Prologo
El mar bravío, agitado por el clima del atardecer cargando las 701 fragatas provenientes de un lugar lejano, cada uno con cincuenta soldados; los emblemas en las velas no indicaban a un reino feudal bajo la monarquía del Rey "Kannen Blaeryon", pero en cambio las velas mostraban la insignia un emblema "Aeren", para describirlo como la unión de los pueblos libres del este.
Este emblema nunca se lo vio en el norte del continente de "Karon" desde la guerra del Dios del Occidente conocido como él "Dios del Sol" , ya hace más de 517 años atrás, el emblema se vio como la una nación aliada a los "Eldren", una flota de asedio en los años de la guerra.
Aunque las historias de los antiguos decían que el norte del mar de "Andaluz" estaba colmado de monstros marinos, que esperaban a tragarse embarcaciones enteras, solo fuesen rumores de marinos varados en el inmenso azul, contaminados por la radiación solar y el recurso más preciado en el territorio que es el alcohol. Uno de los miles de misterios del norte del continente de Karon.
Las civilizaciones emergieron del nativo mundo antes de convertirse a reinos feudales con una importante economía después de la gran guerra, el contemporáneo mundo vive una paz después de muchos años no vista en siglos anteriores hasta ahora.
Los 701 transportadores llegaban a la costa por el extremo norte del territorio de Berilia. El capitán del primer barco guía "Nodor" de contextura fuerte nada de pelo sobre la cabeza, sus ropas eran de piel de lobo y de otros animales nativos; comandaba el explorador "Vaewa", compuesto de 40 barbaros que morirían luchando si eso es debido como muchas veces lo memorizaron en su entrenamiento y siguiendo la fe del "Dios de la Muerte".
Los navegantes hablando en su lenguaje nativo discutían la forma de desembarco más eficaz en tierras desconocidas.
—¡Tierra avistado! —gritaron para que oyese el capitán, y él lo noto de inmediato, que en la costa se encontraba una gran ciudad que se tomaba por sorpresa las visitas de esta gran multitud de navegantes.
—¡Bien perros malditos tomad sus hachas! ¡Tomad todo lo que queráis porque esta tierra ahora es vuestra!
El primero choco con la tierra el "Vaewa", oscuro con la bandera de los "Aeren", la gris estela de un dibujo antiguo, que contenía una imagen de un cráneo con espinas, que pertenecía a una de las culturas más antiguas al otro lado del mundo.
El oscuro "Vaewa" de color negro claro cuyo color era el mejor para camuflarse en la noche, los hombres que venían en el transporte venían a conquistar las tierras de ese nuevo mundo que los acogía en esa madrugada.
Con gritos y las sonoras tonalidades musicales de instrumentos desconocidos por esa región muchos sino demasiados en un gran número de barbaros descendieron de los transportes.
El capitán Nodor que iba a la cabeza les dio la orden gritándoles.
—¡Saquead la ciudad! ¡Ahora les pertenece!
* * *
Las tribus llegaron en hordas en busca de los tesoros y sangre; el primer pueblo que tomaron es el de "Risenbal", muy al norte de Berilia. El pueblo seguía fuertemente la religión del Dios guerrero "SOL INVICTUS", contenían una gran multitud de creyentes y se edificaron tres templos imponentes en la ciudad, esculpidas con estatuas de gran tamaño, pinturas vivas en los murales y muchas ofrendas de adoración decoraban los sectores colindantes.
En el pueblo los vigías de las torretas de las costas perdieron el rumbo, pues una fiesta con alcohol era suficiente para perder la cabeza por dos días y era de todas las tardes. Cuando Saúl un encargado pesquero de edad avanzada los encontró borrachos tirados en cada una de las torres por donde iba también noto la gran comitiva que llegaba a la costa cubiertos por la neblina.
Junto al puerto muy alejado de la ciudad una chica de pelo negro oscuro profundo robusta de la cintura, de cejas pronunciadas casi una (uniceja). Jena la ayudante lo diviso primero también, la caravana de fragatas acercándose al puerto.
—Madre de Dios, ¿Qué es eso? —se limpio los ojos para ver mejor y grito—, ¡Viejo mira!
Saúl de momento observo con la poca visión que le quedaba.
La mañana del año 909 cambiara mucho la historia de lo que se avecinaba. Sus ojos no podían creer lo que observaban, Saúl quedo atónito al aire helado del amanecer, sus temblorosas manos hablaron por él, golpeando la puerta de la casa de Jenna para avisarle y para que saque la botella de alcohol de su bolsa. Saúl bebió dos tragos mareándolo un instante, no contemplaba la calma pero el alcohol era insípido. En la neblina de ese amanecer se notaron más de 60 sombras despejándose en medio de las aguas junto al puerto, nunca antes una flota tan grande arribaría a "Risenbal" sin previo aviso, el no vivió la guerra donde flotas de ese número navegaban por los mares, pero por los libros antiguos de historia de los viejos maestres conocía como los hombres sin importar a que raza pertenecían su lealtad siempre era ante el Rey del norte que fue un gran héroe, lo mismo que lo haría el rey del Sur un hombre de reputación, en la historia pasada eso se denomino como la gran guerra por la humanidad, que liberaron el continente de Karon de la dinastía de los Eldren.
Lo que se avecinaba cambiara de nuevo al mundo ya que no habría la paz duradera de los últimos tiempos.
—¡Toma este mensaje llévalo con diligencia ante el Lord comandante de Risenbal!, ve rápido toma a Yazu —El corcel más veloz de los Garrison, los encargados de las caballerizas del pueblo.
—¡Toma este mensaje llévalo con diligencia ante el Lord comandante de Risenbal!, ve rápido toma a Yazu —El corcel más veloz de los Garrison, los encargados de las caballerizas del pueblo.
—¿Qué cree que sea eso maestro?, nunca vi algo igual. —dijo la muchacha pálida.
—No es mucho peor que lo que pienso que sea, ¡Vete de una vez! —alzo la voz, bajo de inmediato al marcharse Saúl giro de nuevo hacia las olas del Mar a la distancia—, que los ángeles cuiden de ella, por mi no queda más, aunque quisiera correr mis piernas me duelen mucho.
La neblina espesa los escondía en el amanecer; Saúl levanto todos los muros de defensa de la costa unos muros hechos de madera con espinas en el exterior a todo lo largo de lo que se imaginaba la costa firme de desembarco y para esto no se previa un ataque pronto y estos se mantenían en estado de sequedad, viejo, corroídos que no detendrían a un ejército por mucho tiempo. Estas defensas fueron construidas hace cuarenta años atrás como defensa contra los barbaros del continente de "Borea", una edificación inútil decían los comerciantes, "¿Por qué pagamos elevados impuestos en la construcción de estos muros?, si los barbaros nos temen no vendrán nunca", algunas palabras que recordó en ese preciso momento Saúl.
Como lo recordó en ese momento Saúl, su edad no le permitía elevar ni un solo muro sin hacer demasiado esfuerzo. Las costas de Risenbal no eran muy concurridas en el invierno y casi nadie ya iba hacia los puertos, todos se quedaban en sus casas de tejas, edificaciones hermosas con colores de tonalidades rojizas, los ladrillos pintados de la misma manera, las escuelas y el templo de la Sangre un inmenso santuario que incluso se lo podía ver a mucha distancia desde el Mar.
* * *
Jena tomo el caballo más veloz, no debía de quedarse más tiempo en el pueblo según el rostro que puso Saúl lo decía todo fue solo una vez cuando su maestro puso una cara como esa fue cuando se había enterado de la enfermedad que le quitaría la vida a su hijo un año atrás, Jena comprendía de lo que encontraron en el amanecer no era una decisión fácil podrían ser unos turistas o lo que se imaginaba, pero sin importar la reacción de Saúl era suficiente para mostrar que eran las peores noticias que provenían de él.
En una manera de notarlo la ciudad de Risenbal se encontraba perdida y lo que la carta que le dio Saúl fue algo que lo entendería solo el comandante de la guardia de la ciudad. Antes de salir del pueblo Jena corrió con el maestre del templo de la Sangre informándole lo que Saúl le había encomendado, el maestre abrió la carta y escribió el mismo mensaje para que la llevaran seis palomas mensajeras si es que algo le ocurriese a Jena y no llegase a tiempo a la ciudad. El maestre tomo a las seis mejores palomas del templo para que vuelen de inmediato a su destino.