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Chapter 7 - Capítulo 7: Absoluta harmonía.

Había pasado una semana desde que Ragnar había zarpado desde Harmonía, no podía ver Harmonía, la isla en la que había pasado 4 años no era visible desde la primera hora de navegación de Ragnar.

Se preguntó a si mismo varias veces como estaría el anciano, preocupado porque le hubiera pasado algo en su ausencia.

Pero no hizo falta mucho tiempo para que se calmara, Ragnar conocía a Owen como conocía a su propio padre, y confiaba en el carnicero, con su vida, y el confiaba en Ragnar con la suya.

'Hicimos una promesa, una que ninguno de los dos vamos a ignorar.'

Y Ragnar siguió zarpando hacia el norte, cada vez más y más, hasta que vio algo en el horizonte, algo que rozaba los cielos, una torre tan gigantesca que funcionaba como un indicador gigantesco para Ragnar, uno que le guiaría hacia Arcelein.

La misma torre que Raik le había contado a Owen que existía en Arcelein.

La que usaría Ragnar como brujula para llegar a tierra.

'Voy a buscarte, hermano, cueste lo que cueste,'

.

.

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Había pasado una semana desde que Ragnar se fue de Harmonía, y Owen tuvo que volver a trabajar en la carnicería, no es como si el anciano estuviera en mala forma, ni mucho menos, el hombre, pese a ya tener casi 65 años seguía teniendo la vitalidad de un hombre en sus 40.

Los días después de que Ragnar partiera su rutina había sido despertarse, trabajar por la mañana en la carnicería, y atender el mostrador por la tarde, por las noches fue al bar al que solía ir a menudo.

Desde que empezó a enseñarle a Ragnar como manejar un barco, no había podido ir a beber por las noches, Owen solía beber para olvidarse de las pesadillas, de sus temores, de lo desconocido, era un cobarde, alguien que no quería que nadie le viera dormir por miedo a mostrar su verdadero ser.

Pero esta vez no fue al bar con intención de beber, no lo necesitaba, no sabía si era por la seguridad que su promesa le aportaba con Ragnar, o el hecho de que ver a un joven trabajando tan duramente le haya inspirado, ese día, Owen fue al bar por pura nostalgia.

La gente se extrañó al ver al anciano con una actitud tan jubilosa, el mismo que solía quedarse inconsciente en la mesa del bar, que maldecía los rayos y las tormentas mientras gritaba borracho, nadie sabía lo que le había pasado, ni porque estaba mejor.

Pero todos estaban contentos por el carnicero, al final era Él quien proveía de carne a toda la isla, y siempre hablaba amigablemente con todos sus clientes, no había ningún isleño que no se sintiera a gusto con el Owen actual.

Así que rieron, cantaron, bailaron, bebieron, y vivieron, la gente de Harmonía era simple, no necesitaban mucho para vivir, se tenían los unos a los otros, eran una gran familia, y Owen era parte de ella.

Aunque a veces, Owen se detenía a mirar hacia el mar, su mirada estaba ausente, como si intentara buscar algo entre las olas, pero solo duraba un instante, un abrir y cerrar de ojos, si no fuera porque sucedía muy a menudo nadie se hubiera dado cuenta.

Así pasaron los días en la isla de Harmonía.

Hasta que llegó el día en el que, extrañamente nadie había visitado la carnicería de Owen en todo el día, nunca pasaba, era algo que en los más de 60 años de Owen nunca había pasado.

Owen salió de la carnicería para ver que sucedía, e inmediatamente vio donde estaba la gente que no había visitado su establecimiento.

Estaban todas en la plaza de la aldea, mirando hacia arriba, hacia el cielo.

Owen no entendía porque, pero siguió sus miradas e inmediatamente le percibió, la entidad que había captado toda la atención de la aldea.

Era un chaval de no más de 25 años, pelo rubio y ojos verdes, rasgos poco comunes entre los isleños, pero eso no era lo que le hacía destacar, no, el chaval estaba levitando, estaba de pie, en el aire, usando el cielo como baldosas.

Al poco los isleños de Harmonía, en terror, le preguntaron quien era.

El chico no les respondió.

Le empezaron a lanzar basura a la cara, a insultarle.

El chico no les respondió.

La gente se puso de rodillas, le rogó al chaval que se marchara de Harmonía, 'dejanos en paz, por favor', rogaban madres y padres.

El chico no les respondió.

Hubo alguien, una persona entre la multitud que llamó al chaval con una palabra que Owen conocía muy bien.

"¡Monstruo!"

El chico les respondió.

"Monstruo..."

Su tono no era sarcástico ni burlón, tampoco de sorpresa o de dolor, no, el tono del chaval mostraba una seriedad inaudita, intentando desgranar el significado de esa palabra.

"Monstruo..."

Lágrimas empezaron a caer de las mejillas del chaval, pero sonreía, ¿por qué sonreir?

"Soy, un monstruo..."

Nubes empezaron a arremolinarse alrededor de Harmonía, era un acontecimiento absurdo, algo paranormal, no tenía sentido lo que estaba ocurriendo.

Las nubes empezaron a gritar con el sonido de los rayos y los truenos.

Rayos...

Ese fue el momento en el que Owen lo entendió, comprendió que Raik había sido aniquilado por los rayos que esa persona, no, que ese ser, producía y llamaba desde las nubes, ese ser que parecía un dios, sonriendo mientras aniquilaba todo lo que existía en Harmonía.

¿Pero por qué llorar?

Owen lo vio en sus ojos, el dolor que sentía ese ser, aniquilando a gente que ni siquiera conocía, ¿Cómo puede alguien con tanta empatía cometer un acto tan atroz?

Owen miró cara a cara a ese ser, a ese dios solitario que aniquilaba Harmonía, era como tener a la muerte en si en frente suya, pero no huyó, tampoco se desesperó, ni aceptó su destino con los brazos abiertos.

No.

Owen se rio, a carcajadas, lo más fuerte que se había reído en su vida, la situación era increíblemente cómica para Owen, el anciano iba a morir, iba a volver a ver a su hijo en el más allá, pero no le cogerían a Él.

Porque se marchó.

'Parece que la suerte esta de tu lado, chaval.'

'Espero que nunca te abandone.'

'¡Que tus historias resuenen por todo el mundo, chaval!'

'¡Que se oigan incluso en el más allá, donde mi hijo y yo las escucharemos y reiremos!'

'Perdona que vaya a ser el primero en romper mi promesa, puede que tardemos más de la cuenta en reencontrarnos.'

'Pero te esperaré al otro lado, chaval.'

El ser observó al anciano, riendo con una cara de determinación, sonriendo a la cara de su asesino, la mano del ser tembló, ¿era miedo, desesperación, resistencia?

Nadie lo sabría.

Pero al final bajó su mano.

Y con ese gesto, un rayo gigantesco cubrió la isla de Harmonía, era un haz de luz gigantesca, una que habría sido visible para otras personas si no fuera por la remota localización de Harmonía.

Nadie se percató de la presencia de Harmonía.

Nadie se volvería a percatar de su presencia.

Pues la isla adorada por sus habitantes, había desaparecido completamente del mapa, nadie volvería a pisar las costas de Harmonía.

Con el tiempo, el mar se calmó, y la tempestad cesó al mismo tiempo que el ser que la había traído desapareció.

En cuestión de minutos, ya no habían olas en el mar, no había ruido, el silencio dominaba el ambiente, como si nada hubiera pasado, como si nunca hubiera existido una isla hay.

Todo estaba en absoluta harmonía.