Makee observaba desde su puesto de mando los monitores holográficos, al tiempo que los operadores procesaban los reportes provenientes del resto del planeta, indicados por el globo tridimensional iluminado en verde. Todo parecía progresar según el plan de batalla preestablecido, una redada a través del sistema estelar para llegar al sitio del verdadero objetivo, que una alianza temporal con sus asociados ahora volvía mucho más fácil mediante sus avances armamentísticos.
La bomba de luz sólida había tenido su efecto deseado, tres de las cuatro barreras de aquel palacio habían caído, y sus tropas estaban abrumando a los defensores locales, lo que haría cuestión de minutos la caída del arconte.
Pero eso a ella era lo que menos le importaba. Ella traía a este y al poco cooperativo enclave la retaliación que los otros buscaban dar, siempre y cuando pudiese asegurar lo que ella venía a tomar a cambio, listo para su cosecha. Un celote sangheili, en violeta armadura, llegó con ella:
- Bendecida - notificó, postrándose - Recibimos una solicitud para comunicarse. Son ellos.
- Prepara el canal seguro. No dejemos que nos escuchen de nuevo.
- Como ordene.
Pasaron unos segundos, y de inmediato se abrió la comunicación holográfica. En vez del planeta ahora se presentaba un humano de facciones resecas y ojos hundidos, escrutando el puente con su mirada antes de dirigirse a la reclamadora:
- Nivel 7 quiere saber sobre tus avances.
- No se equivoquen conmigo. Aquí nadie está bajo sus órdenes.
- Entenderé que no hay avances, entonces
- No necesito a más de tus comisarios fastidiándome.
- En ese caso esperamos eficiencia, y espero que puedas dárnosla.
- En poco su fortaleza caerá, y los seis spartan junto con ella.
- Recuerda que este es un flaco favor que nos haces.
- ¿Cómo te atreves a pedir más, pagano?
- Nuestra asesoría te dio las herramientas para acabar con el dogma inventado por esos "profetas" tuyos.
La cooperación debe ser recíproca en proporción, nada más y nada menos.
La chica hervía por dentro, pero sabía que era cierto, y la única razón por la que aceptaba esta humillación. Pero por otro lado la creyeron más manipulable de lo que era, menos visionaria, más cegada por su devoción a los Forerunner. Le estaban suministrando tecnología, aunque poca por ahora, pero si jugaba bien sus cartas, y seguía haciéndose la idiota, era posible que la tomaran por una herramienta más manejable, y por tanto menos supervisada en sus acciones.
- Yo solamente pido el respeto de mi posición a cambio.
- Todo eso y más mientras mantengas tu palabra de estrechar lazos con Centrum.
- Se hará como dices.
- Eso espero.
El holograma se apagó, y mientras en un lado Makee estrellaba su puño contra la baranda del puente, sacándole chispa, el oficial de otra dimensión ingresaba nuevos comandos a su holomesa de mando, rodeado de aquel frío personal enmascarado, haciendo su trabajo de forma sincrónica y ordenada.
- Hmph, usar androides impulsados por Od fue la mejor decisión de los últimos cuatro siglos.
La voz provenía de un nuevo holograma, esta vez de un buró de 9 personas en uniformes negro y gris, pero con lo que parecían distintivos de varios tipos en hombros y pecho, así como collares protectores. Uno de ellos, en el centro, era el que había hablado, antes de tomar su pipa de opio, infundida en inodoros narcóticos de algún paralelo distante:
- Compañeros del Supremo Foro, es un honor...
- Ahorremos formalidades. Este comité solamente busca recibir tu evaluación del caso 99934...
- Nos hallamos en el margen de tiempo. Las anomalías probabilísticas serán destruidas pronto.
- Pronto - replicó otro con ironía - ¿Y eso cuándo es, grandísimo incompetente?
- De 10 a 12 minutos.
- Eso es demasiado - dijo otr forista, con desidia - Hazlo en menos de 4 minutos, o volverán a huir.
- Pero eso es imposible.
- No nos importa lo que consideres posible - replicó otro - sino que sigas parámetros racionales.
- El proxy está haciendo su trabajo tal como estaba planeado. No se puede hacer más...
- Creo que no estás entendiendo - dijo otro más - Si esos anarquistas se escapan, pondrán en riesgo la investigación del xenoartefacto paratemporal.
- Entiendo que quieren destruirlo...
- Ah, mira - dijo otro, burlón - sabe sumar 2 + 2. Y eso es obvio, por eso te dimos el mando, para que lo evites.
- Los físicos de campo aún deben determinar la naturaleza de las oscilaciones futuribles y por qué están siendo bloqueadas solamente en la zona roja Tertius.
- Un lugar más impredecible que Secundus no debe dejarse a su suerte - dijo el central - Así que debes entender la importancia de tomar el control lo más pronto posible.
- Comprendo, podría favorecernos si nos deshacemos del factor variable, y accedemos a los secretos de la máquina alienígena. Estos spartan...
- Termina el trabajo y comunícate en 5 minutos. Si no lo haces, pondremos a un cerebro electrónico en tu lugar...
La línea fue cortada desde el otro lado, y el oficial, con la frente perlada de sudor, apretó dientes y tragó saliva. Este volteó y gritó órdenes:
- ¡Aumenten la cantidad de efectivos en la bahía de proyectores enemiga! ¡Rápido, cerebros de hojalata, debemos evacuar al proxy en 3 minutos!
En aquel planeta, mientras tanto, las primeras barreras orbitales comenzaban a destruirse ante el poderío de aquella flota covenant atacando las estaciones espaciales. Estas disparaban sus haces solares, llevándose por delante grupos de cazas y varias corbetas, pero los navíos eran demasiados para la capacidad de las armas principales, y los misiles atómicos no eran demasiado efectivos. En la superficie, los primeros grupos aeroespaciales habían descendido a causar destrozos en las ciudades principales, pero debido a que casi ningún crucero había descendido aún, los defensores seguían resistiendo.
El palacio era casi otra historia. La desactivación de escudo externo había acelerado el avance del covenant hasta el límite del palacio interior, sobre cuya muralla Emile recibía a tiros a los nuevos unggoy que dejaban los phantoms antes de ser tirados abajo por los misiles puestos detrás. Carter enfrentaba a un brute tras otro, empleando el martillo del cacique muerto, mientras Cat intentaba retomar la comunicación con el Jefe Maestro, defendida por Seis, quien estaba a su vez ayudando a una escuadra de heranos a contener un grupo de sangheili en armadura gris.
Jun y Jorge defendían su posición en el flanco opuesto, enfrentando a una partida de brutes con maulers y rifles de plasma rojos. El fuego de plasma era capaz de dañar a los heranos ordinarios, dos de los cuales yacían más adelante, clavados en sus propias lanzas como demostración. Una oleada de jackals reforzó la posición covenant y se lanzó con cuchillos y pistolas de plasma, saltando sobre una de las barricadas improvisadas, desplegando un grotesco espectaculo. Uno de ellos, el único cubierto por un casco negro, atrapó la cabeza de un soldado con su pico y la arrancó de un tirón frente a los demás, generando desesperación en las filas.
Y mientras uno de aquellos guerreros desenvainaba su machete para devolver el favor, saltando tras la línea enemiga, otros de los suyos comenzaban a seguirle. El coronel vio que la oleada en el exterior estaba aumentando en números, wraiths, ghosts, shadows y spectres enfilados y disparando en apoyo de la infantería. Una de las misileras estalló a unos cien metros de donde estaban, y pronto una segunda explosión en el cielo marcaba la destrucción de otra estación orbital, por lo que dio la orden:
- ¡Aquí Recon-14 actual!¡Repliéguense a la plaza frontal!
- ¡Señor, el transmisor aún no responde, me tomará dos minutos tenerlo listo!
- ¡Déjalo, ya no tenemos tiempo!
Jorge disparó una última ráfaga con su arma pesada contra dos grunts kamikaze, que estallaron al contacto. Los spartan se reunieron cerca de la bajada, siendo interceptados por una nueva partida de elites en armaduras rojo pálido y azul grisáceo con espadas de plasma. Carter fue el primero en atacar, disparando el rifle contra la cabeza de uno, mientras Jun disparaba a la rodilla inferior de otro y Emile alcanzaba a un tercero esquivando su corte.
Cat no estaba feliz con lo que acababa de ocurrir, ni tampoco estaba del todo satisfecha con el resultado que su pequeño plan B podría tener si no lograban modificar un transmisor funcional con la antena cliodinámica.
Esta disparó el aguijoneador, esquivando un ataque, dos, tres, y finalmente su adversario vio sus intestinos separarse de su cuerpo y cocinarse en el gas hipercalentado de blamita. Seis recibió un corte que hizo estallar sus escudos, logrando al siguiente segundo trepar sobre su atacante y rompiendo su cuello en un instante, en tanto Jorge le propinaba un puñetazo, esquivando por poco una estocada, y dando un cabezazo a un tercero antes de que Emile le diera un tiro al alienígena en la espalda.
- Vámonos...
- Aún necesito instalar la antena cliodinámica...
- Lo haremos desde allí. Es nuestro plan C ahora.
El líder de equipo señaló una instalación vertical anexa a la parte trasera del muro:
- Entendido.
Bajo el palacio, chispas saltaron del primer portal, y el vórtice se encogió, solamente para reventarse como un globo, lanzando una lluvia de partículas letales que destruyó todo a su paso, incluyendo los marcos de los portales aledaños. Los otros agujeros de gusano comenzaron a oscilar, palpitando de forma irregular, absorbiendo poco a poco sus propias estructuras de soporte mientras los elegidos retrocedían, asegurándose de que los enemigos de sangre falsa se quedaran muertos y lejos de la entrada, clavándoles las lanzas en cada intento de rebasar su línea. Los soldados regulares ya estaban evacuando para este punto, supervisados por el arconte, el ingeniero encargado y el Jefe, quien daba fuego pesado de cobertura en uno de los flancos para que los rezagados se reagrupasen.
- Son todos.
- Ahora debemos irnos, guerrero - dijo el arconte - esto estallará pronto.
- Es una desgracia - musitó el ingeniero - pero qué se le puede hacer.
Este último comenzó a tipear los comandos para cerrar nuevamente las compuertas, cuyo material adamantino y grosor permitirían resistir por lo menos la implosión, conteniendo lo peor de la radiación dentro.
Los enemigos seguían adelante como si nada estuviese pasando frente a ellos, propiciando que tres de los blindados enviaran una señal a su oficial al mando, deteniendo su marcha para quedarse atrás, triturando a los seres con su munición de alto calibre. Estos se hicieron de lado, y los operadores apostados comenzaron a disparar lo que tuviesen a mano desde hendijas en la cabina. Una vez quedaron encerrados, uno de los conductores rio, y se bajó para deshacerse de su peto, adelantándose con un arnés distinto que brillaba en verde cada vez más intenso.
Este fue acribillado, generando una conflagración de plasma que calcinó fila tras fila de androides, incendiando su fluido interno al punto de hacerlo combustionar. Las llamas se regaron a través del líquido derramado, llegando hasta otro portal, que en segundos se desintegro en miles y miles de esquirlas lanzadas en todas direcciones, destrozando parte de los aparatos contiguos, que comenzaron a fallar, generando emisiones de plasma en toda la cámara. Los androides comenzaron a cocinarse, y varios de los últimos en llegar fueron envueltos por el desliespacio antes de que los vórtices de donde salieron implosionaran.
La reacción fue tan violenta que las puertas resonaban con ecos desde fuera. El Jefe miró hacia atrás desde el vehículo en que había subido, vislumbrando una luz azul por la hendija en medio, mientras que el elevador de carga volvía a ascender. Una vez llegaron al nivel superior, estaban rodeados por tropas covenant que comenzaron a dispararles, reforzados por goblins equipados con aguijoneadores pesados, reventando blindaje y neutralizando a varios soldados. Un escogido esquivó los disparos, y saltó sobre uno de los caminantes, atravesándolo de cabo a rabo con su lanza, partiéndolo en dos con un solo movimiento. Sierra 117 ahora inicio su asalto, descendiendo del vehículo y despachando los grunts y brutes que se le atravesaron en el camino, eliminándolos en pocos golpes, dando tiros mortales con el arma corta.
Tirias se lanzó también al ataque con su espada, concentrándose en una pareja de hunters. Partió al primero con su espada, luego insertó una granada en el torso del otro, y disparó su propio fusil para rematar, vaciando su cargador una vez antes de esquivar el golpe del sobreviviente.
En segundos, el Jefe había logrado atravesarlo con su propio escudo, asintiendo para luego continuar con los goblins restantes. Entonces John fue tacleado, arrastrándose lejos por el suelo, sacando chispas de su armadura. Aquel había sido un buen golpe.
Fuera, Cat había entrado a la instalación de comunicaciones, y había tenido que instalar la antena bajo el panel de control. Había sido bueno dar una excusa a los supervisores sobre la necesidad del arconte de comunicarse con las estaciones restantes en órbita, por lo que pudo trabajar bastante ininterrumpida mientras los operadores seguían instrucciones más urgentes de forma simultánea. Jun se comunicó con ella:
- Recon 14-Actual a Recon 14-1. Estamos a la puerta del palacio interior. La brecha contigo se está cerrando, debes evacuar ese lugar ya.
- Estará listo en 30 segundos...
- Sal de ahí ahora, cambio y fuera.
La spartan no tenía más opciones. En los cielos, ya las naves del resto de la flota habían estado ingresando a la atmósfera, y comenzado la vitrificación del planeta a pesar de que la resistencia en los centros militares de la superficie seguía siendo inmensa. A la nave insignia de Makee la flanqueaban ahora cuatro cruceros de batalla en medio de una región humeante y negra, destruyendo la segunda muralla con su artillería combinada. Las fuerzas covenant se acercaban cada vez más al centro de la instalación, pero fue entonces que la anomalía apareció.
- No....
Cat había caído al suelo debido a temblores repentinos, más parecidos a la turbulencia de un avión a punto de estrellarse que a cualquier terremoto natural. Truenos y relámpagos zumbando en un fantasmal silencio cayeron sobre el palacio y su único escudo de energía todavía en pie, provocando que los oficiales reagruparan a sus tropas en el interior de la última muralla y el palacio. Las tropas alienígenas también fueron golpeadas por el fenómeno, que destruyó varios vehículos y calcinó a numerosos hostiles, al no estar ya activa la barrera de energía desde su lado. Los oficiales sangheili comenzaron a dar órdenes de repliegue, pero por otra parte los caciques brute apuntalaban a las tropas de jackals a continuar su asalto para tomar la última muralla, creando confusión y disputa abierta con sus superiores.
Rasgaduras de luz azul aparecieron en los cielos, generando una tormenta anular alrededor de la zona de batalla, relámpagos calcinando todo a su paso. Estos golpearon las naves covenant en el aire, derribando banshees y transportes a medio vuelo, haciendo que en la sala de mando del carguero, el maestro de flota adjunto exclamara:
- ¡Eleven el grosor del escudo!¡Sellen las compuertas!
Makee observaba todo desde el proyector holográfico, preocupada:
- ¿A qué nos enfrentamos, Voliree?
- Un fenómeno desliespacial atmosférico, Bendecida. Temo que nuestros aliados...hayan fallado.
- ¿Alguna llamada de Atriox? - preguntó, y pausó un momento - ¿Logró recuperar a mi Reclamador?
- Ya se infiltró en los niveles inferiores de la fortaleza, pero no hemos podido comunicarnos más con él.
- Mantenme al tanto...y prepárense para ascenso inmediato una vez venga con él.
El elite inclinó la cabeza y se puso la mano al corazón en señal de reverencia antes de ir con los controladores de vuelo. Un display en uno de sus monitores indicó una transmisión entrante:
- Santidad - dijo la voz de una IA - Estoy recibiendo un mensaje encriptado de texto.
- Traduce en un millón de subrutinas.
Necesito que calcules una ruta de ascenso orbital cuando...
- Terminé, le mostraré el resultado.
Makee sonríe por la incredulidad al verlo frente a sí, y se agarra del barandal, rezongando de forma pasivo agresiva al volver a mirar el mensaje y leerlo de principio a fin, rezando:
"Anomalía probabilística John-117 será eliminada. Cualquier orden contraria anula acuerdo de forma inmediata."
- ¡Malditos demonios! - gritó, golpeando la baranda con el puño - ¡Sucias alimañas, cómo se atreven a desafiarme! No saben con quién se están metiendo, asquerosos traidores...
Ella entonces ordenó a la IA que abriese un canal de comunicación con Centrum:
- Abriendo...por favor espere.
Los minutos pasarían de forma pesada, mientras leía los reportes de la acción en tierra, y recibía los torrentes de datos de cada rincón del planeta. Avanzaban, y cada vez parecía una victoria absoluta. La resistencia se estaba diseminando, y eso la aliviaba. Pronto el constructo la sacó de su trance:
- Co...comunicación dene...gada. Por...por favor...obedez...obe...obedezca la orden. Ma...ma...mata...mata al Je...Jefe Maestro...tro..
Ahora la mujer ya no se sentía tan furiosa, y comenzó a dudar de lo que pasaba a su alrededor al percatarse que todos los operadores en el puente de mando comenzaron a mirarla fijamente. Incluso los grunts que hacían sus tareas de mantenimiento tras ella, cerca de las compuertas, habían parado de trabajar, y se habían quedado en pie, los ojos fijos en ella, ojos sin brillo, ojos completamente quietos, como los de las muñecas que a veces hallaba entre los desperdicios, cuando era niña. Sintió que sus piernas se hicieron de piedra, y que le faltaba aire en los pulmones.
Las puertas de la sala se abrieron, y un escuadrón de sombras silenciosas, los asesinos más eficientes de su imperio, se comenzó a acercar a ella, activando sus cuchillas carmesíes:
- Qué...¡¿Qué creen que hacen?! - gritó - ¡Háganse para atrás ya!
- Se te dio un ultimátum.
- ¿Rdomnai? ¿Qué...qué estás diciendo? Tú no...no puedes estar aquí. Yo...yo hice que te colgaran de los intestinos en Suma Caridad...¡¿Por qué dioses sigues vivo?!
- Fue fácil manipularte, luego de que tu querido mentor sufriese aquel accidente...
En el display holográfico más grande se comenzó a mostrar una grabación tridimensional. Un elite de armadura gris al mando de un batallón. Makee reconoció la época de inmediato, al ver tropas humanas enfrentándolos en medio de ruinas grises, portando uniformes pesados y verdes, bastante feos a su parecer. Fue a inicios de la Guerra Manchada, como ahora se conocía.
Ella posaba la vista con nostalgia sobre aquel guerrero kaidon, reconociendo sus rasgos faciales donde cualquier persona no habría visto más que la misma boca reptil que tenían todos los de su tipo. No eran sangheili ordinarios, sino que eran escogidos por sus afinadas mentes, capaces de comprender mejor los misterios de las reliquias Forerunner, y si él estaba allí, era claro que eso mismo buscaban:
- Kvao... - susurró ella.
La grabación se adelantó, y se pudo ver cómo este descendió a una rampa entreabierta en el suelo, dentro de una instalación enemiga. Este y varios más llegaron al fondo, encontrando laboratorios llenos de implementos primitivos del UNSC, pero también de escenas horripilantes.
En distintos armazones se encontraban partes orgánicas, las cuales estaban alineadas en conjuntos distintos unos de otros, de los que solamente uno parecía estar "completo". Se veía como una especie de ser humanoide en armadura blanca, lisa, sin ninguna clase de distintivo más que un triángulo rojo en su pecho.
Un kig-yar se acercó por órdenes de su superior y lo tocó, generando una reacción en cadena. Las máquinas comenzaron a activarse, y de una de ellas emergió el primer apéndice distinguible con claridad, una mano humana, y luego, de la parte central, una cabeza con una expresión de miseria en su cara. Esta y sus hermanas se desplazaron sobre patas articuladas, ignorando a los guerreros pasmados y dirigiéndose a un lugar en específico, un espacio en el centro, hasta entonces oculto por puertas corredizas.
Lo que el elite y sus soldados vieron era en efecto una estructura ancestral, y la vara luminaria que portaba en la mano brilló y resonó con aquel efecto tan grabado en la mente de la Bendecida, aquel día en que lo conoció.
- ¿Qué eran esas cosas?
Rdomnai gruñó con desprecio, y le hizo una seña de que siguiera mirando.
Allí fue que pasó; la máquina con la mano se acercó a la tecnología antigua, y esta comenzó a activarse, intermitentemente. Todos los presentes se sintieron incluso más asqueados de lo que ya estaban, y comenzaban a indignarse enormemente:
- Esto es una abominación...
- Herejía...
- Ingenios demoníacos...
- Lo han mancillado.
- Hay que destruir este lugar.
El elite, quien se quedó pensativo por un momento, se volteó hacia su partida, para decirles algo, pero no alcanzó a hacerlo. El disparo de un rifle de francotirador impactó un barril de hidrógeno presente en la cámara, y este estalló en una bola de fuego que no dejó rastro visible de absolutamente nada. Makee se llevó la mano a la boca, llorando:
- No, no - negaba - Eso no fue lo que pasó, se supone que hubo una fuga de gas, hubo...
- ¿De seguro fueron los humanos, verdad? Nunca te trataron como una de ellos, ¿o sí?
La siguiente escena eran soldados del UNSC llegando al área. Vestían uniformes negros, pero estos ella no los reconocía de la ONI, pues el brillo pulido y las marcas rojas no correspondían a los identificadores que había estudiado.
- Está hecho - dijo uno de esos soldados - Ahora cumple con tu parte.
- Verás ese ascenso cuando regreses - le respondieron por comunicador - Pero no olvides demoler todo. Nuestro estudio no puede quedar al descubierto.
- Así se hará. Cuando pagues...
El soldado entonces sufrió unos glitches en su cuerpo, y cuando acabaron, allí estaba. Makee tenía el corazón en el suelo, y tal como la grabación paraba, ella cayó sentada, mirando boquiabierta a sus enemigos, tiritando con odio:
- Desgraciado... ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Él confiaba en ti, maldito asesino...!
- Deberías agradecerme, estúpida, por mostrarte la verdad antes de matarte.
El sangheili se acercó, y le puso la espada de plasma al cuello, tomándola con la otra mano por la cabeza:
- ¿Por qué lo traicionaste, Jega? Rvao siempre te quiso como a un hijo...
- Para liberarme de su insufrible sombra.
La hoja pasó por su garganta, y un chorro a presión de su carótida emergió, bañando al asesino, quien contraía las mandíbulas con satisfacción. Este la haló del brazo, y la mostró como una muñeca de trapo a sus camaradas, quienes rieron como si todo hubiese sido una broma práctica a alguien a quien odiaban con todas sus fuerzas:
- Ahora yo estoy en control...
- No... Jega. Ellos te engañarán también - dijo, vomitando sangre - ...cuando no les sirvas más.
- Centrum siempre tiene planes de respaldo, es cierto. Tú ya no eres uno de ellos.
- Cier...cierto...
Con sus últimas fuerzas, Makee se tomó del pecho, y con la mano abierta, hizo presión en uno de los símbolos divinos de su leotardo. Rdomnai lo vio y le atravesó con furia su espada, seguida del resto de su grupo, apuñalándola una y otra vez hasta que el cuerpo dejó de moverse, y los ojos de la Bendecida miraron al techo, completamente opacos.
El líder de las sombras silenciosas paró su violenta arremetida, y desactivando su espada, miró con desprecio a la mujer, diciendo:
- Asquerosa usurpadora...se creía mejor que nosotros...
Todos los monitores se pusieron rojos de repente, y las alarmas sonaron, rasgando el aire con su chillido insistente mientras la tripulación parecía despertar de su letargo. A continuación la puerta al puente se selló, y a lo largo de la nave todas las compuertas hicieron lo mismo, dejando a todos los covenant atrapados.
Los alienígenas entraron en pánico cuando sintieron cansados, y los operadores entraron en pánico cuando los controles dejaron de responder. El oxígeno, sección a sección, comenzó a apagarse, y el sistema de controles a sufrir descomposturas graves en su propio software.
Uno de los asesinos miró de reojo el pecho sangrante de Makee, y notó algo:
- Maestro...
Rdomnai acudió, y su subordinado señaló a un brillo púrpura:
- Quítate.
Este metió la mano en la hendidura dejada por su espada, y sacó un dispositivo de pequeño tamaño, redondo pero medio derretido, con una luz que parpadeaba. Este comenzó a molestarse, y rugiendo frustrado, pisoteó la cosa, rompiéndola:
- ¡Abran esa puerta como sea! ¡Debemos salir de esta nave!
Algunos unggoy se cayeron cuando el carguero entero se inclinó hacia delante, en picada. En el puente de mando se intentaba corregir el rumbo, pero ya era demasiado tarde, pues el impulso de los inhibidores inerciales los estaba llevando a la falda de la montaña. Desde el palacio esto fue observado por Petrocles, quien ordenó reactivar el reactor de fusión para soportar el impacto y al mismo tiempo atrapar a los covenant.
- Bárbaros - dijo, en otro canal - ¿A dónde fueron? ¿Me pueden oír? ¡Digan algo! Tártaro.
Recon-14 había subido de vuelta a los salones centrales del palacio interior, rematados en estatuas, entre las que decenas de drones trepaban y les disparaban con pistolas de plasma, emboscándoles sorpresivamente a media carrera.
- ¡Maldición! ¡¿De dónde salieron?!
- No importa - respondió Jun - Acaben con ellos, y no los dejen llegar a la sala del trono.
- Ahora nos importa ese sujeto...
- Si queremos salir de aquí, sí. Prefiero tenerlo de mi lado, Seis.
Carter y Jorge eran los que más atrás estaban, separados del grupo por el retumbar de alas quitinosas, chirridos ahogados creando interferencia incluso en sus VISR. Eso era algo nuevo:
- Maldición, si seguimos así, ¡aghhh!
Los bichos lanzaron tiros cargados en masa, destrozando los escudos, e hiriendo gravemente a ambos. Solamente Sierra 052 se mantuvo disparando las últimas rondas de su arma, justo antes de que se le abalanzaran encima, en un intento de desarmar su cuerpo pedazo a pedazo.
- ¡Carter!
Este forcejeó, y quebró las corazas de varios a puñetazos, antes de ser sometido. Podía escuchar a Emile maldecir cerca, y a Cat gritar con desesperada ira. Sentía múltiples patas halando su casco con aquellos garfios curvos que les hacían de dedos, de un momento a otro siendo su visión normal despojada del HUD. Al ver arriba fue mordido en la cabeza, haciéndole pegar un rugido.
Y en ese instante el cielo estalló.
Esa bola de blanco azul se expandió y devoró los cruceros de batalla a la mitad, haciendo caer sus restos sobre el palacio, que se estremeció nuevamente por una sonora explosión cuyo requemante calor llegó hasta su rostro. Los yamnee se dispersaron chillando de dolor al cocinarse en sus caparazones por un momento, permitiendo a los spartan recuperarse apenas, aunque sus armaduras, vieron, habían ya quedado en un estado menos que ideal.
Un boom hipersónico resonó en los cielos oscuros, y del empequeñecido brillo en los aires emergió un punto cual bólido brillante, que se acercó a velocidad pasmosa al palacio, y logró atravesar los escudos externos, despertando nuevamente de su letargo. La restante artillería, reactivada, no logró alcanzarlo, y este cayó directamente hacia el Gran Corredor con los murales de guerra, calentándolos al rojo vivo a su paso antes de estrellarse contra las inmensas compuertas labradas, que se doblaron y derritieron parcialmente con un tintineo contundente. El equipo se había puesto a cubierto apenas vieron el meteoro desconocido acercarse hacia ellos, y lo oyeron estrellarse, haciendo rechinar el marmol rojo de los suelos antes de detenerse.
Jun, agarrándose el brazo mordido, dio la orden:
- Debemos movernos. Si es otra de aquellas bombas...
- Estamos perdidos - interrumpió Seis.
- Exacto. Andando.
Los spartan se internaron entre los corredores, y llegaron al recinto real, sintiendo aún el calor del accidentado descenso en los paneles de metal.
- ¿Lograste comunicarte con Joyeuse, Cat?
- Misma suerte que con la Eternity. Nada.
- Entonces debemos darla por perdida. Cuartel general sin sobrevivientes.
- Cómo pudo pasar esto...
- Hmph - bufó Jorge.
En la sala del trono, encontraron la escena que menos esperaban. Numerosos sirvientes rodeaban el área, y un contingente de soldados en alerta se iba acercando listo para disparar al objeto, un tipo de nave desconocido para ellos.
- ¡¿A qué esperan?! ¡Revisen ese transporte!
No para el arconte, quien acababa de apersonarse de forma apresurada a la sala, lanza en mano:
- ¿Dónde está nuestro suboficial? - preguntó Jun.
- Los enemigos nos rodearon, y él se quedó atrás.
- Él...acaso...
- No lo creo. Recibí el reporte de esta cosa, y vine a ver de qué se trataba. Él abrió camino para que sobreviviera. Insistió.
- Más te vale - dijo Jorge.
- No me gusta más que a ti, pero es la verdad...
Llegaron dos de la guardia personal de Tirias aún con vida, armaduras quemadas y dañadas por los combates, más drones.
Uno de ellos se acercó a su amo:
- Arconte, logramos bloquear el acceso sur de los insectos infernales. Pero dudo que se quede así por mucho.
- Aquí los esperamos. Y a todos los que vengan. Ahora quiero que abran esta cosa...
Los elegidos vieron la nave:
- Es de...
- No maten a nadie si es de los suyos - dijo, señalando a los spartan.
- Entendemos.
Ambos asinitieron, y procedieron a ir hacia la compuerta. Solamente con la fuerza de sus brazos comenzaron a abollar el metaloide, comenzando a doblarlo mientras la compuerta crujía, rechinaba, resintiendo la entrada forzosa:
- ¡Vamos! ¡No me digan que ya están cansados!
Un pulso más, con toda la fuerza del tren superior, y la compuerta lateral del transportador fue abierta por los hombres del arconte. Tuvieron que apartarse cuando una llamarada salió desde el interior, junto al sonido de alarma. Se oyeron pisadas nuevas de repente, escogidos que desenvainaron sus espadas en anticipación a acabar con lo que fuera estuviese amenazando la vida de su señor:
- ¡Esperen! - dijo Carter - Es una fuga de hidrógeno. Debemos tener cuidado.
Petrocles, elegido con hombreras de león, había llegado con varios de sus hombres, y se interpuso:
- Aparten. Eso lo decidiré yo.
- ¿En verdad, Petrocles? - exclamó el arconte - Creí que me obedecías a mí...
Dándose cuenta de su error, este miró de vuelta al noble, y dándose un golpe de pecho agachó la cabeza:
- Perdóneme si no me di a entender, tiranos.
- Deja que los extraños lidien con sus máquinas anticuadas - dijo e hizo una seña a Emile - Tú, ve si tus amigos están ahí dentro.
El spartan no respondió nada, y solo se le quedó viendo un par de segundos antes de obedecer la instrucción. Con cuidado, esperó a que la intermitente llama se apagase, y corrió agachado, entrando por la rampa justo a tiempo. De cuclillas avanzó por el interior, que encontró destartalado, hasta la parte de atrás en donde se hallaba el ropero y la armería.
- Aquí atrás no hay nada - dijo por comms - iré a las cabinas.
Emile esta vez tomó el pasillo del flanco opuesto; revisó la cabina central, pero solo encontró ascuas del plasma llameante saliendo del motor paratemporal, tapadas apenas por la compuerta de mantenimiento:
- Esta cosa va estallar en cualquier momento.
Finalmente llegó a la puerta de la cabina frontal.
- Abriendo cabina de mando ahora...
La puerta cedió con dificultad, y un par de chispazos, que hicieron al spartan taparse la vista. Al mirar del otro lado, la encontró, una sola persona en el asiento del piloto. Se adelantó un poco más para ver su rostro, y apenas vio sus facciones manchadas de hollín, supo de quién se trataba:
- Señor. Es ella.
- ¿Quién? - dijo Jun.
- Su alférez, coronel.
Una pausa precedió a la respuesta:
- Tráela de inmediato, antes de que...
Hubo un temblor, y la cabina central estalló en fuego azul. Los demás spartan quisieron entrar, y los elegidos levantaron sus armas, dispuestos a entrar. Carter se interpuso, señalándoles que esperaran. El arconte asintió a sus hombres, lo que hizo que avanzaran hacia el siniestro:
- ¡Esperen! - exclamó Cat - ¡Miren, allí!
Finalmente, tras una tensa calma, Emile salió por la rampa, su armadura abollada recibiendo daño por plasma mientras llevaba a Jae Soon cubierta entre sus brazos. Apenas se alejó lo suficiente, cayó de rodillas, y Jorge se adelantó a ayudarlo.
Para entonces, llegaron aquellas mujeres cubiertas en trajes sellados, túnicas, y máscaras sobre su rostro, portando una especie de colchón amoldable flotante:
- Las esculapeas se la llevarán a curar. Uno de ustedes debería acompañarla - dijo el arconte - A los demás los necesitaré para ayudar a su amigo.
- Lo haré yo - respondió Jun - Equipo, se reagruparán conmigo una vez traigan al Jefe ¿entendido?
- Entendido, señor - respondió Cat.
- Bien, entonces yo iré a liderar a mis hermanos en el ala sur - dijo Tiriras - ¡A mí, lacedemones, enseñémosles a los invasores que no deben meterse en nuestra casa!
Estos aullaron, levantando armas, y mientras Recon-14 desaparecía por una puerta lateral junto a los guerreros locales, el séquito de sirvientes se aprestaba a lidiar con aquel transportador incendiándose en medio del gran salón, enfundados en escafandras con placas y cargando equipos.
Junto con estos habían varios tipos de aquellas máquinas parecidas a mecanismos de reloj, dispuestas a fijar el cojo vehículo en una posición estable mientras dos operarios echaban lo que parecía espuma extintora en el interior.
Llegando al sitio del elevador, Tirias lo activó, y volvió a dirigirse a los spartan:
- Nuestra noche será más larga de lo que esperaba, forasteros.
Una vez llegaron, allí estaba, el Jefe Maestro, cara a cara contra el cacique brute, únicos combatientes aún en pie.
- Ah, mira...vienen a ayudarte. Patético.
Sierra 117 se fue levantando del suelo, con escudos y visor destrozados:
- Se acabó, Atriox. No importa cuántos refuerzos lleguen. Esto no terminará bien para ti.
- Los que me subestiman acaban muertos. Y tu serás el siguiente, demonio.
El brute se lanzó con su martillo, pero el Jefe evitó el impacto halándose a un lado con el gancho. Este tomó dos aguijoneadores pesados y comenzó a disparar, a lo que Atriox se cubrió usando el campo antigravitatorio de su arma, redirigiendo a Recon-14 el ataque. Los spartan esquivaron como pudieron, pero sin que se diera cuenta, Seis fue atravesado por la blamita en un hombro y el abdomen. Este sangró, pero no se quejó, ni se dejó vencer por el indecible dolor, corriendo ahora hacia su nuevo objetivo:
- Vas a pagar por eso, simio...
El brute se rio, y se preparó para taclear a ambos al mismo tiempo.
Jun, mientras tanto, llegó al sanatorio, y tras la intervención de emergencia, se quedaría al pie de la cápsula médica, con la joven sumergida en aquel líquido color miel, filtros insertados en sus vías respiratorias y tapones en los oídos.
- Jae Soon. Llegaste - musitaba - Eres una buena soldado. Sal de esta, puedes hacerlo.
Fue interrumpido por una llamada a su canal:
- Coronel Jun.
- Comandante Iotha. Dígame, señora.
- ¿Es cierto?¿La agente Jae Soon está contigo?
- Sí. Pero su condición no es buena.
- Entendido. Me encuentro en la sala ahora mismo, y veo su transportador frente a mí.
- Afirmativo.
- Escucha con atención. Quiero que la saques de ahí. La cápsula es transportable...
- ¿Cómo dice...?
- Cuando Recon-14 regrese de allí abajo, llévalos al taller de ingeniería. Ingresaré las coordenadas a tu HUD...
- ¿Qué piensa hacer?
- Deben completar la misión. Eviten que Centrum acceda del otro lado de ese túnel paratemporal.
- ¿Y usted?
- Los esperaré allá. Cambio y fuera.
Iotha se acerco a uno de los sirvientes, que portaba una bata larga de aspecto plástico:
- Ingeniero...¿Vienen las grúas?
- Sí, mi ama.
Un par de máquinas cúbicas con pantallas metálicas llegaron flotando desde el corredor, poniendose delante y detrás del siniestro. Las pantallas se activaron con un brillo rojo y este se elevó del suelo, siendo llevado sin hacer ningún ruido fuera del recinto. Llegando a la plaza, una plataforma cuadrada se separó del resto del suelo y las máquinas bajaron hasta perderse de vista.
Abajo, todo el equipo seguía intentando neutralizar a Atriox, quien resistía todos los ataques que le lanzaban:
- Lucharon bien, pero no fue suficiente.
Los spartan, heridos y sin escudos, se habian quedado sin municiones. Rodeaban al brute como una manada de lobos a un tigre, pero tal y como se solía decir, una bestia acorralada es siempre más peligrosa. Y esta claramente no pararía de pelear:
- Se acabó, Atriox. Ríndete ahora, y quizá te dejemos ir.
- No. Ustedes ríndanse. Pronto este mundo caerá, y necesitaré soldados como ustedes para mi nuevo ejército...
- Eso jamás pasará. - respondio Jorge.
- Lástima.
El cacique se lanzó con su martillo, y tiró lejos a 052, mientras Cat aprovechaba el momento para tirarse a la espalda de este, desasegurando una granada. Este pudo captar su olor, y girándose se la quitó de encima antes de que el explosivo quedase enganchado:
- Centrum no es nada - dijo el brute - sembraron la semilla de su propia caída.
Emile quiso atacar con su cuchillo de frente mientras el ser estaba distraído, pero este giró pronto y lo dio una patada en el pecho.
Carter y Seis se acercaron por los flancos, pero Atriox le dio un martillazo al primero, antes de romper el casco de Seis con su otra mano:
- Creen que soy como Makee. Ella es débil, igual que los falsos profetas, fácilmente engañados por muestras de obediencia.
Este se ensañó a golpes con el lobo solitario. Los demas spartan quisieron correr a ayudar, sin embargo Carter los detuvo, cuando vio la granada colgada de un hilo, acercándose poco a poco al final de la línea.
- Así que tú eres el brute del que me hablaba Jun, ¿eh?
Seis tomó el brazo de su enemigo, y lo retuvo. Atriox comenzó a darle puñetazos al spartan para que lo soltase, y tan fuerte lo golpeó que su visor terminó de quebrarse. Este respiraba de forma pesada, y tenía una sonrisa en la mirada:
- Nos vemos...
La granada estalló, generando un boquete en la armadura, y una grave quemadura con metralla en la espalda del brute, que rugió furioso mientras caía de rodillas. El spartan se apartó a duras penas, y aprovechando su estupor, sacó su daga, enterrando la hoja en su cuello:
- Grandísino idiota...
Seis miró al resto mientras sacaba de nuevo el arma y asentía levantando el pulgar. Este casi vuelve a caer, tras ver la herida en su costado, pero Jorge fue a sujetarlo, ayudándolo a caminar junto al resto de vuelta arriba:
- Bien hecho, teniente, spartan Cat.
- Gracias por el cumplido, Jefe.
- Nah - dijo Seis - ya no tengo ese rango, me pasaron por corte marcial...antes de ese día...
John miró a su conpañera en busca de respuestas:
- Cuando lo sacamos de allí. Te contaré más cuando lleguemos al punto de extracción.
Todos ascendieron al nivel del sanatorio, y se apresuraron a desviarse a destino. Se toparon con sirivientes, guardiad y algún elegido, pero estaban apresurado, llevando cajas o alhijos de armas hacia posiciones de combate mucho más cercanas de lo que podía parecer. Se escuchaban las explosiones, y la estrucutra temblaba en tanto polvo caía del techo.
Finalmente pasaron, aludiendo permiso del arconte. Al no poderse confirmar debido al corte de comunicaciones, Iotha salió por la puerta a recibirlos:
- Está bien. Los necesitamos aquí. Síganme.
Los spartan atravesaron la explanada llena de maquinaria y equipos siendo reparados, montados en plataformas de riel que llevaban a paradero desconocido. Más alla de aquella área, se encontraba el transporte, siendo reensamblado de adentro hacia afuera con partes nuevas:
- Aquí está.
- ¿Cuánto tiempo?
- Los automatones acabarán en unos minutos.
El coronel salió por la abertura de la compuerta, que recién iba a ser remontada:
- Jun...te perdiste de la diversión - dijo Emile.
- ¿Dónde está Jae Soon? - preguntó Cat.
- Adentro ya. La cabina de pilotaje está lista, ve a encender los controles...
- Entendido.
- Jefe, estás herido, ve adentro y usa un kit médico, están atrás.
- Sí, señor.
Este entró al vehículo tras Cat:
- No había visto este modelo - dijo Joyeuse - debe ser nuevo...
Fuera, Jun siguió:
- Los demás, revisen su equipo y prepárense para despegar. Los suministros están...
- ¡No habrá ningún despegue...!
Era Tirias, quien sangraba por un corte en la frente, y caminaba furioso hacia ellos, escoltado por varios elegidos:
- Así que este siempre fue su plan...te castigaré por esto, esposa mía.
- ¿Me amenazas? Qué fácil te resultó
- No, no te hagas la víctima. Eres una traidora, intentas escapar...
- Este mundo está perdido, sólo mira a tu alrededor, todos aquí saben que morirán...
- Cobarde...
- Deberías venir con nosotros mientras puedas...
- No, Iotha, eso jamás pasará. Ustedes los trajeron aquí, ahora lo sé, seguro siempre trabajaron para ellos, ¿no es así?
- Deliras.
- ¡Petrocles murió por su culpa! Él era mi hermano, y alguien debe pagar por su alma.
La elfa fue hacia él, aumentando su rabia:
- Tan sólo escúchate, cómo me puedes culpar de...
Cegado por la ira, el arconte desenvainó su espada, y se la atravesó de lado a lado. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, era tarde. Él la tomó en sus brazos, tirando su arma:
- No. No, no, mi amada, ¿pero qué he hecho?
Este tuvo entonces otro estallido y señaló a los spartan:
- ¡Mátenlos, mátenlos a todos, tráiganme sus cabezas...!
Mkentras gritaba los elegidos cargaron contra el equipo, que estaba desarmado y demasiado débil para luchar aún. Pero los disparon fueron detenidos en el aire por una barrera invisible:
- Esto...ya se me hace familiar... - susurró Emile.
Dentro del pod curativo, Jae Soon se agitaba, aun dormida, pero con su instinto despertado subconscientemente por la confrontación externa. Sus compañeros aprovecharon la oportunidad:
- Todos al transporte, ¡ahora! - ordenó Jun.
Entraron, y la compuerta, ya entera, se cerró en cuestión de segundos. En el interior, tomaron asiento en la cabina central, el generador paratemporal nuevo zumbando tras ellos mientras cobraba vida.
- Cat, nos vamos.
- Oído. Inicio despegue.
La máquina se elevó mientras alrededor más soldados llegaban a dispararles, sin ningún efecto. Pronto fueron todos distraidos por un par de explosiones en el sitio, que dieron paso a un enjambre de drones y tropas kig-yar pegando tiros a todo lo que se movía. El arconte se quedó mirando a Iotha, sin moverse, mientras sus hombres trataban de contener lo inevitable.
Hubo tiempo suficiente. De un solo destello, todo alrededor desapareció, y solamente quedó el túnel dorado:
- Nos dirigimos al bloqueo Interminable. Llegaremos en unas horas.
- Será suficiente. Pueden descansar.
El Jefe llegó desde atrás, y Joyeuse hizo un anuncio:
- Atrás encontrarán kits de polvo reparador y botiquines.
- Agradezcanle a la comandante... - dijo Jun.
Los spartan harían por ella un minuto de silencio.
Detrás, en los niveles inferiores, había quedado un rastro de sangre que daba a una trampilla de servicio. Profundo en el pasadizo, una figura enorme se asomaba a la luz entrando por una reja. Este de un tirón la aflojó, y salió, su herida en el cuello tapada a duras penas por el adhesivo arrancado a una granada de plasma:
- Algún día nos volveremos a encontrar, demonios...