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Chapter 12 - CAPÍTULO 11: CENA CON LAS EMINENCIAS

"Él solo quería aire fresco del bosque,

pero aquella mujer de rojo se le metió en las pupilas,

en la boca, en el cuerpo, en las entrañas.

El lobo se había enamorado."

AINHOA

Esperé pacientemente a que Charlus llegara del Gran Comedor. Me apoyé en la pared al lado derecho de la Dama Gorda, me sentía mal por lo que había pasado con Riddle la noche anterior, pero sobre todo estaba molesta conmigo misma por haber dejado que pasara... Otra vez. Riddle era el motivo por el cual estaba ahí parada en lugar de estar desayunando, moría de hambre, pero no tenía ánimos de verle la cara.

- ¡Ainhoa! - Agité la cabeza para disipar aquellos pensamientos que tenía en la mente y busqué con la mirada los tranquilizadores ojos de Charlus. - ¿Estas bien? - Asentí levemente y lo abracé, extrañaba a Harry y Charlus era lo más parecido que tenía a él, sé que estoy siendo egoísta e injusta, pero no puedo hacer otra cosa.

-Charlus, sobre nuestra salida de hoy...- Me separé de él y volví apoyarme en la pared, fijé la vista en el suelo. - Yo...

-Entiendo, ya se me hacía extraño que una chica como tú me hiciera caso. - levanté la cabeza rápidamente y me regaló una sonrisa torcida. - Riddle tenía razón, él ganó...

-Espera, ¿Qué? - Llevó una de sus manos a rascarse la nuca nerviosa, tal y como lo hacía Harry. - Riddle dijo...- Lo pinché esperando una respuesta de su parte.

-Él dijo que le perteneces. - Abrí la boca por el asombro y parpadeé muchas veces tratando de entender lo que me estaba diciendo. ¿Riddle había dicho que era de su propiedad? Apreté los puños a ambos lados de mi cuerpo, ese idiota me las pagaría.

-Nada de eso, Charlus. - Traté de tranquilizarme, relajé la postura y le dediqué una sonrisa. - Entre Riddle y yo no hay, no hubo y no habrá nada nunca. - ¿Estas segura querida? Eso no parecía ayer en el baño. Cállate, maldita consciencia. - Solo venía a decirte que no podremos ir a Hogsmeade porque tengo una reunión con Slughorn y su "Club". - Hice comillas con los dedos al tiempo que decía la palabra Club, enserio odiaba ese grupito. - Y quería saber si no te molestaba que, en lugar de salir, pues... me acompañaras.

-Oh, era eso. - Soltó una risita nerviosa y se puso colorado, ¿Por qué demonios sentía que yo era el chico y él la chica? - No tengo ningún problema, ¿A qué hora es la reunión?

-A las cinco, ¿me pasas viendo quince minutos antes? - Asintió con una sonrisa y le di un beso en la mejilla antes de caminar. - No llegues tarde, Potter. - Solté sin regresar a verlo.

Aún faltaba una hora para el almuerzo así que decidí dar una vuelta por el lago negro mientras esperaba. Al parecer Riddle aún no ha bajado a visitar a su mascotita, de caso contrario ya me estuviera buscando hasta debajo de las rocas. Tuve que esperar a que fuera de madrugada y el rey de las serpientes estuviera dormido para escaparme y entrar a la cámara secreta, no sabía de donde sacar un gallo así que me resultó más fácil llenar la habitación de espejos, cuando la bestia me siguió vio su reflejo en el espejo y adiós basilisco.

Tendría que esperar a que Riddle estuviera fuera del colegio para seguir con mi plan, es mejor que lo observe e impida sus planes hasta salir del colegio o quizás cuando estuviera en el orfanato. Por maravillas de la vida, Dumbledore me había metido en el mismo orfanato que Riddle. No terminaría en Azkaban y él como la víctima inocente, fuera todos pensarían que fue un desafortunado suceso.

- ¡Grindelwald! - La chillona dueña de esa voz solo podía ser Olive Hornby, esperé a que se acercara a donde estaba sin dejar de ver el lago. - Quítame esto. - Se detuvo frente a mí, se señaló dramáticamente de arriba abajo, la observé unos minutos e ignorándola volví a fijar la vista en el lago. - ¿Acaso no entiendes? Te estoy hablando. - Me levanté del suelo apuntándola con varita en mano, me había pateado en un intento por llamar mi atención. - ¿No te gusta que te toquen, Grindelwald? - Sonreí con suficiencia y coloqué la punta de mi varita entre sus ojos.

-Puedo hacerte cosas mucho peores, Olive. - Me sorprendí a mí misma cuando mi voz sonó casi en un siseo, pero seguí hablando. Quería que la idiota esta dejara de atormentar a Myrtle.- Si me entero de que has vuelto a molestar a Myrtle o a alguien más, puedo asegurarte que esa baba asquerosa que desprendes del cuerpo será el menor de todos tus problemas, querida.- sonreí de lado al ver el miedo en sus ojos.- Desharé el hechizo pero si te vuelvo a ver cerca de Myrtle podría empeorarlo, no me busques las cosquillas niñata.- Con un movimiento deshice el hechizo y guardé la varita, caminé en dirección al castillo, dejando detrás de mí a Olive.

Cuando entré en el castillo vi que los pocos alumnos que no habían ido a Hogsmeade comenzaban a entrar en el gran comedor, apresuré el paso guiado por el hambre que sentía y tomé asiento en la mesa de mi casa.

-Anhi, llevo buscándote toda la mañana.- La cantarina voz de Lucretia hace que despegue la mirada de mi comida y la fije en ella con una sonrisa de disculpa, por más que lo intentase no podía enojarme por esa horrible acotación que le hacía a mi nombre, pero todos sabían que solo a ella se lo permitía.- Bueno, tengo entendido que irás a la reunión de Slughorn con Charlus.- Asiento sin apartar la vista de ella y metiéndome un pedazo de pastel de calabaza a la boca, algo me dice que no me va a gustar mucho lo que dirá a continuación.- Pues, no he visto muchos vestidos que digamos en tu baúl, tienes más túnicas.- Bien, lo sabía. Sabía que no me iba a gustar lo que diría, odio los vestidos, los odiaba en mi época y los odio más en esta. Todos tan ajustados, tan... tan femeninos. - Walby y yo elegimos uno de los nuestros, es rojo y...

-No hay forma. - Dije levantándome de mi asiento y metiéndome lo que quedaba de pastel a la boca, caminé fuera del Comedor con dirección a las mazmorras.

- ¿Por qué, Anhi? - Corría detrás de mí hasta que me pasó y se paró firme enfrente haciendo que me detuviera. - Es bonito y va con la ocasión, Walby dice que las pocas chicas que forman parte de ese club usan vestidos para las cenas o reuniones. - ¿Enserio me estaba pidiendo que usara vestido?, Buscó mis ojos con su mirada e instintivamente los cerré, siempre terminaba cediendo cuando me hacía pucheros.

-No te miraré a los ojos. - Escuché una carcajada de su parte y sonreí, sé que estoy dramatizando, pero en serio, en serio esos vestidos no dejan ni respirar. - Odio los vestidos, no puedo ni siquiera respirar con ellos. Que jodan a Slughorn, no pienso entrar en uno de esos vestidos que tú y Walby se ponen. - Ella me hizo cosquillas y terminé por abrir los ojos. Vi su puchero y solté un bufido de resignación.

...

-Joder Lu, si tiras de las cintas una vez más vomitaré los pulmones tía. - Pone los ojos en blanco y yo suelto el aire que llevo reteniendo desde hace quince minutos, creo. Se preguntarán que pasó. Bueno la dulce y endemoniada Lucretia logró que abriera los ojos y me hizo un lindo e infalible puchero con el cual terminé aceptando que ella y Walburga me vistieran, peinaran y maquillaran.

-Te ves hermosa, Grindelwald. - Dijo una soñolienta y ya vestida Walburga, ella también era parte del Club de las Eminencias. - Mírate en el espejo. - Señaló un gran espejo de madera de cedro que se encontraba a un lado de su cama, era de cuerpo entero. Contemplé mi reflejo unos minutos más, deteniéndome en cada detalle. Mi cabello caía en bucles a lo largo de mi espalda, sujeto en con una peineta de plata con diamantes rodeando un rubí; el vestido era de corte princesa, rojo como la sangre y llevaba unos zapatos de tacón alto color plateados. Me agradaba todo menos el vestido, con un movimiento de varita lo arreglé a mi gusto.

- ¿Pero ¿qué hiciste? - No le presté atención a los reclamos de Lucretia, sonreí de lado a mi reflejo satisfecha de lo que llevaba puesto. Seguía siendo rojo, pero en lugar de ser abultado y ostentoso de la cintura para abajo, era simplemente suelto; de la parte de arriba era en "V", tanto en la espalda como en la parte de adelante y en la cintura llevaba un cinturón dorado con incrustaciones. Mi cabello ya no era ondeado, era lacio y de color castaño con mechas de un castaño más suave en las puntas.

-Te ves perfecta, Grindelwald. - Su voz hizo que desviara la vista del espejo y la fijara en el chico que se apoyaba de brazos cruzados en el marco. - Lástima que te hayas arreglado para un asqueroso león. - Quise responderle como se lo merecía, pero me quedé embobada mirándolo; el muy maldito vestía un traje negro, camisa blanca y corbata rojo vino. Se veía demasiado guapo, sus ojos eran de un azul más intenso y su cabello estaba perfectamente peinado como siempre.

-Cierra la boca, Anhi. - Susurró Lucretia haciéndome reaccionar, si Lu se dio cuenta siendo despistada supongo que él también lo hizo y así fue porque cuando volví a posar la mirada en él me miraba divertido y con una sonrisa bailándole en los labios.

- ¿Ya estás lista Walburga? - Ignoró mi mirada de cuestionamiento, ¿había escuchado bien? ¿Iría Walby con él? Eso no podía ser verdad, ella era mi amiga, no podía hacerme eso ¿O sí?

- ¿Irás con Walburga? - Sonó mucho más despectivo de lo que pretendía, por Merlín eso se había escuchado odioso de donde se escuchara.

-Sí, irá conmigo. Quita esa cara de asco Ainhoa, está bien que él no te agrade, pero eso no borra el hecho de que sea muy atractivo. - Walby me sonrió con ilusión al tomar el brazo que Riddle le ofrecía con fingida caballerosidad, ella no sabía con la escoria que se estaba metiendo.

-Maldito Riddle. - Apreté los puños hasta que empezaron a dolerme los nudillos, sentía que la ira iba en aumento al ver como él se acercaba a su oído y le susurraba algo que a ella al parecer le hacía gracia.

- ¡Anhi, para ya! - traté de relajarme, pero era imposible. - ¡Ainhoa Valentina Grindelwald Brown, para o incendiarás el colegio! - La voz de Lucretia era lejana, ni siquiera yo sabía por qué me molestaba tanto la situación. Sentí un chorro de agua caer sobre mi rostro y parte de mi pecho, ellos desaparecieron del alcance de mi visión.

-Lo siento Ainhoa, pero literalmente hablando estabas en llamas. - Anastasia movía grácilmente su varita frente a mí y cuando volví la mirada en el espejo me di cuenta de que estaba como si nada hubiera pasado.

- ¿De qué estás hablando, Ana? - Realmente no comprendía que me estaba hablando, busqué con la mirada a Lucretia por toda la habitación, pero no la encontré. - ¿Dónde está Lu? - Se sentó en el borde de su cama, colocó la cabeza entre sus manos y después de unos minutos volvió a levantarla cuestionándome silenciosamente.

-Fue en busca de Dumbledore, estaba asustada.- Se mordió el labio antes de continuar.- Empezaste a temblar y contigo la habitación, tu cabello se encendió en llamas y luego toda tú; Lucretia te llamaba pero no hacías caso, tu mirada estaba perdida y tus ojos eran negros como el carbón, tu magia estaba fuera de sí.- Mi boca se abrió en señal de asombro y esperé a que continuara, sabía que ella tenía más por decir, en su mente pude ver todo lo que ella decía y jamás había sido consciente de poder hacer eso.- Era un fuego demasiado intenso, en segundos empezó a sentirse calor y no fue hasta que Riddle desapareció totalmente del radar de tu visión que comenzó a disminuir su intensidad.

-Tengo que irme. - Cogí mi varita y un sobre negro, salí de la habitación tratando de asimilar lo que Ana me decía, iba sumergida en mis pensamientos hasta que una mano atrapó mi brazo cuando salí de la sala común. - Pero que mier... Hola, Charlus. - Me observaba perplejo de pies a cabeza, me sentía algo incómoda por eso.

-Te ves preciosa.- Extendió una rosa blanca hacía mí, le sonreí con dulzura y la tomé; la rosa se tornó de color negro pero no se marchitó, levanté una ceja y lo miré algo contrariada, él también me veía sorprendido.- Es una rosa encantada, su color natural es blanco pero cambia de color de acuerdo al estado de ánimo de la persona a la que se la regalan... ¿A quién odias?- Miré el suelo y tomando su mano emprendí el camino hacia la oficina de Slughorn, todo el camino trató de hacerme sonreír y con sus ocurrencias logró que se me pasara el enojo, la rosa se tornó de un color naranja brillante.

-Señorita, Grindelwald.- Hice un asentimiento de cabeza y le sonreí al gordo y viejo profesor.- Joven Potter.- Charlus sonrió y se estrecharon las manos.- Se ve usted muy hermosa señorita, no me malinterprete joven Potter, pero creí que vendría con el joven Riddle.- La sonrisa se me borró inmediatamente del rostro al recordar que de seguro ya estaba ahí con Walburga, apreté la rosa con más fuerza entre mis manos, no me detuve aun sintiendo como las espinas se insertaban en la palma de mi mano.- Por Merlín, Joven Potter alcánceme un frasco de díctamo de aquella repisa.- Después de intentar quitarme la rosa terminé cediendo y me senté en un mueble cómodo a un lado de un gran librero, después de unos minutos mi mano había quedado como si nada, limpió la sangre y sonrió de lado.- Ya está, síganme por aquí.

Nos guió a lo largo del pasillo, al final de este había una cortina azul de seda con estrellas que brillaban sobre ella como si fuera la noche, la corrió y entramos; la sala no era muy grande, la pared de fondo era un gran librero, a ambos lados había vitrinas con fotografías de exalumnos, todos habían sido premios anuales. En el centro de la habitación había una gran mesa circular con copas de cristal de bohemia, vasos, manteles de hilo bordados, cuberterías de plata, licoreras: todo lo más refinado en menaje estaba sobre ella. Las sillas eran de madera de caoba con asientos de cuero rojo que hacían juego con el mantel. Slughorn tomó asiento en su lugar, a su lado derecho se encontraba Riddle y con una seña de su mano me pidió que tomara asiento en el lugar vacío a su lado izquierdo, al lado de Riddle estaba Walby, al lado de ella se encontraba Henry Winclock de Griffyndor, luego estaba Celeste Brainer de Ravenclaw, Jason Karamakov de Ravenclaw, Estrella Linnel de Hufflepuff, Diana Zebaul de Griffyndor, un chico de Hufflepuff cuyo nombre desconocía y Charlus a mi lado. Todos conversaban animadamente, Walburga ignoraba y miraba con desprecio a Celeste y Estrella por ser "sangres sucias" osea, hijas de muggles.

- ¿En serio? - Le pregunté con una sonrisa a Diana, resultó ser una chica muy divertida y sabía muchas anécdotas graciosas de Charlus pues habían sido amigos desde el primer año. - No puedo imaginarme eso. - Una carcajada se escapó de mis labios y Charlus la miró fingiendo molestia, pero luego de nosotras negar con la cabeza y seguir riéndonos terminó por unirse a nuestras risas. Bebí un poco de mi cerveza de mantequilla y cuando levanté la cabeza Slughorn me hizo una señal para que me acercara a su grupo, al principio no quería ya que se encontraba Riddle entre ellos, pero después de hacer ademán de acercarse terminé cediendo. - Disculpen, el profesor solicita mi presencia. - Señalé hacia él con un movimiento de cabeza, los tres hicimos una reverencia y los dejé conversando.

Cuando estuve a punto de llegar donde se encontraba, alguien tropezó conmigo. El problema no fue ese, el problema fue que quien se tropezó fue Walburga y "por casualidad" había derramado una copa de champagne sobre mí vestido. - Ups, lo siento querida. - Mierda, ¿no se supone que es mi amiga? La observé alejarse en estado de shock, tomó el brazo de Riddle, quien me miraba contrariado. Ella lo había hecho a propósito.