Mi nombre es Rudeus Greyrat. Treinta y cuatro años. Soltero. Con pasado como militar.
Soy un hombre bastante masculino y amable que lamenta las decisiones que tomó en su vida.
No hace mucho, yo no estaba soltero. Solo era un hombre casado con antiguos lazos con
el ejército. Pero, un día, antes de darme cuenta, los papeles de divorcio estaban sobre mi
mesa.
Luché con mi esposa por la custodia de nuestra hija, pero no tuve oportunidad en la corte.
Así que ahora estaba solo.
No había nadie de mi lado. Había terminado con TEPT a causa de ser soldado, lo cual
usé como una excusa para golpear a mi esposa una y otra vez. Incluso mi hermana mayor
Jane, una abogada, escogió estar del lado de mi esposa en vez del mío, su hermano biológico.
Y, poco después de que la corte entregó su veredicto, la fábrica procesadora de carne donde
trabajaba me despidió.
Enfrentando todo eso, yo perdí la cabeza. Comencé a llorar sin consuelo. Casi todo el
dinero que había ganado como soldado fue tomado como parte del acuerdo de divorcio. Todo
lo que quedaba a mi nombre era la casa y una patética suma de dinero. Incluso esos pequeños
ahorros se fueron por el drenaje para alimentar mi problema con el alcohol.
Yo me estaba tropezando a través de la ciudad, con una botella de cerveza en una mano.
Las palabras de mi esposa mientras dejaba la casa todavía resonaban dentro de mis oídos.
"Ahora finalmente habrá paz."
Solo pensar en ello me daba náuseas. ¿Gracias a quién creía ella que este país estaba en
paz?
"¡Maldita sea!" maldije, lanzando la botella vacía de cerveza. Un gato feo corrió dentro
de un callejón, y un niño con una patineta me lanzó una mirada acusatoria.
El niño desapareció inmediatamente, pero después de que lo vi, pude calmarme un poco.
Me pregunté qué se supone que debo hacer ahora mientras dejaba salir un suspiro. Bueno,
no, entendía eso intelectualmente. Primero, tenía que conseguir un trabajo, debido a que no
tenía nada de dinero.
Pero ¿cómo?
Bueno, por supuesto que tendría que ir a una agencia de trabajos. Yo poseía habilidades.
Era capaz de conducir de todo, desde autos hasta tanques, helicópteros, y aviones. También
sabía mucho sobre armas de fuego y explosivos.
Por supuesto, todo eso sería fantástico si tan solo no tuviera TEPT. Ahora mismo, el solo
hecho de escuchar un motor o máquina rugir me convertía en un inútil. Mi jefe en la fábrica
procesadora de carne me había despedido porque yo temblaba cada vez que escuchaba los
camiones de reparto.
Volví a suspirar. Yo estaba en un aprieto. En este punto, mi vida estaba en un callejón
sin salida.
"Tch. ¿Acaso incluso Dios se olvidó de mí?"
La lluvia se intensificó. El verano había terminado, y esta era la época del año donde
sentías el frío recorrer tu piel. La lluvia fría sin ningún esfuerzo mojó por completo mi viejo
y abultado suéter, drenando sin misericordia todo mi calor corporal.
"Si tan solo pudiera volver a hacer las cosas."
Esas palabras salieron de mi boca mientras miraba hacia el cielo lluvioso. No había nada
para mí ahí arriba, en ese cielo negro como el carbón.
"¿Mm?"
Justo cuando había perdido toda esperanza, pude visualizar algo por la esquina de mi
visión.
"Una Segunda Vida Para Ti."
Era un cartel publicitario alentando a las personas a renunciar a sus trabajos de oficina
para trabajar en una granja.
Mi segunda vida comenzó en el momento que vi ese anuncio.