—Te advertí. Beber veneno te dañará lentamente. Has estado muy distraída últimamente y ni siquiera puedo pretender enojarme.
Aries presionó sus labios en una línea delgada. Era otro día de su lección de literatura con Dexter en el estudio.
—Lo siento —suspiró, dejando caer su mano en su regazo mientras se recostaba—. Marqués Vandran, ¿podemos saltarnos la lección de hoy?
—¿Y por qué debería aceptar? —su ceja se arqueó, notando el cambio gradual de la dócil Aries a algo más... valiente. No es que ella le exigiera nada. Pero más bien, su ocasional solicitud de la nada aún lo tomaba por sorpresa.
—Solo porque... —Aries bajó la mirada y chasqueó sus labios ligeramente—. ...solo estoy perdiendo tu tiempo, creo.
—Acepté ser tu tutor, sabiendo que estoy perdiendo mi tiempo enseñando a alguien condenado a muerte.
Ella lo miró, estudiando su comportamiento antes de que su hombro se relajara. —Tiene sentido.