Mucho gusto, aquí Eduard reportando…
El día de ayer llegué a la ciudad de Zhanty, pero estaba muy cansado, por lo que directamente fui a dormir.
Cuando me levanté, estaba solo en mi cuarto. Yubel no estaba a la vista y pensé en salir a comer con Amelia, pero en su cuarto solo estaba la dragona que casi destruyó mi armadura, leyendo libros mientras comía carne seca.
Le pregunté por Amelia y contestó…
"Creo que salió a comer algo al muelle, y si no tienes nada más que preguntar, déjame leer tranquila, gordito."
Por alguna razón, esta dragona solo llamaba a Amelia por su nombre. Sabe cómo nos llamamos yo y Yubel, pero a mí me dice gordito y a Yubel le dice musculitos.
Siento que tomé el palo más corto con esta dragona; no la odio, pero es obvio que todo lo que hace es de manera egoísta…
Casi me cuesta creer que salvó a esas niñas de los secuestradores. Si Yubel no me lo decía, ni me lo creería.
Total, bajé al bar de la posada y comí lo más barato del menú, lo cual curiosamente incluía un tarro de cerveza. Desde la desaparición de Ester no hemos tomado una gota de alcohol. Aunque me encuentro tranquilo, sé que él estará bien y, como nuestro destino es la zona de guerra con los demonios, el Reino de Amster, confío en mi corazón que estará allí esperándonos…
Terminé mi comida sin tocar el alcohol y, cuando me levanté, noté que un cliente tomó el tarro para bebérselo… Espero que lo disfrute.
Aunque era de noche, quería dar un paseo por la ciudad. No siempre puedes ver el mayor puerto comercial del continente.
Al salir de la posada, miré el techo de esta; era Yubel en una pose de meditación. Ese tipo siempre fue un rarito desde niño. Lo quiero mucho, pero es un rarito. Ignoré eso y comencé a recorrer las calles de la ciudad, quedando maravillado con la tecnología y la arquitectura local.
También pasé por los escaparates y vi hermosas armaduras. Aunque tengo mucho ojo para estas, son de las que priorizan la apariencia en lugar del rendimiento, lo cual mata mi interés.
En mi recorrido llegué a la zona de burdeles. Era un callejón largo, con guardias en la entrada que verifican que no entren menores de edad. No tenía muchas ganas de sexo, pero quería ver cómo serían las cortesanas de esta ciudad…
Era un espectáculo de muchas bellezas de varias razas y de diferentes precios. Las que parecían esclavas eran las más baratas. No tenían mal aspecto, pero creo que el estatus de la mujer hacía que subiera su precio.
También había hombres trabajando en algunos locales, aunque no me llamaron la atención. Pero noté que en uno de esos bares de trabajadores sexuales masculinos se despedían de un cliente, un pequeño hombre que parecía ser amigo suyo…
"Guapo, muchísimas felicidades por ganar el festival del tiburón de plata. En verdad queríamos a Tommy fuera de la ciudad; ahora podemos trabajar más tranquilos."
Esas palabras se las decían a un hombre de baja estatura; creo que era un enano y, por sus manos, noté que era un herrero. Pero lo que me llamó la atención fue el periódico que estaba colgado en la repisa del local masculino…
En el periódico se veía una noticia sobre los ganadores del torneo del tiburón de plata. Era una mujer con un casco extraño y un hombre que, sin lugar a dudas, era Ester.
Así que ese idiota estaba aquí. El enano me vio mirando el periódico y me dijo…
"¿Eres fan del torneo del tiburón de plata?"
Respondí que no, que el hombre en la imagen es mi amigo, que lleva algo de tiempo desaparecido. El hombre puso una cara pesada y me respondió…
"Sí, lo conozco. Estuvo unos días trabajando en mi taller. Ya se marchó de la ciudad hace un buen rato. Dijo que se dirigía a los países bajos del norte acompañado de una mujer vulgar"…
Pensé en ese momento…
¿Una mujer vulgar?
Cuando salimos de la ciudad de Sandiie me dijeron que lo vieron saliendo del barrio rosa con una mujer… Supongo que pasó hasta aquí con esa mujer...
Le respondí al hombre "Muchas gracias, señor, y mucho gusto, me llamo Eduard". El hombre se presentó como Ellen y se marchó.
¿Qué debería hacer ahora con esta información?
…
Después de un tiempo indefinido en el barrio de los burdeles… en donde definitivamente no hice nada malo, llegué a la posada para encontrarme con un verdadero desastre…
Amelia estaba teniendo un ataque de pánico, mientras Yubel la consolaba y Shiva solo estaba al lado de ellos leyendo un libro. Le pregunté a Yubel qué pasó…
…
Lo que le dijo Amelia es que algo le pasó a Ester y, desde entonces, estaba inconsolable.
Entonces busqué en mi bolsillo y saqué el artículo del periódico donde aparecía Ester con la otra mujer.
El ataque de pánico de Amelia se detuvo, pero comenzó a hacer frío en la habitación; el pánico de Amelia se convirtió en enojo.
Ella dijo en voz baja "Mientras yo me preocupaba por ese tonto, él estaba ganando un torneo con otra mujer"…
Luego miró la foto de cerca y notó que Ester no llevaba sus guantes en la foto, lo cual era raro, ya que siempre tuvo un complejo con sus manos. También les comenté que Ester estaba en camino a los países bajos del norte.
Al menos ahora Amelia luce más tranquila y prefiero verla enojada que en pánico, siempre y cuando no esté enojada conmigo.
Dejando de lado todos los problemas… nos quedamos cuatro días en Zhanty…
El último día en esta ciudad queríamos cambiar nuestro caballo para comprar unos tres dragones de tierra. Eran necesarios para hacer el viaje hacia los países bajos del norte, ya que tenemos que pasar por la zona de monstruos y los dragones de tierra pueden soportar el miasma de esa zona…
También noté que los dragones de tierra no se llevaban bien con Shiva. Le pregunté qué le pasaba. Shiva me dijo…
"Estos animales son muy maleducados y es raro que los dragones alados se lleven bien con los dragones de tierra."
Le respondí, "Si nos puedes llevar en tu espalda, no necesitaríamos comprar los dragones de tierra."
La cara de Shiva se puso roja y me golpeó en la cabeza. Tengo mucha resistencia a los golpes físicos, pero eso sí me dolió…
"Ni en tus sueños, pervertido."
Gritó Shiva mientras se iba muy enojada. Entonces Amelia se agachó para hablarme, ya que el golpe de Shiva me tumbó al suelo…
"Eduard, se nota que no sabes nada de dragones. Los dragones humanoides solo dejan que sus parejas monten su espalda. Por eso nunca le pedí que nos transportara durante el viaje y creo que Shiva puede sernos útil de otras formas, así que no la presiones."
Una vez me recuperé del golpe, seguimos comprando los dragones de tierra y teníamos que ir a la posada por nuestras cosas.
Quería aprovechar para disculparme con Shiva. Noté que había empacado un montón de libros en una gran tela…
"Shiva, siento mucho lo de esta tar…"
Entonces me tiró la gran funda de libros sin dejarme terminar de hablar y Shiva me dijo…
"Sígueme."
A regañadientes, cargué los libros hasta el gremio de aventureros. Fue con la recepcionista y le preguntó si hacían misiones de entrega.
La recepcionista dijo que sí, pero que era algo caro. Dependiendo de la entrega, una carta es algo barato, pero un gran paquete puede ser más caro.
La dragona pagó tres monedas de oro y le dijo que quería buenos aventureros que entregaran este paquete en el territorio de Titanica, anotando la dirección en una hoja.
La recepcionista aceptó encantada la petición, terminó el papeleo y dejamos el paquete de libros en el gremio.
Una vez salimos del gremio, Shiva me dijo…
"Gracias por la ayuda, y lo de esta tarde sé que no fue tu intención ofenderme, pero pensé que te estabas riendo de mí y encima frente a esos tontos dragones de tierra solo me sacó más de quicio. No te merecías ese golpe; lo siento."
"Muchas gracias, Shiva. También lamento el malentendido. Eres mi primer amigo dragón; estaré encantado de saber más de ti."
Nos sonreímos mutuamente mientras chocamos nuestras manos. Creo que ya entiendo por qué Amelia se encariñó tan rápido con Shiva.
Aunque más tarde esa tonta dragona me volvió a hacer enojar, pero esa ya es otra historia…