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Chapter 5 - 5(Mike)

Mike llego a la puerta de su casa, su perro le ladraba de alegría al verlo. «Estoy en casa descansare un poco, creo que me los llevare, creo que ahora solo seré granjero en otro lugar como Bert, vaya le estoy copiando», se levanto para entrar a su casa, al ingresar una imagen lo volvió completamente loco.

Elena estaba bañada en sangre con puñaladas en el abdomen sobre su cama, lo demás era como difícil de digerir pues su cuerpo yacía descuartizado sobre la cama, la cabeza y cuello separados a distancia considerable, a cortadura del era grosera con dientes como los de una cierra lo mismo quela parte de la cabeza. A un lado su hija con las heridas en la espalda hechas por un hacha.

—¡Que es esto! —se acerco al cuerpo de su esposa—, vamos Elena despierta —la abrazo colocándola en su pecho abrazándola con fuerza—. Mi bebe —sujeto a su hija de siete años con la piel todavía tibia murió hacia poco tiempo, lamentaba y se maldecía con llantos convirtiéndose en gritos estruendosos—, si hubiera llegado antes las encontraría todavía con vida para llevármelas.

La cara de su hija que no emitía ningún signo de vida era una martillo de dolor sobre sus espalda que lo rompía a cada momento, él quería pensar que se encontraban durmiendo, pero un remolino creciente llevándolo a un estado de histeria, creía que eso no estaba pasando en verdad que estaba soñando o que se encontraba muerto y lo que presenciaba solo fuese una pesadilla antes de morir—. Llegue tarde, llegue tarde, ¡Ahora no podemos irnos! —se mecía en su lugar abrazándolas—. ¡AAAHHH!

Toda la habitación se encontrada como la veía desde fuera era lo normal pero por dentro se encontraba destrozada; el asesinato ocurrió un tiempo antes de que llegase Mike, en una estela de remordimiento y pena se quedo arrodillado con la niña en sus brazos. La llovizna del exterior que aparecía repentinamente en la madrugada de ese día despejando un poco la humareda sobre las calles que solo emitía ese olor a muerte.

—¿Porque mi Dios?, porque me quitas mi vida, la razón de querer seguir viviendo. —frente a él una imagen del "Sol Invictus" de acero empuñando una espada dorada, una pequeña estatua quedo intacta en las llamas de la habitación. Pero algo le llamo la atención unas voces, sonidos en el patio exterior de su casa, sentados jugando con unas pieles y unos de huesos de animales, tres barbaros sentado en el suelo, violaban a una mujer la vecina de Mike una mujer de treinta años, desangrándose en el suelo la mujer solo intentaba resistirse, ante sus ojos no podía creerlo los mismos asesinos atacaban a la siguiente casa, en el suelo el cuerpo de su esposo Miguel con el rostro irreconocible desfigurado por los golpes, siguió avanzando sin llamar la atención de los asesinos, la expresión de su rostro pálido ya se convertía en una facción casi oscura de lo que antes fue Mike. Los barbaros con las facciones del frio del norte pues la piel no era aclimatada para ellos como si fuese la primera vez que conocían el frio del norte, el líder de ellos vestía un yelmo con cornamentas, no hablaban el lenguaje común por la comunicación le era incomprensible entenderles. Vestidos con cueros de animales como la piel de lobo; los otros dos vestían con pieles de oso y jabalí, revolvían sacando las pertenecías de la mujer buscando comida y algo de valor para llevárselo. Los quejidos de Mike en la anterior casa no se oyeron tampoco lo notaron. Los personajes dentro de la casa vecina se comunicaban en otro dialecto, uno de los miles de idiomas existentes en los continentes donde no existía la monarquía feudal, los tres volvieron donde se encontraba el cuerpo de Elena ahí en la puerta Mike permanecía en trance como un fantasma de las sombras sin algún estimulo que lo interrumpiese.

Cuando lo sorprendieron, los tres asesinos preparados para atacarle se daban señales para empezar el primero le apuñalo en el brazo a Mike él estaba fracturado no se inmuto ni emitió algún quejido de dolor permaneció inmóvil solo paralizado sin reaccionar, pero como un rayo que los movimientos fueron casi imposibles de ver Mike estaba fuera de sí como si de su cuerpo se había poseído un demonio. Mike se levanto, todavía contemplando el cuerpo de su mujer, viéndolos cara a cara, sin levantar la mirada totalmente desarmado, la estela de la imagen se perdía en la altura del techo de la vivienda pero los tres barbaros caían al suelo en un instante desangrándose, al primero le corto el cuello, al segundo le corto las extremidades y al tercero solo lo destazo que su cuerpo quedo en pedazos regados por el suelo.

* * *

Dentro del salón del presidente de comerciantes los restantes guardias rojos descansaban, y los barbaros que lograron ingresar murieron en el acto.

—Ya no empujan la puerta, ¿Qué es lo que está pasando ahí afuera?

—¿Qué ocurre afuera —los pocos guardias dentro del salón que sostenían la puerta se preguntaban lo que pasaba porque ya no se escuchaba el tumulto de hace unos momentos, pronto pensaron una solución ante el cansancio extremo de sus cuerpos.

Karlo soltó las manijas, retiro todas las cosas detrás de ella para abrir la puerta con despacio ante la atenta mirada de todos siempre alertas. Después de la llovizna del amanecer desde el cielo se proyectaba el Sol alumbrando las ruinas de lo que era la ciudad. Karlo siguió el camino sin divisar a nadie excepto al lord Comandante Brent todavía un poco malherido cubierto en vendas, le seguían ochenta guardias rojos y ciento veinte pobladores que se unieron para defender la ciudad, desde lo que podían observar algunos barbaros huían sin éxito porque eran rápidamente atrapados por guardias, los cuerpos se desangraban haciendo levantar un hedor a sangre y carne por la tierra que ya se llenaba de buitres.

Karlo, Graeval y los restantes sobrevivientes escondidos en el salón de los comerciantes, salían avizorando la guerra en la que habían estado expuestos y puestos a prueba; las calles teñidas de rojo, la furia, el arte de la guerra, un solo guardia rojo peleaba contra cinco bárbaro a la vez era lo primero que vieron, la prueba de la ferocidad de la guardia Roja se había puesto a prueba, ellos eran lo mejor de lo mejor en combate.

—¡Por mil diablos!, no me voy a quedar con los brazos cruzados, ¿¡Quienes son los cobardes!? —Iba directo a eliminar a los barbaros restantes Graeval salió primero a enfrentarles.

—Tienes razón vamos ayudar —el guardia levanto su espada hacia el cielo reflejando la luz del sol que se proyectaba iluminando por el amanecer.

—¡Vamos a acabarlos! —los guardias salieron buscando venganza.

«Ahora estoy con mis hermanos juramentamos, la vida de los ciudadanos será sagrada, ¡Lo arriesgare todo, no podemos perder!». Bert batallaba contra tres barbaros a la vez, esquivaba los tajos sobre su cuello, primero acabo con luego con el otro, para alejarse, cansado seguía en pie no podía detenerse para descansar, lo que perdería seria su vida si se detenía a respirar. El remolino de lucha duro mucho tiempo, las flechas volvían de nuevo saltar sobre los cielos de la mañana.

Brent todavía muy mal herido, daba órdenes desde la protección de una barricada

—Acabamos con una buena parte de ellos, no sabemos su número exacto ni de quienes son sus líderes o las intenciones que tienen. ¡¿Mike donde esta Mike?! —nadie le respondió.

—No sabemos en donde está. No sabemos si todavía sigue estando con vida —respondió Karlo.

—He escuchado que toda la fuerza militar del Lord Forhos se encuentra en su fortaleza, no sabemos si eso será en todo momento pero lo que podemos decir es que cualquier forma será de prescindir de ellos, no estuvieron valor para ayudarnos el día de ayer cuando la batalla se nos presento y ahora tampoco contaremos con ellos, estamos solos esta desventura incluso yo como todos sabemos a cuantos camaradas hemos perdido el día de ayer y hoy, no es claro que hemos derramado mucha de nuestra de sangre.

—Cuando acabe la batalla nosotros seremos los que ganaremos y no los cobardes que se esconden detrás de esos muros.

—¡Por esa razón estamos vivos comandante! —Grito Bert—. Porque somos el pilar de la humanidad y nosotros protegeremos a nuestro pueblo de los invasores.

Todos gritaron al unisonó repitieron los gritos.

—¡La batalla está por acabar menuda ayuda no la necesitamos! —pronto ya se reunían de nuevo en filas para una última defensa, los cansados u hambrientos vestidos con capas de color rojo carmesí y armadura dorada.

—¡La victoria es nuestra!

Salían a las calles a buscar a más enemigos y aliados para formar un grupo mixto de defensores.

* * *

Mike se convirtió en otra persona sin inhibiciones no percibía el miedo porque él lo infundía, el cadáver con los ojos blancos mirando hacia el techo de la casa no daba señales de lucha destazo los cuerpos como ellos lo hicieron hace unos momentos.

—¿Porque lo hicieron?, ¡Porque lo hicieron! —no quedaba nada el cuello del bárbaro estaba completamente destrozado, cayendo como plomo en la tierra Mike lo soltó, los otros dos barbaros yacían en múltiples pedazos como si los hubiesen atacado un grupo de asesinos sin más solo fue un solo hombre, que acabaría con lo que se le atravesase en frente, todos sino la mayoría de los sobrevivientes de la guardia roja acabaron con todos los intrusos dentro de la ciudad salvando a mucha gente que buscaban refugio.

Mike se retiraba lentamente de lo que una vez lo llamo hogar, que ahora se encontraba cubierta por llamas que se elevaban al medio día, su cara solo representaba una enorme furia grande casi insatisfecha con una ausencia de razón de ser o de vivir y de proteger lo que ya no existe.

* * *

Desde la reunión muchos descansaban, pero llamaron al comandante uno de los guardias lo hizo.

—Comandante —Brent de inmediato se incorporo—, un grupo viene a buscarlo.

Trescientos hombres al mando de Yasha se incorporaron a las fila de defensa. Yasha un sujeto vestido en una armadura negra de tez oscura sin pelos en la cabeza con las cejas espesas y de pocas palabras.

—Mi nombre es Yasha, soy uno de los hombres de confianza del Lord Forhos, debo de decir ante todo que esto es la verdadera razón para unirme a sus fuerzas comandante Brent —Dijo el hombre vestido de negro—. La mitad de tus hombres ha caído valerosamente —Brent quería tirarle los dientes, pero no era momento debía de mantener su compostura. Sus hombres estaban en mejores condiciones, sin heridas mientras los guardias rojos no quedaba uno que no tuviera una puñalada en su cuerpo—. Y como ya lo comprenden las órdenes de lo que queda de sus hombres ahora pasaran a mi mando. ¿Lo entiende comandante?

—Los ciudadanos que escaparon, ¿Dónde se refugian? —Brent lo pronuncio con el aliento débil y cansado, como deseaba agua fría en su garganta y calmar su sed, si el debilitado se sostenía en pie sin estar atento a su alrededor.

—Todos están dentro de las murallas de la fortaleza de Lord Forhos —menciono Yasha—, pero Brent sabéis la difícil situación en la que nos encontramos ahora —el comandante comprendía que ellos solo eran unos barredores, acabarían con las débiles fuerzas del enemigo ganándose la gloria y la victoria como propia, y después merecerse la gloria de haber sido los que protegieron a la ciudad en todo momento y expulsaron a los invasores como los verdaderos ganadores y llevarse el triunfo a costa de la sangre de los Rojos solo lo enfurecía, « ¡Cobardes!».

Bert no les tenía en alta estima si podría hacerlo les escupiría y los maldeciría enfrentándoles sin reparo a veces su sed de sangre se descontrolaba, pero Brent su comandante caería en deshonra por tener en sus líneas de capitanes a alguien como él, solo se quedaba mirándoles con ganas de atacarles. Ardía en ganas de matar a ese general Yasha y su insolencia de tomar todas las órdenes de ahora en adelante.

—Ya basta chico no es hora de reclamar una victoria que no existe, si no hubiéramos llegado tu estarías en el suelo con buitres rondándote. —replico Yasha palpándole el hombro de Bert condescendientemente.

—¡Que voy a aplastarte!

—¡Basta Bert! —alzo la voz Brent—, no tiene caso pelear entre aliados, estas herido al igual como tus camaradas, la ciudad y la guardia necesita de nosotros para volver a levantarse de este desastre retrocede por favor.

—¿Dónde está "Noma"? —interrumpió preguntando Yasha.

—Murió. No sé como pedirle perdón a Lord Ivike, por las vidas que me encargo.

Los soldados negros torturaban a los barbaros que todavía habían logrado huir de los ataques, tomando el control total de la defensa de la ciudad, incluso colgaron a los prisioneros, otros colocaron en picas las cabezas de los barbaros restantes, desmembraron a los barbaros mostrándoles al público en postes en las calles, también tomaron a seis animales de carga vivos, bestias como jabalís, toros con cornamentas más grandes que su torso, otros animales muy extraños como sacados de los cuentos de los magos antiguos, animales traídos de tierras lejanas, nunca conocidos en ese continente.

* * *

Karlo, Graeval caminaron buscando más ciudadanos que se escondieron de la batalla para ayudarles a buscar un cobijo.

—Bert ayúdanos —Karlo se llevaba a Bert que lo notaba con la sensación demoniaca de hacer algo que arruinaría a todos y la alianza con el señor feudal del norte se vería afectada.

Bert alejándose de la tiendas de campaña busco otro camino.

—¿Karlo sabes algo de Mike?, ¿lo viste? —se sujeto la pierna—, ¡Joder mi pierna! —Bert la tenía fracturada y no se movía bien desde la madrugada.

—No lo vi, tal vez pueda imaginarme lo peor, pero no hablare antes de saber algo de los centinelas.

—Imbécil Mike, más vale que esté vivo todavía o lo matare yo mismo. Es un idiota por abandonar a la guardia. —grito Bert.

—¿Crees que todo esto acabo o solo es el principio?

Tras de lo que imaginaban, los grupos se reunían para formar la ultima defensa pero a mucha distancia de los que se denomina el territorio de la ciudad una sombra grande se proyectaba con miles de barbaros a paso ligero avanzaban hacia ellos.

Bert se apresuro para observar mejor y se posiciono sobre un montículo, no era posible contar el número pero era de miles, se peino el pelo con los dedos.

—¡Karlo esto tiene que verlo! —expuso.

Karlo le escucho y se preparaba para subir al montículo también.

Cientos de jinetes en primera línea corrían a toda velocidad para impactar con las ruinas de la ciudad con las casas todavía en llamas y ceniza. Los restantes rojos con la ayuda de los hombres de Ivike formaban líneas de defensa en su sector el tiempo era escaso pronto los confrontarían, Karlo dirigía las líneas lo mismo que Bert ordenándoles a los extremos y colocando los escudos en forma de "V" y calvándoles en la tierra para soportar el impacto, atentos a las ordenes de los dos capitanes esperaban ordenes y asegurándose.

—¡Seguid luchando!

—¡Resistan!

Otra vez el campo de batalla se armo enfrentándoles entre miembros del exterior y los lugareños que eran la Guardia Roja y los de la Armadura Negra hombres del Lord Ivike, pero los últimos no eran sujetos muy bien entrenados caían en combate fácilmente.

El juramente de los Rojos era pelean aun si se percibía lo peor y esta no era una excepción al contrario era la prueba más fuerte que tuvieron y tendrán. Los golpes, los gritos en el fragor de la batalla ahí solo la violencia reinaba y la lluvia de sangre que colmaba los suelos de las calles.

Karlo retrocedía era lo peor ya no reconocía a nadie de sus camaradas pues la mayoría ahí caían.

Bert del otro extremo llego hasta Karlo por su rostro y sus expresiones no podían comunicarse con él, en el cuerpo más bien en el torso pues sobresalían dos flechas.

Las palabras del antes de verlo así fueron de "que esto se trataba de una pesadilla ya que no abría la posibilidad de que las criaturas de los infiernos existieran", desde la distancia Bert consiguió llegar hasta la tienda de Brent y apoyar a Karlo con los guardias restantes.

Muy atrás Bert grito.

—¡Debemos de retirarnos!

Las últimas palabras antes de que una sombra atrás de él apareciera con un hacha descomunal parecido a una planta colosal se irguió decapitando a Bert en un solo movimiento.