Chapter 15 - La Salida del Refugio.

Mientras Dante caminaba hacia las escaleras para salir del Refugio, un hombre delgado y pequeño para ser matón corría pisando, golpeando y empujando a las personas en dirección al casino. 

- ¡Oye!

Recibió constantes gritos y algunas personas le lanzaban las cosas sin valor o piedras que tuvieran al alcance de su mano, pero el pequeño hombre no se detuvo y entonces, faltando menos de treinta metros para llegar a su destino, en su campo de visión divisó a un grupo de matones reunidos alrededor de un único hombre alto, el Jefe.

- ¡Jefe!

De inmediato gritó y usó sus escasas fuerzas restantes para alcanzarlo, dejando notar lo impaciente que estaba. 

- Detente. 

Sin embargo, ya que nadie aparte de él mismo sabía la razón detrás de su impaciencia, los matones alzaron sus grandes y grasosos brazos, brazos con los que el pequeño hombre se topó y chocó sin poder dar un paso más. 

- ¿Y tu eres...? 

Los gritos habían sido escuchados por todos los presentes sin excepción, además la escena donde este se derrumbaba sin mucho esfuerzo llamó la atención y diversión de todos en los alrededores, incluyendo al Jefe, quien volteó y respondió a su llamado. 

- ¡Tohmas, Jefe!

- Ya veo... ¿Y...?

La voz del Jefe era fría, después de todo la presencia de Tohmas era algo que no le importaba, por lo que quería que este hablara y lo dejara continuar con sus planes para poder prepararse y esperar los materiales que pronto le traerían... pero... 

- ¡Están muertos, Jerry y los demás fueron asesinados por ese hombre...!

Ante las palabras del pequeño hombre el Jefe no lo podía creer y solo pudo limitarse a abrir profundamente sus ojos mientras exigía contexto. 

- ¿Fallaron... cómo?

- ¡Fueron masacrados, el hombre los mató a todos con sus manos desnudas!

- ... 

Los gritos hicieron algo imposible en este lugar de vicios y perdición llamado refugio subterráneo, trajeron el silencio. Todas las personas que escucharon los gritos iniciales y prestaron atención a la situación ahora no podían creer lo que escuchaban, mucho menos sabían como reaccionar y el Jefe levantó la mano, contrayendo el dedo mientras llamaba a uno de los matones a su alrededor.

- Jefe... 

- ... 

El gran hombre que acudió al pequeño llamado era el matón a cargo y susurró nervioso mientras se detenía delante del Jefe, quien hurgó en sus ropas manteniendo silencio y una mirada gacha, pero entonces tomó el cuchillo machete que este escondía entre sus ropas, empuñándolo y...

- ¡Je-!

Con un movimiento rápido cortó la cabeza del hombre pequeño aún derrumbado en el suelo y acto seguido sostuvo el machete contra el cuerpo del matón mientras levantaba la mirada, dejando ver como esta se había hundido profundamente en la ira. 

- Tienes treinta minutos, tráeme a ese idiota o será tu cabeza la que ruede. 

- ... 

Las palabras fueron severas y su significado era espantoso y, aunque solo fue dicho hacia una persona, todos los presentes se tomaron del cuello como para comprobar que no hubieran sido cortados. Entonces el Jefe siguió caminando y nadie su movió hasta que este llegó al casino y su imagen ser perdió del otro lado de la puerta-tela. 

- Todos ustedes... síganme. 

El matón a cargo, quien había tomado el machete apoyado en su pecho sin darse cuenta, con la sensación de miedo aún vivida en su cuerpo habló mirando a todo el grupo de escoltas, hombres de gran tamaño y volumen. 

- Ese bastardo no tiene otra opción más que huir después de lo que hizo, lo esperaremos en la salida. 

Todos los matones asintieron mientras tomaban y mostraban las armas contundentes o cortantes que escondía en diversas partes de su cuerpo, todos excepto el matón a cargo, quien además de sostener el machete palpó su corazón, donde un bulto se asomó dejando ver una extraña arma negra en forma de "L". Y mientras los matones se atrincheraban en la salida del refugio trayendo a más de ellos, Dante caminaba con calma acercándose mientras tronaba su cuerpo. 

- ... Deberás lavar la ropa cuando salgamos... 

- Es solo un poco de sangre. 

- ... Sabes muy bien que existen criaturas que son más sensibles al olor de la sangre que al del miedo... 

- En ese caso no tendría sentido, ya que correrán hacia nosotros cuando salgamos.

- ...Tu solo hazlo... 

- Esta bien.

La gabardina de Dante, y su ropa en general era negra, por lo que la sangre que salpico hacia su cuerpo solo podía notarse como leves manchas, claro que solo si prestabas mucha atención, además de contar con una buena iluminación natural y no como la de este lugar. Así, mientras ambos visitantes caminaban sin preocupaciones, algunos matones emergieron de sus escondites y comenzaron a seguirlos. Dante y Willt notaron de inmediato a estos persecutores, pero al igual que la vez anterior no les prestaron importancia y pronto distinguieron las escaleras que significaban la salida de este lugar.

- ... Esos son muchos...

Cerca a las escaleras y en todos los alrededores habían personas altas, gruesas y gordas, además de los que iban detrás de ellos, formando una especie de circulo en el cual ambos compañeros estaban atrapados, sin embargo, las únicas palabras que se escucharon fueron las de Willt, quien saltó del hombro de su compañero y cayó sobre el primer matón que se acercaba. 

- ¡Qué-!

Los movimientos de Willt fueron rápidos y pasaron desapercibidos, después de todo para los presentes su presencia era solo la de un pequeño animal, sin embargo cuando este pequeñín se pozo sobre el cuerpo de un matón lo llevó al suelo y aplastó su cuerpo como si este no tuviera la fuerza para soportarlo, no, incluso se podía decir que la forma en la que lo hizo doblar antes de caer podría dar la ilusión de que este ni siquiera tenía huesos. Todo el mundo se sorprendió y miró la escena aterrados, excepto el hombre que lentamente se colocó la máscara blanca, quien había estado sosteniendo ese peso hasta el momento, ya que a pesar de que existan animales que podían comprimir sus cuerpos y disminuir su volumen, esto no significaba que el peso disminuyera y, en caso de Willt, esto estaba siendo expresado en su máxima pureza. 

- Demonio... 

- Monstruo...

Algunos murmullos se escucharon de las bocas de los grandes matones y estos no podrían ser juzgados ya que cualquier persona normal opinaría lo mismo, de la misma forma Dante ni siquiera les prestó atención, ya que estaba más acostumbrado a ser llamado de esa forma que por su propio nombre, y una vez que la mascara estaba en su rostro sus ojos se hundieron en una frialdad sin emociones que podía corroborar los comentarios de los matones.

- Les daré una oportunidad, solo apártense y déjenme salir. 

Las palabra de Dante viajaron entre los murmullos como un encantamiento, pero los oídos de los matones eran sordos, ya sea por terquedad o por higiene, aunque esto era lo que Dante esperaba y, cuando algunos matones dieron un paso al frente, él también comenzó a caminar.

Los matones barrieron con las distintas carpas y tiendas de campaña que obstruían los alrededores y corrieron hacia Dante, quien se acercaba a una gran velocidad, algunos con cuchillos o trozos de cristales trataron de apuñalarlo, pero este se movía hábilmente entre los espacios que dejaban al ser un grupo enorme y, sin duda o resentimiento, golpeaba con todas sus fuerzas en distintas partes de sus cuerpo. 

- ¡Ah-!

- ¡O-!

- ¡Pua-!

Dante avanzó y retrocedió sin parar, comenzando a crear un camino de cuerpos y sangre. Algunos corrieron con suerte y los golpes lanzados con una fuerza abrumadora golpeaban sus brazos o eran pateados en las piernas, dejándolos con horrendas fracturas expuestas y heridas, pero vivos, otros no tenían tanta suerte y al ser golpeados en el pecho sus costillas rotas perforaban sus distintos órganos o simplemente sus cráneos y columnas eran destruidas por el impacto. 

- ¡Muérete!

Tras unos minutos de intenso masacre algunos matones gritaban tratando de alejar el temor de sus cuerpos, pero los pasos de Dante eran firmes y presionaban los cuerpos en el suelo haciéndolos crujir y doblegando este espíritu de lucha, trayendo la duda y la muerte a los cuerpos de los matones. 

- ¡Q-q-que-!

Observando como sus compañeros eran destrozados uno a uno el matón a cargo no podía confiar en sus propios ojos. Además conforme el tiempo avanzaba distintas emociones comenzaban a arremolinarse en su pecho, ira, miedo, placer, y finalmente, llegó el momento donde Dante se acercaba a él.

- ¡Aléjate, monstruo!

Su grito fue agudo, algo impensable para una persona con su contextura y apariencia, pero nadie podía culparlo, no porque no quisieran o pudieran, sino porque de los pocos presentes la mayoría se encontraba gritando de dolor y otros estaban llorando en el suelo rogando y soñando que esto fuera una pesadilla mientras se bañaban en sus propios desechos. Sin embargo nada de esto era importante para Dante, de quien sus ojos negros solo se habían hundido en la frialdad al punto de que no parecía una persona viva.

Al ver estos ojos el matón a cargo tropezó con sus propios pies tratando de escapar y cayó de espaldas al suelo, observando como Dante se acercaba y levantaba su pie para terminar con su vida. El miedo era tanto que finalmente pudo pensar con claridad y viendo la escena frente a sus ojos buscó entre sus ropas rápidamente para poder sacar el arma con la que aún contaba, pero fue demasiado lento y demasiado tarde, porque el pie de Dante apagó la luz de su vida y su mano cayó por inercia sosteniendo el arma negra en forma de "L", una pistola.

Así, en un mar de sangre, llantos, gritos y cuerpos, Dante sacudió algunos restos de carne en su ropa y suspiró mientras observó las escaleras y las siguió hasta mirar el techo del lugar. 

- ... ¿Estás bien?...

- Estoy cansado. 

- ... Aún así deberás cargarme de subida...

- Los-¡...!

Pero cuando Dante y Willt hablaban como si todo ya había terminado, sus palabras fueron cortadas por un sonido estridente que hizo eco en todo el Refugio y Dante se balanceo hacia adelante mientras sentía como el calor en su hombro izquierdo comenzaba a crecer al mismo tiempo que el dolor era cubierto por la adrenalina que agudizó sus sentidos, volteando en el acto. 

- ¡Bastardo, solo tenías que dejar todo y largarte, pero mira todo lo que has hecho...!

Un hombre alto y de pelo castaño, con un traje plomo y una corbata roja que contrastaba con su tono de piel sostenía la misma arma que había caído en la mano del matón a cargo, y de la punta de esta un ligero humo o vapor comenzaba a elevarse, mostrando que había sido usada. 

- ...¡Dante!...

Willt reconoció al hombre de inmediato, pero al percibir el aroma de la sangre de su compañero no le prestó importancia y corrió hacia Dante. Al mismo tiempo se escucharon un par de estallidos más y Dante sintió como su muslo y su antebrazo derecho se comenzaban a calentar y entonces... mientras miraba a la persona que llegó con varios matones más, tomó la hoz en su cintura mientras escuchaba a algunos de los matones aún vivos decir.

- ¡...Jefe!