor: "Debemos permanecer en guardia y vigilar cualquier conducta que se desvíe de lo habitual. Sería prudente realizar una investigación meticulosa para verificar la autenticidad de aquellos en posiciones de influencia. También podría ser beneficioso recurrir a expertos en la materia, si tales se hallan en este reino."
Bianca, mostrando una determinación serena, asintió con firmeza.
Bianca: "Tomaré medidas inmediatas para investigar esta amenaza. La seguridad de nuestro reino y de nuestros súbditos es de suma importancia. Agradezco vuestra advertencia, Victor."
Victor, aliviado por la respuesta decidida de Bianca, expresó su agradecimiento.
Victor: "Os agradezco vuestra disposición a tomar acción, Su Majestad. Estoy a vuestra disposición para asistir en lo que sea necesario. La amenaza de los skinwalkers no debe ser tomada a la ligera."
Bianca sonrió con gratitud y confianza.
Bianca: "Vuestra ayuda es muy apreciada, Victor. Juntos, nos aseguraremos de proteger nuestro reino de cualquier peligro oculto."
Victor se inclinó una vez más y, con una reverencia, se retiró del salón, dejando a Bianca con la certeza de que la amenaza había sido identificada y que se tomarían medidas para salvaguardar la paz y la seguridad de su reino.
¿Fin...?