Después de su presentación mutua, Owen le propuso a Ragnar que usara sus brazos para cortar la carne de la tienda.
"Esos brazos son parte de ti, Ragnar, no los escondas, haz que sean utiles, igual que tus piernas y tu cabeza, tus brazos son herramientas tuyas y solo tuyas, no importa si se pueden transformar en espadas o no."
Ragnar aceptó la propuesta de Owen.
Puede que en un futuro necesitara estos brazos, y si en verdad estos eran suyos, si como Owen decía eran herramientas para ser usadas.
Ragnar no dejaría que se oxidaran.
Durante 8 meses, Ragnar estuvo practicando con sus brazos, como de veloz podía transformarlos, como de afilados eran los bordes de los brazos, incluso intentó cambiar la forma del filo según el tipo de corte que quería hacer en la carne.
Owen le hizo preguntas a Ragnar sobre el origen de sus brazos, pero Ragnar se negó rotundamente a contestarle a Owen.
Ragnar sabía porque tenía ese extraño poder, y por alguna razón se negaba a contarlo, un niño, sin familia a la vista, llega a la deriva a Harmonía, con un poder extraño.
"¿Puede ser que seas de Arcelein?"
"Arcelein..."
Ragnar conocía ese nombre.
Todo el mundo lo conocía, era imposible que alguien no lo supiera.
"No, no soy de allí."
Owen suspiró tranquilo, por su actitud y por el hecho de que no podía controlar su transformación, tenía ya el presentimiento de que Ragnar no era de allí, pero quería confirmarlo, no es como si le fuera a tener miedo a Ragnar, pero...
Quería saberlo, necesitaba saberlo.
La gente de Harmonía tenía un mote para los habitantes de Arcelein, los llamaban, los monstruos de Arcelein.
Y Arcelein no era el nombre de alguna nación guerrera o de una ciudad llena de individuos especiales, no, era algo aún peor.
Arcelein era todo un continente, un continente inmenso, podrías intentar rellenar Arcelein con miles de islas como Harmonía y no todavía te quedaría espacio por cubrir.
Era un continente ridículo, donde el sentido común se vuelve irracional, donde la humanidad es ser inhumano, un continente en el que lo imposible se vuelve posible, haciendo que quieras desear volver a lo posible.
Pero no hay marcha atras, una vez que pisas el continente nunca habrá marcha atras.
"Puede que no sea de allí."
"Pero es mi destino."
Owen, por primera vez desde que había adoptado a Ragnar bajo su techo, le gritó.
"¡¿Estás loco, chaval?!"
"¡¿Por qué demonios querrías ir a un lugar como ese?!"
Owen tenía que quitarle esa idea de la cabeza a Ragnar, pasara lo que pasara, tenía que evitar que el muchacho echara su vida a perder.
"No intentes convencerme de no ir, Owen."
Ragnar miró fijamente a Owen, desafiante.
"Aún no es tarde para rendirse, muchacho, piensa con la cabeza, hemos estado viviendo juntos durante casi dos años, se que eres más listo de lo que aparentas, por favor, piensa."
"Dime, Owen, si tu hijo estuviera en el continente, ¿irías a rescatarlo?"
Owen cerró la boca al instante y miró fijamente los ojos de Ragnar, ojos fríos llenos de determinación, eran los ojos de una fuerza que no iba a parar hasta cumplir sus objetivos.
'Esos no son ojos aptos para un niño de tan solo 15 años'
No va a detenerse, ¿verdad?
"chico, mañana es el día en el que se cumplen dos años desde que empezaste a trabajar aquí, ¿verdad?"
Ragnar asintió con la cabeza.
"Deja que te lleve a un sitio, no te preocupes por los aldeanos, te llevaré mientras todo el mundo este durmiendo."
Ragnar conocía al anciano desde casi hace dos años, sabía que cuando cambiaba de tema a mitad de una conversación, no lo hacía para ignorar la conversación, sino para ayudar al chaval de algún modo que desconocía.
'Puede que me lleve a una biblioteca llena de libros sobre el continente, o a un sitio de entrenamiento para que me enseñe tacticas de supervivencia.'
Eso era lo que Ragnar se esperaba.
Pero la noche del día siguiente, Owen le llevó a un sitio completamente diferente de los que se esperaba.
Era una zona rodeada por vallas y dentro del area solo habían tumbas, hechas de piedra, con nombres grabados en ellas.
Nombres que Ragnar no conocía, nombres que no recordaría, en todas las tumbas había escrita la causa de muerte.
La gran mayoría ponían vejez, mientras que practicamente el resto descansaba aquí debido a alguna enfermedad o a un desafortunado accidente.
Pero había una excepción, una tumba cuya causa de muerte era particular debido a que no estaba grabada en la tumba.
Solo había un nombre, un nombre que Ragnar si que reconocía, uno que seguramente recordaría, Raik.
"Es la tumba de mi hijo."
Esas palabras crearon un momento de absoluto silencio, ningún sonido salió de la boca de Ragnar, no necesitó expresar nada con su boca, sus ojos fueron suficiente para saber lo que sentía por el anciano en ese momento.
Lástima.
"Mi hijo tenía el sueño de ser un aventurero, de partir de esta isla y encontrar secretos y maravillas aún sin descubrir, solía decir que un misterio era como el mejor de los platos, cubierto por un velo, puedes olerlo, y la boca te hace agua solo con imaginarte lo que hay detras del velo."
"Todos los libros que tengo son suyos, era un hobby suyo recopilarlos, Raik solía hablarme de las maravillas más allá de Harmonía."
"¿Qué maravillas?"
Ragnar preguntó intrigado, mirando al anciano con extrema curiosidad, pero también con respeto, por su hijo fallecido.
"Me habló de una nación sumergida en la oscuridad, en la que todo el mundo lleva máscaras, donde tu identidad no tiene importancia."
"Me habló de bosques mágicos con el cielo del color de una sandía y donde la tierra misma es esclava."
"Del rey de dragones sentado en su palacio de color blanco, de medio demonios usando el clima a su beneficio, de una torre tan alta que parte el mismisimo cielo."
"Pero puede que hablara demasiado, puede que supiera demasiado."
"¿A qué te refieres?"
"Murió, Ragnar, y no una muerte cualquiera, fue calcinado, por un rayo que descendió desde los cielos."
"Todavía soy incapaz de mirar al cielo sin asustarme, sin echarme las manos a la cabeza y gritar en agonía."
"Podría ser una coincidencia, por supuesto que podría ser así, pero un rayo cayó encima de la única persona de Harmonía que quería ir al continente."
"Eso es lo que te depara si vas a Arcelein, ni siquiera tendrán un cadáver con el que enterrarte, igual que a mi hijo."
Ragnar miró a Owen, el anciano seguía de luto por la muerte de su hijo, Raik nunca volvería a caminar entre los vivos, Owen no vería otra vez la cara de su hijo.
Pero Narok no estaba muerto, su hermano, su familia, seguía con vida, estaba seguro de ello, así que por muy cruel que fuera, por mucho que a Ragnar le doliera, le repitió la misma pregunta que le había hecho ayer al anciano.
"Si tu hijo estuviera en el continente, ¿irías a rescatarlo?"
Owen no le respondió a Ragnar, puede que tuviera miedo de admitir su cobardía en querer quedarse en Harmonía aún así, o puede, que aún peor, tuviera miedo de simpatizar con el deseo de Ragnar.
"No hay forma de que pueda detenerte, ¿verdad Ragnar?"
"Nunca la habra."
Owen suspiró, fue un suspiro muy largo, uno cansado, resignado, pero después de hacerlo, Owen miró a Ragnar con determinación.
"Ven conmigo."
Ragnar obedeció las ordenes de Owen, y pronto, se encontraron en una cueva con una salida al oceano, en ella, el objeto que Ragnar deseaba más en todo el mundo.
Un barco.
"Es el barco que mi hijo iba a usar para ir al continente, nadie excepto yo sabe que existe, y en un año, será tuyo, dentro de 500 días a la misma hora que hoy, reunete conmigo en esta misma cueva."
Ragnar, agradecido, le sonrió a Owen de la forma más energética que podía, nunca, en toda su vida, había estado tan contento.
500 días, tan solo un año.
Ragnar tenía esperanza!
Después de tanto tiempo, por fin podía ver su meta.
Owen le dijo inmediatamente que volviera al trabajo, iba a extenuarle físicamente durante este último año, si Ragnar quería adentrarse en una guarida llena de lobos, Owen se aseguraría de convertirlo en un cazador.
Pero entre las quejas y sarcasmos, entre las sonrisas y las burlas de los dos, Ragnar no pudo escuchar las últimas palabras que Owen le dijo antes de llegar a la carnicería, fueron tan solo un susurro, un suspiro, un deseo de un viejo anciano que no quería ver morir a otro hijo.
"No mueras, Ragnar."