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Chapter 6 - Nuevos comienzos y secretos revelados

Akane se despertó antes que Yūto y decidió explorar un poco. Se levantó con cuidado, tratando de no hacer ruido para no despertar a Yūto.

Al levantarse, sus ojos se encontraron con una sorprendente variedad de posters de anime, figuras y novelas en las estanterías.

La habitación estaba llena de imágenes coloridas y extravagantes que reflejaban los gustos y pasiones del joven.

—¡Vaya! —murmuró Akane para sí misma, asombrada por la cantidad de decoraciones.

Se acercó a examinar un póster en particular, una escena de una serie que conocía de vista.

El sonido de Yūto moviéndose en la cama la sacó de su admiración.

Aún medio dormido, él comenzó a quitarse el pijama sin pensar, su mente aún en el limbo entre el sueño y la vigilia. Akane lo vio y su rostro se enrojeció inmediatamente.

—¡Ahhh! —exclamó, tapándose los ojos y girándose rápidamente.

Yūto se incorporó de un salto, con el rostro completamente rojo.

—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho, Akane! —dijo, mirando alrededor en busca de algo con lo que cubrirse mientras se apresuraba a vestirse nuevamente.

—No, no te preocupes —respondió Akane, aún con la cabeza baja.

Después de un momento de apuros, ambos finalmente se vistieron y se dirigieron a la cocina.

Sayaka ya estaba preparando el desayuno, y Miyu estaba sentada en la mesa con una sonrisa curiosa.

La conversación entre Yūto y Akane comenzó a fluir de manera más natural mientras desayunaban.

La atmósfera en la mesa era cálida, y ambos estaban mucho más relajados.

Sayaka, observando cómo Yūto y Akane hablaban animadamente, levantó una ceja y le dijo a su hijo con una sonrisa:

—Desde cuándo eres tan hablador, Yūto. Pareces otra persona.

Yūto se quedó sin palabras, sus mejillas enrojeciendo visiblemente mientras intentaba encontrar una respuesta adecuada.

Akane notó su incomodidad y, en un intento de aliviar la tensión, cambió de tema y continuó la conversación.

De repente, el sonido de una notificación en el móvil de Akane rompió el ambiente.

Ella revisó el mensaje, su expresión cambiando de curiosa a horrorizada. Los mensajes de su madre eran claros y crueles:

—"¿Dónde estás, estúpida? Regresa a casa ahora o no vuelvas."

Y poco después, otro mensaje llegó:

—"Mejor no vuelvas. No aportas nada."

La tristeza y el dolor en el rostro de Akane eran evidentes.

Yūto, notando el cambio en su expresión, se inclinó hacia ella con preocupación.

—¿Todo está bien? —preguntó, su voz llena de inquietud.

Akane miró a Yūto, sus ojos llenos de lágrimas que intentaba contener.

—Mis... mis padres no son muy amables conmigo —dijo, tratando de mantener la calma—. Ellos... ellos no quieren que esté aquí.

Yūto sintió una oleada de compasión.

Se acercó a ella y colocó una mano en su hombro, ofreciéndole apoyo.

—No tienes que volver allí —dijo con firmeza—. Aquí estás a salvo. Si necesitas hablar, o si hay algo que pueda hacer, por favor dímelo.

Akane se abalanzó rápidamente abrazando a Yūto entre lágrimas.

Yūto le correspondió el abrazo, algo avergonzado pero decidido a no dejarla sola.

—No te preocupes, estoy contigo y te apoyaré en lo que sea —dijo con sinceridad.

Mientras el día avanzaba, Yūto y Akane continuaron con sus conversaciones y esfuerzos para conocerse mejor.

La conexión entre ellos crecía, y el dolor de la noche anterior comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una nueva oportunidad de comenzar de nuevo.

Más tarde, mientras Akane y Yūto estaban en la sala conversando, Sayaka se acercó con una taza de té para Akane.

La expresión de Sayaka era suave y comprensiva.

—Akane, ¿cómo te sientes ahora? —preguntó Sayaka, con una sonrisa cálida—.

Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo.

Akane levantó la vista, aún un poco emocional pero agradecida.

—Gracias, Sayaka-san. No sé qué hubiera hecho sin el apoyo de Yūto y de ustedes.

Sayaka se inclinó ligeramente hacia Akane.

—No tienes que agradecernos.

Estás aquí ahora y eso es lo que importa. Todos necesitamos un poco de apoyo a veces, y me alegra que podamos estar aquí para ti.

Akane sonrió débilmente, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud.

La calidez en la casa de los Takahashi estaba haciendo que, poco a poco, se sintiera más segura y acogida.