Chapter 11 - Refugio Subterráneo N.18 (III)

Ya en el centro de la caverna se pudo notar y destacar dos tiendas de campaña increíblemente grandes, ocupando al menos unos treinta metros cada uno. Frente a uno de ellos había un letrero que describía los distintos servicios que prestaba, todos relacionados a la profesión más antigua del mundo, y el otro mostraba un cartel bastante sobresaliente, con luces que parpadeaban y cambiaban de color, y por lo escrito en el no había dudas de que este era un casino. Ambos eran lugares donde personas ya acabadas iban a perderlo todo con la esperanza de vivir un poco de placer en sus vidas y en esta realidad que haría a cualquiera arrugar la frente y apartar la mirada, pero aunque Dante no estaba interesado en alguno de los servicios que prestaban, se dirigió al primero.

- Detente. 

En la puerta de este habían dos guardias que detuvieron a Dante, ambos lo miraron de pies a cabeza con ojos feroces y luego observaron al pequeño Willt en su hombro con curiosidad.

- ¿Eres nuevo?

- ¿Importa?

Uno de los matones arrugo la frente al escuchar la respuesta-pregunta de Dante, ya que su tono desinteresado y la mirada de este le hizo sentir un cosquilleo en la espalda. 

- ¿Cómo llegaste?

- Por la puerta, ¿Acaso hay otra forma?

- Tu... enserio... 

El matón parecía bastante interesado por saber sobre la llegada de Dante y por eso parecía estar conteniendo sus reacciones, pero una vena había aparecido en su frente arrugada y el otro matón dio un paso adelante para calmar la situación.

- Detente, si causas problemas a un potencial cliente el jefe acabará contigo.

- ... Puedes pasar...

Ambos matones se distanciaron y levantaron la tela que cubría la entrada, dejando ver el interior. 

Dante entró sin demora y de inmediato pudo ver a varias personas, tanto hombres como mujeres prácticamente desnudos regados por el lugar, además el humo que se elevaba hasta lo más alto de la tienda era particularmente espeso, proviniendo de las distintas y variadas sustancias en el lugar. Al final, en el centro, un hombre tosco de mediana edad estaba sentado detrás de la barra a la que Dante caminó.

La apariencia de Dante resaltaba, pues aunque no llevara la máscara, su particular vestimenta oscura y atractivo rostro llamaría mucho más la atención, por eso mientras caminaba hacia el hombre, todos los presentes, tanto mujeres como hombres, empezaron a acercarse a él, aunque ninguno se atrevió a tocarlo.

- ¿Y? ¿Qué deseas?

El hombre tosco detrás de la barra no se demoró en notar la presencia de Dante, levantando su vista y mirándole a los ojos, poniéndose incómodo y un poco nervioso en el acto, aunque esto solo hizo que hablara con más fiereza. 

- No tengo interés en nadie, solo quiero un lugar para quedarme. 

- ¿Qué...? ¿Acaso deberé reportar esto y castigar a los gorilas de afuera?

Todos en el lugar quedaron sorprendidos por las palabras de Dante, excepto Willt que bostezaba mostrando sus colmillos. Aunque para mal, el hombre tosco pareció más sorprendido que nadie. 

- Mira, ¿Eres nuevo? Si es así más te vale no hacerte el gracioso aquí, ¿Sabes a quien pertenece este lugar?

- ... 

- Si no lo sabes mejor vete, no tengo tiempo para... ¿Eh?

El hombre tosco estaba bastante irritado, tal vez por las palabras de Dante o tal vez por los celos de la apariencia que había llamado a todos en el lugar, pero tuvo que cerrar la boca antes de exclamar su desconcierto cuando Dante busco en sus bolsillos y dejó una bolsa con cristales blancos en la mesa, sal. 

- E-E-E-Eso... es ... ¿Sal?

- Quiero un lugar donde quedarme, ¿entiendes?

- P-P-Por supuesto, incluso le enviare cinco personas para que se divierta como quiera-

- No. 

- ¿No...?

- No. Solo asegúrate que nadie se acerque a donde estoy. 

- ¡Oh, por supuesto, si, claro, como ordene! Por favor, sígame.

El hombre ahora estaba confundido y sus palabras y movimientos revelaban lo nervioso que estaba, además comenzó a actuar sumiso, borrando por completo la altanería de hace unos segundos. Entonces, con la cabeza gacha y sin atreverse a mirar a Dante a los ojos otra vez, lo guio a través de la abertura a sus espaldas. 

Era un pequeño pasadizo, con telas como puertas a ambos lados, de algunas se podía escuchar salir sonidos agudos o quejidos, de otras solo golpes y algunas solo dejaban salir silencio, pero Dante caminó sin siquiera voltear una vez y segundos después llegaron al final, donde el hombre tosco levantó la puerta-tela y mostró el espacio detrás, un espacio de tres por tres metros, con varias telas apiladas en el suelo para asimilar un colchón y hacer suave el echarse, además de un par de almohadas rellenas de quien sabe que. 

- ¡Siéntase libre de quedarse y disfrutar el resto del día y mañana! Además... si cambia de opinión no dude en decírmelo y le enviaré de inmediato a la persona que quiera.

Dante entró sin prestarle más atención al hombre y este se limitó a soltar la tela que cubrió la entrada y se retiró. 

- ... Que horrible lugar, ni siquiera las Brujas son tan viciosas y codiciosas como los humanos acorralados...

- Yo también soy un humano.

- ... Tu eres la excepción... 

Dante procedió a quitarse su gabardina mientras Willt saltaba de su hombro y se acostaba en el lugar. Debajo de la larga gabardina negra se hacía presente una remera de manga larga tan negra como los ojos de Dante, era holgada y bastante cómoda ya que Dante podía moverse libremente con ella, sin embargo procedió a quitársela y reveló su bien trabajo cuerpo, con músculos marcados y firmes, sin duda mostrando un claro espectáculo para la vista... o así debería de ser, sin embargo, más que un bello espectáculo podría considerarse una escena de horror, ya que las cicatrices por todo su cuerpo dejaban muy poco espacio para la piel sana, además que aún habían cortes y heridas recientes que mantenían los puntos cocidos por el mismo Dante.

- Descansemos bien, mañana tendremos un día largo y... 

- ... Sí, lose...

Willt lo observó y no pudo evitar recordar el pasado que comparten, haciendo que sus ojos se tiñan de ira antes de cerrarlos y obligarse a dormir. 

Al mismo tiempo, el hombre tosco que llevó a Dante a su "habitación" había abandonado el lugar aunque varios clientes habían llegado, ya que lo que mantenía en su poder era más importante que todo y se encontraba cruzando la "calle" para dirigirse al establecimiento llamado "Casino"

- ¡Espera, ¿a donde crees que vas?!

- ¡Jerry, soy yo, necesito ver al Jefe!

- ¿Tú? ¿Acaso no estas en tu turno? El jefe está ocupado, vuelve cuando termines tu turno.

- ¡No, necesito verlo, es importante!

- Este hombre... ¿Acaso quieres que te de una paliza? Cuida tu volumen y lárgate.

- ¡Hablo enserio, es urgente!

Los matones frente al casino eran especialmente grandes y fuertes, por lo que el hombre tosco era varias veces más delgado y cerca de dos cabezas más pequeño, así que una pelea entre ambos sería sumamente dispareja, por eso, cuando el Matón al que llamó Jerry levantó su brazo, el hombre tosco sabía que al menos terminaría con varios huesos rotos... sin embargo, eso no era nada si pensaba en lo que el jefe le haría si no entregara la sal y esta fuera robada, además, tenía completa certeza que después de hacerlo podría vengarse de Jerry sin ningún problema. Así que cerró los ojos y apretó los dientes para esperar el golpe. Pero...

- ¿Qué pasa aquí...?

- ¡J-Jefe! No pasa nada... es solo que este bastardo dejó su puesto y vino hasta aquí para interrumpirlo.

- ¿Es así...? 

Una aparición repentina hizo que el matón bajara el brazo y los juntara frente a su pecho mientras volteaba a ver al hombre que apareció. El Jefe era un hombre alto, midiendo casi 190cm., pero al pasar cerca del matón parecía pequeño ya que este era varios centímetros más alto, sin embargo este no se atrevió a mantenerse erguido y conforme el Jefe hablaba, se encorvó y agachó hasta ser más pequeño. 

El aire y la presencia que rodeaba al Jefe era una filosa, cuyos ojos parecían sopesar todo a su alrededor. Y el hombre tosco sintió el peligro que se avecinaba conforme este se acercaba, pero, a pesar del peligro su mente estaba clara, ya que sabía que todo saldría bien.

- Tienes treinta segundos para explicarte... veintinueve...

- V-Vera, no abandone mi puesto porque quisiera, sino porque tengo algo muy importante que darle. Miré.

El hombre tosco mostró aquello que ocultó en sus ropas, una pequeña bolsa con sal, y el Jefe afiló su mirada una vez más, observando los alrededores y asegurándose que nadie más lo haya visto. 

- Ya veo, hiciste bien... y tu... tendremos que hablar más tarde... 

- C-Como ordene, Jefe...

- Ahora, ven conmigo, háblame de la persona que te dio eso... 

El hombre tosco entró siguiendo al Jefe luego de ver con satisfacción al matón regañado, deseando presenciar su castigo.

El ambiente en el casino era muy parecido al lugar donde él trabajaba, con hombres y mujeres seduciendo a los clientes y llevándolos a las mesas donde se llevaban acabo los juegos, sin embargo el sentimiento que desprendían era distinto.

Al lugar donde él trabajaba llegaban las personas que habían encontrado tesoros en la basura o que se habían aventurado a las afueras y traído distintas piezas de valor, pero sin importar el tipo todos estaban embriagados por el placer observando al hombre o mujer que elegirían, pero... en este lugar no se miraba aquel placer... Sí, había quienes lucían divertidos y exaltados por una racha ganadora o por que no se preocupaban de los bienes que apostaban sin medida, sin embargo era la mayoría quienes se notaban demacrados, nerviosos y aterrados, apostando su cuerpo con la esperanza de ganar u obtener algo con que vivir o.... con la esperanza de recuperar su libertad.

- Lo lamento Señor, pero perdió.

- ¡¿Qué?! ¡No, eso es imposible! ¡Trampa, debes estar haciendo trampa!

- Lamentablemente con todo lo que nos dio no cubre lo necesario para pagar sus prestamos de la casa, por lo que nos vemos obligados en cobrarlo de su cuerpo. 

- ¡D-Deja de decir tontearías! ¡Me voy!

Y como para demostrar esto, uno de los muchos hombre en el lugar armaba un escandalo, pues lo pálido de su condición demostraba la sorpresa y el susto de haberlo perdido todo sin saberlo y, cuando trató de irse, varios matones aparecieron. 

- Lo siento, pero no puedo permitir eso.

- ¡Aléjate, no me toqu-!

Uno de los matones tomó su cabeza y la golpeó fuertemente contra la mesa, desmayándolo o incluso matándolo en el acto, de inmediato otro procedió a cargarlo y llevarlo por el lugar hacia la parte de atras, donde el rastro de sangre se cortaba al pasar la tela que funcionaba de puerta. 

La vista era terrible, cruel y desastroza, sin embargo, a pesar de esta escena tan chocante, las demás personas en el lugar solo se limitaron a verlo, ignorarlo y volverse a concentrar en sus juegos, e incluso hubo algunos que se burlaron y disfrutaron de los sucesos. Todos demostrando lo podrida que estaba la sociedad actual. 

- Bueno, adelante, te escucho...

El hombre tosco no era la excepción y sus pensamientos anteriores lo dejaban claro, así que solo pudo apartar la vista mientras se alegraba de poder vivir una vida "Tranquila" y, para asegurarse que esa vida se mantenga o incluso mejore, comenzó a hablar.

- Un hombre, no, un joven que media unos centímetros menos que usted, usaba una gabardina negra y traía un animal consigo, además...