Evil Victor, tras saltar entre dimensiones, llegó a un universo desconocido, uno de los tantos creados en los infinitos pliegues de la realidad. Se encontró sobre un planeta que, a primera vista, parecía ser un paraíso habitable: vastos océanos resplandecientes, islas verdes y montañas majestuosas que tocaban las nubes.
Al descender desde el cielo, una sonrisa retorcida se dibujó en su rostro. La energía oscura que lo envolvía distorsionaba el aire a su alrededor, creando una aura de caos palpable.
"Un nuevo mundo... perfecto para el caos," murmuró con satisfacción, mientras su mirada recorría el horizonte.
Este lugar, prístino y lleno de vida, sería el escenario perfecto para desatar su poder. Sabía que no había nadie lo suficientemente fuerte como para detenerlo. El planeta era suyo para moldearlo según sus caprichos. La sonrisa en su rostro se ensanchó mientras sentía la energía fluir por sus venas, listo para transformar este nuevo mundo en un reflejo de la destrucción que habitaba en su interior.
Evil Victor extendió su mano hacia el cielo, y una nube oscura comenzó a formarse, bloqueando la luz del sol. La tormenta que se desató a su alrededor era solo el comienzo.
Evil Victor, al notar que este nuevo mundo estaba habitado por humanos que parecían vivir en una era victoriana, fijó su mirada en un castillo prominente que se erguía en el horizonte. Las torres góticas y la gran muralla que lo rodeaba lo hicieron sonreír con aún más desprecio.
"¿Un castillo?", murmuró para sí mismo mientras avanzaba lentamente, sus ojos brillando con malicia. "Acaso esto será un buen lugar para pasar el rato."
Sin más, se movió con una rapidez inhumana hacia el castillo, decidido a erradicar no solo a los habitantes del castillo, sino a todo el pueblo que vivía a sus pies. El aire a su alrededor se volvió pesado, cargado de una energía oscura y sofocante, mientras caminaba por el sendero empedrado que conducía a la fortaleza. Las primeras señales de su poder comenzaron a manifestarse: el cielo se oscureció aún más, los animales huyeron en todas direcciones, y un frío sobrenatural se adueñó del lugar.
Cuando llegó frente a las puertas del castillo, deteniéndose un momento, levantó la mano derecha, una esfera de energía negra formándose en la palma.
"Este lugar ya está muerto... solo aún no lo saben," dijo en voz baja, con una sonrisa cruel en sus labios.
Estaba listo para desatar su furia y hacer que este lugar fuera su próximo campo de destrucción.
Justo cuando Evil Victor estaba a punto de avanzar hacia el castillo, sintiendo el impulso de erradicar a los habitantes del lugar, una fuerza repentina lo detuvo. Una mano firme lo agarró por el cuello, apretando con una fuerza sobrehumana que lo hizo detenerse en seco. Sus ojos se abrieron con sorpresa y rabia, mientras intentaba moverse, pero la presión seguía aumentando.
Detrás de él, una chica de apariencia aparentemente frágil, con una mirada fría e implacable, lo sostenía con una mano. A pesar de su pequeña estatura, su poder era innegable.
"¿Pensaste que podrías destruir este lugar tan fácilmente?" murmuró con una voz que no correspondía a su apariencia. La asfixia era real, incluso para alguien tan poderoso como Evil Victor.
Evil Victor, sin poder hablar, intentó liberar una explosión de energía, pero algo en ella parecía neutralizar su poder. La furia y la incredulidad crecieron en su interior. Nadie lo había hecho sentir tan impotente en mucho tiempo.
"Este no es un lugar para que juegues," dijo la chica, acercándose más, apretando con aún más fuerza. "Pero si insistes, puedo mostrarte qué tan equivocada fue tu elección."
La oscuridad en los ojos de Evil Victor se mezcló con un toque de miedo. Había encontrado un adversario inesperado.
Evil Victor, mientras sentía las manos apretando su cuello, soltó una carcajada burlona. "¿Esto es lo mejor que tienes?" dijo, entre risas ahogadas. Observó a la chica con el cabello rojo y ojos verdes, su atuendo adornado con joyas y telas reales. "¿De verdad piensas que un simple vestido de reina victoriana va a intimidarme?"
La chica apretó con más fuerza, su mirada llena de odio y determinación. Sin embargo, la sonrisa en el rostro de Evil Victor no desapareció. Al contrario, sus ojos brillaron con diversión sádica mientras reunía energía en su cuerpo. "Tienes agallas, te daré eso. Pero... ¡yo soy la muerte misma!"
De repente, una oleada de energía oscura lo envolvió, desatando una explosión que lanzó a la chica varios metros atrás. Evil Victor se levantó, frotándose el cuello con calma y mirándola con malicia. "Ahora, querida reina... ¿quién va a asfixiar a quién?"
Victoria, con una mirada fría, levantó su puño con fuerza. En un movimiento rápido y preciso, golpeó a Evil Victor directamente en el plexo solar. El impacto fue tan fuerte que le cortó la respiración al instante. Antes de que pudiera reaccionar, ella lo agarró del cuello y lo hundió contra el suelo, aplastando su espalda contra el terreno.
Evil Victor soltó una risa entrecortada, aún tratando de recuperar el aliento, pero sus ojos reflejaban sorpresa ante la fuerza de la mujer que tenía delante. Victoria lo observó desde arriba, sin rastro de piedad en su mirada.
Victoria, con una mirada fría y calculadora, sujetó con fuerza el cuello de Evil Victor. "¿Quién demonios te crees que eres?" dijo mientras lo levantaba del suelo con una facilidad aterradora.
Evil Victor sonrió con desprecio mientras sacaba la lengua burlonamente, sus ojos llenos de burla, aunque sentía la presión en su garganta. "Oh, vaya... No todos los días alguien se atreve a tratarme así". Entre risas ahogadas, sus palabras salían entrecortadas.
Victoria, sin decir una palabra más, lo lanzó contra el suelo con una fuerza descomunal, haciendo que la tierra temblara bajo sus pies. Evil Victor, aún riéndose, murmuró mientras permanecía tumbado: "¿Eso es todo? ¿Es así como buscas paz?".
Evil Victor, aún asfixiado por la implacable presión de Victoria, golpeó el suelo con desesperación. Al sentir una sección hueca, con un rápido movimiento, lanzó un poderoso golpe que rompió el piso debajo de ellos. Ambos cayeron en un abismo oscuro, envueltos en el silencio absoluto.
En medio de la caída, Evil Victor sonrió con malicia mientras concentraba su energía, prendiendo en llamas todo a su alrededor. El fuego iluminó la oscuridad, revelando paredes de piedra antiguas y túneles interminables, como si estuvieran descendiendo en una mazmorra ancestral.
Victoria, sin soltarlo, lo miró con desdén, sus ojos verdes brillando intensamente en contraste con las llamas. Evil Victor, apenas recuperando el aire, la observó con admiración sarcástica. "Interesante", murmuró, "¿a dónde crees que nos lleva este agujero, reina?"
Ella no respondió, simplemente apretó aún más su agarre, pero Victor, con una mezcla de dolor y emoción, lanzó una carcajada. "¡Esto recién comienza!"
Evil Victor se levantó con una sonrisa torcida, sus ojos brillando con un destello malicioso. "Ja, vamos, reina," dijo burlonamente, mientras el polvo de las rocas caía alrededor de su cuerpo.
Victoria, con su cabello rojo ondeando como una llama viva y sus ojos verdes llenos de determinación, lo observaba con desdén. "No te creas invencible solo porque tienes poder," replicó ella, avanzando con gracia, aunque con una fuerza que era palpable en cada paso.
Evil Victor rió. "¿Invencible? Solo me divierto. Es más interesante cuando luchan antes de caer."
Victoria no respondió con palabras. En cambio, lanzó un ataque veloz, su puño atravesando el aire hacia Evil Victor, quien bloqueó con facilidad, pero fue empujado unos metros hacia atrás. "Tienes fuerza, pero no es suficiente, reina," comentó, todavía sonriendo.
Victoria frunció el ceño. "No sabes con quién te has metido."
Evil Victor cargó una bola de energía en su mano. "Pues ilumíname," dijo, preparándose para contraatacar, mientras el ambiente se volvía cada vez más tenso, la batalla apenas comenzando.
Victoria, con una determinación feroz, se abalanzó sobre Evil Victor. Con su pelo rojo ondeando y sus ojos verdes fulgurantes de rabia, agarró a Evil Victor del cuello con una mano fuerte y lo levantó del suelo. Su mirada era una mezcla de desprecio y furia.
"No tienes ningún derecho a venir aquí y sembrar caos en nuestro mundo," dijo con voz firme, mientras apretaba el cuello de Evil Victor con una fuerza implacable.
Evil Victor, a pesar de la presión, se rió con desdén. "¿Crees que puedes detenerme con esto? Eres solo una molestia."
Victoria frunció el ceño, su enojo palpable. Con un rápido movimiento, golpeó el pecho de Evil Victor con un puño cerrado, el impacto resonando en el aire. "¡No subestimes mi determinación!"
Mientras Evil Victor se tambaleaba, Victoria aprovechó el momento para agarrarlo del cuello de nuevo, y sin previo aviso, lo lanzó con fuerza contra el suelo, el eco del choque resonando en el entorno.
"¡Este lugar no será tu campo de juego!" Victoria gritó, acercándose con furia. "Aquí no permitiremos que un monstruo como tú destruya lo que hemos construido. Y si intentas hacerlo, te enfrentarás a mí."
Evil Victor, tambaleándose y sintiéndose humillado, miró a Victoria con una mezcla de furia y sorpresa. "Veremos si tienes lo que se necesita para detenerme."
Victoria, con sus ojos verdes llenos de furia, se lanzó hacia Evil Victor. Su determinación era palpable mientras, con una rapidez asombrosa, esquivaba los ataques de energía que Evil Victor lanzaba a su alrededor. Cada explosión de energía hacía temblar el suelo y el castillo que se erguía imponente a lo lejos, pero Victoria no se dejaba intimidar.
"¡Eres una amenaza para este lugar!" gritó Victoria mientras esquivaba un rayo de energía que rasgó el aire. Sin perder ni un segundo, se acercó a Evil Victor, y con un golpe certero, impactó directamente en su estómago. La fuerza del golpe lo hizo tambalear, pero no terminó ahí. Victoria aprovechó la oportunidad para darle un puñetazo en la nariz, y luego, con un giro rápido, lo golpeó en la sien, derribándolo al suelo.
Evil Victor, atónito por la rapidez y la ferocidad del ataque, se retorcía en el suelo, mirando a Victoria con una mezcla de sorpresa y desprecio. "¿Quién te crees para detenerme?" rugió, mientras intentaba recomponerse, pero su voz estaba teñida de dolor y furia.
Victoria se acercó, su rostro era un reflejo de determinación y desprecio. "No toleraré que tu caos ensucie este mundo", dijo con una frialdad implacable. "Aquí no tienes lugar. Y si tienes alguna duda, solo espera a ver lo que te espera."
Con esa advertencia, Victoria se preparó para continuar la batalla, dispuesta a defender su hogar y su gente hasta el último aliento.
Victoria, con una furia incontrolable, agarró a Evil Victor por la camisa y lo levantó del suelo. Con un movimiento rápido, lo arrastró hacia el castillo, el suelo siendo testigo de la brutalidad de su ira. Cada paso que daba, Evil Victor se arrastraba contra el suelo, dejando un rastro de destrucción a su paso.
A medida que se acercaban al castillo, Evil Victor intentó liberarse, moviéndose con agilidad y preparándose para atacar. De repente, se levantó con intención de golpear a Victoria en la sien, pero ella, con reflejos rápidos como el rayo, bloqueó el ataque con una fuerza devastadora. En un movimiento casi instantáneo, Victoria lanzó un golpe directo al plexo solar de Evil Victor, dejándolo sin aliento y tambaleándose hacia atrás.
Victoria agarró a Evil Victor del cabello y lo arrastró con fuerza hasta el castillo. A medida que avanzaban, la furia en sus ojos se hacía más evidente. Una vez dentro, lo arrojó al suelo frente a ella y comenzó a manipular la energía a su alrededor.
"Así que eres uno de esos seres que destruyen sin piedad," dijo Victoria con voz fría y cargada de desdén. Mientras hablaba, creaba un collar de energía oscura, su forma resplandeciente y amenazante.
Evil Victor, aún aturdido, trató de levantarse pero no pudo. "¿Qué pretendes hacer? No tienes idea de quién eres realmente," replicó, su tono desafiante a pesar de su situación.
Victoria le lanzó una mirada llena de odio. "No necesito saber quién eres para entender que eres una amenaza. La gente de este lugar no merece tu clase de maldad."
Con rapidez, Victoria colocó el collar alrededor del cuello de Evil Victor. Este comenzó a brillar con intensidad, el collar parecía estar sellando sus poderes y limitando su movilidad. "Este collar te mantendrá bajo control, al menos por un tiempo. Y mientras tanto, tendrás tiempo para reflexionar sobre lo que has hecho."
Evil Victor luchó contra el collar, pero la energía que emanaba de él lo mantenía inmovilizado. "Esto no se quedará así. Tu castillo y tu gente... lo pagarán caro por esto."
Victoria se inclinó hacia él, su voz baja pero llena de autoridad. "No te hagas ilusiones. Aquí serás un recordatorio de lo que sucede cuando alguien cruza la línea. Tu tiempo de caos ha terminado."
Evil Victor gruñó de frustración mientras Victoria se apartaba, dejando claro que su amenaza había sido neutralizada por ahora.
Evil Victor, con furia en los ojos, se revolvía bajo el control de Victoria. La chica, con su pelo rojo y ojos verdes fulgurantes, le estaba imponiendo una dolorosa lección. Con un gesto de desprecio, Evil Victor maldijo en voz alta:
"Te odio, ¿sabes? ¡No tienes idea de con quién te estás metiendo!"
Victoria, sin inmutarse, lo miró con una expresión de desprecio. Su fuerza era evidente en cada movimiento que hacía mientras lo mantenía inmovilizado. "¿De verdad? ¿Qué te hace pensar que me importa? Eres un simple villano que piensa que puede arrasar con todo a su paso."
Evil Victor forcejeó bajo el peso de Victoria, intentando liberarse. "¡Soy el más poderoso! No tienes ni idea del caos que puedo desatar. ¡Suéltame y verás lo que soy capaz de hacer!"
Victoria lo miró con una sonrisa fría. "No me impresiona tu arrogancia. Solo eres otro patético ser que cree que puede dominar el mundo a base de fuerza bruta. Yo no me dejaré intimidar por alguien como tú."
Mientras Evil Victor intentaba zafarse, Victoria lo arrastró por el suelo hacia el castillo, dejando un rastro de destrucción detrás. El villano, frustrado, intentó golpearla en la sien con su último esfuerzo, pero Victoria fue más rápida. Con un golpe certero al plexo solar, lo hizo retroceder, dejándolo sin aliento.
"¿Ves? No puedes competir contra alguien que sabe lo que hace. Tu ego es tu peor enemigo", dijo Victoria, mientras lo mantenía bajo control. "No estás en tu mundo de caos aquí. Aquí, yo decido lo que pasa."
Evil Victor, respirando con dificultad, lo único que pudo hacer fue mirar con odio a Victoria, reconociendo, aunque a regañadientes, que había encontrado a una oponente que no se dejaba intimidar por su poder.
Evil Victor, con la ropa arrugada y una expresión de humillación, se levantó tambaleándose y dijo con furia:
"Me siento humillado con esta cosa puesta. ¡Diría que me siento indignado, pero no puedo hacer nada con esta ridícula vestimenta! ¡Vas a pagar por esto, te lo aseguro!"
Victoria, sin mostrar piedad, lo miró fijamente y replicó con desdén:
"¿Indignado? ¿De verdad? En este mundo, la ropa no es lo que determina tu valor. Es tu habilidad para enfrentarte a los problemas lo que cuenta. Y tú, sin duda, estás fallando en eso."
Con una sonrisa desafiante, Victoria preparó su siguiente ataque mientras Evil Victor intentaba recuperar el aliento y la compostura.
Victoria arrastró a Evil Victor hacia una habitación en el castillo, el suelo resonando con el ruido de sus pasos pesados y el cuerpo de Evil Victor arrastrado contra el suelo. Al llegar a la habitación, Victoria lo empujó hacia el suelo con una fuerza brutal, y mientras él se retorcía, se inclinó sobre él, agarrándole la barbilla con una mano firme, forzándolo a mirarla a los ojos.
"¿Creíste que podrías venir a mi hogar y destruirlo sin consecuencias?" Victoria dijo con voz fría y llena de desprecio. "Te subestimas mucho, criatura."
Evil Victor, intentando recuperar el aliento, la miró con odio. "¿Quién te crees para detenerme? Este mundo será destruido, sin importar lo que hagas."
Victoria sonrió con una mezcla de ira y diversión. "¿Destruirlo? Primero tendrás que pasar por encima de mí. No te permitirá que hagas lo que te plazca aquí."
Evil Victor intentó liberarse de su agarre, pero Victoria presionó más fuerte. "Te puedo sentir temblar. Y lo mejor de todo es que te voy a hacer pagar por cada destrucción que has causado. Así que empieza a temer, porque esto es solo el principio."
Victoria lo arrastró con más fuerza hacia una esquina de la habitación, donde lo dejó atado, sus ojos resplandeciendo con una determinación implacable. "Ahora, quédate aquí y piensa en lo que has hecho. Cuando esté lista, vendré a darte tu merecido."
Evil Victor, encadenado y en el suelo, miró con desdén a Victoria, quien, con una mirada fría y decidida, comenzó a reconstruir el daño que había causado. Cada vez que un edificio caía, Victoria lo levantaba con habilidad, sus movimientos eran rápidos y precisos. La energía de Evil Victor había causado estragos, pero ella parecía no tener problemas para restaurar el lugar a su estado anterior.
Mientras Victoria trabajaba, Evil Victor intentó moverse, pero las cadenas lo mantenían firmemente sujeto. Su furia era palpable, pero no podía hacer nada más que mirar impotente.
Con el trabajo de reconstrucción terminado, Victoria se dirigió al interior del castillo. Se dio una ducha rápida para quitarse el sudor y la suciedad de la batalla, dejándola más fresca y renovada. Mientras se duchaba, Evil Victor seguía encadenado, esperando el momento en que Victoria decidiera qué hacer con él.
Victoria se cambió a un atuendo más adecuado para la ocasión, un vestido sencillo y práctico que le permitiera moverse con agilidad. Mientras tanto, Evil Victor, con gran esfuerzo, logró romper las cadenas que lo mantenían atado.
Evil Victor, notando la ruptura de sus cadenas, se lanzó por las escaleras con una rapidez inhumana, decidido a escapar y causar más caos. Sin embargo, Victoria estaba lista. Con un suspiro de determinación, activó el collar mágico que le había colocado a Evil Victor. La cadena mágica se tensó, atrayendo a Evil Victor hacia ella con una fuerza inexorable.
Victoria, con una expresión de férrea concentración, se preparó para el enfrentamiento final. La cadena mágica brillaba con un resplandor etéreo mientras Evil Victor luchaba por liberarse, pero la fuerza de la magia era ineludible.
Victoria apretó el cuello de Evil Victor con el collar, y este comenzó a sofocarse. Con una mirada firme y decidida, Victoria se inclinó hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de determinación y compasión. Su voz, aunque autoritaria, llevaba un matiz de esperanza.
-Aprenderás a comportarte -dijo, su tono inquebrantable-. Te haré una persona con modales, una persona a quien deban seguir. ¿Entiendes?
Evil Victor, luchando por respirar, intentó liberarse del collar, pero la fuerza de Victoria era implacable. Sus manos se aferraron al collar, sus dedos temblando mientras sus pulmones clamaban por aire. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, Evil Victor supo que no tenía otra opción más que someterse, al menos por ahora.
-Nunca... -jadeó, su voz apenas un susurro-. Nunca me someteré a ti.
Victoria aflojó ligeramente el collar, permitiéndole tomar una bocanada de aire antes de apretarlo de nuevo, esta vez con más fuerza.
-No tienes elección -respondió ella, su voz ahora más suave, casi maternal-. Sé que hay algo más en ti, Victor. Lo he visto. Y no descansaré hasta que tú también lo veas.
Evil Victor cerró los ojos, su mente inundada de recuerdos de sus actos oscuros y crueles. Recordó los días en que sembraba el caos y el miedo, cuando su corazón estaba lleno de odio y venganza. Pero esos días no parecían tan lejanos ahora, eran su realidad constante.
-¿Por qué haces esto? -preguntó finalmente, su voz quebrada por la emoción y la falta de aire.
Victoria aflojó el collar una vez más, permitiéndole respirar con más facilidad. Se arrodilló frente a él, sus manos aún firmemente sujetas al collar, pero su expresión ahora era de pura compasión.
-Porque creo que puedes cambiar -dijo ella suavemente-. Porque sé que hay algo más en ti, algo que puede ser mejor. Y porque el mundo necesita a alguien fuerte, pero no a un monstruo.
Evil Victor abrió los ojos, mirando a Victoria con una mezcla de incredulidad y desprecio. Por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de algo que había creído imposible: la duda.
Victoria mantenía un firme agarre sobre el collar de Evil Victor, su expresión reflejaba una mezcla de furia y determinación. Él, con una actitud desafiante, se mantenía inmóvil, rechazando cualquier intento de diálogo. La tensión en el aire era palpable.
Victoria, exasperada, gritó:
- ¡¿Qué demonios estás haciendo?! ¡¿Por qué sigues con esta actitud?! ¡No puedes seguir actuando como si nada importara!
Evil Victor, con una sonrisa cruel, respondió:
- No tengo por qué seguir tus reglas, Victoria. La vida es un juego para mí, y tú solo eres una pieza más en este tablero. No necesito modales ni preocuparte por los demás.
Victoria apretó aún más el collar, su voz temblando de rabia:
- ¡Eres un monstruo! No entiendes lo que significa realmente preocuparse por los demás. Estás deshumanizado. ¡Deja de jugar con las vidas de la gente!
Evil Victor se encogió de hombros con desdén:
- ¿Humanidad? No tengo tiempo para esas debilidades. El mundo es cruel, y solo los fuertes sobreviven. Si no puedes aceptar eso, es tu problema.
Victoria, con lágrimas en los ojos, gritó con toda su fuerza:
- ¡Entonces nunca podrás comprender el verdadero valor de la vida! ¡Y eso es lo que te hará perder en el final!
Victoria, al ver que sus palabras no lograban el impacto deseado, decidió atacar directamente al ego de Evil Victor. Lo miró fijamente, con una mezcla de desdén y desafío, y le dijo con una voz cargada de desprecio:
- ¿Sabes qué es realmente patético? Que un ser como tú, con todo tu poder y arrogancia, haya sido superado por una simple chica que ni siquiera era una diosa. Ella venció a un dios, y tú ni siquiera puedes entender lo que eso significa. ¡Eres una broma comparado con ella!
Evil Victor frunció el ceño, sus ojos destellaron con una mezcla de sorpresa e indignación. El golpe al ego fue evidente. Su actitud desafiante se tambaleó, aunque intentó mantener la compostura.
- ¡Eso es ridículo! ¿Crees que me afectan tus palabras? ¡Soy invencible!
Victoria no se dejó intimidar y continuó con su ataque verbal:
- La verdad duele, ¿verdad? Tienes la actitud de un dios, pero solo eres un pobre patético que se esconde detrás de su poder. Si una simple chica puede lograr lo que tú no puedes, eso solo demuestra lo pequeño que eres en realidad.
Evil Victor se levantó, visiblemente molesto, sus palabras atrapadas en su garganta mientras intentaba encontrar una respuesta. Su rostro mostraba una mezcla de furia e impotencia, incapaz de articular una defensa adecuada.
Victoria, observando su reacción, soltó una risa despectiva y dijo:
- ¿Te ardes por algo que es verdad? Eso solo demuestra que sabes que te he dado en el clavo. Tu orgullo está tan herido que ni siquiera puedes contraatacar. ¿Cómo te sientes al ser rebajado a una mera sombra de lo que creías ser?
Evil Victor, con un gesto de arrogancia, le dijo a Victoria:
- Cállate. No tienes idea de con quién estás tratando.
Sin embargo, Victoria no se inmutó. Con una sonrisa burlona, le dio una cachetada y le apretó aún más el collar. Luego dijo con tono juguetón:
- Es divertido ver cómo te enojas. Tal vez tu ego no pueda soportar la verdad, pero a mí me encanta verlo tan agitado. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Evil Victor, temblando de rabia, intentó contener sus lágrimas mientras la frustración lo consumía. Victoria, con una mezcla de decepción y determinación, lo miró fijamente.
- ¿Qué te pasa, Victor? -dijo Victoria con calma, su voz cargada de una autoridad que parecía penetrar en lo más profundo de Evil Victor. - ¿Pensaste que podrías jugar con el destino y salir ileso? Mira cómo te comportas, es patético.
Evil Victor, con la mandíbula apretada, intentó responder, pero las palabras se atoraron en su garganta. Las lágrimas de furia seguían cayendo por su rostro. Victoria continuó, sin dejar que el silencio lo interrumpiera.
- Eres un ejemplo claro de cómo el poder puede corromper a alguien. Creíste que al convertirte en un monstruo, podrías dominarlo todo sin consecuencias. Pero aquí estás, llano y derrotado, sin poder siquiera mantener tu fachada.
Con un tono más severo, Victoria añadió:
- ¿Sabes qué es lo más triste de todo esto? Que ni siquiera te das cuenta de lo bajo que has caído. Te crees superior, pero en realidad, no eres más que un reflejo de tu propia incapacidad para aceptar la realidad. No puedes soportar la idea de ser vencido, y eso te consume.
Evil Victor, con los ojos desorbitados y el rostro enrojecido, trató de liberarse, pero el collar lo mantenía firme. Victoria ajustó su agarre, aumentando la presión del collar ligeramente para asegurarse de que no pudiera moverse.
- Hoy te voy a enseñar algo sobre los modales -dijo Victoria con firmeza-. No solo quiero que aprendas a comportarte cuando estás en la cima, sino que también quiero que sepas cómo comportarte cuando estás en el suelo. Verás, no se trata solo de ser un líder, sino de cómo manejas la derrota.
Victoria se inclinó un poco más cerca, su rostro tan cerca del de Evil Victor que pudo sentir su respiración agitada.
- Si no puedes aceptar que alguien más te ha superado, no mereces el poder que has buscado con tanta desesperación. La verdadera fuerza no está en imponer tu voluntad sobre los demás, sino en aceptar tus propias fallas y aprender de ellas.
Evil Victor, abrumado por la furia y la humillación, intentó responder, pero las palabras se quedaron atrapadas. Victoria, con un tono que mostraba una mezcla de compasión y dureza, continuó:
- Mira cómo te has convertido en un vil reflejo de tus peores temores. Quieres que todos te teman, pero lo único que consigues es mostrar tu verdadera debilidad. Aprende a aceptar tu derrota con dignidad. Si puedes hacerlo, tal vez, solo tal vez, encuentres un camino para redimirte. Pero si sigues negándote a aceptar la verdad, te quedarás atrapado en esta burbuja de autoengaño, llorando por lo que podrías haber sido.
Con un último ajuste en el collar, Victoria lo miró con una mezcla de tristeza y determinación.
- Ahora, reflexiona sobre esto. Aprende, o sigue siendo el mismo ser patético que se encierra en su propia desesperación. La elección es tuya.
Evil Victor cayó de rodillas, su cuerpo sacudido por la furia y el odio que no podía contener. Las lágrimas, aunque nacidas del enojo, le quemaban el rostro mientras se mezclaban con su humillación. Apretaba los puños contra el suelo, sintiendo la impotencia crecer dentro de él. Su respiración era errática, entrecortada, pero no podía moverse. Estaba paralizado, atrapado en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar.
Victoria, aún de pie sobre él, lo miraba con una mezcla de lástima y decepción. Su voz se tornó más suave, pero no menos firme.
— ¿Así vas a quedarte? —preguntó, su tono lleno de desaprobación. — ¿Llorando como un niño? Qué irónico... Un dios llorando en el suelo por no poder aceptar que ha perdido.
Evil Victor levantó la cabeza, sus ojos rojos de rabia y dolor. Quería gritar, destruir, hacerla pagar por esas palabras, pero no podía articular nada coherente. Cada intento de levantarse se veía frustrado por la impotencia que lo consumía.
— ¿Y sabes qué? —continuó Victoria, cruzándose de brazos mientras lo observaba. — Te ves patético. No porque estés en el suelo, no porque hayas perdido, sino porque no puedes aceptar lo que eres ahora. Eres un niño que nunca aprendió a perder, y eso es lo más patético de todo.
Evil Victor golpeó el suelo con fuerza, su ira creciendo, pero sus lágrimas no cesaban. El sonido de su puño chocando contra el suelo resonó, pero no sirvió para calmar la tormenta dentro de él. Victoria simplemente suspiró.
— Odio, rabia, rencor... Son cadenas que tú mismo te pusiste. Sigues creyendo que esos sentimientos te hacen fuerte, pero solo te han debilitado. — Se inclinó hacia él, sin perder la mirada dura en sus ojos. — Si todo lo que te queda es odio, entonces ya has perdido todo lo demás.
Evil Victor intentó hablar, pero solo emitió un gruñido de frustración. Su orgullo, destrozado. Su ego, hecho añicos. La furia que lo mantenía vivo ahora lo estaba destrozando por dentro, y no sabía cómo detenerlo.
— ¿No lo ves? —Victoria continuó, sacudiendo la cabeza lentamente—. Esto es lo que te pasa cuando dejas que el odio te controle. No puedes ser libre si estás encadenado a él. Lo que ves ahora, este llanto, esta rabia, es el resultado de tus propias decisiones. No es culpa mía, ni de nadie más. Tú elegiste este camino.
Evil Victor bajó la cabeza, derrotado por completo, pero su odio seguía ahí, ardiendo en lo más profundo de su ser. Victoria lo miró un momento más antes de dar un paso atrás.
— Quédate ahí, llorando en el suelo si eso es lo que quieres. Pero si alguna vez decides levantarte, hazlo con la mente clara. El odio no te hará más fuerte. Si sigues en este camino, solo te destruirás a ti mismo... y a todo lo que alguna vez valoraste.
Con esas últimas palabras, Victoria se dio la vuelta, dejando a Evil Victor en el suelo, solo con sus lágrimas y su odio, una tormenta de emociones que lo mantenía atrapado en un ciclo que solo él podía romper.
Evil Victor, incapaz de contener su frustración, golpeó el suelo con todas sus fuerzas. El impacto resonó como un trueno, y los azulejos de cerámica bajo sus puños comenzaron a agrietarse. Con cada golpe, los pedazos de cerámica volaron por el aire, fragmentos rotos que simbolizaban su orgullo destrozado.
Su respiración se aceleraba, cada golpe más fuerte que el anterior. La rabia seguía creciendo dentro de él, pero no encontraba salida. El suelo bajo él se desmoronaba, pero no lograba calmar el fuego que ardía en su interior.
Victoria se detuvo a pocos pasos de distancia, observando en silencio cómo Evil Victor desataba su furia contra el suelo, incapaz de aceptar su derrota. Sus ojos, fríos y calculadores, no mostraban ni una pizca de compasión.
— ¿Y esto es todo lo que te queda? —dijo, su voz cortante como un cuchillo—. Romper lo que tienes delante porque no puedes enfrentarte a ti mismo.
Evil Victor apretó los dientes, su pecho subiendo y bajando mientras las lágrimas de rabia aún caían de sus ojos. Su cuerpo temblaba, pero seguía sin poder responder. Cada palabra de Victoria era como sal en sus heridas abiertas, pero no podía hacer nada más que golpear el suelo roto, como si destruirlo fuera a arreglar lo que estaba mal en su interior.
— Sigues destruyendo, pero nunca construyes nada —continuó Victoria, con la voz más baja, pero aún llena de dureza—. Golpeas, rompes, te hundes en el odio, pero todo lo que has hecho es perder más y más. Si esto es lo que eres, entonces no eres más que un niño con poder, incapaz de manejarlo.
Evil Victor gritó de pura frustración, su voz quebrada por la mezcla de odio y dolor. Pero su grito no hizo más que resonar en el aire, vacío, sin significado.
Victoria soltó un suspiro, acercándose de nuevo y agachándose frente a él. Con una calma que contrastaba con la tormenta dentro de él, tomó su barbilla y lo forzó a mirarla a los ojos.
— Puedes seguir rompiendo cosas si eso es lo que quieres —le dijo, con una sonrisa sarcástica—. Pero al final del día, lo único que estarás destruyendo es a ti mismo. ¿Es eso lo que quieres, Victor? ¿Ser nada más que un montón de escombros?
Evil Victor intentó apartar la mirada, pero no pudo. Sus lágrimas, su rabia, todo lo que había sentido se convertía en impotencia ante ella.
— No me importa lo que quieras hacer —dijo Victoria, soltando su barbilla—. Pero te aseguro que, tarde o temprano, tendrás que enfrentar la realidad. Puedes odiarme todo lo que quieras, pero sabes que tengo razón.
Y con eso, se levantó de nuevo, dándole la espalda una vez más, mientras Evil Victor seguía arrodillado en medio de los pedazos de cerámica rota, solo con su ira y el eco de sus lágrimas.
Evil Victor, furioso e incapaz de contener su odio, se lanzó hacia Victoria con una velocidad impresionante, utilizando su técnica "Usagi Instantáneo" para colocarse a su lado en un abrir y cerrar de ojos. Sin pensarlo, dirigió un golpe directo a la sien de Victoria, buscando descargar toda su rabia en un solo ataque.
Pero Victoria, con una calma y precisión casi sobrehumanas, lo esquivó con facilidad. Su movimiento fue fluido, como si hubiese anticipado cada paso de Evil Victor. Sin perder un segundo, contraatacó con un poderoso golpe directo a la mandíbula. El impacto fue brutal, enviando a Evil Victor volando hacia el suelo con fuerza, su cuerpo chocando contra el suelo roto, levantando polvo y escombros.
Antes de que Evil Victor pudiera siquiera reaccionar, Victoria sacó la cadena mágica que le tenía ajustada al cuello. Con un rápido movimiento, la apretó aún más, haciendo que Victor sintiera como si el aire se le escapara del pecho.
— No me vas a vencer con tus rabietas de niño —dijo Victoria, su tono frío y cargado de desprecio—. ¿Es esto lo mejor que tienes?
Con una mirada de pura determinación, levantó a Evil Victor usando la cadena, su cuerpo inerte colgando en el aire. Luego, sin piedad, comenzó a azotarlo violentamente contra el suelo. Una y otra vez, el cuerpo de Victor chocaba contra el suelo, rompiendo lo poco que quedaba de la cerámica bajo él. Cada golpe resonaba como un trueno en la habitación, y el cuerpo de Victor rebotaba sin control, incapaz de resistirse.
El dolor se acumulaba con cada impacto, pero Victoria no mostró ninguna señal de detenerse. Golpe tras golpe, su fuerza y precisión eran implacables. Finalmente, después de una serie de golpes demoledores, el cuerpo de Evil Victor quedó inmóvil, su respiración pesada y su mirada desenfocada.
Casi desmayado, con su cuerpo herido y su orgullo hecho pedazos, Evil Victor apenas podía mantenerse consciente. Victoria lo miraba desde arriba, con una expresión de puro desdén.
— Te dije que te enseñaría modales —dijo, su tono más suave, pero aún lleno de autoridad—. Y lo harás, quieras o no.
Dejó de azotarlo, permitiendo que el cuerpo de Evil Victor se desplomara pesadamente contra el suelo, dejándolo en un estado de completa vulnerabilidad.
— Si no puedes aprender a controlarte —susurró, inclinándose hacia él—, te romperé una y otra vez hasta que lo hagas.
Evil Victor, apenas consciente y tambaleándose, intentaba desesperadamente incorporarse, su cuerpo temblando por el dolor. Sus piernas apenas respondían y su visión estaba borrosa, pero su orgullo herido le exigía seguir luchando, a pesar de la situación desesperada en la que se encontraba.
Victoria lo observaba desde arriba con una expresión fría y calculadora. Sin darle tiempo para reaccionar, lo tomó brutalmente del cabello, forzándolo a levantar la cabeza y a mirarla a los ojos. La fuerza de su agarre era innegable, y el dolor en su cuero cabelludo le arrancó un quejido involuntario. Victoria sonrió con malicia al ver la vulnerabilidad en sus ojos.
— Mírate —dijo en un tono suave, pero lleno de veneno—. ¿Este es el gran "Evil Victor"? ¿El que alguna vez se creyó invencible? ¿El que pensó que el mundo debía arrodillarse ante él? Qué patético.
Su mirada atravesaba a Evil Victor como si estuviera desnudando cada rincón de su alma, exponiendo su debilidad. Ella bajó la cabeza lo suficiente para que sus palabras resonaran en su mente, sin dejarle espacio para escapar de la humillación.
— Eres solo un niño enfadado con el mundo porque no lo controlas. Crees que con rabia y poder puedes imponer tu voluntad, pero no eres nada más que un cobarde. ¿Sabes qué es lo más triste de todo? —Victoria hizo una pausa, tirando de su cabello con más fuerza para que la mirara directamente—. Ni siquiera te estás peleando conmigo. Estás peleando con tus propias miserias, con ese odio que te consume... y por eso vas a perder. Porque no sabes cómo ser fuerte sin destruirte a ti mismo.
Las palabras golpeaban a Evil Victor más fuerte que cualquier golpe físico. Su mente, consumida por el odio y la frustración, no podía encontrar una respuesta. Quería gritar, quería pelear, pero las lágrimas seguían cayendo por su rostro, una mezcla de ira, impotencia y profundo dolor.
Victoria lo miró con una sonrisa cruel.
— La verdad, Victor, es que ya te has rendido. Solo que eres demasiado orgulloso para admitirlo. Es divertido ver cómo te ahogas en tu propio odio, pero a la vez, qué decepción. ¿Pensabas que podrías ganarme siendo así? —Le soltó el cabello de repente, haciendo que su cabeza cayera hacia adelante con brusquedad—. Ni siquiera vales el esfuerzo.
Victoria se dio la vuelta, como si ya no tuviera interés en seguir con él, pero antes de alejarse, lanzó una última estocada verbal.
— Si alguna vez decides ser alguien digno de respeto... tal vez entonces valga la pena luchar contra ti de nuevo. Mientras tanto, sigue arrastrándote en el barro.
Evil Victor quedó en el suelo, las lágrimas cayendo sin control. El eco de las palabras de Victoria resonaba en su mente, cada frase arrancando un pedazo de su orgullo, de su odio, de todo lo que creía que lo definía. No podía creer lo que estaba sintiendo. Por primera vez, su rabia no lo impulsaba a seguir luchando. Ya no tenía esa chispa, esa necesidad de pelear, de destruir.
Observó a Victoria alejarse con pasos firmes, sin siquiera voltear a verlo, como si él ya no significara nada. Esa indiferencia lo golpeaba más fuerte que cualquier puñetazo. Había sido derrotado no solo en el combate, sino en espíritu. Sus deseos de venganza, la furia que lo había mantenido en pie hasta ahora, se desvanecían con cada lágrima que caía al suelo roto a su alrededor.
Se levantó lentamente, su cuerpo temblando, no solo por el dolor físico, sino por algo mucho más profundo: la desesperanza. No tenía venganza. No tenía un propósito. Todo lo que había perseguido, todo lo que había deseado destruir, no importaba ya. Victoria había destrozado su voluntad de una manera que nunca imaginó posible.
Evil Victor se quedó quieto, mirando sus manos, que una vez se llenaban de poder y odio. Ahora no sentía más que vacío. El suelo, las paredes, todo a su alrededor parecía desmoronarse junto con su identidad. El llanto continuaba, pero no por el dolor físico. Lloraba por la pérdida de todo lo que pensaba que era.
"¿Y ahora qué?" pensó con amargura, incapaz de encontrar una respuesta.
Victoria había ganado, pero no solo la pelea. Había arrancado todo lo que hacía que Evil Victor fuera quien era. Lo había dejado sin armas, sin odio, sin razón para seguir luchando. Y esa era la victoria más cruel de todas.
Evil Victor, derrotado en cuerpo y espíritu, se levantó con esfuerzo, su cuerpo pesado y su mente embotada. No quedaba rabia para alimentar su próximo paso, ni odio para guiar sus movimientos. Caminó lentamente hacia la habitación, arrastrando los pies por el suelo frío, cada paso resonando como el eco de su fracaso. Las paredes, que antes parecían confinantes, ahora se sentían como un refugio de silencio.
Cuando llegó a la habitación, no había nada más que vacío. El eco de su respiración y el latido de su corazón eran los únicos sonidos que lo acompañaban. Se dejó caer en el suelo, su espalda apoyada en la pared, mirando hacia el techo. Las lágrimas habían cesado, pero el vacío en su pecho permanecía, más oscuro y profundo que nunca.
Había perdido. No solo a manos de Victoria, sino también ante sí mismo. Se sentía roto de una forma que nunca creyó posible. Las ideas de venganza, de poder y de odio que lo habían impulsado toda su vida ahora eran cenizas dispersas en el viento. No tenía energía para seguir adelante ni un motivo para levantarse.
La habitación se convirtió en su único refugio, un lugar donde podía hundirse en el silencio de su derrota. Todo lo que había buscado, todo lo que había anhelado, ahora se sentía insignificante. Ya no era el guerrero invencible que creía ser. Y mientras se quedaba ahí, en esa soledad abrumadora, lo único que quedaba era él mismo, sin propósito, sin pelea, sin nada.
Era un vacío que lo consumía lentamente, mientras el tiempo avanzaba, sin que él pudiera ver un futuro más allá de ese momento.
Evil Victor despertó a la mañana siguiente, su cuerpo aún adolorido por la brutal paliza que había recibido. Cada movimiento le recordaba su derrota, y el simple hecho de levantarse de la cama se sentía como una tarea imposible. Intentó utilizar su técnica del "Usagi Instantáneo" para escapar de la incomodidad y moverse rápidamente, pero su poder lo había abandonado. Ya no tenía acceso a la fuerza que una vez lo definió. Frustrado y exhausto, no le quedó más opción que caminar, soportando el dolor que atravesaba su cuerpo con cada paso.
El aire del reino era fresco, pero no le traía alivio. A medida que avanzaba, veía el bullicio del lugar; la vida cotidiana continuaba como si nada hubiera pasado, mientras él se sentía vacío y quebrado por dentro. Caminó hacia un comedor, donde se sentó solo y comió algo de comida simple, apenas saboreándola, ya que su mente estaba atrapada en pensamientos oscuros. No era el guerrero que solía ser, y esa realidad pesaba sobre él con cada bocado que daba.
Mientras tanto, Victoria, al despertar, notó inmediatamente la ausencia de Evil Victor. Algo en su interior le decía que debía buscarlo. Aunque sabía que lo había dejado destrozado la noche anterior, no podía simplemente ignorar su desaparición. Con determinación, comenzó a rastrear su paradero, preguntándose si él podría haber dejado el reino.
Evil Victor, por su parte, decidió abandonar el reino en silencio. Caminó hasta encontrar unas aguas termales ocultas en las afueras. Parecía un lugar apartado del mundo, donde nadie lo molestaría. Se despojó de sus ropas con lentitud, sus músculos aún recordando el dolor de la noche anterior. El vapor de las aguas termales lo envolvió en una cálida bruma mientras se sumergía en el agua.
El calor calmó su cuerpo adolorido, permitiéndole, por primera vez en mucho tiempo, relajarse. Se acomodó en las aguas, cerrando los ojos mientras el agua lo rodeaba, limpiando no solo su piel, sino también, de alguna manera, el peso emocional que lo aplastaba. Allí, en la soledad de las aguas termales, Evil Victor buscaba un momento de paz, aunque fuera temporal, para intentar entender quién era ahora que había perdido todo lo que lo definía.
Pero por mucho que intentara relajarse, una sensación persistía: la conciencia de su vacío. Sin poder, sin venganza, sin propósito. Aunque su cuerpo estaba limpio, su mente seguía sucia con el rastro de la derrota.
Evil Victor, sumido en el calor de las aguas termales, dejó escapar un suspiro. Las gotas de agua resbalaban por su rostro, mezclándose con las lágrimas que no había permitido salir la noche anterior. Apretó los puños bajo el agua, frustrado por lo que sentía como una rendición. Durante toda su vida, había resistido, luchado, y se había negado a seguir los caminos que otros le imponían. Sin embargo, allí, solo y sin poder, las palabras de Victoria resonaban en su mente.
"Patético", le había dicho, y no podía negar que algo en ella había roto su espíritu. Su cuerpo aún recordaba la fuerza con la que lo había sometido, pero lo que más dolía era la verdad que había en sus palabras. Mientras más intentaba luchar contra lo que era evidente, más profundo caía en su propio vacío.
Murmuró para sí mismo, apenas capaz de articular los pensamientos que lo atormentaban: "Creo que... aceptaré lo que tanto quería ella."
La idea lo dejó en silencio. Victoria no había buscado simplemente derrotarlo físicamente, había querido quebrar su arrogancia, enseñarle modales, hacerlo más... humano. En ese momento, aunque la rabia seguía ardiendo en algún rincón de su ser, sintió que tal vez lo que ella buscaba no era tan erróneo. Tal vez había algo más allá del poder y la venganza que no había visto, algo que siempre había evitado.
Se recostó en las piedras que bordeaban la fuente termal, dejando que el calor del agua lo relajara mientras miraba hacia el cielo. El sol comenzaba a asomarse, iluminando su rostro con una luz suave. Quizás aceptar lo que Victoria quería no significaba perderse a sí mismo, sino encontrar algo nuevo, algo más que el odio y el resentimiento.
"Tal vez..." dijo en voz baja, apenas audiblemente, "Tal vez sea hora de dejar de pelear... al menos por ahora."
Cerró los ojos, permitiendo que la idea se asentara en su mente, dejando que el agua, por primera vez en mucho tiempo, limpiara más que solo su cuerpo.
Evil Victor respiró profundamente, dejando que la calma lo envolviera en las aguas termales. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía la necesidad de pelear ni de demostrar su poder. El calor del agua relajaba cada músculo tenso, y aunque su cuerpo seguía dolorido por la batalla con Victoria, su mente se encontraba en un lugar de tranquilidad inusual. Había algo liberador en dejar de luchar, en aceptar que tal vez había otras formas de vivir, de ser.
Mientras tanto, en el reino, Victoria no compartía esa misma calma. Estaba inquieta, casi al borde del enfado, al no encontrar a Evil Victor. Había buscado en todos los rincones, esperando que él apareciera lleno de rabia, dispuesto a enfrentarse de nuevo. Pero no había rastro de él. Cada vez que revisaba un lugar y no lo encontraba, su frustración crecía. ¿Dónde estaba? ¿Qué planeaba? Esa incertidumbre la volvía loca.
"¡¿Dónde demonios se ha metido?!" gritó, golpeando una pared con frustración. No entendía qué estaba pasando. Evil Victor nunca había sido de los que se escondían o huían, siempre había enfrentado los problemas de frente, incluso si eso significaba destruir todo a su paso. ¿Por qué ahora no aparecía?
Victoria, agotada de buscar, se detuvo un momento. Su mente seguía corriendo con mil pensamientos, pero no podía evitar sentirse... confundida. Evil Victor no era del tipo que se rendía fácilmente, y mucho menos desaparecer así, sin decir una palabra.
Mientras Victoria seguía lidiando con su frustración, Evil Victor, en su retiro temporal, permitió que el agua siguiera limpiando no solo su cuerpo, sino también parte de su espíritu.
Victoria, al borde de la desesperación, recorría el reino con una energía que parecía a punto de desbordarse. Sus ojos ardían con una intensidad que asustaba a cualquiera que se cruzara en su camino, incluyendo a sus propios guardias, que apenas podían mirarla sin sentir el peso de su furia. Cada segundo que pasaba sin encontrar a Evil Victor solo alimentaba más su frustración. ¿Cómo era posible que alguien como él desapareciera sin dejar rastro?
Uno de los guardias se acercó con timidez, sabiendo que no traía buenas noticias. "Mi reina... aún no hay rastro de él", dijo con voz temblorosa.
Victoria, que hasta ese momento se había contenido, estalló. Su mano se movió antes de que pudiera controlar su impulso, y el guardia fue lanzado contra la pared con un golpe de energía. Los demás guardias se quedaron inmóviles, horrorizados ante la explosión de ira de su líder. El silencio en el salón era palpable, roto solo por los jadeos de Victoria.
"¡Inútiles! ¿Cómo es posible que no lo hayan encontrado? ¡Busquen en cada rincón, cada sombra, cada maldito lugar de este reino si es necesario!" gritó, mientras su energía se acumulaba alrededor de ella, amenazando con explotar en cualquier momento.
Los guardias, temblando de miedo, hicieron una rápida reverencia y salieron corriendo, deseosos de escapar de la ira de su reina. A medida que se alejaban, Victoria respiraba con dificultad, tratando de controlar la tormenta que rugía dentro de ella.
"Maldito sea... ¿Dónde te has metido?", murmuró entre dientes, sus pensamientos llenos de frustración y rabia. No podía permitir que Evil Victor la dejara en esa incertidumbre. No después de todo lo que habían pasado.
Estaba tan consumida por su ira que, por un momento, casi perdió el control por completo. Podía sentir la tentación de destruir todo a su alrededor, de hacer que el mundo sintiera el caos que ardía en su interior. Pero se detuvo, su mente tratando de encontrar algo de lógica en medio de la tormenta.
Evil Victor no era fácil de vencer. Si no estaba enfrentándola, debía haber otra razón. Una razón que Victoria, por muy furiosa que estuviera, no podía ignorar.
"Debo encontrarlo. Y cuando lo haga..." Pensó en voz alta, mientras sus manos temblaban de frustración. Sabía que su siguiente encuentro con él no sería como los anteriores.
Mientras Evil Victor se sumergía en las aguas termales, el calor envolvía su cuerpo con una sensación de alivio profundo. La tensión en sus músculos se deshacía lentamente, y el dolor que había sentido durante la última confrontación comenzaba a desaparecer. Las aguas curativas trabajaban su magia, restaurando su cuerpo y aliviando el cansancio extremo.
Evil Victor se recostó en el borde de la piscina termal, con la cabeza reclinada hacia atrás, dejando que el vapor envolviera su rostro. A pesar de la calma que sentía, su mente seguía agitada por el enfrentamiento reciente y la derrota que había experimentado. Había perdido mucho más que solo la batalla; había perdido la confianza en sí mismo y la dirección en su vida.
En el reino, Victoria había reforzado sus búsquedas, movilizando a todos los guardias para que revisaran cada rincón y esquina en busca de Evil Victor. Su ira no había disminuido, y su determinación solo se había fortalecido. Mientras se movían por el reino, sus pensamientos estaban en una sola dirección: encontrar a Evil Victor y confrontarlo de nuevo. Sabía que él no podía desaparecer sin dejar algún rastro.
Victoria, al salir al exterior con sus guardias, se desplazaba rápidamente, revisando posibles ubicaciones donde Evil Victor podría haberse escondido. Cada minuto que pasaba sin encontrarlo aumentaba su desesperación, y estaba dispuesta a no dejar ninguna piedra sin mover.
Mientras tanto, Evil Victor, inmerso en la tranquilidad de las aguas termales, empezaba a reflexionar sobre su situación. Sabía que debía tomar una decisión importante. Las aguas le habían proporcionado la oportunidad de recuperarse y pensar con claridad, y en su estado de calma, se dio cuenta de que no podía seguir huyendo. Necesitaba aceptar lo que Victoria le había ofrecido o enfrentar las consecuencias de su derrota.
La paz momentánea en las aguas termales le dio la claridad que necesitaba. Sabía que el conflicto con Victoria no se resolvería con una simple huida. Debía enfrentar su situación y encontrar una forma de redimir su propio propósito. La idea de aceptar lo que Victoria le ofreció empezó a tomar forma en su mente como la única salida viable.
Evil Victor salió lentamente de las aguas, sintiendo cómo su cuerpo se había renovado y fortalecido. Mientras se vestía, sus pensamientos estaban en cómo manejar la próxima confrontación con Victoria. La serenidad que había encontrado en las aguas termales le había dado la oportunidad de planear, y estaba decidido a no dejarse vencer tan fácilmente.
Victoria, por su parte, seguía buscando sin descanso, y la frustración en sus ojos mostraba cuánto estaba dispuesta a arriesgar para recuperar el control sobre la situación. La confrontación entre ellos, inevitablemente, se acercaba, y ambos estaban a punto de enfrentar no solo sus diferencias, sino también las decisiones que habían tomado en sus respectivos caminos.
Victoria, desbordada por la furia y la frustración, lanzó una serie de ataques de energía que desataron una ola de devastación por todo el bosque. Las explosiones de luz y energía arrasaban con todo a su paso, derribando árboles y creando cráteres en el suelo. El cielo se tiñó de un rojo ominoso mientras el caos se desplegaba.
—¡¿Dónde está ese maldito?! —rugió Victoria, sus gritos resonando con furia. Sus ojos escudriñaban el paisaje arrasado en busca de Evil Victor, pero él seguía sin aparecer.
Los guardias, horrorizados por la magnitud de la destrucción, intentaron intervenir.
—Señora Victoria, debemos tener cuidado. Esta destrucción podría ser contraproducente —dijo uno de los guardias, su voz temblando con temor.
Victoria, sin embargo, estaba cegada por su rabia. Sus ataques continuaban, desfigurando el bosque con una fuerza implacable.
—¡No me importa! —gritó Victoria, ignorando las advertencias—. ¡No voy a parar hasta que lo encuentre!
Otro guardia, con un tono más urgente, se adelantó.
—Señora, los ataques están causando demasiado daño. Tal vez debamos cambiar de táctica y buscar otra forma de encontrarlo.
Victoria, sumida en su furia, no prestaba atención a sus súplicas. Su mente estaba completamente enfocada en la búsqueda de Evil Victor.
Mientras tanto, Evil Victor, consciente del peligro que se cernía sobre él, se sumergió en las aguas termales cercanas para protegerse de los ataques. El impacto de las explosiones había levantado olas y escombros, pero él logró encontrar refugio bajo el agua.
Emergiendo lentamente, Evil Victor miró hacia la superficie con confusión, observando cómo las ondas del agua se disipaban. Su cuerpo, adolorido y cansado, intentaba encontrar alivio en el calor curativo de las aguas termales.
—¿Qué demonios está pasando? —murmuró Evil Victor, frustrado mientras intentaba orientarse.
Desde el borde del agua, Victoria, aún enojada, seguía lanzando miradas furibundas hacia el bosque devastado. Su búsqueda implacable había causado una destrucción masiva, pero aún no había encontrado a su objetivo. La rabia seguía gobernando sus acciones, dejando un rastro de caos a su paso.
Evil Victor, empapado y con el rostro aún pálido por la tensión, emergió de las aguas termales. Sus ropas chorreaban y su cuerpo estaba cubierto de gotas de agua, pero su mirada era firme y curiosa mientras observaba a Victoria desde la distancia. Ella estaba en medio de un ataque frenético, lanzando energía a su alrededor como si el mundo entero se estuviera desmoronando.
—¿Por qué estás tan enojada? —preguntó Evil Victor, su voz arrastrando una mezcla de sorpresa y desdén mientras se acercaba a la figura furiosa de Victoria.
Victoria, al escuchar la voz, giró bruscamente hacia él, sus ojos aún encendidos con ira.
—¡¿Dónde te has metido?! —exclamó Victoria, su voz llena de exasperación. El aire a su alrededor parecía vibrar con la intensidad de su furia. Las explosiones de energía que había lanzado anteriormente estaban comenzando a cesar, pero aún quedaban restos de su furia en el aire.
Evil Victor, con una mezcla de cansancio y desdén, se encogió ligeramente bajo la presión de la mirada de Victoria.
—No tenía intención de esconderme. Solo estaba buscando algo de paz en estas aguas termales —respondió, con una voz más calmada, pero todavía cargada de un tono desafiante—. ¿Qué te ha llevado a este estado de locura?
Victoria lo miró con una mezcla de sorpresa y enojo, sin saber si debía enfurecerse aún más o calmarse. Sus puños estaban apretados, y sus respiraciones eran rápidas y pesadas.
—Te he estado buscando por todas partes —dijo, la ira todavía palpable en sus palabras—. ¿No tienes idea de lo difícil que es encontrarte cuando desapareces sin dejar rastro?
Evil Victor, sin dejar de observarla, dio un paso hacia adelante, su expresión mostrando una mezcla de comprensión y cinismo.
—No es como si me ocultara intencionalmente. Simplemente necesitaba un momento para recuperarme —explicó—. No es como si hubiera planeado causar una crisis.
Victoria, al escuchar sus palabras, se tensó aún más, sus cejas fruncidas mientras trataba de calmarse.
—Lo que sea. —dijo finalmente, su voz más controlada pero aún con un matiz de frustración—. Vamos a resolver esto y dejar que las cosas se calmen. No puedo seguir destruyendo todo a mi paso solo porque te me escapas.
Evil Victor asintió lentamente, observando cómo Victoria comenzaba a enfriarse, sus ataques se volvían más esporádicos y su mirada se suavizaba.
—Entonces, ¿cómo piensas resolver esto? —preguntó Evil Victor, mirando alrededor del paisaje devastado—. Porque no me parece que la destrucción sea la respuesta más eficaz.
Victoria suspiró profundamente, mirando el caos que había causado y luego girando de nuevo hacia él.
—Tienes razón. Hablaremos y encontraremos una solución sin seguir causando más estragos. —dijo Victoria, con un tono que comenzaba a reflejar una mayor serenidad—. Por favor, sigamos adelante y tratemos de solucionar esto de una manera menos destructiva.
Evil Victor asintió, aliviado de ver que la furia de Victoria estaba comenzando a calmarse, mientras ambos se preparaban para discutir la situación y encontrar un camino a seguir.
Evil Victor, viendo que había logrado enfriar un poco la furia de Victoria, no pudo evitar una sonrisa sutil al notar que su tormento había alcanzado una breve pausa. La escena había cambiado; Victoria ya no lanzaba ataques descontrolados, y su enojo, aunque aún presente, había cedido parcialmente.
—Parece que mi presencia ha tenido un efecto inesperado en ti —comentó Evil Victor, con un tono que desbordaba una mezcla de sarcasmo y satisfacción. Sus ojos brillaban con una chispa de triunfo mientras observaba a Victoria, cuya respiración aún era irregular, pero sus gestos y expresión comenzaban a calmarse.
Victoria, al escuchar sus palabras, frunció el ceño nuevamente, pero esta vez con una mezcla de incomodidad y frustración. Su mirada se dirigió hacia él, todavía con un resquicio de irritación en sus ojos.
—¿Qué quieres decir con eso? —demandó, su voz mostrando un rastro de la furia que aún no había desaparecido por completo.
Evil Victor se acercó un paso más, manteniendo la distancia necesaria para evitar cualquier contacto físico, pero su actitud seguía desafiando.
—Solo digo que, a veces, tener a alguien como yo cerca puede ser más relajante de lo que imaginas. No me esperaba que un poco de molestia pudiera calmarte así —dijo, con una sonrisa que reflejaba tanto su placer por la situación como su intención de provocar aún más.
Victoria lo miró con una mezcla de desdén y agotamiento. Sus manos estaban ahora relajadas a los costados, y su semblante comenzaba a reflejar la batalla interna entre el deseo de seguir enojada y la necesidad de recobrar su compostura.
—No necesitas ser más provocador de lo que ya eres —respondió Victoria, intentando controlar su tono y evitar que la frustración la consumiera de nuevo—. Tu presencia puede ser irritante, pero no olvides que no estoy aquí para perder el control cada vez que apareces.
Evil Victor inclinó la cabeza ligeramente, aún disfrutando del efecto que había tenido en ella.
—Entiendo. Solo quería recordarte que, incluso en la adversidad, hay momentos en los que uno puede encontrar una pequeña victoria —dijo, con una leve sonrisa irónica en sus labios—. Me alegra que hayas encontrado un momento de calma, aunque haya sido gracias a mi presencia.
Victoria suspiró, sabiendo que Evil Victor estaba jugando con ella, pero también reconociendo que al menos el caos había cesado, aunque a un costo de su propia calma.
—Vamos a dejar esto atrás —dijo Victoria, con una nota más conciliadora—. Tenemos cosas más importantes que resolver. Así que, por favor, mantén tus comentarios para ti y concentremos nuestras energías en solucionar lo que queda por hacer.
Evil Victor asintió, aún con una sonrisa que no se borraba de su rostro, mientras observaba cómo Victoria se dirigía a la siguiente fase de sus asuntos. Aunque el enojo de Victoria se había reducido, la tensión entre ellos seguía palpable, pero por ahora, al menos, la calma había regresado al entorno.
Evil Victor, con una sonrisa más genuina esta vez, se acercó a Victoria y, con una leve risa contenida, le dio un golpe suave en el hombro. El gesto, aunque ligero, llevaba consigo un tono de camaradería que contrastaba con la tensión que había marcado su interacción anterior.
—Está bien, está bien —dijo Evil Victor, su voz más relajada y su expresión un poco más sincera—. Aceptaré el trato. Parece que tengo mucho que aprender sobre modales, y no quiero seguir provocando tu furia cada vez que me vea.
Victoria, sorprendida por el gesto inesperado, lo miró con una mezcla de desconcierto y cautela. El golpe en el hombro no fue agresivo, pero su actitud cambiada provocó una pequeña grieta en la armadura de su enojo.
—¿De verdad estás dispuesto a hacerlo? —preguntó Victoria, su tono ligeramente escéptico pero también interesado. La sorpresa en su voz indicaba que no esperaba una respuesta así de su adversario.
—Sí, por esta vez lo haré —respondió Evil Victor con una sonrisa que mostraba un destello de su lado más humano—. Quizás no sea el mejor en eso, pero estoy dispuesto a intentarlo. Después de todo, si puedo aliviar un poco tu carga y evitar que te exasperes conmigo, creo que vale la pena.
Victoria levantó una ceja, todavía dudando pero aliviada de que al menos el conflicto había disminuido.
—Lo aprecio —dijo Victoria, su tono aún vigilante pero menos áspero—. Pero no te acostumbres demasiado. Esto no significa que me vayas a ganar con facilidad en el futuro.
Evil Victor rió suavemente, asintiendo con la cabeza.
—No te preocupes, lo tengo claro —dijo—. Solo me alegra que, al menos por ahora, podamos llegar a un entendimiento. Vamos a ver qué tan bien puedo hacer este "aprendizaje de modales".
Ambos se quedaron en silencio por un momento, con una tregua tácita entre ellos. La calma, aunque frágil, era un respiro bienvenido, y mientras se dirigían hacia sus respectivas tareas, ambos sabían que habían dado un pequeño pero significativo paso hacia una forma más civilizada de coexistencia.
Pasaron cuatro meses en el tiempo de Evil Victor, que equivalían a solo tres días en la Tierra, donde vivía Victor. Durante este tiempo, Evil Victor se embarcó en un proceso de cambio notable. La furia que antes dominaba su ser había dado paso a una curiosa mezcla de autodescubrimiento y disciplina, al menos en lo que respecta a sus modales y comportamiento.
Continuará...