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Chapter 4 - 4(Brent)

—¿¡Esperad a donde vais!? —grito Brent que Xarox se alejaban dejándole con las palabras en la boca preguntándose si toda esa reunión era una pérdida de tiempo. Xarox no dijo ninguna otra palabra más solo dio una especie de señal al joven capitán Odarion junto a él, que este camino mucho más despacio que los demás cuando se retiraban. Brent no le importo fue directo para que le escuche el bárbaro Xarox.

Odarion uno de los capitanes de pelo rojo vivo como su barba, con su armadura con partes de hueso de animal, que llevaba un hacha dio la vuelta repentinamente, salto dando gritos que Brent no pudo predecirlo, el hacha de Odarion se desdoblo hacia la cabeza de Brent cortándole el cuello ligeramente sin precisión, el comandante se desangraba pero dándole tiempo para desenfundar su espada. Xaros con un arco logro darle tres flechas en el torso y hizo lo mismo que a Noma dejándole las piernas desangrándose con heridas imposibilitándole moverse.

* * *

A la lejana vista donde esperaban Karlo y los demás capitanes.

—¡Ha fracaso la reunión ha acabado! —grito Karlo—, ¡Bert vamos a ayudar al comandante! —no podía ocultarlo pero Karlo quería secarse la cara de pánico y temor.

—¡El está vivo y necesita ayuda! —grito Bert, lo mismo que dijo Miken y junto con quince jinetes apresuraron el paso para ayudar a Brent.

* * *

Brent todavía en pie luchaba contra Odarion amenazante dentro de la tienda en medio de la arena del mar, cuerpo a cuerpo, la hoja del hacha surcaba otra vez cerca de cuello ya tres veces sin cortarle profundamente, no sabía qué hacer podría alejarse un poco y alcanzar el cuerpo de Noma mucho más alejado, el arco que lanzo se encontraba pero las flechas de Xaros le alcanzarían antes de intentarlo solo debía de resistir hasta que lleguen sus capitanes. Cada vez se alejaba más, pronto no tendría sentido que le atacasen pues los quince jinetes llegaban para su ayuda.

—¡El hacha tiene una fuerza contundente pero es muy lenta contra una espada! —Brent arrodillado se levanto con un solo pie. Odarion no le entendía pero quería hacerle perder la concentración hasta que lleguen sus refuerzos—, ¡Joder las heridas que me hiciste no me detendrán!, ¡Cobardes son unos cobardes! —grito alejándose sin encontrar el arco y flecha de Noma, se detuvo y encontró sus dos espadas reglamentarias. El estilo de esgrima de la guardia roja con las dos espadas es mortal una representa la defensa y la otra el ataque siempre con las dos, un acierto y una desventaja en las condiciones del comandante. Al total las espadas otorgan una protección total desde la vista de atrás al frente, pero con las heridas todavía abiertas la velocidad de Brent disminuía—. ¡AAAHHH! —El acero resonó con las fuerzas haciendo retroceder al comandante un trecho largo. Xarox atento observaba desde muy atrás, junto a él los soldados barbaros listos para desembarcar esperaban ordenes.

Pronto como se veía, los cuarenta guardias rojos corrían hacia la costa a toda marcha furiosos gritando para destruir las fragatas, todo el plan había cambiado ahora Karlo les dio la orden de rescatar al comandante con todo lo que tenían.

—¡AAAHHH! —del otro lado de las tres fragatas desembarcaron también unos cien hombres armados para la batalla, las armas desplegadas a gritos fuertes.

Bert comandaba el rescate del comandante.

—¡Perros tomad los barcos y tomad sus vidas! —grito Bert a la carrera gritando a todo pulmón.

Los gritos y el sonar de las espadas, en el primer impacto de los rojos blandiendo las armas de guerra las hojas afiladas en la confrontación, un solo rojo que a la vez enfrentaba a cuatro de los extranjeros con vestimentas de salvajes barbaros, cubiertos en pieles. Eso fue el entrenamiento de la guardia roja una pelea en desventaja uno enfrentando a cuatro personas a la vez y haciéndoles retroceder, de las muertes de los rojos eran mínimas por cada guardia rojo muerto morían casi diez barbaros, la arena pronto ya se teñía de rojo oscuro sobre todos ellos, los gritos de dolor de furia, las extremidades cortadas se regaban por la arena esparcidos a distancias separadas, la guardia roja estaba haciendo su trabajo al defender la costa.

Los barbaros más que guerreros eran bulliciosos haciendo gritos como bestias, vestidos en pieles de animales salvajes intentando intimidar a los rojos que no se molestaban continuaban luchando sin descanso. que un novato de los rojos acaba fácilmente con ocho barbaros en una pelea de frente a frente y hacia la diferencia es lo que comparaba en poder de un ejército de salvajes sin adiestramiento contra la fuerza militar de elite, totalmente entrenados en diferentes tipos de esgrima y entrenamiento físico.

—Aun cuando nuestro número es reducido nosotros tenemos una ventaja, tenemos soldados entrenados. —Bert miro a Mike que vino a reforzar con otra compañía de guardias rojos.

—¡Encontrad al comandante y cubridlo! ¡Protegedlo! —grito Bert.

Xarox sobre la primera fragata por donde desembarcaban más barbaros, no entendía como sus soldados morían tan fácilmente y su número se reducía cada vez más, sentía la presión de que las tres fragatas con cien hombres cada uno disminuía y ya solo quedaba solo la mitad de sus hombres.

* * *

Brent mal herido fue rescatado por sus pupilos, los 200 guardias rojos aplastaron a los 350 barbaros que desembarcaron antes de perder el conocimiento, Mike se limpio la sangre del rostro con un pañuelo, pese a que la sangre y el sudor se mezclaban en su rostro le era desagradable pero no perdía la concentración seguía alerta.

—¿Qué es lo que está pasando? —pregunto Brent al poder sentarse por su cuenta sobre la arena mojada de sangre, el cuello abierto con pellejos de piel y carne con borbotones con pulsos sanguíneos sobresaliendo volviéndole la cara pálida.

—Hemos tomado dos de sus fragatas, no queda hombre vivo. —respondió Mike.

—¿Dónde está Noma?

—Ha muerto comandante. —a un lado su cuerpo yacía cubierto por mantas negras.

* * *

Los cadáveres de los barbaros ya flotaban en el mar, Bert con unos veinte rojos inspeccionaban las dos fragatas más cercanas que ya no tenían tripulantes, buscaban encontrar pistas de la procedencia del enemigo.

—Busquen a alguien si está vivo lo traen ante mi —ordeno Bert, camino por la borda observando con atención cada mínimo detalle, cruzado de brazos sobre la popa del navío hecho trizas, pronto destartalaban las naves, desgarrando el barco buscando alguna evidencia del Reino del Sur donde la esclavitud todavía era una fuente rica en ingresos, los esclavos estarían encerrados en las bodegas pero no encontraron nada. Los que acompañaban a Bert desgarraban el primer barco desmantelándolo, encontrando algunos libros, comida, ropas, animales vivos (gallinas, conejos) y algunas otras cosas más.

—Capitán, no hayamos nada que sea de valor —dijo uno de los guardias, que sacaba las cosas de los camarotes. Bert se notaba algo confuso por las razones que las tres fragatas contenían solo a trescientos barbaros y se encontraban con tan pocas provisiones para tantos navegantes en ellas. Una de las hipótesis era que su misión era morir en la costa o distraer a la mayor parte de la defensa de la ciudad, «No solo son meras suposiciones», se dijo Bert.»

—¿Es algo de inutilidad no encontrar nada de información y que los alimentos solo son panes y frijoles?. —dijo otro guardia y Bert cada vez mas pálido se quedaba sin ideas.

—Capitán es todo lo que encontramos —dijo el guardia a cargo—, deshicimos todas las cajas y valijas tampoco encontramos escondites este vacío.

—No es normal, el barco es una mierda no tiene valor como una fragata de ataque ni como transportador, los maderos se están pudriendo. —Bert pensando en que debería de hacer.

—Más valdría como basura o quemarlo. —Dijo Mike al otro lado.

—¿Lo tripulantes de la tercera fragata? —pregunto Bert.

—Huyeron, unas cuantas personas fueron capturas pero cometieron suicidio al detenerles, y los otros para encontrarles tendríamos que nadar hasta alcanzarles —expreso Mike.

Todos ya se dirigían hacia la tercera fragata, el segundo grupo inspeccionaba la tercera nave, al igual que los anteriores este no contenía muchos alimentos ni eran de los mejores transportes para un ataque masivo. Los grupos regresaron hacia las tiendas donde Brent se recuperaba y cubrían los cuerpos de las personas que fallecieron en esa mañana.

* * *

Karlo en las ruinas de las caballerizas revisando los daños y los corceles que murieron, al igual se entrevistaba con el presidente de los comerciantes de la ciudad, un hombre mayor de canas y pasado en sobrepeso que limpiaba las cenizas y la basura ahí lo encontró pues este era el presidente del gremio de comerciantes.

—Sera que la situación se pone muy difícil —un poco alterado Karlo preocupado por el estado de Brent deambula por el sector.

—Que hacen ustedes destruyen su cuartel y no hacen nada deberían de ir a buscarlos o son simples gallinas que no harán nada. —el presidente lo dijo en forma de amenaza y desprecio.

—Lo que hacemos es lo siguiente, el comandante ha repelido una invasión de los barbaros extranjeros en la costa por esa razón no pudimos hacer nada para proteger nuestro cuartel además que el está muy mal herido. —el presidente se alarmo al escucharlo.

—Por fin sus jugosos sueldos que les pagamos sirvieron de algo, y lo siento por Brent lo conozco es muy buen hombre pronto lo iré a visitar, pero eso no justifica que los enemigos de nuestra ciudad estén aun libres esperando como lobos en la oscuridad.

Karlo no dijo nada para responderle.

—Ahora mismo hacemos patrullas por la ciudad para encontrar algún infiltrado, se que estamos preparados para una situación como esta, los detuvimos ahora solo queda encontrarlos. —con la cabeza gacha sin ánimos de verle a los ojos.

—La gente está nerviosa, susceptible tienen miedo queremos una entrevista con el comandante pero eso no creo que sea posible, en cambio tu eres el comandante interino deberías de hacer una reunión o nosotros la pediremos.

—Presidente con el respeto que se merece es imposible que el comandante este presente él está herido y no ha despertado todavía, solo denos un tiempo y yo mismo hare la reunión —El presidente de comerciantes algo incrédulo trato de no provocar más a Karlo.

* * *

Parte de las labores de limpiar los destrozos en la ciudad lo hacían los guardias con ayuda de los pobladores de dicha ciudad, pasado el tiempo hasta el atardecer recogieron los cadáveres de la playa y los incineraron muy alejado de la ciudad.

Mike se despidió de sus camaradas quitándose toda la armadura, primero se quito la capa roja, las empuñaduras de las manos, el peto, el casco, al cruzar la calle se encontró con Bert.

—Parece que es cierto —dijo Bert, Mike lo confirmo inclinando la cabeza.

—Creo que es parte de la vida dejar algunas cosas para hacer otras que te ayuden, lo sabes tengo una familia y esto de estar siempre de un lado para el otro deja en vacio el tiempo con mi familia.

—Me saludaras a tu hija tal vez vaya a visitarte mañana cuando las cosas se hayan calmado por aquí. —Bert se sacudió el pelo no quería derramar algunas lagrimas pero eso era tonto para él o como cualquier de sus camaradas, demostrar algo de sentimientos como lo decían los otros.

—Se que no hemos convivido como amigos después de las ultimas misiones —Mike sonrió y se rasco el cabello imitandole—, pero mañana creo que será especial. Karlo y el comandante sería bueno invitarles también —dijo Mike—. Ves aquella calle bajando hacia las otras ahí está mi casa, te la enseñare cuando tengas un día libre o mañana mismo.

—Estaremos ahí mañana por la mañana lo prometo traeré a Karlo y al Comandante.

Mike hecho otra sonrisa.

—Los esperare pero debo de recordarte que la comida que prepara mi mujer es algo picante.

—La comida picante es buena yo casi ya no tengo sentido del gusto porque como mucho picante.

—Hablando de otra cosa,

—¿Qué pasa?

—¿Piensas que el enemigo se rindió tan fácilmente? —Mike se puso serio cambio por completo el tono y la expresión de su rostro.

—No lo sé, creo que pelearon con todas sus fuerzas pero aun asi lo hicieron sin perder las ganas de vivir como lo haces por tu vida y la de alguien más.

—¿A qué te refieres?

 Bert algo confundido.

—Cuando lo que haces cuando sabes que si lo pierdes lo pierdes algo mucho mayor o la vida de alguien más, como se sentiría un padre para salvar la vida de un hijo.

—Ese es el sacrificio, pero no dudaron en entregar sus vidas.

—En la batalla cayeron muchos casi 300 soldados barbaros en solo unos momentos, sin mencionar que los transportes eran pura basura no servían para hacer otro viaje.

—¿Crees que todo eso fue planeado?

—Además que ese comandante Xarox huyo enseguida sin dejar ningún rastro, tenía un medio para hacerlo, lo pensó con premeditación como si sabía lo que pasaría cuando reaccionamos.

—¿Lo que dices es que el verdadero ataque siempre había sido planificado para hacerlo después? —La cara de Bert se puso pálida, Mike tiro todas sus cosas y corrió hacia la dirección que había mencionado antes.

* * *

Karlo cenaba junto con otros camaradas dentro de un salón que pertenecía a los comerciantes, Graeval bebía como de costumbre sin quedar suficientemente satisfecho seguía sediento para retirarse.

—¡Capitán beba un poco, acaso no ganamos! —Graeval se dirigió hacia Karlo con la nariz roja y la mirada un poco desviada—. Les vencimos sin siquiera sudar un poco ¡A tu salud! —Bebió otro poco.

—Eso de beber en servicio no es muy bien visto, pero que de ya no haya enemigos, tal vez solo beberé un vaso.

—Capitán —otra vez lo repitió Graeval—, usted es el capitán después de él comandante sabe cuál es el arma secreta del que tanto se escucho del comandante —Graeval tomo otro sorbo de cerveza.

Pero notaron de inmediato que muchos hombres entraron de pronto al local interrumpiendo a todos buscando al capitán Karlo.

—¡Capitán el ejercito de los barbaron están por tomar la ciudad! —gritaron de pronto los recién ingresados.

* * *

Bert en las afueras de la ciudad haciendo patrullaje con otros lugareños de ese sector y algunos guardias rojos bajo su mando. Era una conmoción la gente volvía a ponerse nerviosa buscando refugio.

—El objetivo de los barbaros al esperarnos en la costa no era el de enfrentarnos conocían los movimientos de los arqueros y sus posiciones no era factible que nos atacasen de inmediato sin tener muchas pérdidas, la posición que tomaron fue de sacrificar a unos cientos de hombres para hacer lo que debían de hacer es una forma de estrategia que debimos de prever. —Bert se rio de manera dramática de forma como de un demente se tratara se sujeto de los pelos.

Los otros sujetos le observaron extrañados ante las reacciones de Bert.

—Perdónenlo tan solo pensar que los barbaros tienen una estrategia y que nos hayan burlado lo pone intranquilo. —menciono otro guardia en la calle junto en ese grupo.

—Señor tiene razón tal vez ellos lo pensaron con mucho tiempo de anticipación.

—Uno de sus objetivos era destruir nuestra caballería y lo hicieron dejando ningún rastro de donde se encuentran ahora, por lo que veo no era solo un solo espía, pienso que fueron más de diez que se infiltraron en la ciudad, saben nuestras vulnerabilidades.

—¿Qué haremos capitán? —pregunto otro.

Bert alzo la mirada hacia el cielo.

* * *

Las concurridas calles llenas de comerciantes y gente ahora se encontraban un poco vacías porque hacia las afueras de la ciudad se acumulaban soldados extraños, por la vista solo se mencionaban soldados sin disciplina; barbaros como los denominaban, entre ellos hombres, mujeres incluso niños armados con espadas, hachas, arcos, flechas, navajas y otras armas. Vestidos en pieles de animales salvajes, gritaban a coro maldiciendo en una lengua extranjera que solo los barbaros conocían, reunidos desordenadamente como pobladores sin educación los barbaros se acomodaban a las afueras inspeccionando las calles y los mercados, eran cientos, otros destrozaban las casas y los comercios buscando cosas valiosas o atrapando a los animales de granja esparcidos en el campo

Quien los comandaba ingresaba encima de un animal parecido a un camello extraño de pelo negro largo y ojos rojos y más alto que los caballos comunes, el hombre vestido con una armadura de huesos y pieles de distintos colores como también las armas que posea fueron de lo mas exóticas, el yelmo brillante de color turquesa y rojo vivo, líder del clan "Vehil piel de dragón", otros dos le seguían como sus capitanes.

Muchos ciudadanos armados solo con herramientas de trabajo salían o se resguardaban en sus casas para proteger a los suyos.

—¡Es el momento guardias la ciudad los llama! —grito Karlo a todos.

Graeval alzo su copa de cerveza para acompañar a Karlo.

—¡Ah matarlos a todos! ¡Que se arrepientan de haber venido hasta aquí!

Karlo bebió un trago y a la vez se preguntaba si de verdad ellos sacrificaron a cientos de hombres en la costa para preparar un ataque nocturno con todas las posibilidades en contra.

—No son nada nosotros fuimos entrenados para pelear en desventaja y resistencia. —Graeval de nuevo alentando a sus camaradas se metió en medio del conflicto, a la vez que todos salían hacia las calles a buscarlos.

—¡A luchar!

—¡Vamos a pelear!

—¡Vamos a acabarlos!

De la posada salieron los capas rojas, en ambas manos desenvainando las armas reglamentarias brillando a la luz de la noche, la luna los alumbraba reflejando el brillo del metal de las armas, pronto los más expertos espadachines del norte se enfrentarían nuevamente.

A la cabeza de todos delante de ellos Graeval.

—¡A pelear! —repetía a viva voz.

Al mostrarse se dieron cuenta que la posada y las calles ya se encontraban rodeadas por los barbaros, y en las calles en los suelos los cadáveres de algunas de las personas conocidas por los rojos, habitantes de la ciudad que plantearon defenderse de los extraños peleando hasta buscar su trágico destino.

—Es en verdad, lo hicieron mientras estábamos en la posada.

Comenzaron a atacarles, esos cien rojos contra los cuatrocientos barbaros ahí en medio de la noche, las espadas sonaron, el metal destrozándose por los impactos, con las chispas explotando al golpear del metal, la sangre ya se derramaba por las calles, los brazos cercenados, las cabezas cortada de un solo golpe. Las probabilidades de un destacamento muy bien entrenado contra unos salvajes ya se notaba por cada rojo que caía morían diez bárbaros sin entrenamiento.

Karlo peleaba con la ferocidad que lo caracterizaba como el guerrero más veloz de toda la guardia, los ataques que ejercía hacia que diez barbaros le rodearan o huían de él, acabando uno tras otro con ellos, por lo que se pensara los rojos acaban poco a poco con aquellos bárbaros.

—Es hora de retirarnos capitán —aclamaba uno de los rojos que había perdido un brazo, se sujetaba de la capa de Karlo que lo contenía y no perdía el aliento, su cabello pegajoso por la sangre con la que se mancho hace unos momentos le molestaba.

—Entiendo —recuperaba el aire, se encontraba agotado hasta los extremos—, perdimos casi a la mitad no queda a esperar nada, ¿Te comunicaste con los otros capitanes? —Pregunto.

—No —respondió el guardia rojo y se aparto con la respiración agitada y el andar esquivo.

De forma sorpresiva las formas de defenderse hacia lo que no se conoce y se convertía en lo que veían sus ojos, la oscuridad protegía a los extraños invasores, los ruidos de los exteriores venían de todas las direcciones que podían escucharlos ya era muy tarde para repelerlos ellos entraron con toda su fuerza hacia los interiores de la ciudad. Las flechas llovían a las antorchas de los barbaros repartidos en los alrededores, y sin poder detener el avance, muchos a los otros extremos morían sin desmerecer su número,

—¡Capitán podremos detenerlos! —grito el segundo al mando de los rojos.

—Ellos son fuertes pero no son suficientemente buenos para vencernos, lo sé tú lo sabes como todos los rojos —contuvo la respiración y se dirigió hacia todos en el interior de la taberna—: ¡Ellos no representan nada solo son barbaros sin disciplina! ¡Escúchenme todos!

—¡Capitán! —gritaba en grupo.

—¡Salvaremos a todas las personas de esta ciudad de nuestra ciudad! —Karlo con los hombres que resistieron el primer ataque resguardándose dentro de la taberna.

—La ciudad nunca se había enfrentado a una situación igual antes pero las cosas no se ponían fáciles ya no quedan muchos guardias para proteger la ciudad.

—¡Detenedles a todos!

Salieron al encuentro, las espadas contra las hachas resonando golpe por golpe muchos de ellos gritando aterrorizados a la violencia; las desmembraciones, los brazos sueltos separados del cuerpo desparramados por los suelos, cabezas con expresiones diferentes con las orbitas blancas enrojecidas, piernas y pies que hacían tropezar a los que yacían completos en sus extremidades luchando a muerte sobre los suelos de Risenbal.

—¡Apretadlos, que no quede ni uno con vida! —grito Karlo en medio de la llovizna de la noche.

Mike venia solo del otro lado de la ciudad su caballo apenas si respondía a paso lento.

—¿Qué es lo que haces? —pregunto Karlo.

—Voy a salvarte la vida —respondió Mike.

De la espalda de Karlo se abalanzo un bárbaro que iba montado en una especie de buey con cuernos muy anchos fue directo a envestir a Karlo, pero Mike le detuvo cortándole algunas partes de su cabeza la bestia bramo muy fuerte hasta correr alejándose dejando atrás a su jinete. En una espiral de desenfreno, las espadas cubrieron la visión del bárbaro sin poder protegerse del incesante ataque de los dos guardias. Después de tres intentos el bárbaro cayó al suelo muerto, pero más allá les esperaban aun más enemigos para pelear contra ellos dos.

—¡Os matare a todos! —gritaba Karlo.

Mike peleaba con furia hombro con hombro junto a Karlo, arremetían al mismo tiempo, en tanto el primer enemigo se levantaba, el golpe lo sintió como las espinas de la maza del bárbaro en su espalda atravesaban ligeramente la armadura, la piel la sentía abrirse, Mike cayó al suelo cubriéndose tratando de proteger su cabeza de los ataques, se arrastraba de rodillas maldiciendo.

—Mierda eso es doloroso, esa arma es algo que nunca había visto antes ni sé cómo defenderme de ella, ¡Joder no siento mi espalda. —Otro bárbaro venia para atacarle, algo en que se dio cuenta Mike era que las espinas se encontraba bañadas en un sustancia venenosa que adormecía cualquier herida, un veneno de varias plantas venenosas, el clan "Venhya", es uno de los más famosos por utilizar ventaja de magia, hechicería y como también la herbolaria, eran enemigos del Clan "Shaing", representados en las batallas por guerreros sin armadura que pintaban sus torsos de color negro en la batalla elegidos por el Dios "Galos" el Dios de la muerte, las armas que elegían era una espada corta y de hoja dentada, mazas , lanzas, arcos y flechas. La mitad de ellos la usaban, la espada de sangre; al pintarse el torso de negro según la creencias de su cultura el Dios de la muerte les protegía mientras exponían su valor sin protección, los guerreros que utilizaban la maza solo poseían una cuchilla y la maza envenenada.

Muchos de los clanes que eran enemigos durante cientos de años ahora se encontraban peleando juntos mano a mano como aliados contra un enemigo de otro continente, pese a lo que pasaba los rojos caían ante la multitud de los clanes de barbaros que los asesinaban sin piedad.

 —¿Por qué tantos clanes se están aliando?, esto no es normal ellos que es lo que quieren son de tierras lejanas y enemigos entre sí, nada de esto tiene sentido, ¿Acaso todos son enemigos del Señor Forhos? —Karlo bañado en sangre con la frente cortada con el cabello pegajoso con liquido coagulado acumulándose en la cara, y en las cejas imposibilitándole ver,

Mike arrodillado sintiendo la llovizna sobre su cara esperando el golpe final habi dejado todo su esfuerzo y el cansancio ya lo abatió.

—Eso era lo que esperamos ahora no queda nadie más que nosotros Karlo, todos están muertos no llegaremos más que unos metros por ahí para huir pero lo haremos luchando.

—Sabes que esta es la entrada queda la mitad de la guardia roja no estamos perdidos todavía aun podemos pelear.

Mike guardaba sus fuerzas para gritar si era necesario.

—¡No voy a dejarles matarme! ¡No puedo morir! —se levanto tan rápido que les corto las piernas a los barbaros que se les acercaban, los otros cayeron retorciéndose por el dolor—, no puedo morir Karlo —le observo un momento y le extendió una mano—, porque mi hija me está esperando ella no puede ser una esclava. Renuncio Capitán —sonrió con los ojos cerrados del dolor se levanto hacia otra dirección—. ¡Voy a ir a buscar a mi hija desgraciados! ¡No me detengáis! —Karlo le entendía y no puso alguna objeción dándole paso libre, avanzo sin mirar si todavía le seguían, los pasos se hacían grandes y lentos, llegando a un callejos que con dirección a los mercados de la ciudad, apoyando las manos sobre los muros de los callejones a la vez que en sus pensamientos se decía, «me he quedado sin energías, diablos que tenían esas espinas que me matan de dolor», avanzo con el andar ufano machando las paredes de las casas con su sangre al apoyarse sobre ellas, mirando las cosas con doble sentido, mareado y aletargado. «Es mejor solo faltan unas cuantas calles». Siguió avanzando mirando la silueta de su hija pequeña que le llamaba como si de ilusiones se tratara.

* * *

Las espadas no tenían un buen filo de las reiteradas veces que las usaron. Graeval, Karlo junto con cinco guardias se encerraron en el salón del gremio de los comerciantes.

—¿Qué paso con los arqueros?

—Todos están muertos no quedo ni uno con vida, fueron rebasados. —exclamo otro.

Los portones de madera atrincherados con las mesas del concejo vibraban con fuerza pues la multitud de afuera los quería muertos, un tumbo tras otro saltando las velas de los candeleros en el techo parpadeantes quitándoles la visión por momentos. De los ventanales superiores ingresaban gritando con furia hacia los interiores demasiados barbaros casi incontables. Ingresaban por los techos, las ventanas y otros lugares pero eran inevitable su ingreso.

—¡La ciudad ha caído!

—¡Pelead por sus vidas! —gritaron alzaron las armas con mas bravura.

De nuevo las ráfagas de las hojas de acero sonando una contra la otra, luchando por la posesión de la ciudad. Los restantes cuarenta guardias rojos retenían a los invasores que tomaban el salón.

—Los arqueros del señor feudal muchos lo denominaban como los invencibles, no lo puedo creer. —dijo Graeval.

—Dirán lo mismo de nosotros si no peleamos, encontraran nuestros cadáveres en esta casa.

—¿Qué haremos capitán?

—¡No retrocedan es una orden!

Karlo por primera vez se encontraba en una situación muy difícil, la dificultad que percibía era inconcebible.

—El tomar la ciudad por tierra siempre fue la misión verdadera, eso era el objetivo, desembarcaron mucho antes de siquiera lo notáramos, por esa razón no había comunicación de los pueblos de ese sector al extremo norte.

—¿Qué quieres decir capitán?

—Míralo, quieren acabarnos a toda costa, somos muy pocos, nuestros refuerzos están lejos al otro lado de la ciudad, podríamos detenerlos, pero…

—Es como si ellos supieran que nuestros únicos refuerzos no podrán llegar a tiempo, es decir saben que Lord Forhos no nos ayudaría, tienen información más que nosotros.

—En una manera de decirlo están confiados del resultado que obtendrán como ya supieran que la ciudad ya es suya hasta este momento.

* * *

Al otro lado de la ciudad casi toda la población de la ciudad buscaba cobijo, protección. Los gritos de las personas en las afueras de las murallas de la fortaleza del Señor Forhos,

los gemidos para pedir refugio no se acallaban mas al contrario aumentaban a cada momento.

Pero la piedad no existía los enemigos masacraban a la gente desprotegida en las calles y sus alrededores, la sangre era abominable su hedor se elevaba en el ambiente

—¡¿ Acaso el señor quiere que nos maten primero?!

—Los muros estarán pintados con nuestra sangre.

—¡No tenemos armas para defendernos!

—¡Es un monstruo!

—Déjennos entrar, aquí afuera hay niños.

Una fila de soldados se alineo delante de las puertas para alejarlos de estas, todos retrocedieron sin excepciones otros caían al suelo por las espadas de los guardias del Lord Forhos.

—¡Está más preocupado en proteger su fortaleza que en su gente!

Pronto el clima no les ayudaría, una llovizna al amanecer los enfriaba, casi nadie imploraba más solo aguardaban cerca de los muros. Ivike miraba el escenario desde lo más alto de una de sus torres, mucha gente que huyo de la ciudad ya se reunía; mucho más a lo lejos la ciudad bajo su dominio yacía en llamas crecientes con humaredas como montañas casi alcanzándole, podía tocarlas, regreso a su habitación se sirvió un vaso de vino y tomo una pierna de faisán asada para recostarse en su cama.

—Qué triste llegar a esta situación —saco otra pierna de faisán, comía dejando trozos por su cama, Brent debió de haber caído ya el pobre idiota.

El guardia de las cuatro espadas interrumpió golpeando la puerta.

—Mi Lord ¿No cree?, que debió aceptar la propuesta que le trajo Brent unir fuerzas para acabar con los invasores, los dos ejércitos podían haber planificado una estrategia mejor —lo susurro sin alterarle—. Dada la situación tendremos que pelear también dentro de poco tiempo y quiero proponer una sugerencia respecto a lo que debemos de hacer.

—Es bueno que un súbdito contradiga a su Lord, pero hay veces en las que unas palabras podrían hacer algo impensable para el que las diga incluso puedan llegar a ser fatales, ¡Eres un necio e idiota! ¡No vuelvas a contradecirme o lo lamentaras!,

—Sin agraviar la situación lo que trato de decir es, que la gente lo mira como decirlo sin faltarle al respeto —tosio—, un codicioso y un avaro, otros dicen que deja morir a su gente de hambre. Ahora puede ser su oportunidad de cambiar algunas cosas, mande a su ejército a proteger a las personas de ahí afuera, la gente creerá de nuevo en usted mi Lord.

Ivike se rio a carcajadas.

—Dejaría sola a mi fortaleza a mi esposa a mis hijos, estos muros son resistentes tenemos comida para dos meses, ellos se rendirán. Eres un arlequín pues me has hecho reír.

—Es eso o morirán las personas de ahí afuera y vuestro ejercito lo hará después si tarda en pensarlo —el guardia no era alguien común fue un esclavo hace veinte años atrás, después se convirtió en un experto en tácticas de guerrilla para el ejercito de Ivike antes de ser su guardia personal.

Ivike bebió otro trago sin escucharle luego se cubrió con abrigos y descanso en su cama.