El zumbido del motor llenaba el espacio tranquilo dentro del SUV mientras Damien conducía a través de la luz temprana de la mañana. Annie echó un vistazo hacia atrás a Ryan, quien se había quedado dormido otra vez, su pequeño pecho subiendo y bajando en un ritmo pacífico.
Había estado callada desde que dejaron la escena del ataque, su mente llena de pensamientos y preguntas. Finalmente, después de lo que parecía una eternidad, se volvió hacia Damien, su voz apenas más alta que un susurro.
—¿Cómo nos encontraste? —preguntó.
Los ojos de Damien permanecían enfocados en el camino, su mandíbula apretada. Por un momento, ella pensó que no respondería, pero luego él habló, su tono controlado y medido.
—Nunca me fui —afirmó.
Annie parpadeó, confusión cruzando su rostro. —¿Qué quieres decir? —preguntó.