Chris y Emily estaban sentados uno frente al otro en un pequeño y pintoresco café, el suave zumbido de las conversaciones a su alrededor creando un ambiente acogedor. El aroma del café recién preparado llenaba el aire, mezclándose con la dulzura de los pasteles expuestos en el mostrador. Chris no pudo evitar sonreír al ver a Emily remover su café, sus delicados dedos moviéndose con gracia.
—Entonces, ¿eres maestra? —preguntó Chris, su tono cálido con genuino interés.
Emily asintió, una suave sonrisa apareciendo en sus labios. —Sí, enseño jardín de infantes. Es mucho trabajo, pero me encanta. Los niños están llenos de energía y curiosidad. Me mantienen alerta.
Chris se inclinó ligeramente, cautivado por la luz en sus ojos mientras hablaba de su trabajo. —Parece que te apasiona mucho.
—Así es —coincidió Emily, su sonrisa se ensanchó—. Y ayuda que puedo llevar a Ryan al colegio conmigo. Ayudo a cuidarlo porque mi hermana está ocupada con el café. Mi mamá lo administra.