Sylphiette era una niña de la calle que vivía en los suburbios de una ciudad en Kansas.
Un día, mientras buscaba en los tachos de la basura algo para vender, tal como siempre lo
hacía, ella presenció el asesinato de un oficial de policía por parte de un matón. Habiendo
visto el crimen, Sylphie se convirtió en objetivo del matón.
Mientras huía de él, un hombre apareció ante ella: Rudeus Greyrat, un antiguo soldado
que visitaba la ciudad para llegar a un acuerdo para la compra y venta de trigo. Él le había
dado una paliza al matón en un parpadeo. Sylphie estaba a salvo.]
Cuando vi a un hombre de negro perseguir a un niño, lo primero que hice fue lanzar la
manzana en mi mano directamente hacia la nuca del sujeto. Lo golpeó con fuerza donde yo
había apuntado, y el jugo comenzó a bajar hacia su cuello.
"¡Mierda!" gritó el hombre de negro, huyendo rápidamente de la escena.
Solo quedó el niño. "Oye, ¿por qué me ayudó?"
El niño estaba peligrosamente delgado, era la viva imagen de un niño de la calle. Él era
como un elfo de un cuento de hadas. Mientras pensaba eso, me di cuenta de que incluso las
orejas del niño se veían un poco puntiagudas. Por desgracia, él solo era un niño muy sucio,
no un elfo.
"Bueno… en la escuela me dijeron que protegiera al débil. Bueno, en la academia
militar."
"¿Acaso ese sujeto no tratará de vengarse de usted?"
Él probablemente lo intentaría, solo si de verdad era parte de la mafia o una pandilla. Y
si estaba conspirando con la policía, mi vida estaba en peligro.
Pero yo le dije al niño, "No te preocupes. Él mató a un oficial de policía. Es más probable
que primero enfrente las consecuencias de parte del estado."
Por supuesto, yo no había actuado pensando en las consecuencias. Si mi cerebro fuera
capaz de pensar con tanta antelación, mi esposa e hija no me habrían abandonado.
El niño me siguió mientras yo caminaba.
"¿Qué? No me sigas."
"Él podrían tratar de matarme antes de que la policía lo atrape."
"Puede ser."
"Oiga, ¿podría alojarme en alguna parte? ¿Solo por un tiempo?"
Él era un niño bastante audaz. Yo en cierto sentido había arriesgado mi cuello por él,
pero no estaba planeando adoptarlo ni nada parecido.
"Por favor, señor. Se lo ruego."
Cuando miré hacia el niño, no pude evitar recordar el rostro de mi hija, incluso aunque
no había ni una pizca de parecido físico.
"¡Bien, bien! ¡Lo haré!"
"¿¡De verdad!?"
"Pero a cambio de acogerte, tienes que ayudarme con la cosecha. ¡Será tan difícil como
entrenar para ser un marine!"
"¡Bien! ¡Lo haré!" El rostro del niño se iluminó.
Era realmente genial ver el rostro sonriente de un niño. ¿Cómo es que podía entender
algo tan básico, pero haberle causado tal dolor a mi familia…?
Maldita sea. "Ah, sí, no pregunté tu nombre. Yo soy Rudeus."
"Syl… phie."
"Ese es un buen nombre," destaqué. "Es como si fueras un espíritu del viento."
Sylphie se sonrojó mientras asentía. "Sí."