Capítulo 14 – El cerdito de la suerte.
Si quería cantar para ganar dinero, tenía que practicar. Aunque en mi vida pasada era bastante bueno, pero ahora estaba en un cuerpo nuevo, con cuerdas vocales desconocidas y manos que podrían ser un desastre con los instrumentos. No podía aparecerme en el restaurante y hacer el ridículo, eso arruinaría mi "reputación"... bueno, la que algún día espero construir. Además, no podía dejar mal a mi mamá. Así que practicar era obligatorio.
Primero, ejercicios vocales. La técnica lo es todo, amigos. La mayoría de la gente piensa que cantar es simplemente abrir la boca y dejar que las notas fluyan, pero sorpresa: ¡están equivocados! Esto no es un domingo de karaoke. No, amigos míos, el canto requiere músculo, control, y—dioses del cielo—¡respiración! Algo que aprendí a la mala al inicio de mi carrera. Pero también necesitaba un instrumento. El problema: no había ni uno en la casa. ¿Solución? Una tienda de segunda mano.
Pero para eso necesitaba dinero. El que gané la noche anterior se evaporó cortesía de unos matones que, aparentemente, no estaban interesados en mi situación financiera (¡Vaya caso!). Así que solo me quedaba lo que el antiguo Nadir había ahorrado con tanto esfuerzo. Decidido, fui a la habitación y me dirigí al armario, donde, según los recuerdos de Nadir, estaba guardado su pequeño tesoro.
"Voilà*, te encontré, pequeño cerdito" dije en voz alta al encontrar una alcancía en forma de cerdo. Era de cerámica que tenía una pequeña abertura en la parte de abajo, bastante desgastada, lo que indicaba que había sido exprimida más de una vez. Sabía que Nadir a veces recurría a sus ahorros para ayudar con las cuentas de la casa, lo cual explicaba el pobre estado del cerdito.
Pobrecito, lo dejaban desnutrido.
"Veamos qué tienes para mí," murmuré mientras abría la alcancía y vaciaba su contenido. Conté alrededor de $300. Nada mal para un cerdito desnutrido. Sabía que una guitarra barata rondaba los $350 o $400, y las de mejor calidad... bueno no pensemos en eso (demasiado para mis ojos y cartera pobres en este momento). Con $100 en mano, debería ser capaz de encontrar algo decente de segunda mano. El resto lo devolví al cerdito, que respiró aliviado (en mi mente, claro). Sí, tendría que empezar a ahorrar nuevamente, pero al menos no había dejado a mi amigo cerdito en la quiebra total.
Con el dinero asegurado, abrí mi celular y busqué la tienda de música más cercana. Mi madre me había dicho que no saliera de casa, pero, amigos, ¡soy un hombre con una misión!, además, pero si quería avanzar rápido, tenía que empezar a practicar desde ya. Además, no podía aparecerme en el restaurante sin estar listo.
Así que encontré una tienda relativamente cerca, a solo un viaje en autobús. Me cambié de ropa—no podía salir en pijama, aunque debo decir que me quedaba fabuloso—y salí de la casa con las llaves en la mano, el celular en el bolsillo, y el dinero bajo estricta vigilancia en mi pantalón. - sí, mis ojos eran mi mejor sistema de seguridad-. No quería que mi pequeña fortuna desapareciera.
Mientras me dirigía a la tienda, armé una lista de canciones en mi celular. Había investigado un poco sobre las canciones populares entre la gente mayor. Desde clásicos hasta algo más moderno, ya tenía algunas ideas en mente para cuando fuera el momento.
Al poco tiempo de estar en el autobús, me levanté del asiento y apreté el botón de "bajada." Al salir, eché un vistazo a mi alrededor, buscando la tienda de instrumentos. No tardé mucho en encontrarla y me dirigí directamente hacia ella.
Era una tienda más grande de lo que esperaba, con una mezcla de instrumentos nuevos y usados, lo que la convertía en mi primera opción. Apenas entré, una voz familiar me saludó.
"¡Bienvenido a MusicCharm! ¿En qué puedo servirle?" dijo la trabajadora detrás del mostrador. Nos miramos por un momento, y entonces ambos sonreímos. Era Lydia, la chica a la que el antiguo Nadir había salvado en aquel incidente. Con los recuerdos del Nadir original, la recordaba perfectamente. Era una joven bella, de unos 22 años, con tez morena, cabello y ojos castaños oscuros, y una sonrisa encantadora.
"¡Hola!" Dijo un poco más enérgica. Ella estaba trabajando en el turno de la mañana en esta ocasión, cuando escucho la campana de la puerta sonar, mientras quitaba de la vista de la computadora y decía las palabras de bienvenida habituales, se sorprendió de ver a un joven hermoso de pies a cabeza con su cabello castaño desordenado y ojos azules, desde la primera vez que lo vio se quedó sin aliento, pero ahora que lo veía en el día pudo notar que estaba bien formado, no tenía muchos músculos y tampoco tenía ropa lujosa, sin embargo, tiene una aura brillante a su alrededor, poco común para alguien que apenas cumplió la mayoría de edad.
Lo reconoció rápidamente, era Nadir, el chico que la había ayudado y por la cual estaba aún muy agradecida. De hecho, justo después del incidente ella le agradeció innumerables veces e intentó mil veces devolverle el favor, pero él siempre se negó.
"Hola, ¿cómo estás, Lydia?" Dije con una sonrisa.
"¡Muy bien, gracias, Nadir! ¿Qué te trae por aquí? ¿Buscas algún instrumento?" preguntó con entusiasmo.
"Sí, en realidad. Necesito una guitarra de segunda mano," respondí, manteniendo mi tono casual.
"¡Claro! Sígueme por aquí," dijo, señalando hacia el mostrador. "No sabía que te interesaban los instrumentos," comentó mientras caminábamos.
"Siempre quise aprender. Supongo que es ahora o nunca", dije, sonriendo.
Lydia asintió con entusiasmo. "¡Eso es genial! Aunque actualmente no hay muchas de segunda mano en el almacén, pero déjame revisar bien."
Mientras Lydia se dirigía al almacén, me señaló una silla junto al mostrador para que me sentara. "¿Buscas algo en particular?"
"Que sea barata", respondí con una sonrisa algo avergonzada.
Ella asintió comprensivamente y desapareció en el almacén. Cuando regresó, traía dos guitarras en sus fundas.
"Ambas son acústicas. Sin embargo, esta..." dijo, colocando una en la mesa, "ya está bastante desgastada. Puedes echarle un vistazo."
Abrí la funda con mucho cuidado, temiendo que se desintegrara en mis manos. Y casi, casi lo hace. Estaba en mal estado, probablemente no duraría mucho. Mi expresión lo dijo todo, porque Lydia soltó una risita.
"Tienes razón, está bastante vieja. Pero es muy barata: $70."
Asentí. Sí, era barata, pero también un desastre en potencia.
"Esta otra es bastante nueva y el modelo es de la temporada pasada así que es bastante actual" continuó, colocando la segunda guitarra en la mesa. "Nos la trajo un cliente que era un niño mimado. Su 'gran próxima obsesión' era tocar la guitarra, pero la usó un mes y luego se aburrió. El precio es más elevado... $400."
Abrí la funda de la segunda guitarra con cuidado. Estaba prácticamente nueva, y hasta olía a nuevo. Sin embargo, yo no tenía ese dinero.
Lydia, como si leyera mi mente, dijo: "Te la doy. Considera que es mi regalo por ayudarme aquella vez."
Abrí los ojos sorprendido mientras la miraba. "¿Qué? No, no es necesario. Puedo llevarme la otra."
Viendo que estaba decidido a no aceptar su oferta, Lydia insistió: "Está bien, puedes darme lo que ibas a pagar por la otra guitarra, y yo cubriré el resto. No aceptaré un no por respuesta."
Sonreí resignado pero agradecido, después de todo si la necesitaba, y asentí. Antes de irme, Lydia me cobró exactamente $70 y, además, metió un paquete de cuerdas nuevas en la funda de la guitarra. No solo conseguí una guitarra casi nueva, también me ahorré $330 y obtuve cuerdas adicionales.
"Gracias," le dije sinceramente.
"Es lo mínimo que podía hacer," respondió Lydia, sonriendo. "Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo." Para ella, $330 no eran suficientes para compensar lo que Nadir había hecho por ella. Le había salvado de una situación que pudo haber marcado su vida para siempre, y por eso, estaba profundamente agradecida.
Salí de la tienda con una guiarra casi nueva en la espalda y una sonrisa en el rostro.