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Chapter 12 - La doncella de hierro

Yuchan sale de la pared porque varias de sus extremidades estaban incrustadas. Una silueta de él quedó en la pared.

Se sacude el polvo y saca un paño con el que se seca la sangre, tanto en la nariz como en la boca. No era poca la sangre, sin embargo, logró frenarla.

—¿Ya sanaste? —dijo Titania con voz apresurada.

Yuchan pensó: *Esta cínica no se preocupa en los demás ni un mínimo por mis heridas. ¿De qué sangre desciende? ¿De dónde es su origen realmente?*

Yuchan acomoda su postura y dice:

—Necesito saber de tu poder. ¿Qué fueron esas descargas de trueno y cómo a la vez puedes usar un lingote de esa manera? Solo los duendes pueden ser elementalistas con manipulación de objetos. ¿O acaso eres la hija bastarda de un duende y una aldeana de Yelow Star?

Titania...

—Yuchan, ¿fuiste adoptada? ¿O experimentaron contigo en la secta Technology?

—¿Qué? —dice Titania y mira con una cara de sorpresa y luego de asco a Yuchan.

—Tus conclusiones son demasiado aceleradas y extrañas a la vez.

Titania, el hada con cabello morado, piel blanca y su vestido azul, parecía irradiar una belleza inocente y serena. No parecía la contrincante de hace unos minutos.

—Titania, la verdad es más coherente que yo sea un espíritu en forma humana que se apoderó del cuerpo de una humilde esclava.

—Claro, si expandimos la imaginación en base a tu lógica.

Yuchan...

—Eso es definitivamente lo más absurdo que he oído en mi vida.

Una gota de sudor corrió por la cabeza de Yuchan y se agarró la frente para intentar frenar su impulso de decirle: *¡Tú estás loca!*

—En primer lugar, ¿un espíritu apoderándose de una aldeana? Con lo magnánimos y orgullosos que son. Además, solo el Reino Esquizo tiene diez. Los demás son almas ambulantes y son un arma de doble filo.

—¿Sabes sobre los diez grandes espíritus del Reino Esquizo, no, Titania?

Titania responde:

—Por supuesto. Solo tiene dos poseedores: la reina y su hermano, siendo un 30% compatible la reina y un 5% menos compatible su hermano. Ambos llevan el máximo poder del reinado Esquizo.

Yuchan pregunta:

—¿Y eso te parece más lógico que un experimento?

—¿Entonces soy un experimento? —dice Titania.

—¡Dios! —dice Yuchan—. Ahora entiendo tu forma de pensar. Es muy única.

Yuchan sonríe felizmente.

—No, Titania, son solo conjeturas. No creo que seas un experimento. Tus padres fueron ambos aldeanos, ¿no?

Titania responde:

—Mis padres fueron de la aldea Technology (avasallados por la secta Technology), pero yo nací en la aldea Yelow Star y allí me criaron. Digo, ellos emigraron.

Yuchan pregunta:

—Entonces, originalmente son de la aldea Technology y no de Yelow Star, ¿no?

Titania asiente y dice:

—Eso es así. Sin embargo, solo escuchaba malos comentarios de esa aldea por parte de mis padres.

Yuchan comenta:

—La aldea más fuerte es la Technology. Sabes, solo se les permite participar en esta clase de eventos a los de esa aldea mayormente. Quiere decir que has de ser la más destacada de tu aldea. Además, imagino que tus padres te ayudaron para saber de este evento o quizás fueron quienes movieron los hilos para meterte en el evento.

—¿Sabes cuál es el sistema para elegir quién va a participar en este evento, Titania?

Titania responde:

—Puedo intuir que son los mejores de cada aldea según resultados, y los inadaptados que son destacados de alguna u otra manera. En mi caso, soy una inadaptada.

Yuchan afirma:

—Exacto. Justo por personas como tú es que no dejamos fuera a alguien que no tenga entrenamiento formal, sino autónomo.

Titania pregunta:

—¿Sabes mucho del tema? Además, sobra decir que tienes algo de información sobre mí. Casi todos los más fuertes vienen de la aldea Technology porque la secta prepara soldados y envía armas a bases que tienen en la aldea Technology con el fin de formar soldados dignos que se unan a la secta.

Yuchan responde:

—Me sorprende que sepas eso. Eres muy analista, Titania. No te haré más pruebas, pero debo preguntarte: en el evento del gas, ¿por qué no utilizaste las cadenas? Eres buena cuerpo a cuerpo, ¿no?

Titania explica:

—Las cadenas tienen manera de comunicarse conmigo y no les gusta pelear con débiles. Por eso yo me las apaño cuerpo a cuerpo.

Yuchan comenta:

—Excelente. Entonces no quedan dudas. Eres fuerte también físicamente.

—Increíble. ¿Y esa comunicación con las cadenas, cómo es?

Titania responde:

—Una forma de apretar distinta según lo que me pidan.

Yuchan exclama:

—¡Dios! Eso es impensable.

Casi se cae luego de escuchar un comentario tan absurdo y a la vez tan genial.

—Ahora entiendo que eres una genia nata.

Titania añade:

—De igual manera, así no tuviese las cadenas, jamás me convertiría en un soldado más de la secta Technology. Mis padres me propusieron serlo y me negué rotundamente.

Yuchan se quedó mirando al hada de vestido azul y pelo morado. Le parecía solo alguien que es víctima del sistema y que no le quedó más remedio que ir a los rincones bajos.

—De igual manera, solo me interesa que entres a la Doncella de Hierro y, a la vez, tú obtendrás el poder que quieres y un poco más de libertad. Estoy seguro de poder conseguirte más libertad, suponiendo que quieras ir a otra parte.

Las cadenas de Titania bailaban alrededor de ella, y sus ojos, en el iris, estaban más amarillos que normalmente. La electricidad se podía observar por el cabello morado.

—Eres un buen hombre, gracias, Yuchan. Vamos a empezar esta nueva aventura. Vamos por la Doncella de Hierro —dice Titania.

**De camino al semi reino de cristal**

Titania pregunta:

—Aún no me has dicho qué es la Doncella de Hierro.

Yuchan responde:

—Jajaja, no te preocupes, allí lo entenderás.

Titania comenta:

—Seguro ni sabes qué es.

Titania y Yuchan montaban un hermoso caballo de piel blanca y bien entrenado, hasta para caminar, puesto que sus pisadas y caminar eran refinados a tal punto de ser elegantes. Fácilmente se le podía ver con cualquiera de los cinco sentidos de un ser humano. El aire de superioridad que tenía hasta al relinchar. La silla del caballo, marrón, tenía un color en los bordes de cristal reluciente y cuero claramente de primera calidad.

Yuchan va cabalgando al caballo y dirigiéndolo, mayormente en línea recta. Sin embargo, lo más resaltante de este evento tan pulido y de alta alcurnia no era más que la cara de vergüenza de Titania.

Colocaba las manos en su cara para tratar de tapar su rubor. Esto es algo que la haría ver aún más avergonzada porque sus orejas también estaban rojas. El llamar la atención de los pueblerinos, siendo ella de una aldea, no podía sentir más que vergüenza. Eso sin contar el grupo que venía tras de ella, que le echaban más leña al fuego.

—¡Tragarme tierra, por Dios santo! —pensaba Titania.

Yuchan comenta:

—No te preocupes. Cada quien debe darse y presumir su lugar. Además, ¿qué tanto te sonrojas si estás sentada del lado opuesto de los pueblerinos o aldeanos? Además, no creo que tanta gente te conozca, ¿o sí? —pregunta Yuchan.

Titania responde:

—No lo sé, ni quiero saberlo.

Yuchan dice:

—Jajaja, de igual forma, los pueblerinos están bastante lejos. Apenas verán a alguien cabalgando con una doncella al lado.

—No es nada más eso —dice Titania—. ¿No estás consciente de la gente de atrás? —dice Titania, señalando a la gente que venía siguiéndolos.

Cinco hombres jadeando como si llevaran dos días enteros caminando por un desierto sin una gota de agua.

Titania comenta:

—Llevan tres días caminando siguiéndonos el paso sin descansar, y yo acá sentada, relajada. Eso no está bien —dice Titania.

Yuchan responde:

—Entiendo que seas un hada pura, Titania, pero no te preocupes. Este corcel es capaz de aguantar con solo un poco de agua y, sin quejarse, aguantará otro día más sin esfuerzo más que el suyo propio. Este fino corcel no va a dejar que alguien que no pueda ni seguirle el paso llegue a subirse a su silla.

—Me parece que te preocupas más por el corcel que por ellos —dice Titania.

Yuchan responde:

—Jajaja, es que, además, el corcel tiene sus gustos y no le gusta llevar a hombres.

Titania...

Yuchan continúa:

—Las cosas que vienen en el semi reino de cristal serán difíciles, y es mejor darles una porción de lo duro que se viene. Tienen que aprender a lidiar con este tipo de cosas; si no, morirán fácilmente. En tu caso, Titania, esa caminata no sería nada para ti, e igual pasarás por mucho allí.

—Jejej, jefe, no sea así y cambiemos de lugar con ustedes para subir en el caballo —dice el hombre delante de los cuatro.

Titania voltea y era aquel sujeto que lanzó un golpe con el hacha. Era el único que podía hablar mientras jadeaba. Los otros cuatro ya ni veían; no se sabe cómo trotaban recto. Jadeaban tanto que las salivas se les salían y los mocos también tenían un papel importante. Los cuatro de atrás hasta lágrimas les salían, pero al venir de hombres tan rudos, era obvio pensar que se victimizaban, y sí, era lo que hacían para que Titania se compadeciera de ellos y les cediera el asiento. Un movimiento poco varonil, pero no es como si estos musculosos hombres fueran muy varoniles para empezar.

Titania dice:

—Creo que me bajaré un rato para que uno de ellos pueda descansar.

La cara de alegría de los cinco salió a relucir a flote, y un ambiente entre ellos de compañerismo junto a Titania se creó, y ella les sonrió.

—¡Es un ángel! —dijeron todos al unísono.

—Eso no será posible —interrumpe Yuchan—. Nada más miren al caballo. Tiene sus gustos propios.

El caballo giró su cabeza hacia el grupo e hizo un claro gesto de rechazo con la cabeza antes de volver a su posición recta de caballo fino.

Fue como si un relámpago cayese en la cabeza de este grupo de cinco, y no les quedó más remedio que seguir avanzando, resignados, con la cabeza agachada y tratar de no pensar en el doloroso camino faltante.

**Se presentan al rey semi cristal**

En una silla de aspecto gloriosa se encontraba un sujeto de barba y cabello blanco, bien cuidados. El aspecto de este sujeto era fornido y llevaba una cara seria mientras firmaba un documento con una pluma. El papel que firmaba no parecía ser el único ni tener tanta importancia, puesto que solo los colocaba hacia un lado en una torre mayor y agarraba otro de una torre más plana. Parecía algo más como una rutina porque apenas los leía.

—¡Tok, tok! —La puerta es tocada dos veces seguidas. Entonces, el señor fornido retira su pluma y atención del papel y dice:

—Adelante —dice el señor fornido de barba blanca.

Las puertas se abrieron como si fuesen una catedral antigua, de esas que al empujarlas ambas se abren e incluso se dividen en dos mitades. Básicamente, deberían de poderse abrir solo la mitad de una y la otra no, pero por respeto se abrían las dos al unísono. El respeto hacia sus costumbres y puertas gloriosas, que solo un caballero puede abrirlas. En el caso de la puerta del semi rey de cristal, eso era ley.

Por otra parte, el interrumpir al semi rey era un acto de ultra urgencia o solo un familiar que decidiese discutir algún tema con él.

—Mi semi rey Judi Blanco, disculpe que lo interrumpa, pero ya llegó Yuchan, el líder ejecutivo del extranjero.

—Al entrar, procure cerrar la puerta catedral, apenas entre, puesto que mis ojos se encandilan si por mucho tiempo soy expuesto con esa luz solar de afuera —dice el semi rey como si no hubiese escuchado las palabras que salieron de la boca de este súbdito.

El general de guerra dice:

—Mis más sinceras disculpas, semi rey.

Después de disculparse cordialmente, cerró ambas puertas.

*El semi rey de cristal es conocido por sus estrictas reglas y normas, más por su juicio y decisiones frías y aterradoras, sin tomar en cuenta el sufrimiento ajeno*, pensó el general de guerra.

Para empezar, el general de guerra era quien cumplía su dictamen sin poner peros. Esto no se debe a lealtad ni respeto, sino al miedo que el semi rey le genera.

—¿Algo más que decir, general de guerra Alexis Fernán? —dice el semi rey Judi Blanco.

Alexis Fernán, el general de guerra, afuera en el exterior parecía un poco nervioso, pero por dentro estaba aterrado. El interior del uniforme estaba empapado de sudor, puesto que la persona justo en frente de él no dudaría en imponer un severo castigo a él o a su familia entera solo por el hecho de interrumpir su trabajo sin una razón importante.

Entonces, ¿cuándo sería correcto interrumpir su trabajo? Eso era algo que el general premeditaba antes de cualquier informe. Ahora, lo que considerase importante el semi rey era algo que solo él mismo sabía.

El general de guerra dice:

—Yuchan trae a los que van a entrar a la Doncella de Hierro.

—Que pasen enseguida —dice el semi rey Judi Blanco.

El general de guerra responde:

—Este, disculpe, señor, pero no va a ser eso posible, creo.

Judi Blanco levantó una ceja y dijo:

—No acabo de entender, general. ¿O acaso te rehúsas a cumplir una orden directa mía?

El general cambió su tez a blanca pálida, y los nervios que contenía salieron a flote. Se inclinó de rodillas y dijo:

—Mi semi rey, me disculpo por el malentendido. Sucede que uno de los aspirantes de la Doncella de Hierro no soporta lugares tan cerrados y no le interesa la etiqueta.

—¿Qué? ¿Esa simple aspirante se atreve a exigirme a mí, el semi rey?

El general de guerra responde:

—Parece que Yuchan está de acuerdo.

El semi rey dice:

—Mi ejecutivo líder debe tener algo en mente. Sin más, te disculpo y retírate. Prepárenme un banquete y allí los alcanzaremos.

El general de guerra responde:

—Sí, señor.

**Sala de banquete**

Deleitándose de una amplia y gran cantidad de exquisitas comidas, tantos soldados del semi reino como el grupo de Yuchan estaban comiendo exquisiteces.

—Qué raro que den un banquete tan grande a uno que solo es un aspirante —dice uno de los aspirantes.

El aspirante con el hacha en la espalda, Lichan, dice:

—Claro que sí. Somos la promesa de este semi reino. Nos tratan como debería ser y no como mi primo Yuchan.

Yuchan responde:

—No soy tu primo. Solo hice varios negocios con tu familia.

Lichan dice:

—Jajaja, da igual.

Los aspirantes comían y bebían todo lo que podían hasta no poder más.

—¿Quién sabe qué caminata nos espera? —dice un aspirante gordo y apenas entendible su léxico.

Yuchan miraba pacientemente a una mujer de piel blanca y cabello morado que, absurdamente, no había probado un solo bocado ni bebido nada.

Yuchan le dice a Titania:

—Por Dios, al menos bebe un poco de vino.

Titania habla discretamente a Yuchan y, al verlo a los ojos, le dice:

—¿Cómo sé si no está envenenado?

Además de Yuchan, los otros aspirantes alcanzaron a oír lo que acababa de decir Titania y casi escupieron la comida que se habían metido en la boca, que realmente ya no importaba porque, de estar envenenada, todo lo que habían comido ya era para tener una muerte segura por envenenamiento o, en el mejor de los casos, caerían en un coma.

Yuchan sonrió y dijo:

—En este reino no se deshacen así de la basura. Así que sigan comiendo, bribones aprovechadores de la hospitalidad.

Los aspirantes se animaron y siguieron en su asunto de comer.

Titania pregunta:

—¿Quieres decir que no valemos la pena como contrincantes y por eso no nos envenenan?

Yuchan responde:

—Más que eso, digo que no recurrirían jamás a veneno. Si te pueden matar de frente, además, que no habría honor en ello.

Lichan y los otros aspirantes seguían conversando lo injusto que era Yuchan y que, si la comida resultaba estar envenenada, es culpa de ese maldito flojo que no caminó nada.

**CRRRRREEEAK**

Las puertas se abren de ambos extremos. Así es, las puertas de la sala de banquetes.

Entran dos caballeros con armaduras de oro que caminan, y tres pasos aproximadamente atrás de ellos caminaba un anciano de cabello y barba blanca bien cuidada, fornido.

Yuchan, al instante, supo que era el semi rey. Ambos caballeros con armaduras de oro caminaban delante a la misma distancia de izquierda a derecha, y en el medio, el semi rey. Quiere decir que no cubrían la visión de él para todos en el banquete.

Lichan comenta:

—Ese es el semi rey, entonces.

—Así es —dice Yuchan con seriedad en sus palabras.

—¡De pie, tú y tu gente, Yuchan! —dice el guardia de la derecha del semi rey.

El de la izquierda dice:

—¡Fórmense en una fila frente a nosotros!

Todos obedecieron, y Yuchan quedó frente al semi rey.

—He vuelto con los aspirantes, mi rey. Espero disculpe mis otros fracasos —dice Yuchan.

El semi rey da una mirada a los aspirantes de pies a cabeza y, luego del análisis físico y sensorial, se detiene la mirada en Yuchan.

—Qué curioso equipo tienes. ¿Crees que tienen lo necesario, entonces, Yuchan?

Yuchan responde:

—Sí, señor.

El semi rey dice:

—Entonces, todos síganme.

Caminaban todos por un pasillo, y el semi rey pregunta:

—¿Disfrutaron de la comida?

—Sí, así es. Estaba muy buena —responden todos, con excepción de una mujer que no dijo una sola palabra, quizás porque parecía más interesada por las paredes.

—¡Deténganse ya! —dicen los guardias del rey.

A la vista no había más que una pared o muro que bloqueaba el paso, como si fuese un callejón sin salida.

Ambos guardias sacaron un cristal de oro y lo aplastaron en la pared. Este se pegó como plastilina y se fusionaron ambos en un giro, haciendo un cuadro de muchos colores hasta convertirse en un agujero negro que absorbió a todos.

Luego estaban en una habitación o, mejor dicho, una cueva grande subterránea. Ambos caballeros jalaron el agujero negro dentro de un cristal blanco, y este se volvió de color amarillo, pareciendo otra vez un cristal de oro.

El agujero negro se cerró, y los guardias atravesaron la pared de regreso junto con el semi rey y dijeron:

—Ambos estaremos del otro lado de la puerta. Si necesitan ayuda, solo pídanla.

Titania...

Yuchan comenta:

—¿Qué esperabas? Es el semi rey. No puede solo quedarse en medio del peligro.

Titania pregunta:

—¿Si viste que no abrieron el vórtice para salir? Como si fueran invisibles las paredes.

Yuchan responde:

—No, jajaja. Ellos están adentro, solo que ocultos. Se llama camuflaje de hielo, y es que se camuflan con el aire, y acá es muy denso. Si vas en esa dirección, seguro te chocas con ellos. Igualmente, los dos guardias lo protegen del daño colateral.

Titania...

—¡Miren eso! —dice Lichan—. Es casi todo azul y brillante, lleno de plata y piedras de cristales. Hasta piedras y cristales de color negro y otros colores de cristal transparente. Es como un mundo mágico.

—¡Miren esas montañas de joyas azules! —dicen los aspirantes—. Hasta montañas de calaveras. Eso sí da un poco de miedo —dice un aspirante.

Lichan comenta:

—Ahora que lo mencionan, acá no hay luz, sino las que emiten las joyas y las antorchas arriba, muy en lo alto. Al parecer, no se apagan ni se marchitan, diría yo.

Yuchan explica:

—Exactamente. Están quemando un mineral combustible pero difícil de gastarse. Cristal raro oscuro le llamamos.

Titania pregunta:

—¿Como cuando levantaste el semi dominio?

Yuchan responde:

—¿En serio te diste cuenta? Creí haberte engañado en la pelea. Digo, sí fue ese el semi dominio; sin embargo, para potenciarlo, usé ese cristal, pero no el blanco, sino el oscuro.

Titania dice:

—Sí, supuse porque no vi el cristal blanco en tu semi dominio. El mineral y la energía que emite es parecido al del semi dominio.

Lichan pregunta:

—Entonces, ¿esta es la Doncella de Hierro? Supongo que aparecerán monstruos fuertes y luego los derrotaremos. ¿Nos quedaremos con partes de las recompensas, no?

Yuchan sutilmente ríe y dice:

—No sé hasta qué punto lleguen sus habilidades, chicos, pero esto no es algo sencillo. Además, no se trata solo de habilidad. ¿Saben que hay por lo menos ocho soldados en este reino que ni ustedes seis juntos podrían contra uno? Recuerden que es un semi reino, no es una aldea ni secta.

Y, por cierto, si excluimos a Titania, ustedes, a lo mucho, son bienvenidos como soldados. No sé de qué rango, pero empezarían desde abajo, de igual forma.

Lichan pregunta:

—Entonces, ¿qué hacemos acá? ¿Qué tenemos nosotros que ellos no?

—Eso lo juzga la Doncella de Hierro, no nosotros. Ella decidió los requisitos, y ustedes dieron con esas demandas —dice Yuchan.

Una voz se escuchó desde atrás:

—Las reglas son que no saldrán de acá en un año entero.

Yuchan respondió:

—Sí, señor.

Lichan y los otros murmuraban:

—¿La voz vino desde atrás? Es verdad, como dicen, están allí aunque no los vemos.

Titania...

Entonces, la voz, que era la del semi rey, dice:

—Yo me retiraré y dejaré a estos dos soldados a su cuidado por si algo sale mal.

—Todo en orden, señor Judi Blanco —dice Yuchan.

Antes de irse, el semi rey dice:

—Si Titania decide rendirse, tráiganla. La quiero como mi mucama.

Yuchan...

—Esa es la primera vez que oigo decir algo así al semi rey. Por algo será, Titania.

Titania responde:

—¿Qué?

Había un rumor que se escuchaba del semi rey: que acosa y abusa sexualmente de sus mucamas. Al decirlo abiertamente, Yuchan no sabría qué creer.

*Esto es algo que no debe salir a la luz así por así*, piensa Yuchan.

Titania dice:

—Quizás sí decida no pelear más. Lo reconsidero.

Yuchan, Lichan, aspirantes:

—¿Qué?

Ya no sabían qué comentario fue menos esperado o fuera de contexto.

—Esto, como cualquier otro evento, lo ven ciertas personas ricas y apuestan en base del que creen que sobrevivirá, ¿no? —pregunta Lichan a Yuchan.

Yuchan responde:

—En la mayoría de los casos es así, pero de apuestas no sé. Pero sí deben de estar viéndonos por cámaras personas, pero más que apuestas, están reunidos por la resurrección de la Doncella de Hierro o la obtención de un nuevo mineral.

La última que estuvo acá fue una aldeana que logró sacar a la Doncella el material negro de cristal. Es un mineral impresionante y en grandes cantidades. Esa aldeana ahora es una de los ocho cristales del reino semi. Obvio, no era como Titania, sino que, con los años y armamentos, se volvió el octavo puesto.

Titania pregunta:

—¿Estás diciendo que conocen a la Doncella como alguien que castiga y da dolor para dar minerales? O sea, ¿que se alimenta del dolor?

Yuchan responde:

—No, exactamente. Eso sería muy loco. Es más que nos pone a prueba a ver si somos capaces de usar sus piezas ya existentes. Quiere decir que hay piezas a la vista que no nos atrevemos a tocar porque no sabemos su uso, y si la figura de la Doncella en papel no la señala, no la tocamos.

Titania pregunta:

—¿Qué?

Antes de que Yuchan respondiera la pregunta, una montaña de cartas de papel comenzaron a moverse y hacer un torbellino lento en donde el papel formaba una figura humana, pero de caricaturas, y las letras escritas en las cartas se juntaron toda como si fuese tinta reuniéndose en una masa negra gigante, el cual era la cabeza de dicho ente.

—¿Qué demonios es eso? —dicen todos, incluido Titania. Hasta Yuchan se sorprendió.

Yuchan, aunque tenía información, activamente nunca participó en esto, puesto que solo entraban personas elegidas o criminales sentenciados, algunos hasta por el mismo rey semi cristal actual.

No fue hasta que comenzó a comunicarse la Doncella que nadie entra sin cumplir los requisitos. Nadie sabe qué va a pasar.

La figura de papel escribe con su cabeza, quiero decir, saca una parte de su tinta y escribe en el aire:

—Carta de peticiones.

Luego, con su mano, borra y la tinta queda en el papel pegada, y escribe al frente:

—Cumplan mis peticiones según la carta que vuele hacia ustedes. Allí se explicarán las reglas.

**Spomm**, vuelve a ser una montaña de cartas, y una alumbra en azul sus bordes.

Yuchan dice:

—Bien, creo que ya entendimos todos, ¿no?

Lichan y Titania asintieron. El resto de aspirantes no sabían ni qué fue lo que ocurrió. ¿Cómo eso podía significar algo? Dijeron:

—Imbéciles, solo hay que cumplir con lo que dicen las cartas. Además, el orden es como queramos, parece, a menos que la carta no salga cuando la intentemos de sujetar.

—Así es —dice Yuchan—. ¿Quién será el primero?

—Yo seré el primero —dice uno de los aspirantes.

—Esa carta es para el primero, entonces tú serás. Por cierto, ¿cómo te llamabas? —pregunta Yuchan.

—Yo me llamo Gonzo.

Gonzo es un hombre de complexión gruesa y cara redonda. A simple vista, parece un troll en una versión más pequeña, puesto que los trolls miden generalmente como cuatro metros de altura. Gonzo medía 1.90, era alto, pero no sobrehumano el tamaño. Gonzo retira la carta y la abre. Los bordes azules en la carta aún seguían presentes.

Gonzo queda con la boca abierta. Algo le impactó mucho por la figura de su rostro de espanto.

Cualquier cosa que haya notado o visto no habría sido para menos.

Todos sintieron un silencio rotundo y un poco de incertidumbre. ¿Cuáles eran las barbaridades que demanda la Doncella de Hierro?