Aries mostraba una expresión vacía, perdida en palabras ante su situación actual. Parpadeó, mirando hacia atrás a las personas alrededor de la misma mesa que ella.
—Por favor, no me miren así. Todos saben que soy inocente —lloraba internamente, sintiendo la incomodidad de todos dentro de esta sala donde los nobles con un rol oficial en el palacio se reunían. Ya había escuchado rumores ridículos cuando comenzó a acompañar a Abel en sus asuntos importantes.
Pero... Abel llevó esto a otro nivel.
Aries soltó un suspiro superficial cuando sintió un peso en su hombro. Miró hacia allí, viendo a Abel apoyar su barbilla en él.
—¿Pero qué diablos está pensando? ¿Por qué me hace esto? —se preguntaba, reprimiendo sus ganas de armar un gran escándalo por el estrés.