Aila puso cara de disgusto ante la idea de llevar tacones. Nairi le había dado falsas esperanzas de llevar zapatos cómodos.
—Ni siquiera son tan altos. Además, combinan bien con lo que elegí. ¡Ahora deja de quejarte! —Nairi la regañó.
Después de otros veinte minutos, Aila estaba vestida, su largo cabello recogido en un moño desordenado con mechas colocadas al lado de su rostro, aretes en su lugar, y maquillaje ligero con un lápiz labial rosa pálido aplicado en sus labios. La máscara de pestañas y el delineador que llevaba hacían que sus ojos resaltaran aún más, junto con el top de cuello halter ajustado que mostraba sus curvas y el contorno de sus abdominales. Nairi aplaudió y la hizo girar, elogiando su propio trabajo.
—Ahora sí pareces el papel —guiñó un ojo. Aila sacudió la cabeza y sonrió; también tambaleó un poco en los tacones que Nairi le había proporcionado.
—Okay, la reunión comienza pronto. Darren está afuera —Nairi hizo una mueca antes de caminar hacia la puerta.