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Chapter 5 - Ova 4: Vida del director

En un lugar fuera de los límites del tiempo y del espacio, donde las estrellas nacen y mueren en un parpadeo eterno, se produjo un evento singular. No había ni día ni noche, solo una vastedad que parecía danzar al ritmo de fuerzas invisibles. Fue en este vacío sin forma donde surgió una chispa, un punto de luz que, sin embargo, contenía la esencia de una vida extraordinaria.

Este ser, aún sin nombre, comenzó a expandirse, a absorber el conocimiento y la energía de todo lo que lo rodeaba. Cada destello era una lección, cada fragmento de oscuridad una revelación. Con el tiempo –si es que el tiempo tenía algún significado en este lugar– esta chispa se convirtió en una entidad consciente, un alma capaz de comprender tanto el caos como la armonía.

Nació no solo con poder, sino con propósito. Su existencia, aunque inesperada, estaba destinada a dejar una huella en el tejido mismo del universo. Y así, este ser aguardó el momento en que su esencia sería llamada a manifestarse en algún rincón del tiempo y el espacio, donde los eventos de su vida alterarían para siempre el destino de todos aquellos que lo encontraran.

En el planeta de los Templarios, una raza poderosa y ancestral, el tiempo es más que una dimensión: es una herramienta y un arte. Los Templarios poseen la habilidad única de ralentizar el flujo del tiempo a su alrededor, un don reservado a aquellos dignos de dominarlo. Dentro de esta raza, se destacan dos ramas: las mujeres templarias y los hombres templarios, cada uno con especialidades distintas que los convierten en guerreros temidos y respetados en todo el universo.

Las mujeres templarias son ágiles y hábiles en la técnica de manipulación temporal. A través de un entrenamiento riguroso y una conexión profunda con el flujo temporal, desarrollan la habilidad de moverse con una velocidad que desafía la percepción. Su agilidad y precisión en el manejo de esta técnica las convierte en sombras imparables en combate, capaces de esquivar ataques y vencer a sus oponentes antes de que estos siquiera perciban sus movimientos.

Por otro lado, los hombres templarios se especializan en el combate y en la técnica de los "saltos temporales". Esta habilidad les permite dar saltos a través del tiempo en cortos intervalos, una técnica compleja que exige un dominio absoluto de su energía y concentración. Con estos saltos, los hombres templarios pueden desorientar a sus enemigos, atacando desde distintos puntos en un abrir y cerrar de ojos. Su entrenamiento se enfoca en la sincronización de estos saltos con técnicas de combate avanzadas, permitiéndoles enfrentarse a múltiples enemigos sin que nadie pueda anticipar su próximo movimiento.

Juntos, hombres y mujeres templarios forman una sociedad de guerreros que dominan el tiempo y el espacio, una fuerza indomable que ha defendido su planeta y sus secretos durante milenios.

En ese vasto intervalo de la existencia, cuando las razas apenas comenzaban a evolucionar y las civilizaciones avanzadas eran raras y dispersas, los Templarios encontraron su lugar como diplomáticos y estrategas en el equilibrio del universo. Dotados de habilidades únicas y conscientes de su poder, supieron que sus capacidades debían usarse con moderación, evitando imponer su dominio y, en cambio, fomentando la paz y el intercambio.

Cada vez que descubrían una civilización avanzada, los Templarios se acercaban no como conquistadores, sino como diplomáticos. Las mujeres templarias, con su habilidad para percibir los matices del tiempo, podían anticipar tensiones y facilitar diálogos de paz; mientras, los hombres templarios usaban sus saltos temporales para analizar los posibles resultados de sus acuerdos, evaluando cuidadosamente las consecuencias de cada acción.

Así, los Templarios establecieron acuerdos políticos con otras razas, pactos que incluían intercambios de recursos y alimentos. Estas reservas no solo sustentaban a los Templarios, sino que también se usaban para ayudar a las civilizaciones que encontraban en dificultades, ofreciendo asistencia en momentos críticos.

Este enfoque no solo consolidó la reputación de los Templarios como una raza honorable y sabia, sino que también les permitió construir una red de alianzas y amistades a través de las estrellas. Gracias a esta política de respeto y cooperación, los Templarios dejaron una marca duradera en las razas con las que tuvieron contacto, sembrando las semillas de la civilización y el progreso en cada planeta que visitaban.

Durante una década de paz y prosperidad en el planeta de los Templarios, las estrellas parecían alinearse en armonía y la vida florecía en cada rincón. Sin embargo, entre la serenidad de aquellos días, existían antiguas profecías que susurraban acerca de un héroe destinado a cambiar el curso del universo. Los sabios templarios, guardianes de la historia y del conocimiento, habían preservado estos augurios por generaciones. Decían que un ser con un potencial asombroso surgiría y, aunque no pertenecería a la raza templaria, su influencia sería tan devastadora como poderosa.

Esta figura legendaria, descrita como alguien capaz de desafiar los límites de las razas y los dioses mismos, era vista con un mezcla de temor y reverencia. Las profecías contaban que, armado con habilidades innatas que ninguna otra criatura poseía, este héroe desafiaría a deidades, pondría fin a imperios y se convertiría en la chispa de una era de destrucción y renacimiento. Los oráculos decían que su llegada sería como un torbellino, arrasando las viejas estructuras del cosmos y dando lugar a un nuevo orden, aunque nadie sabía con certeza si traería paz o caos.

Mientras los años pasaban, los templarios vivían en paz, aunque siempre vigilantes. Sabían que el tiempo fluía con inevitables cambios, y en cualquier momento, el héroe profetizado podía aparecer, sacudiendo las fundaciones de su mundo y del universo entero. Los templarios se prepararon en silencio, entrenando sus habilidades, estudiando los caminos del tiempo, y esperando la llegada de aquel que, de acuerdo con las leyendas, sería tanto destructor como salvador.

En medio de aquella paz y bajo el manto de las antiguas profecías, en la raza templaria nació un niño especial, hijo de Roxana y Omar, dos templarios con un linaje de gran respeto y habilidades excepcionales. Roxana, una de las mujeres templarias más ágiles y hábiles en la manipulación del tiempo, y Omar, un guerrero reconocido por su dominio en los saltos temporales, sabían que su hijo estaba destinado a ser algo más que un templario común.

Desde su nacimiento, se notaron en él señales de una fuerza latente. Los ancianos de la raza observaron con interés cómo el niño, incluso en su primer año de vida, mostraba una percepción peculiar del tiempo y una energía que parecía envolverlo. Aunque aún era muy joven, sus padres sentían que su destino estaba profundamente entrelazado con las profecías del héroe misterioso, aquel que, según las leyendas, no pertenecía a su raza. Sin embargo, también empezaron a preguntarse si tal vez las profecías no habían sido del todo claras, y si el héroe podría, de hecho, surgir de entre ellos.

A medida que el niño crecía, Roxana y Omar se dedicaron a enseñarle todo lo que sabían. Querían prepararlo para enfrentar los desafíos que el destino le pondría, conscientes de que la paz que disfrutaban era frágil y que su hijo podría ser clave en el futuro de su raza y, quizás, de todo el universo.

El niño, llamado Rigor, era una joya entre los Templarios. Desde sus primeros años, demostró un intelecto brillante y una rapidez mental inusual. Poseía no solo la agilidad y maestría temporal de su madre, Roxana, sino también la destreza en los saltos temporales que su padre, Omar, le transmitió. Esta combinación de habilidades, rara y poderosa, hacía de Rigor un prodigio único en la historia de los Templarios.

Los ancianos de la raza, impresionados por su talento innato, comenzaron a verlo como una posible encarnación de las profecías, aunque aún era muy joven para comprender su significado. Rigor aprendía rápido y, a una edad temprana, ya era capaz de manipular el tiempo con una precisión que ni siquiera los adultos lograban. Su madre le enseñaba a moverse con una gracia que desafiaba las leyes de la física, mientras que su padre le instruía en la técnica de los saltos temporales, permitiéndole aparecer y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, como un destello fugaz.

Con el paso de los años, Rigor creció en habilidades y en sabiduría, pero también comenzó a sentir el peso de las expectativas que la comunidad templaria tenía sobre él. Sabía que, de algún modo, su destino era especial y que sus poderes algún día serían puestos a prueba en formas que aún no podía imaginar. Los Templarios comenzaron a prepararse, conscientes de que con Rigor entre ellos, el cumplimiento de la profecía estaba cada vez más cerca, y que su hijo prodigio podría ser la clave para enfrentar amenazas de magnitudes inimaginables.

A la edad de 10 años —el equivalente a 100 años en términos templarios—, Rigor ya había alcanzado un nivel de maestría que muchos adultos tardaban siglos en lograr. Su entrenamiento intensivo bajo la guía de sus padres, Roxana y Omar, había fortalecido tanto su cuerpo como su mente, permitiéndole manipular el tiempo con una destreza que pocos en su raza podían igualar.

A esa edad, Rigor era capaz de detener el tiempo a su alrededor durante intervalos breves, desplazándose con una precisión casi imposible de detectar. Además, sus saltos temporales ya no eran simples movimientos instantáneos, sino que empezaban a alcanzar una profundidad que le permitía ver destellos de posibles futuros y pasados. Esta habilidad era sumamente rara, y los sabios Templarios lo reconocieron como un prodigio sin precedentes, alguien capaz de explorar el flujo temporal de una manera que ni siquiera ellos podían comprender en su totalidad.

Pero no solo su poder llamaba la atención. Rigor tenía una sabiduría inusual para su edad, una sensibilidad para entender los matices del tiempo y de las emociones de los demás, como si de algún modo percibiera las ondas invisibles que conectaban cada instante y cada ser en el universo. Esta madurez lo hizo no solo respetado, sino también admirado por los más veteranos.

Consciente de su potencial y del destino que parecía aguardarlo, Rigor aceptó el entrenamiento adicional que los sabios le ofrecieron, decidido a perfeccionar sus habilidades. Aunque apenas comenzaba a descubrir los misterios de sus poderes, sabía que algún día tendría que enfrentar pruebas más allá de la comprensión templaria, y que su existencia misma podía ser la clave para cambiar el curso del tiempo y el destino de innumerables mundos y razas.

A tan temprana edad, Rigor enfrentó una realidad difícil y dolorosa que ningún niño debería experimentar. Aunque sus habilidades y potencial eran extraordinarios, la situación económica de su familia se tornó cada vez más complicada, y sus padres, Roxana y Omar, se encontraron en una lucha constante para cubrir las necesidades básicas. Su planeta, aunque poderoso, no estaba exento de dificultades, y la paz que los rodeaba no garantizaba estabilidad para todos.

Rigor, pese a ser solo un niño, comenzó a sentirse abrumado por el peso de la situación. La presión de ver a sus padres esforzarse día tras día para salir adelante lo afectó profundamente, y en su deseo de ayudar, buscó maneras de aportar económicamente. Sin embargo, esta decisión lo llevó a tomar un camino que resultó en sacrificios personales que marcarían su vida para siempre.

Aunque este periodo fue oscuro y difícil, su familia continuó enfrentando cada obstáculo con determinación. A pesar de todo, Rigor encontró fuerzas en su amor por ellos y en su convicción de que algún día cambiaría su destino y el de aquellos que amaba. Este tiempo de adversidades le enseñó la importancia de la resiliencia y la compasión, cualidades que, unidas a su talento, lo moldearon para convertirse en alguien de gran fortaleza y empatía.

Rigor, aunque marcado por esas experiencias, decidió que algún día no solo protegería a su familia, sino también a todos aquellos que no podían defenderse. Y así, el prodigio templario, a pesar de las sombras de su infancia, se prometió a sí mismo convertirse en un símbolo de esperanza y justicia para su raza y más allá.

Esa etapa en la vida de Rigor fue una de profunda oscuridad y dolor, un momento que jamás habría imaginado para su joven y noble corazón. Desesperado por aliviar la carga económica de su familia y sin muchas opciones a su alcance, Rigor tomó decisiones que ningún niño debería enfrentar. Al ser solo un niño, vulnerable y deseoso de ayudar, comenzó a ofrecer su cuerpo a aquellos dispuestos a pagar, personas con dinero que se aprovechaban de su situación y juventud.

Este sacrificio dejó cicatrices invisibles en su espíritu, enseñándole demasiado pronto las duras realidades de un mundo que, a veces, era cruel y despiadado. Rigor soportó esta carga en silencio, sin contarle a sus padres, con la esperanza de que sus esfuerzos aliviaran, aunque fuera mínimamente, el peso sobre su familia. En su corazón, el dolor se mezclaba con la determinación, y aunque estas experiencias lo marcaron, también lo hicieron más fuerte.

A través de esas dificultades, Rigor aprendió a resistir, a no dejarse quebrar por las circunstancias. Su inocencia se fue desvaneciendo, pero en su lugar surgió una fortaleza inquebrantable y una compasión profunda hacia aquellos que sufren en silencio. Con el tiempo, estos recuerdos impulsaron su deseo de cambiar el destino, tanto el suyo como el de otros, prometiéndose a sí mismo nunca volver a permitir que la pobreza o la desesperación lo orillen a decisiones tan extremas.

Efectivamente, esas experiencias dejaron marcas profundas en el alma de Rigor, traumas que lo acompañarían durante toda su vida. La infancia, una etapa que debería haber estado llena de inocencia y descubrimiento, se convirtió para él en una mezcla de dolor y sacrificio. Los momentos oscuros y las decisiones que tomó tan joven para ayudar a su familia lo afectaron emocionalmente, dejándole cicatrices invisibles que solo él podía ver y sentir.

A lo largo de su vida, Rigor experimentaría sentimientos de vergüenza y desconfianza, y en ocasiones se encontraría luchando con recuerdos dolorosos que emergían en los momentos menos esperados. Aunque intentaba enterrar esos recuerdos y concentrarse en su entrenamiento y en su deseo de ser una fuente de fortaleza para su familia, las sombras de su pasado siempre lo perseguían, recordándole lo que había vivido.

Estos traumas le dejaron dificultades para abrirse emocionalmente y le generaron una cautela extrema en sus relaciones, así como una sensibilidad especial hacia quienes sufrían o enfrentaban dificultades. Con el tiempo, aprendió a usar ese dolor como una fuente de compasión, comprendiendo profundamente el sufrimiento ajeno y esforzándose por ser una fuerza de protección y justicia.

Sin embargo, en su interior, siempre llevaría esas heridas que nunca desaparecían del todo, recordándole no solo las pruebas que había superado, sino también la fuerza de voluntad que le permitió seguir adelante. Rigor creció con una mezcla de dolor y propósito, determinado a forjar un destino donde su sufrimiento tuviera un significado mayor, y donde pudiera convertirse en un protector para aquellos que, como él, habían vivido en la sombra del sacrificio y la desesperación.

Dieciocho años en la vida de Rigor, equivalentes a 18,000 años en el tiempo universal, marcaron una etapa de transformación significativa. Al llegar a la adultez, Rigor había acumulado un vasto conocimiento y una maestría impresionante en las habilidades templarias que había heredado de sus padres. A medida que los años pasaban, las experiencias de su infancia se convirtieron en lecciones que lo moldearon en un guerrero formidable y un líder natural.

Durante esos milenios, el universo había cambiado, pero Rigor también había cambiado. Aunque las cicatrices de su pasado seguían presentes, había aprendido a manejar su dolor y a convertirlo en fuerza. En lugar de dejarse consumir por los traumas de su infancia, Rigor los utilizó como motivación para proteger a los vulnerables y luchar contra las injusticias que aún persistían en el cosmos.

Con el paso del tiempo, su fama creció no solo entre los templarios, sino también entre otras razas y civilizaciones. Rigor se convirtió en un símbolo de esperanza, un guerrero que defendía a aquellos que no podían defenderse y que enfrentaba a los opresores con valentía. Las historias de su lucha contra la injusticia se convirtieron en leyendas, y muchos lo veneraban como un héroe que había surgido de las sombras de su pasado.

Sin embargo, a pesar de su éxito y del respeto que había ganado, Rigor siempre llevaba consigo el peso de su historia. Las experiencias que había vivido lo hacían más compasivo y empático, y a menudo se encontraba buscando formas de ayudar a los demás a superar sus propios traumas y sufrimientos. A medida que enfrentaba nuevos desafíos en su vida, no solo luchaba por él, sino por todos aquellos que habían sido heridos por la vida.

Así, Rigor se convirtió en un protector del universo, un guerrero templario que no solo era conocido por su habilidad en el combate, sino también por su inquebrantable espíritu y su deseo de llevar luz a los lugares más oscuros, sanando no solo su propio dolor, sino también el de los demás en su camino.

Durante su etapa de juventud, Rigor se encontró en una encrucijada. A pesar de su crecimiento y del respeto que había ganado entre su gente, la realidad del universo seguía siendo dura. Con el paso del tiempo, las luchas económicas y las injusticias continuaban, y Rigor necesitaba encontrar una manera de subsistir y, al mismo tiempo, ayudar a su familia.

Fue entonces cuando, en un intento por mantener a su familia a flote, Rigor aceptó un trabajo en un lugar sombrío donde se reunían asesinos y sicarios. Aunque su habilidad para manipular el tiempo y su entrenamiento como templario le otorgaban ventajas únicas, la elección de trabajar en ese ambiente lo llevó a una vida de tensiones y dilemas morales.

En este entorno, Rigor vio el rostro más oscuro de la humanidad, rodeándose de individuos que carecían de compasión y que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. Sin embargo, a pesar de su asociación con estos elementos peligrosos, Rigor se mantuvo fiel a sus principios, utilizando su tiempo en el lugar no solo para sobrevivir, sino también para recopilar información sobre las injusticias que se cometían en el universo.

A medida que se adentraba en ese mundo, Rigor utilizó sus habilidades de manipulación temporal para espiar y desmantelar operaciones criminales desde dentro. Si bien era consciente de que su elección de trabajo podía ponerlo en situaciones comprometedoras, se convirtió en un infiltrado, buscando maneras de ayudar a aquellos que no tenían voz.

En este entorno, Rigor también conoció a otros individuos con historias trágicas, algunos de los cuales se convirtieron en sus aliados. A pesar de las circunstancias difíciles, forjó lazos con aquellos que, al igual que él, deseaban un cambio. Con el tiempo, comenzó a trazar un plan para desmantelar la red criminal desde adentro y, con ello, ofrecer una oportunidad a aquellos que solo conocían la vida del crimen.

Aunque la vida en ese lugar oscuro fue una experiencia aterradora y desgastante, Rigor emergió con más determinación. Esta etapa se convirtió en un capítulo crucial de su vida, donde la lucha interna entre el bien y el mal lo llevó a reflexionar sobre su propósito en el universo y a desarrollar una misión más grande: no solo proteger a su familia, sino también erradicar el sufrimiento y la injusticia en un universo que necesitaba desesperadamente héroes.

Después de varios meses en el mundo de los asesinos y sicarios, Rigor se vio empujado a tomar decisiones que lo sumergieron aún más en un dilema moral complicado. La presión económica y las circunstancias de su familia lo llevaron a aceptar trabajos que iban en contra de sus principios, convirtiéndose en un sicario a regañadientes. Aunque sabía que esta elección era peligrosa y lo alejaría de la vida que había soñado, sintió que no tenía otra opción.

Cada misión que realizaba lo llevaba a un lugar oscuro y aterrador, donde el valor de una vida era insignificante frente al brillo del dinero. A pesar de su naturaleza noble, Rigor se encontró atrapado en un ciclo de violencia y desesperación. Este nuevo camino lo convirtió en una figura que se movía en las sombras, una dualidad que le resultaba insoportable: por un lado, el protector que deseaba ser y, por otro, el asesino que debía llegar a ser para sobrevivir.

Mientras aceptaba encargos que lo llevaban a eliminar a personas por encargo, Rigor luchaba internamente con el peso de cada vida que se veía obligado a arrebatar. Cada víctima representaba un recordatorio del sufrimiento y la desesperación que él mismo había experimentado. En sus momentos de soledad, reflexionaba sobre el propósito de su existencia y el tipo de legado que realmente quería dejar atrás.

Sin embargo, Rigor no se resignó a su destino. Utilizaba su tiempo como sicario no solo para cumplir con los encargos, sino también para aprender más sobre las redes criminales que operaban en su universo. Con el objetivo de desmantelar esas organizaciones desde adentro, se mantuvo alerta y observador, recopilando información valiosa sobre sus jefes y las operaciones que llevaban a cabo.

A medida que avanzaba en este oscuro camino, comenzó a crear una red de contactos que incluía tanto a quienes se dedicaban al crimen como a aquellos que deseaban escapar de él. Rigor se convirtió en una especie de mediador, utilizando sus habilidades para proteger a los inocentes y ayudar a aquellos que deseaban dejar atrás la vida del crimen. Su reputación creció, y aunque el riesgo era elevado, cada vez más personas comenzaban a confiar en él.

A pesar de lo oscuro de su entorno, Rigor comenzó a desarrollar un plan más audaz: no solo quería sobrevivir, sino también liberar a otros del ciclo de violencia que él había experimentado. Con el tiempo, su deseo de justicia se transformó en una misión personal, impulsándolo a luchar contra el sistema que había forzado a tantos a hacer lo impensable. La lucha por recuperar su honor y el de aquellos que había lastimado se convirtió en su norte, y aunque el camino era peligroso y lleno de incertidumbre, estaba decidido a encontrar una manera de redimirse y convertirse en el héroe que su corazón siempre había anhelado ser.

Armando, el líder de la organización, era un hombre temido y respetado en el mundo del crimen. Con una astucia peligrosa y una inteligencia estratégica, había construido un imperio basado en el miedo y la violencia. Su carácter dominante lo hacía un líder natural, pero lo que realmente lo diferenciaba eran sus habilidades sobrehumanas. Armando era un templario excepcional, conocido por su capacidad para manipular el tiempo, lo que le otorgaba una velocidad sorprendente en combate. Esto lo convertía en un adversario formidable, capaz de eludir ataques y atacar con una precisión letal.

Erick, su mano derecha, era igualmente formidable. Era un hombre alto y delgado, pero su rapidez y agilidad eran legendarias. Se movía como un rayo, y su estilo de lucha se basaba en la evasión y el contraataque. Erick había sido uno de los primeros en unirse a Armando y, debido a su lealtad y habilidades excepcionales, rápidamente ascendió a la posición de confianza. La dupla de Armando y Erick se convirtió en un símbolo de terror en el submundo, y su reputación de eficacia y brutalidad era conocida en todo el universo.

Para Rigor, trabajar bajo el mando de Armando y Erick representaba tanto una oportunidad como un desafío. Aunque era consciente del peligro que representaban, sabía que podía aprender mucho de ellos. Sin embargo, su corazón se debatía entre el deseo de ascender en las filas de la organización y su lucha interna por mantener sus principios.

Durante sus misiones, Rigor observó con atención a ambos. Armando, a pesar de ser un villano, tenía una mente brillante para la estrategia y la manipulación. Rigor notó que no solo se trataba de fuerza bruta; Armando sabía cómo manejar a sus sicarios, utilizar sus habilidades y, sobre todo, cómo permanecer un paso adelante de sus enemigos. Por otro lado, Erick, con su velocidad casi sobrehumana, era un ejemplo de cómo el entrenamiento y la disciplina podían convertir a un individuo en un arma letal.

A medida que pasaba el tiempo, Rigor comenzó a entender que, para realmente desmantelar la organización desde adentro, necesitaba ganarse la confianza de Armando y Erick. Decidido a no perderse en la oscuridad, se propuso demostrar su valía, mientras mantenía un ojo en las vulnerabilidades de la organización. Sabía que, con el tiempo, podría utilizar la información que adquiriera para dar un golpe decisivo contra ellos.

En su mente, Rigor formulaba un plan, un camino para redimirse y proteger a los inocentes. Mientras se sumergía más en el mundo del crimen, su determinación se fortalecía: no se convertiría en el monstruo que temía, sino que usaría la situación a su favor, esperando el momento adecuado para actuar y cumplir con su misión de justicia.

Erick había observado a Rigor con interés desde el momento en que se unió a la organización. A pesar de su actitud desafiante y su deseo de ayudar a los inocentes, Erick sabía que Rigor era un hombre astuto, alguien que no se conformaba con la vida que llevaba. La habilidad de Rigor para manipular el tiempo lo hacía un candidato interesante, y Erick, aunque leal a Armando, no podía ignorar el potencial que veía en él.

Un día, después de una misión particularmente intensa, Erick decidió que era el momento adecuado para hablar con Rigor. Con un gesto discreto, lo llevó a un lugar privado, un pequeño almacén alejado del bullicio de la base de operaciones. Las paredes estaban cubiertas de sombras, y la atmósfera era tensa pero cargada de un propósito.

—He estado observándote —comenzó Erick, su tono directo pero medido—. No eres como los demás. Tienes un objetivo, una meta que va más allá de esto.

Rigor lo miró con desconfianza, consciente de que cualquier palabra mal elegida podría costarle caro. Sin embargo, también sintió que había una oportunidad ante él.

—No estoy aquí para quedarme en este mundo —respondió Rigor con determinación—. Estoy buscando una manera de salir de esta vida. No me gusta lo que hacemos.

Erick asintió lentamente, reconociendo la sinceridad en las palabras de Rigor.

—Lo sé. Por eso estoy aquí. Tienes el potencial para hacer algo grande, pero debes tener cuidado. Armando es astuto, y cualquier señal de debilidad puede ser tu fin. Pero también hay formas de moverse entre las sombras, de convertirte en alguien más fuerte.

Rigor frunció el ceño, preguntándose cuáles eran las intenciones de Erick. Sin embargo, su curiosidad lo llevó a preguntar:

—¿Qué quieres decir con eso?

—Si realmente deseas cambiar las cosas, quizás podrías usar tu posición para infiltrarte más profundamente en la organización —sugirió Erick—. Ganarte la confianza de Armando, obtener información valiosa y, cuando llegue el momento, actuar. Pero debes ser inteligente y paciente.

Rigor sintió que la propuesta era arriesgada, pero a la vez emocionante. La posibilidad de tener un aliado en Erick, alguien que conocía bien el juego, podría ser justo lo que necesitaba.

—¿Y tú? ¿Por qué estás dispuesto a ayudarme? —preguntó Rigor, desconfiado.

Erick se encogió de hombros, mostrando una leve sonrisa.

—Porque también tengo mis propios objetivos. No todo lo que hacemos aquí es lo que deseo. Al final, todos somos parte de este ciclo de violencia, y hay quienes merecen una segunda oportunidad. Si podemos trabajar juntos, tal vez podamos cambiar las cosas.

Ambos hombres se miraron, comprendiendo que se encontraban en un punto de inflexión. Aunque sus caminos eran oscuros y peligrosos, la conversación había plantado la semilla de una posible alianza. Rigor sabía que debía actuar con cautela, pero la posibilidad de una salida, un cambio en el destino, lo llenaba de una renovada determinación. La lucha por el futuro comenzaba a tomar forma, y juntos, podrían encontrar la manera de desmantelar el imperio de Armando desde adentro.

Con una sonrisa que escondía sus verdaderas intenciones, Erick decidió que era el momento de mostrarle a Rigor una de sus habilidades secretas. Sabía que esto podría cimentar la confianza entre ellos, al menos por un tiempo, y darle a Rigor la sensación de que era un compañero en lugar de una víctima.

—Quiero mostrarte algo que puede ayudarte en tus misiones —dijo Erick, manteniendo un tono amistoso. Se alejó un poco, buscando un espacio más amplio en el almacén, donde la luz apenas entraba. Rigor lo siguió, curioso y algo cauteloso.

Erick cerró los ojos por un momento y, al abrirlos, una energía brillante comenzó a emanar de su cuerpo. Con un movimiento fluido, creó una serie de espejos temporales alrededor de ellos. Cada uno reflejaba diferentes momentos en el tiempo: algunos eran vislumbres de lo que habían vivido, otros eran posibles futuros.

—Esto es una técnica que he estado perfeccionando —explicó Erick—. Se llama "Reflejos Temporales". Te permite ver lo que podría ser, pero también lo que ha sido. Es útil para anticipar los movimientos de nuestros enemigos. Y te daré una pequeña demostración.

Con un gesto, Erick manipuló uno de los espejos, mostrando a Rigor una visión de él mismo en un futuro oscuro, rodeado de sombras y traiciones. Rigor se sintió inquieto al ver una versión de sí mismo en la que fracasaba, un eco de la vida que había estado tratando de evitar.

—Esto es lo que te espera si sigues por este camino —dijo Erick, con una sonrisa fría—. El poder puede ser una trampa. Pero no te preocupes, yo puedo ayudarte a evitarlo.

A medida que la imagen se desvanecía, Rigor sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Erick estaba jugando con su mente, manipulando sus emociones. Sin embargo, había algo en la habilidad que mostraba que despertaba su interés, así como un resquicio de desconfianza.

—¿Por qué confías en mí? —preguntó Rigor, su voz más seria.

—Porque el conocimiento es poder, y te necesito en mi bando —respondió Erick, manteniendo su fachada amistosa—. Juntos podemos ascender en la organización. Armando no sospechará nada.

Mientras la conversación continuaba, Rigor no podía sacudirse la sensación de que algo no estaba bien. Erick era astuto, y aunque parecía estar ofreciéndole una mano amiga, la advertencia que había visto en los reflejos seguía presente en su mente. Sin embargo, el deseo de cambiar su destino y proteger a su familia lo mantenía dispuesto a jugar el juego por un tiempo más.

Erick, por su parte, sabía que estaba acercándose a su objetivo. Si lograba que Rigor se sintiera seguro y confiado, podría utilizarlo para ejecutar su plan: eliminarlo cuando fuera el momento adecuado, dejándolo atrapado en una red de traiciones que él mismo había tejido. El juego del engaño había comenzado, y solo el tiempo diría quién saldría victorioso al final.

Con 36 años de edad, o más precisamente 10.835 millones de años en el contexto del vasto universo de los templarios, Rigor había acumulado una gran experiencia y conocimiento en el oscuro mundo de los sicarios. Su tiempo en la organización de Armando le había enseñado las lecciones más duras sobre la lealtad y la traición, así como sobre el uso de sus habilidades temporales para sobrevivir. La sabiduría adquirida le daba una perspectiva diferente sobre la vida y su propósito.

Mientras tanto, el universo que lo rodeaba comenzaba a mostrar signos de madurez. Nuevas civilizaciones estaban surgiendo, y las antiguas se estaban desmoronando. Las profecías sobre un héroe que podría desafiar a dioses y razas avanzadas resonaban cada vez más en los ecos de la historia. Rigor, aunque aún atrapado en la red de su trabajo como sicario, sentía que su destino lo llamaba.

A lo largo de los años, su relación con Erick se había vuelto más tensa. Aunque Erick continuaba pretendiendo ser un aliado, Rigor había comenzado a ver destellos de sus verdaderas intenciones. Con cada conversación, la desconfianza crecía; Rigor se volvía más astuto y se esforzaba por no mostrar sus cartas.

Un día, mientras estaban en una misión en una ciudad en ruinas, Rigor se encontró a solas con Erick en un callejón oscuro. La atmósfera estaba cargada de tensión. La luz tenue de las estrellas brillaba en el cielo, una vista que siempre había encontrado reconfortante, pero que en ese momento parecía distante.

—¿Qué es lo que realmente quieres de mí, Erick? —preguntó Rigor, mirándolo con desconfianza.

Erick sonrió, pero sus ojos reflejaban una frialdad que Rigor no podía ignorar.

—Quiero que te conviertas en el hombre que estás destinado a ser. Pero también sé que tienes un potencial que aún no has aprovechado —respondió, intentando mantener su tono amistoso—. Puedo ayudarte a alcanzar ese poder, a salir de la sombra de Armando.

Rigor frunció el ceño, sabiendo que esas palabras podían ser un gancho. Erick continuaba jugando con sus deseos y aspiraciones, pero Rigor había aprendido a no dejarse llevar por las promesas vacías.

—¿A qué precio? —dijo Rigor, manteniendo la mirada fija en él—. Siempre hay un precio, Erick.

Erick se acercó un paso más, su voz más baja, casi un susurro.

—No tienes que temerme. Sé que Armando está planeando algo grande, y si no actúas pronto, serás solo una pieza en su juego. Juntos podríamos desmantelar todo esto, y tú podrías ser el verdadero líder que este universo necesita.

Rigor sintió una mezcla de rabia y confusión. Las palabras de Erick eran persuasivas, pero sabía que había un doble filo en ellas. Mientras su mente luchaba con la idea de una posible alianza, un atisbo de visión temporal se coló en su conciencia, mostrándole un futuro oscuro en el que Erick lo traicionaba en el momento más crucial.

—¿Por qué debería confiar en ti? —preguntó Rigor, su voz firme—. He visto lo que puedes hacer, y no me gusta lo que veo.

Erick sonrió, pero esta vez era una sonrisa más astuta, más calculada.

—Porque en este juego, la confianza es solo una ilusión. Te ofrezco una oportunidad de liberarte. Pero si sigues dudando, podrías perder más de lo que imaginas.

La presión en el aire se hacía palpable. Rigor sabía que tenía que actuar, que cada decisión que tomara podría llevarlo más cerca de su objetivo o a su destrucción. Con un profundo aliento, se preparó para hacer un movimiento que cambiaría el curso de su vida, ya fuera aliarse con Erick o romper con él de una vez por todas. La vida que había llevado lo había endurecido, y ya no iba a dejar que otros decidieran su destino.

El tono de Rigor resonó con la firmeza de alguien que había vivido suficiente para entender las consecuencias de sus decisiones. La determinación en su voz dejó claro que había cruzado una línea; ya no estaba dispuesto a ser una pieza más en el tablero de Erick y Armando.

—Entonces acabaré con ustedes —repitió, con una voz que vibraba con una mezcla de furia y resolución.

Erick, al verse acorralado y consciente de la amenaza que representaba Rigor, se dio la vuelta y salió disparado hacia la ciudad en ruinas. Su habilidad para moverse rápidamente le permitió desaparecer entre las sombras, buscando sobrevivientes que pudieran ofrecerle información o incluso convertirse en un nuevo grupo de leales a su causa.

Rigor, sin embargo, no iba a permitir que Erick escapara tan fácilmente. A pesar de sus años en la organización, había adquirido habilidades únicas de combate y un conocimiento profundo de las técnicas templarias. En su mente, visualizó una serie de posibilidades: un encuentro directo con Erick, o la búsqueda de Armando para desmantelar su organización desde la raíz.

Con determinación, Rigor se lanzó tras Erick, utilizando su habilidad para ralentizar el tiempo a su favor. Cada paso que daba parecía resonar como un eco en el silencio de la ciudad desolada. A medida que avanzaba, su mente repasaba las lecciones aprendidas y las visiones que había tenido. Sabía que cada acción contaba y que este era un punto de inflexión.

Mientras Erick buscaba a los sobrevivientes, él estaba más enfocado en establecer conexiones que pudieran darle poder en su propia lucha contra Armando. Cada persona que encontraba, cada vida que rescataba, podría ser un potencial aliado o, al menos, un peón en su juego.

Rigor, al llegar a la plaza central de la ciudad, encontró vestigios de la vida que una vez existió allí. Edificios colapsados, vehículos abandonados y el eco de sus propios pasos resonando en el aire pesado. Concentrándose en la energía que le rodeaba, sintió la presencia de varios sobrevivientes escondidos entre las ruinas.

Usando su técnica de ralentización temporal, Rigor se movió sigilosamente, evaluando la situación. No estaba interesado en hacer más daño del que ya había causado la guerra, pero sabía que debía encontrar a Erick antes de que pudiera hacer algo desesperado.

Mientras tanto, Erick había comenzado a reunir a un grupo de sobrevivientes, sus palabras cuidadosamente elegidas para manipular y convertirlos en sus seguidores. Les hablaba de un nuevo orden, de un futuro donde no tendrían que vivir bajo la opresión de Armando, presentándose como un salvador.

—Uníos a mí, y juntos seremos fuertes —decía Erick, mientras los ojos de los sobrevivientes brillaban con esperanza y temor. Algunos, aún traumatizados por la violencia que habían presenciado, estaban dispuestos a seguirlo.

Sin embargo, Rigor se estaba acercando, silencioso como una sombra. Tenía que interrumpir el juego de Erick antes de que se hiciera más grande. Con un impulso de energía, salió de su escondite, interrumpiendo la reunión improvisada.

—¡Basta! —gritó, haciendo eco en la plaza—. No se dejen engañar por sus palabras. Solo busca manipularlos para su propio beneficio.

Los sobrevivientes se quedaron paralizados entre el miedo y la confusión. Erick giró rápidamente, su rostro torcido en una mezcla de sorpresa y rabia.

—Rigor, no puedes interrumpir esto. Estos son inocentes que necesitan dirección, ¡no más caos! —protestó Erick, intentando recuperar el control de la situación.

—Lo que ellos necesitan es la verdad —replicó Rigor, con firmeza—. No más mentiras, no más manipulaciones. Ustedes dos solo están jugando con sus vidas.

Los sobrevivientes, ahora divididos, miraron entre Rigor y Erick, indecisos sobre a quién seguir. Rigor sabía que este momento era crucial, y debía demostrar que había un camino mejor, uno que no dependía de la violencia ni de la traición.

—Yo soy un templario. No busco el poder ni el dominio —declaró Rigor—. Solo deseo que se liberen de este ciclo de muerte. Sálganse de aquí, y úsenme como guía para crear un nuevo futuro.

Erick, al verse acorralado y sintiendo que su control sobre la situación se desvanecía, decidió recurrir a un poder oscuro que había mantenido en secreto. Con un gesto rápido y sin piedad, comenzó a tocar a algunos de los sobrevivientes, su energía oscura fluyendo a través de sus manos mientras sus cuerpos se contorsionaban y transformaban.

El horror se desató ante los ojos de Rigor y los otros supervivientes, quienes observaron aterrorizados cómo Erick utilizaba su habilidad para fusionar a los seres humanos con unos hongos grotescos y mutantes que había encontrado en las ruinas de la ciudad. Los gritos de los transformados resonaban en el aire, mientras sus cuerpos se convertían en aberraciones monstruosas, con piel grisácea, extremidades alargadas y deformadas, y ojos que brillaban con una luz insana.

—¡Mirad lo que puedo hacer! —gritó Erick, riendo de manera maníaca mientras sus nuevos súbditos comenzaban a moverse, adaptándose rápidamente a sus nuevas formas monstruosas. El resultado de su macabra creación fue un ser imponente, una amalgama de carne y hongo, que se erguía ante ellos como una abominación.

—¡Este será mi nuevo ejército! —continuó Erick, su voz cargada de euforia—. Son más poderosos que cualquier humano, capaces de adaptarse a los ataques y habilidades de sus enemigos. ¡Con ellos, destruiré todo lo que se interponga en mi camino!

Rigor, horrorizado por la escena ante él, sintió que la furia ardía dentro de su pecho. No podía permitir que Erick continuara con sus experimentos. Sabía que tenía que actuar rápidamente, antes de que más sobrevivientes fueran transformados o que los monstruos pudieran adaptarse a sus habilidades.

—¡No permitiré que hagas esto! —gritó Rigor, enfocándose en su propia energía templaria. Utilizó su técnica de ralentización del tiempo para moverse hacia Erick a una velocidad increíble, desatando una ráfaga de energía que destrozó el suelo a su paso.

Con un movimiento ágil, Rigor se enfrentó al monstruo que Erick había creado. El abominable ser lanzó un ataque con sus brazos grotescos, pero Rigor, gracias a su agilidad, esquivó el golpe con destreza. Aprovechando el momento, Rigor contraatacó, utilizando su energía templaria para lanzar un poderoso rayo que impactó contra el monstruo. La criatura emitió un grito desgarrador, pero a pesar del daño, comenzó a regenerarse, adaptándose a la energía de Rigor.

—¡Es increíble! —pensó Rigor, sorprendido por la capacidad de adaptación del monstruo. Esto sería un desafío mayor de lo que había anticipado.

Mientras tanto, los sobrevivientes que no habían sido tocados por Erick comenzaban a recuperar el valor al ver la lucha. Algunos se unieron a Rigor, armándose con cualquier objeto contundente que encontraran en el entorno, dispuestos a defender su hogar. La situación estaba cambiando rápidamente.

Erick, al ver que su creación no estaba logrando el efecto deseado, comenzó a conjurar más hongos y a fusionar a más sobrevivientes en un intento desesperado por recuperar el control de la situación.

—¡No te engañes, Rigor! ¡Tus esfuerzos son inútiles! ¡La victoria será mía! —gritó Erick, mientras otro grupo de sobrevivientes se transformaba en monstruos aberrantes.

Rigor sabía que no podía dejar que la situación se deteriorara aún más. Con cada nuevo monstruo que surgía, la esperanza de la gente disminuía.

—¡No! ¡Puedo detener esto! —se dijo a sí mismo, concentrando toda su energía. En ese momento, su mente se enfocó en la esencia de su poder templario. Un resplandor dorado comenzó a rodearlo, una luz que representaba no solo su fuerza, sino también la esperanza de aquellos que luchaban a su lado.

Con una resolución renovada, Rigor lanzó un ataque poderoso, un rayo de energía pura que atravesó el aire, dirigido no solo a Erick, sino también a los hongos grotescos que alimentaban a sus monstruos. La explosión de energía iluminó el cielo y, por un instante, todos los presentes sintieron la intensidad de su poder.

El impacto fue devastador. La luz consumió a los monstruos, desintegrando a algunos y debilitando a otros. Erick, sorprendido y enfurecido, retrocedió, sintiendo que su control se deslizaba de entre sus dedos.

—¡No puedo permitir que esto termine así! —gritó Erick, mientras Rigor se preparaba para el siguiente movimiento, listo para poner fin a la locura y salvar a los sobrevivientes de la sombra de Erick y sus aberraciones.

Rigor, impulsado por su entrenamiento y habilidades templarias, canalizó su energía para realizar un salto temporal, desplazándose con una velocidad asombrosa hacia el cuello de Erick. Antes de que Erick pudiera reaccionar, Rigor apareció justo detrás de él, asestándole un golpe certero y brutal en la nuca, el cual resonó en el ambiente como un trueno.

Erick cayó hacia adelante, tambaleándose por el impacto y tratando de recuperar el equilibrio, pero Rigor no le dio tiempo. Con otro salto, se posicionó frente a él y, concentrando toda su fuerza, descargó un puñetazo directamente en el pecho de Erick. El golpe fue devastador, y Erick salió disparado hacia atrás, estrellándose contra el suelo y levantando una nube de polvo.

—¿Eso es todo lo que tienes? —dijo Rigor, su voz cargada de firmeza y desprecio—. No dejaré que sigas destruyendo vidas y contaminando este mundo.

Erick, jadeando por el dolor y sintiendo la fractura en su pecho, trató de levantarse. Sabía que subestimó a Rigor, y que ahora su plan corría un grave peligro. Sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse. A pesar de las heridas, intentó canalizar una última ráfaga de energía oscura, buscando cualquier oportunidad de contraatacar.

Pero Rigor, sin darle tregua, apareció nuevamente frente a él, anticipando su movimiento. —No esta vez, Erick. Tu reinado de terror termina aquí. —Y con una velocidad impecable, desató una serie de ataques que anulaban cualquier intento de Erick por responder.

Cada golpe de Rigor estaba lleno de la ira acumulada por todo el daño que Erick había causado. Finalmente, en un movimiento final, Rigor concentró toda su energía en un último puñetazo dirigido al centro de la energía oscura de Erick, destrozando cualquier esperanza que quedaba en él de resistir. Erick, incapaz de soportar la embestida, cayó derrotado, su cuerpo inerte mientras la oscuridad en sus ojos se desvanecía lentamente.

El silencio llenó el lugar, y los pocos sobrevivientes que quedaban observaban con alivio y gratitud. Rigor, con una mezcla de solemnidad y determinación, miró los restos de su enemigo, consciente de que este sería solo uno de los muchos desafíos que enfrentaría en su camino.

Rigor, sintiendo que la amenaza de la organización de Armando no había sido completamente erradicada, cerró los ojos por un momento y concentró su energía. Con un movimiento brutal, generó un portal brillante a su lado, el cual lo llevaría directamente al corazón de la base de los sicarios. Al atravesarlo, apareció en una sala oscura llena de sombras y murmullos, donde un grupo de sicarios estaba reunido.

Sin perder tiempo, Rigor se lanzó hacia adelante, su presencia imponente silenciando de inmediato las conversaciones. Los hombres armados, sorprendidos por su aparición, intentaron reaccionar, pero Rigor era más rápido y hábil. Con movimientos precisos y fluidos, desató una serie de ataques devastadores, desarmando a los sicarios y acabando con ellos uno a uno. Cada golpe resonaba en la sala, y la adrenalina corría por sus venas mientras dejaba caer a los criminales sin piedad.

—No voy a dejar que sigan haciendo daño —gruñó Rigor, su voz firme y decidida—. Ustedes son la escoria que plaga este universo.

A medida que avanzaba, Rigor sintió cómo el miedo y la desesperación se apoderaban de los hombres que intentaban escapar, pero su destino estaba sellado. No había forma de que se salieran con la suya. Al llegar al centro de la sala, donde un grupo de sicarios intentó formar una resistencia, Rigor se detuvo y con un movimiento de su mano, concentró energía en un haz de luz que envolvió a sus enemigos, incapacitando a los que quedaban en pie.

Finalmente, llegó a la oficina de Armando, la cual estaba custodiada por los hombres más leales del líder. Sin embargo, su poder y determinación eran imparables. Con un salto temporal, se posicionó detrás de ellos, sorprendiendo a los sicarios y eliminándolos antes de que pudieran siquiera girarse.

Armando, que había estado observando la escena desde su escritorio, se levantó con furia. —¡Rigor! ¡Sabía que vendrías! No puedes acabar con nosotros, somos más de lo que imaginas.

—No soy aquí para negociar —replicó Rigor, avanzando hacia él con una mirada llena de resolución—. Este es el final para ti y tu organización. Has hecho sufrir a demasiadas personas.

Armando, en un intento desesperado, activó un dispositivo en su muñeca que empezó a liberar una oleada de energía oscura. Los restos de su poder se manifestaron en forma de monstruosidades que surgieron de las sombras, tratando de abarcar a Rigor.

Sin embargo, Rigor no se amedrentó. Con un movimiento ágil, invocó su energía templaria, creando un escudo de luz a su alrededor que desvió el ataque. Luego, con un grito de determinación, lanzó una poderosa onda de energía que arrasó con los monstruos, disipándolos en el aire. Con un último salto temporal, apareció frente a Armando.

—Esto es por todos los que has lastimado.

Y con un movimiento rápido y certero, Rigor terminó con la vida de Armando, su venganza y justicia finalmente cumplidas. En ese instante, sintió una ola de alivio y resolución, sabiendo que, aunque el camino por delante aún estaría lleno de desafíos, había dado un paso significativo hacia la paz que tanto anhelaba.

El golpe de Rigor impactó a Armando con una fuerza descomunal, tan brutal que lo lanzó hacia atrás, rompiendo el muro de la oficina y haciendo que los escombros se desplomaran a su alrededor. Armando cayó pesadamente al suelo, su cuerpo golpeado y al borde del colapso. Aún así, Rigor no había terminado. Respirando profundamente y controlando su propia ira, extendió una mano hacia el líder derrotado y canalizó una energía restauradora, suficiente para mantenerlo vivo, aunque apenas consciente.

Armando, incapaz de comprender por qué su enemigo le daba una segunda oportunidad, lo miró con una mezcla de incredulidad y resentimiento.

—No te mereces morir tan fácilmente —dijo Rigor con un tono de frialdad—. Vas a pagar por tus crímenes, al igual que Erick. En esa prisión tendrás mucho tiempo para reflexionar sobre todo el daño que has hecho.

Con una determinación implacable, Rigor abrió otro portal, un vórtice que conducía a la misma prisión en la que había enviado a Erick. El portal resplandecía con una energía inquietante, y del otro lado se vislumbraba la dimensión sombría y aislada donde los peores criminales del universo eran confinados sin posibilidad de escape.

Sin más palabras, Rigor levantó a Armando y lo lanzó sin piedad hacia el portal, viendo cómo el líder caía en el vacío oscuro y desaparecía en la prisión dimensional. El portal se cerró, dejando tras de sí un silencio profundo.

Rigor observó los restos del enfrentamiento a su alrededor y sintió un profundo alivio al saber que la organización de Armando estaba disuelta y que el universo sería un lugar más seguro sin la amenaza de estos criminales. Sabía que el camino por la justicia era difícil y, en ocasiones, sombrío, pero estaba decidido a usar sus habilidades para proteger a los inocentes y acabar con quienes abusaban de su poder.

Después de casi 13,835 millones de años, en el año 2024, Rigor contempló con orgullo la culminación de uno de sus proyectos más importantes: la Academia Historia. Este monumental edificio, ubicado en un rincón estratégico del universo, no era solo una estructura física, sino un símbolo de esperanza y de cambio. La construcción había sido encargada por dos de las entidades más poderosas: Jehová, el ser supremo, y la diosa de las razas. Ambos compartían la visión de un universo protegido, donde la oscuridad y el mal fueran enfrentados por héroes con un potencial extraordinario.

Jehová y la diosa de las razas habían comprendido que, aunque algunos guerreros como Rigor luchaban por mantener el equilibrio, la batalla era demasiado grande para que unos pocos la libraran solos. Así, pidieron a Rigor construir un lugar que inspirara y formara a los futuros defensores del universo, héroes que tendrían no solo habilidades y técnicas, sino una inquebrantable voluntad de proteger la paz.

La Academia Historia fue diseñada para ser el epicentro del conocimiento y la formación en todo tipo de habilidades: desde el combate físico y las técnicas de manipulación temporal, hasta las ciencias místicas y el control de energías cósmicas. La academia era un refugio para aquellos de distintas razas y orígenes, un lugar donde podían desarrollar sus dones y aprender la responsabilidad de portar el título de héroe.

Rigor había puesto su alma en este proyecto, integrando toda la sabiduría adquirida en su vida y sus experiencias, incluidas las duras lecciones de su pasado. Con su propio dolor y redención como inspiración, creó programas de entrenamiento que, aunque duros, enseñaban a los jóvenes héroes a encontrar su propio camino sin caer en la venganza o en la ambición sin medida.

Con la academia finalizada, Rigor sintió una mezcla de paz y propósito renovado. Sabía que los días de paz siempre eran efímeros, pero con cada nuevo héroe que la Academia Historia formara, habría un defensor más listo para enfrentar las futuras amenazas. Aquel sueño de protección y justicia que Jehová y la diosa de las razas habían compartido con él estaba ahora vivo y, por primera vez en mucho tiempo, Rigor sintió que su misión no era solo un deber solitario, sino una fuerza que trascendería las generaciones.

Rigor, a pesar de su avanzada edad cósmica, aparentaba unos 40 años, con una apariencia imponente pero serena que reflejaba su vasta experiencia y conocimiento acumulado. Su trabajo en la Academia Historia avanzaba con éxito: había reunido a un equipo de profesores de gran sabiduría y habilidades, y los estudiantes empezaban a llegar, ansiosos por aprender y descubrir sus propios potenciales.

Un día, mientras organizaba nuevos materiales para las clases, escuchó un golpe en la gran puerta de la academia. Al abrir, vio a una de las profesoras, quien venía acompañada de un joven. Era Victor, un nuevo estudiante, pero desde el primer momento que Rigor posó sus ojos en él, algo en su esencia despertó una intuición poderosa y profunda.

Victor parecía tener una energía única, una intensidad que no se veía todos los días. Rigor recordó las antiguas profecías que hablaban de un héroe de gran potencial, alguien destinado a cambiar el curso del universo y enfrentarse a deidades y enemigos de inimaginable poder. Aunque la profecía no especificaba una raza o un nombre, Rigor sintió que ese joven podría ser el elegido.

A lo largo de los meses siguientes, Rigor observó atentamente a Victor, viendo cómo destacaba en cada entrenamiento, no solo por su habilidad física, sino por su determinación y valor innato. Rigor veía en él una chispa de grandeza que pocos poseían, y supo que su papel como mentor sería clave para guiar a Victor en el camino hacia su destino. Sin decirle nada aún, Rigor decidió entrenarlo personalmente, enseñándole técnicas avanzadas y principios de liderazgo y responsabilidad.

Para Rigor, Victor representaba una esperanza y también una responsabilidad inmensa. Sabía que prepararlo no sería fácil y que el camino de este joven no estaría exento de desafíos, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para ayudarlo a convertirse en el héroe que el universo necesitaría algún día.

Fin.