"Estoy enfermo de ti, de curar no hay esperanza, que en la sed de este amor loco tu eres mi sed y mi agua."
AINHOA
Miro hacia todos los lados buscando una posible escapatoria, ni si quiera puedo correr ya que me llevan de un brazo cada uno con los pies arrastrándome por todo el campo de Quidditch.
-Ya les dije que no quiero estar en el equipo. - Repito por enésima vez en lo que va de la hora y ya comienzo a irritarme.
-Solo has la prueba. - Podía notar el cansancio en la voz de Dolohov, era la misma respuesta a la misma negación. - No puedes ser tan mala.
-Golpeas como niño. - Fulminé con la mirada al pelinegro. - Me refiero a que eres fuerte...- Mis ojos se entrecerraron más. – O sea eres tosca. - Dijo soltando con una risita nerviosa, sabía que estaba jodiéndola más. - Creo que mejor me callo.
-Sí, mejor. - Siseé. - Soltadme. - Estaba resignada, no se rendirían hasta que hiciera la prueba. - Lo haré. - Ambos se detuvieron y me miraron a los ojos buscando algún rastro de que estuviese mintiendo.
-Juradlo. - Puse los ojos en blanco. - Juradlo Ainhoa, corres demasiado rápido y hasta que te alcance ya habré perdido los pulmones. - Sonreí como niña pequeña. - ¡Veeees, es toda una trampa! - Hizo un puchero que realmente era adorable, era todo un niño.
-Vale, vale que te lo juro. - Suspiré cansada de luchar por zafarme de su agarre. - ¿Ya podéis soltarme? - Ambos se miraron por unos minutos hasta que me soltaron. - Gracias. - Seguimos caminando hasta que llegamos al campo de Quidditch. El equipo de Griffyndor salía del campo, solo había tres mujeres y el resto eran varones. Seguí de frente ignorando a todos.
- ¡Potter! - Al escuchar ese apellido me giré por instinto, busqué con la mirada al dueño. - Mañana practicaremos con la Snitch, no lo olvides. - Indicó un chico alto de cabellos rojizos, supuse que sería el capitán.
-Sí, no lo olvidaré Septimus. - Era muy parecido a Harry y esto hizo que el corazón se me saltara un latido; tenía ojos color verde agua, su cabello era cobrizo y revuelto, su tez era blanca y era casi tan alto como Tom, podría jurar que casi es más bajo que él solo por cinco o seis centímetros. Se puede saber, ¿Por qué demonios estas comparándolo con Riddle? Y aún peor, ¡Por qué le dices Tom! Muevo la cabeza suavemente espantando la voz de mi cabeza y vuelvo a enfocarme en el chico frente a mí. En su rostro relucía una sonrisa tímida, quise llorar por el gran parecido con Harry, lo único que le decía a mi subconsciente que no era mi novio muerto era la diferencia que había en los colores de cabello y la época en la que me encontraba. Emprendió su camino fuera del campo de juego. Riddle justo hacía su ingreso con el uniforme de Quidditch de Slytherin, lo vestía con elegancia y pulcritud, seguido de sus idiotas con escoba en mano. Se detuvo frente al antepasado de Harry, este al percatarse de su presencia trato de rodearlo, pero nuevamente Riddle le impidió el paso. Sus ojos eran fríos y sin expresión.
-Permiso, Riddle. - El chico lo observó directamente a los ojos, su postura era relajada al igual que su expresión.
-Y ahora eres el buscador de Griffyndor. - Todo su sequito comenzó a reírse con burla, Potter ni siquiera se inmutó. - Y creí que ha Septimus le bastaba la vergüenza de ser un Weasley, pero no, tenía que ponerte como su buscador para ponerse más en ridículo.
-Ya ves. - Se limitó a responder el ojiverde. A Riddle comenzaba a molestarle el hecho de no poder herir o si quiera incomodar a Potter. - Si eso era todo lo que tenías para decir, permiso. - Intentó avanzar, pero nuevamente Riddle le cerraba el paso.
-Con o sin ti, Griffyndor perderá este año Potter. - El muchacho se encogió de hombros y esperó a que la serpiente terminara de soltar su veneno.
- ¿Tanto miedo tienes de que te gane Riddle? - El aludido se limitó a soltar una carcajada y para cuando reaccioné Potter había salido disparado hacia atrás.
- ¡Avis! - Una bandada de aves apareció en el cielo. - Opugno. - Todas comenzaron a atacar a Riddle de forma sincronizada, quien trataba de ahuyentarlas con la mano. Caminé hasta donde se encontraba Potter.
- ¿Estás bien? - Pregunté ignorando a mis amigos y dejándolos atrás.
-Sí. - Respondió y trató de pararse, su mirada buscaba su varita hasta que la encontró unos centímetros a su derecha. - No tendrías que haberte metido, Riddle es un idiota. - Entonces su mirada se plantó en la mía. - Soy Charlus... Charlus Potter. - Era el tío abuelo de Harry.
-Soy Ainhoa Grin...
-Grindelwald. - Completó. No podía dejar de observarle, era tan idéntico y a la vez tan distinto a Harry. - Todos en Hogwarts saben quién eres. - Se encogió de hombros, quise responderle algo, pero no se me ocurría nada. Mi mente se había quedado en blanco así que lo único que pude hacer fue simplemente asentir.
- ¡Grindelwald! - La voz de Riddle me sacó de mis cavilaciones, giré con brusquedad para quedar frente a frente. Mis amigos habían sido sujetados por su grupo de idiotas y él había incinerado a todas mis aves, tenía algunos piquetes en el rostro y el labio le sangraba. Sonreí con inocencia. Él estaba furioso.
- ¿Sí Riddle? - Me planté frente a él con las manos en la espalda. - ¿Qué sucede?
-Eres...- Levanté una ceja esperando su insulto. - ¿Por qué demonios no te metes en tus cosas? - Miré el cielo, me mordí el labio y luego volví a fijar la mirada en él.
-Porque no se me da la gana. - Respondí con una sonrisa, levantó su varita hacía mí. - Yo que tú me controlaría un poco, te puede dar algo. - Su cara era de un rojo intenso y podría jurar que en sus ojos se asomaba el infierno. Estas jugando con fuego.
-Te juro que te voy...
- ¿Me vas a qué? - Tenía mi varita apuntando la boca de su estómago y la suya apuntaba mi yugular. - Vamos Riddle, se hombre. - Lo reté sin apartar la mirada de sus ojos. No sentí temblar su varita en mi cuello, vi el terror en los ojos de mis amigos.
-Baja la varita, Riddle. - Charlus apuntaba su varita a la sien de Riddle, este estaba a dos centímetros de explotar y llevarnos a todos de encuentro; pero por alguna razón no me daba miedo, no le temía al futuro mago tenebroso. - No voy a repetirlo Riddle. - Su voz era firme. Riddle bajó la varita de mi cuello y se limitó a sonreír macabramente.
-Ella no necesita ayuda Potter. - Su voz era pausada, comenzó a guardar su varita y a ordenar superficialmente su uniforme. - Tú sí, así que recuerda esto. - Se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso al lado de sus seguidores, mis amigos llegaron corriendo hasta nosotros.
-Grindelwald. - Mi apellido sonaba extraño en sus labios, esperé a que continuara. - Sé pelear mis propias peleas. - Cogió su escoba y salió del campo de Quidditch.
-Estúpido Griffyndor mal agradecido. - Dijo Orión algo ofendido por la actitud de Charlus hacia a mí, yo también estaba un poco ofendida siendo sinceros. Ignoré sus comentarios y esperé a que fuera mi turno de dar la prueba.
- ¡Grindelwald! - Odiaba mi apellido así que me acerqué a regañadientes hacia el centro del campo donde se encontraba el capitán del equipo, Winky Crockett. - ¿Posición?
-Golpeadora. - El castaño me observó con duda, debatiéndose entre reírse o de verdad tomarme enserio. - ¿Crees que por ser mujer no puedo patear el trasero de todos estos idiotas? - Señalé con la mano a todos los presentes, era la única mujer entre todo ese pequeño tumulto de varones.
-No es eso...
-Solo escribe ahí golpeadora Crockett o juro que voy a patear tu culo al estilo muggle. - Estaba de muy mal humor, bueno más de lo habitual gracias al pequeño espectáculo de hace una hora. El chico fijó la mirada con fastidio en la tabla que tenía entre sus manos sin decir una sola palabra o si quiera cuestionarme.
- ¡Mulciber, Rosier! - Los nombrados se acercaron con escoba en mano. - Ustedes va a dirigir todas las Bludgers hacia Grindelwald. - Ambos sonrieron con malicia. No tenía idea de que iba todo eso, los que jugaban Quidditch eran Harry Y ron. Mione y yo solamente íbamos a alentarlos cada vez que jugaban. Traté de recordar como jugaban Fred y George, me subí a la escoba con ellos en mente y di tres inhalaciones con sus respectivas exhalaciones. El primero en dirigirme una Bludger fue Mulciber, la golpeé con toda la fuerza que mi cuerpo me permitía, una vez que esta regresó la golpeó Rosier. Mi escoba se inclinó hacía un lado y luego el otro, pero pude detener la Bludger y apartarla de mí.
-Esto es demasiado aburrido Crockett, déjame probar a mí que tan buena golpeadora es. - Lo odiaba.
-Está bien Riddle. - Unos segundos después lo tenía frente a mí sonriendo con suficiencia, lo fulminé con la mirada. Dirigió la Bludger hacia mí con fuerza y a gran velocidad, retrocedí con la escoba y la golpeé de regreso; esta vez quien la golpeó fue Rosier, tuve que lanzarme en picada para ganar velocidad, cuando vi que la Bludger estaba algo lejos me giré y le di un golpe con el bate.
- ¡Eso es todo! - Winky dio por finalizada la prueba y Mulciber de mala gana le dio un golpe a la Bludger que cayó a duras penas unos cuantos centímetros lejos del capitán. - Vuelve hacer eso y no jugarás los tres primeros partidos, Mulciber. - El aludido asintió con la cabeza.
-Eso estuvo muy bien. - Dijo Anthony con una sonrisa.
- ¿Bien? Eso estuvo genial. - Orión era un exagerado, sonreí negando con la cabeza, no tenía remedio.
- ¿Ya habías jugado antes? - Miré a Dolohov y negué, no mentía en eso. La sensación de estar en la escoba era relajante debo admitir, pero no es un deporte que me quite el sueño.
-Bien. - Llamó la atención el capitán, todos nos formamos en fila frente a él. - Solo mencionaré a los principales, los demás serán suplentes. - Todos asintieron al mismo tiempo. - Mulciber y Dolohov. - Los nombrados dieron un paso al frente. - Cazadores. - Se situaron a su lado derecho. - Nott. - El aludido se adelantó un poco. - Guardián. Riddle. - El pelinegro ni siquiera se movió un centímetro de su lugar. - Buscador. - Se limitó a caminar hasta el lugar en que estaban todos los demás. - Por último, Malfoy y Grindelwald. - No esperé a que terminara de hablar y me formé al lado de Anthony. - Golpeadores. Los demás son suplentes. Black. - El aludido fijó la mirada con tristeza en nosotros. - Serás el suplente del buscador. - Mi amigo asintió con pesar. - El primer partido es la segunda semana de octubre.
-Eso es la semana que entra, Crockett. - Dijo un somnoliento Malfoy en señal de queja, todos pusieron los ojos en blanco.
-Gracias por informarme lo que ya sé Malfoy. - Respondió Winky con sarcasmo. - Como les decía, jugaremos el primer partido contra Griffyndor. Por lo que tengo entendido es que el mugroso de Weasley al fin ha encontrado un buscador decente. - Riddle sonrió con burla, decidí que lo ignoraría. - Así que quiero que lo que queda de semana se la pasen practicando. Los entrenamientos serán todos los días a las cuatro de la tarde. - Dicho eso y sin espacio a reclamos se marchó.
Los días que siguieron a ese, fueron una tortura. Cada vez que estaba en alguna clase que se cruzara con los entrenamientos, Slughorn me iba a ver y justificaba mis inasistencias. Hubo un punto en el que ya no quise ir y Anthony con ayuda de Orión me llevaban a rastras al campo de juego.
El día había llegado, era sábado y nadie había ido a Hogsmeade por quedarse a ver el clásico partido entre Slytherin y Griffyndor. Riddle y Charlus eran igual de rápidos, no era mucha la diferencia que se llevaban, pero ninguno había logrado coger la Snitch hasta ahora. Esa cosa me había zumbado en los oídos varias veces.
Hasta ahora no había tenido problemas con las Bludgers, por el otro lado Malfoy había derribado a una de las cazadoras del equipo de Griffyndor, según él había sido una casualidad. Todos le creyeron, menos yo. Riddle Se había quedado suspendido sobre su escoba y observaba todo el campo. Se veía muy concentrado, tanto que ni siquiera se había percatado que una Bludger iba en su dirección.
Incliné el cuerpo un poco más hacía adelante, la velocidad me causaba vértigo, pero llegué con el tiempo justo para desviar la bludger que iba a golpearlo.
- ¡Cuida tu maldito trasero, Riddle! - Ignoró lo que dije y siguió en lo que estaba haciendo. Fijó la vista hacia delante y entrecerrando los ojos un poco se apresuró tras lo que había percibido. Comenzó a picarme la nuca y un mal presentimiento se apoderó de mí. Busqué con la mirada por todos lados sin saber que estaba buscando, hasta que la respuesta apareció por si sola ante mis ojos.
Cuatro bludgers se aproximaban a gran velocidad, estaban distribuidas de tal manera que no me dejaban escapatoria. Abracé la escoba y me lancé en picada para que no me golpearan por todos los lados, me estabilicé a pocos metros del suelo y cuando creí que ya estaba a salvo levanté vuelo nuevamente. Grave error.
- ¡GRINDELWALD, CUIDADO! - La voz de Riddle se escuchaba ahogada, lo busqué con la mirada, se acercaba a toda velocidad hacía donde estaba. - ¡MUÉVETE, JODER! - Un zumbido pasó por mi lado, me giré, una bludger me dio de lleno en el pecho, me sostuve de la escoba con una mano, tenía miedo y cuando creí que no podía ser peor, lo fue. Tres bludger más venía en mi dirección, cerré los ojos cuando sentí el impacto en partes distintas de mi cuerpo, escuché el crujir de la escoba cuando se rompió y grité con todas mis fuerzas. - ¡AINHOA! - Eso fue lo último que escuché, sentí como unos brazos me envolvían con fuerza y luego todo se volvió negro.
***
La cabeza me dolía demasiado, sentía una punzada en el costado derecho y me costaba bastante respirar. Traté de recordar que era lo que había ocurrido, pero mi labor se vio interrumpida cuando escuché voces lejanas que poco a poco se volvían gritos cercanos.
-Ya puedes largarte Potter, nadie te necesita aquí. - La amenazadora voz de Riddle fue la primera que escuché.
-Vine a verla a ella, no a ti imbécil. - Esa voz comenzaba a hacerse vagamente familiar para mí, pero no entendía que hacía el aquí
-Esto se está poniendo bueno. - Abrí los ojos lentamente al escuchar la voz de Orión, parpadeé varias veces antes de acostumbrarme a la luz. - Te apuesto diez galeones de oro a que hoy sí le gana Charlus a Riddle.
-Te apuesto quince a que Riddle le lanza un crucio. - La voz serena y melodiosa de Lucretia se hizo presente. - Aunque no entiendo por qué hacen esto todos los días.
-Maldita serpiente asquerosa. - Era notorio que el odio que le proclamaba Riddle a Potter era correspondido.
- ¡HEY! - Gritaron todos al escuchar las palabras del que ahora sabía que era Charlus.
-Estúpido Griffyndor, ¿Te vas por las buenas o te saco por las malas? - La voz de Tom me causó un leve escalofrío, fue casi un siseo.
-Inténtalo, no te tengo miedo. - Bien era suficiente. Tanto mis amigos como esos dos estaban aumentando mi dolor de cabeza. Hice un ruido con la garganta y todos regresaron la vista hacia mí.
- ¡Qué bonito! - Miré a todos y cada uno de los presentes, fulminándolos con la mirada Levanté la voz una octava, Charlus y Tom guardaron sus varitas, Riddle se cruzó de brazos y se quedó dónde estaba, Charlus se acercó a la camilla. - ¡Joder! ¿Vienen a verme o a demostrar quién es mejor? - El rostro de Tom parecía tallado en piedra, serio como siempre, después de unos segundos de observarlo, fijé la mirada en Charlus.
- ¿Cómo te sientes, Anhi? - La melodiosa voz de Lucretia me sacó de mis cavilaciones, me giré por instinto hacía ella. Odiaba que me llamaran por ese nombre, pero ella era tan dulce y tierna que se lo permitía; pero, solo a ella.
-Pues como si hubiera sido pisoteada por miles de hipogrifos, masticada por un cancerbero y engullida por un basilisco. - Todos pusieron los ojos en blanco, hasta el perfecto Riddle, por mi exageración; pero, es que realmente me sentía adolorida. - No saben apreciar mi humor. - Me hice la indignada y Riddle llevó sus dedos a masajear el puente de su nariz, los demás solo sonrieron.
-Al fin despiertas bella durmiente. - Su voz era aterciopelada y profunda, una voz que me trasmitía paz y tranquilidad. Busqué con la mirada a Charlus.
- ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? - Mi pregunta hizo que todos se mirasen entre ellos a ver quién me lo iba a decir. Todos excepto Riddle, quien ahora se encontraba apoyado con los brazos cruzados sobre su pecho en la pared que había al costado de la camilla, el muy maldito se veía tan perfecto ahí que me dieron ganas de abofetearme a causa de mis hormonas revolucionadas. Era una perfecta estatua, tenía el ceño fruncido y su mirada era indescifrable mientras estaba fija en un punto de la nada. Dejé de prestar atención al silencioso debate de miradas que llevaban a cabo mis amigos, lo miré con mayor detalle y pude notar que unas oscuras ojeras se posicionaban debajo de sus ojos y su cabello no estaba peinado con meticulosidad, sino que lo llevaba desordenado y algunos mechones caían sobre sus ojos sin que él se molestara en apartarlos, estaba demasiado sumergido en sus pensamientos; no llevaba túnica, tenía la camisa remangada hasta los codos, sin corbata y con los dos primeros botones abiertos. Sintió que alguien lo observaba así que comenzó a buscar con la vista quien era, por instinto desvié la mirada y la fijé en mis amigos. - ¿Y bien?
-Llevas dos semanas inconsciente, parecías muerta. - Todos fijaron la mirada en Riddle, hablaba pausadamente y se frotaba los ojos con los dedos de la mano derecha. Se veía cansado. - Sabíamos que estabas viva por tu respiración y los casi inexistentes latidos de tu corazón. Tenías ocho costillas y la pierna izquierda rotas, una contusión en la cabeza y moretones en todo el cuerpo; hubiera sido peor si Potter no te hubiera cogido en el momento en que las bludgers te golpearon y la escoba se hizo añicos.- Movía la cabeza de un lado a otro con los ojos cerrados y se masajeaba el cuello con la mano izquierda.- Con pociones pudieron curarte la pierna, las costillas y prevenir un coágulo de sangre debido a la contusión; se esperaba que despertaras unos días después de eso pero seguías sin hacerlo y Madame Anabela se preocupó más cuando comenzaste a volar en fiebre y ponerte amarilla.- abrió los ojos de golpe y fijó su frívola mirada en mí.- Estos.- señaló con la cabeza a mis amigos.- No hacían más que estorbar y venir a preguntar todos los días por ti, sobre todo el poca cosa de Potter, que ya se cree un héroe por haberte atrapado.
-Deberíais superarlo Riddle, yo llegué a tiempo y tú no. - Esperen, ¡¿QUÉ DIJO?!- Lo bueno es que estas despiertan, nos diste un gran susto. - Su sonrisa era tan acogedora y cálida que hizo que algo se removiera inquieto dentro de mí, le devolví la sonrisa. - Eres aún más bonita cuando sonríes. - Lu y Walby soltaron un oww por sus palabras, Orión se comenzó a reír y Riddle y Anthony lo fulminaron con la mirada.
-Bueno, ahora que ya despertaste. - Riddle siguió hablando sin apartar su amenazadora mirada de Charlus. - Le diré a Madame Anabela que venga a verte y yo por fin podré irme de aquí. - Se giró dándonos la espalda a todos y comenzó a caminar hacia la oficina de la enfermera, tenía las manos en los bolsillos y caminaba con la gracia y elegancia que lo caracterizaba.
-Yo también debería irme, tengo clases de pociones con Hufflepuff en diez minutos, solo pase a ver como seguías. - Despegué la vista de la espalda de Riddle y la fijé en Charlus, le dediqué una sonrisa y asentí con la cabeza. - Vendré a verte más tarde.
- Gracias por salvarme.
-No hay por qué agradecer. - Ofreciéndome una última de sus sonrisas me guiñó el ojo, se dio media vuelta. Aparté la vista de él una vez que su cuerpo cruzó el umbral de la puerta.
-Ambos han estado aquí desde el accidente. - La voz de Walby se hizo presente primero que todas, planté la vista en ella y esperé a que continuara. - Charlus venía a verte a cada momento que tenía libre y pues Riddle no se movió ni un centímetro desde que te trajeron. - Levanté una ceja, estaba confundida. - Todos los días era la misma discusión, en ocasiones ganaba Riddle y otras Charlus... Y otras veces Riddle lograba que madame Anabela echara a todos de aquí.
- ¿Qué demonios hacía Riddle aquí? - Walburga, Lucretia y Orión se encogieron de hombros, el único que no se inmutó fue Anthony; ahora que lo pienso ni si quiera me ha dirigido la palabra, solo está ahí parado a los pies de la camilla sin decir nada. - ¿Y a ti que te pasa? No has dicho ni una sola palabra- Mi pregunta lo tomó por sorpresa ya que se descruzó de brazos y metiendo las manos en sus bolsillos se encogió de hombros.
-A mí nada, solo no tengo nada que decir. - Lo observé un momento y esperé a que dijera algo más sin éxito. - Tengo algunas cosas que hacer, me alegra que hayas despertado, vendré más tarde a ver como sigues. Adiós. - Antes de que pudiera decir algo, él ya se había ido de la enfermería.
- Pero ¿qué dem...- no pude terminar la frase ya que Madame Anabela irrumpió en mi cubículo y empujó un poco a Orión para que saliera de donde estaba y la dejara pasar para poder revisarme. Después de casi mil preguntas me dijo que podría reincorporarme a clases al día siguiente, cosa que hizo que me tranquilizara un poco. Walburga y Lucretia me ayudarían a ponerme al corriente, tanto académica como socialmente; lo segundo realmente no me interesaba en lo más mínimo, pero lo primero sí, estudiar compulsivamente me lo había contagiado Mione, así que ahora, aunque supiera todo lo que han hecho no dejaban de preocuparme todos los trabajos que tendría que presentar. No te lo contagio, te aferras a ello para no olvidarla. Tú siempre has sido muy floja Ainhoa.
Mis amigos se despidieron de mí unos minutos antes de la cena, la enfermera los echó de aquí y no tuvieron más remedio que hacerle caso. Una vez sola en la camilla al fin pude pensar con tranquilidad. Si bien era normal resultar herido en el Quidditch, no era normal que cuatro bludgers arremetieran de esa forma contra uno de los jugadores; estaba tan ensimismada en mi pensamiento que ni si quiera me percaté del momento en que una sombra se hacía presente en la habitación.
-Un dólar por tus pensamientos. - La suave y aterciopelada voz de Charlus me saco de mis cavilaciones, sin siquiera notarlo una sonrisa se dibujó en mi rostro. - ¿Cómo estás?
-Pues bien, supongo. - respondí al tiempo que trataba de sentarme y él lo hacía a los pies de la camilla.
- ¿En qué pensabas? - Se le notaba algo nervioso y jugueteaba con sus dedos de la misma forma en que lo hacía Harry, me mordí el labio inferior y me pregunté si sería correcto confiarle mis dudas.
-Pues...- esperó expectante a que continuara. - hay algo que no me gusta de toda esta situación, lo de mi accidente.
- ¿Te refieres a que es extraño que cuatro bludgers vayan dirigidas al mismo tiempo hacia ti? - Asentí levemente. - Pues sí, tienes razón. La situación es rara, todos nos dimos cuenta de que no fue natural. El profesor Dumbledore estuvo averiguando por varios días lo que había sucedido, pero no encontró nada. - Frunció el ceño con enojo. - No sé cómo alguien podría hacerte daño. - En ese momento me di cuenta de que se había acercado un poco más hacía mí y acariciaba una de mis mejillas lenta y dulcemente.
-Ya lo averiguaré. - Sonreí para tranquilizarlo y por la sensación que me causaba su tacto. - ¿Qué tal las clases?
-Eh, pues bien, supongo. - Llevó su mano a rascarse la nuca dejando de acariciarme y provocando en mí una sensación de vacío. La misma sensación que tuve cuando observé como la vida abandonaba los ojos de Harry, al tiempo en que Voldemort se regocijaba en su victoria. - ¿Por qué estas siempre como seria, como si estuvieras siempre enojada? - Su pregunta me trajo de nuevo a la realidad, obligándome a dejar atrás mis recuerdos. Me dolían las palmas de las manos debido a que me había clavado las uñas al momento en que cerré las manos en puños.
-Todos tenemos una historia, Charlus. Mi historia no ha sido un cuento de hadas, ha sido la historia más amarga del mundo. Lo he perdido todo y a todos, no tengo nada y a veces creo que odio, rencor e ira es todo lo que puedo sentir. - Las palabras salieron de mi boca tan frías como el hielo, venenosas como la mordida de un basilisco y amargas como la hiel.
-Yo creo que sientes mucho más que eso, solo no lo has descubierto aún. - Quería gritarle con todas mis fuerzas que yo había amado a su sobrino nieto, que aquel compañero serio y frívolo de Slytherin algún día sería un mago tenebroso que no pararía hasta adueñarse del mundo mágico y matar a todos aquellos que quisieran detenerlo; que él me había arrebatado todo lo que consideraba importante de la forma más cruel y que, sobre todo, me había dejado sola en el mundo. Ese era el motivo principal de mi venganza, él me había arrebatado todo, dejándome en el aire, sola y con heridas emocionales que nunca cerrarían. Sin embargo, solo me quedé observándolo en silencio, con la misma sonrisa juguetona de Harry bailándole en el rostro, sus ojos llenos de vida y sus nervios notorios.
-No lo sé. - Respondí casi en un susurro. - ¿No deberías estar en el gran comedor? - Dejó de sonreír y miró el suelo, me sentí culpable al notar que mis palabras habían salido tan secas y carentes de expresión.
-Teóricamente hablando, sí. - Hizo una pausa y volvió a fijar su mirada en mí. - En la práctica estoy aquí, quería preguntarte algo.
-Claro, dime. - Hice un amago de sonrisa para que continuara.
- ¿Te gustaría ir conmigo a Hogsmeade este sábado? - Soltó todo de golpe y cerró los ojos. Su pregunta me dejó muda, esperaba todo menos eso; no sé cuánto tiempo estuve en estado de shock, pero fueron sus palabras las que me regresaron a la realidad. - Eh, ¿Ainhoa?
- ¿Sí? - El hizo un gesto con las manos indicándome que esperaba una respuesta. - Eh... Yo... Claro Charlus, ¿Por qué no? - Le dediqué una sonrisa que él correspondió aliviado, no me percaté que había alguien más en la enfermería y mucho menos que ese alguien observaba a Charlus con un odio y desprecio inimaginable.