Emily, aún enfocada en Ryan, no se percató de Chris al principio. Se arrodilló para abrazar a Ryan con fuerza, su alivio era palpable.
—¡Ahí estás! Me asustaste, yéndote así —lo regañó con suavidad, aunque su tono era más de alivio que de enojo.
Ryan rió entre dientes, mostrando sus deditos pegajosos. —¡Encontré un amigo nuevo!
La respiración de Emily se entrecortó al ver al hombre alto y guapo que estaba frente a ella. Tenía ojos marrones cálidos que parecían ver a través de ella y cabello color arena lo suficientemente despeinado como para darle un aspecto rudo sin esfuerzo. Sus hombros anchos y su constitución musculosa insinuaban un cuerpo que vivía en el gimnasio, uno que probablemente conocía el camino alrededor de las pesas mejor que la mayoría.