La Receta de Tres Minutos de Eris
"¡Esta noche cocinaré la cena!" Eris anunció esto abruptamente un día mientras ellas
estaban dentro del bosque que daba hacia los Bigotes de la Mandíbula Superior del Wyrm
Rojo. "Es mi primera vez acampando contigo al aire libre, Ghislaine. ¡Así que, bueno,
prepararé algo!"
Las dos mujeres estaban viajando hacia una ubicación en específico. Mientras viajaban
a través de las carreteras del Reino de Asura, ellas no habían tenido oportunidades para
acampar afuera. Y, a pesar de que las aldeas donde se quedaron a lo largo del camino eran
bastante simples, la tierra era lo suficientemente fértil como para que los viajeros pudieran
tener comidas apropiadas. Esta era su primera vez acampando desde que comenzaron su
viaje.
"¿Estás segura de que puedes hacerlo?" Ghislaine sintió peligro en el exceso de
confianza de Eris. Para decirlo honestamente, la Eris que ella conocía podía incendiar una
cocina. No era probable que ella conociera la diferencia entre sostener una espada y un
cuchillo de cocina.
Pero bueno, uno no podría decir que Ghislaine era muy buena juzgando a las personas.
"¡Déjamelo a mí! ¡Cuando Geese y yo estábamos viajando juntos, hubo ocasiones en las
que creo que trató de enseñarme a cocinar!"
"¿Geese? ¿El sujeto con cara de mono?"
"¡Sip! ¡Nos conocimos en el Continente de Millis!"
Ghislaine había escuchado de Rudeus que Eris conoció a Geese durante sus viajes.
Incluso aunque Eris no había dicho que Geese le enseñó, Ghislaine de todas formas se sintió
aliviada de escuchar su justificación. Eso fue ingenuo de su parte.
Ghislaine conocía bien a Geese. Cuando recordó su rostro, ella también recordó el sabor
de su sopa sobre su lengua. Era sustanciosa y tenía un sabor dulce y cálido, en contraste a sus
poco apetitosos ingredientes. Incluso ahora, después de más de diez años de haberse
distanciado de Geese, Ghislaine aún babeaba ante el recuerdo de dicha sopa.
"Muy bien. Entonces lo dejaré en tus manos," dijo Ghislaine.
Eris inmediatamente comenzó a trabajar en su cena. Su primera tarea fue preparar las
especias. Geese y Rudeus siempre usaba frutas u hojas de árboles cada vez que cocinaban, y
Rudeus le había mostrado qué especias iban bien con ciertos platillos.
Eris copió lo que Rudeus había hecho durante sus viajes, reuniendo cosas que él
probablemente usaría: algunas semillas negras, algunas hojas ámbar. Tenían una forma un
poco diferente a las de Rudeus, pero ella no iba a ser quisquillosa.
En este punto, Ghislaine ya no tenía dudas. Ah, es cierto. Geese siempre hacía esta clase
de cosas, pensó ella con asombro, asintiendo repetidamente.
Ghislaine empezó a sentir que había algo un poco extraño cuando Eris comenzó a sofreír
los vegetales por alguna razón. A pesar de que ella supuestamente debía preparar una sopa,
Eris usó grasa animal para preparar los vegetales sobre llamas intensas, sin preocuparse de
agregar las especias que ella había recolectado antes.
Ghislaine no pudo evitar ladear su cabeza de la confusión. ¿Acaso Geese alguna vez
cocinó de esta forma? se preguntó ella, desconcertada. Pero la grasa produjo un aroma tan
apetitoso que disipó sus preocupaciones. Todo estaría bien.
Ghislaine comenzó a pensar que algo definitivamente estaba mal cuando Eris picó la
carne. Ella agregó las especias y los vegetales fritos, para luego mezclarlo todo hasta que
estaba viscoso. Aun así, Ghislaine decidió no decir nada.
Cuando ella había estado junto a Geese, él con frecuencia cazaba aves y picaba su carne,
diciendo, "La carne de ave hace buenas albóndigas." Ella había tenido la impresión de que
él en ocasiones agregaba albóndigas a su sopa.
La presa de Eris el día de hoy fue un mono, no un ave… Pero Ghislaine no iba a pensarlo
mucho.
Cuando Eris arrojó los pedazos de carne, las especias, y los vegetales en una olla
hirviendo, Ghislaine no pudo evitar jadear. "¡Ah!"
"¿Qué? ¿Tienes algún problema?" demandó Eris.
Ghislaine dudó. "No."
Eris ladeó su cabeza de la confusión ante la reacción de Ghislaine.
La carne y los vegetales se suavizaron dentro de la olla, volviendo el agua café. Ante
esto, Eris volvió a ladear su cabeza por un momento. Cada vez que Geese y Rudeus
preparaban este platillo, la carne permanecía junta como una masa, cambiando de color a
medida que se calentaba.
Pero Eris era Eris. Mientras miraba hacia la carne expandiéndose dentro de la olla, ella
decidió que el sabor lo compensaría.
"Ya. La sopa está lista," declaró ella, tomando la sartén. Eris no había preparado la sopa
como lo había planeado, pero había tenido éxito preparando algo más: filete Hamburgo.
Ella arrojó más carne picada dentro de la sartén. Por supuesto, el fuego era intenso. Ante
los ojos de Ghislaine, la carne dentro de la sartén ardió para convertirse en pilares de llamas.
"¡Mientras más calor se use para freír la carne, mejor sabe!" dijo Eris. Ella repitió esa
frase dicha por Rudeus. Él la dijo cuando estaba tratando de pasar desapercibido un error que
cometió cocinando.
"Ya veo." Ghislaine tomó la explicación como cierta. Ella incluso hizo una nota mental
sobre recordarla al preparar sus propias comidas.
La comida finalmente estaba lista. Una sopa espesa y café llenaba los pocillos. Sobre la
superficie flotaban pedazos de carne picada y vegetales.
Montañas achicharradas llenaban sus platos. Eris había olvidado usar algo para atar los
pedazos de carne, así que se habían desmoronado. Los vegetales, los cuales ya habían sido
sofreídos, se habían convertido en carbón.
"¡Ya puedes comer!" declaró la chef.
"Eris… ¿de verdad Geese te enseñó a cocinar esto?"
"¡Para nada! ¡Yo solo observé!"
"Entiendo."
Ghislaine lamentó no hacerle caso a su sensor de peligro. En cambio, ella había
permitido que Eris se encargara de la comida, babeando durante todo el proceso. En batalla,
sus instintos hacían la diferencia entre la vida y la muerte —ella debió haberse dado cuenta.
Pero ya estaba hecho.
Ante ella yacía un trozo negro que exudaba una fuerte sensación de peligro. Sin embargo,
sin importar lo fuerte que fuera el enemigo ante ella, Ghislaine sabía que debía derrotarlo.
Estoy siendo probada.
Su forma de pensar única como Reina de la Espada la llevó a esa conclusión. La vida la
estaba poniendo a prueba. Ella tenía que responder —comiéndose lo que yacía frente a ella.
"¡Gracias por la comida!"
Ghislaine arrojó la misteriosa sustancia dentro de su boca mientras cerraba los ojos con
fuerza y rezaba.
Al instante siguiente, ella vio a Phillip e Hilda dentro de un campo de flores desconocido.
"Cuida bien de nuestra hija," dijeron ellos.