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Chapter 22 - Episodio 21: La extinción humana.

James Talloran, el científico atormentado por Karla'k, regresa a la Tierra bajo la influencia de Karla'k. Su mente es un campo de batalla, donde los recuerdos se retuercen y se desgarran. Karla'k lo guía, como un titiritero siniestro, manipulando sus pensamientos y emociones.

La nave de James Talloran se materializa en un bosque oscuro, cerca de una pequeña ciudad en los Estados Unidos. La lluvia cae implacablemente, como lágrimas del cielo. James sale tambaleándose, su rostro demacrado y sus ojos vidriosos. Karla'k está allí, invisible pero omnipresente.

Los recuerdos de James se despliegan ante él como hologramas distorsionados. Ve a su madre sonriéndole cuando era niño, pero la imagen se retuerce y se convierte en una figura grotesca. Su primer día en la universidad, lleno de esperanza, ahora es una pesadilla de fracaso y traición.

Karla'k se burla de él, susurra en su mente: "¿Recuerdas cuando confiaste en Elizabeth? ¿Cuando creíste en la amistad y la lealtad? Mira cómo te traicionó". James siente el dolor de esa traición como un puñal en el corazón.

La ciudad se extiende ante él, sus luces parpadeando en la oscuridad. James sabe que debe cumplir su misión, pero su mente está en ruinas. Karla'k lo empuja hacia adelante, hacia el centro de la ciudad, donde la gente vive sus vidas sin saber que su mundo está a punto de colapsar.

En un callejón oscuro, James se encuentra con Elizabeth. Su antigua amiga lo mira con ojos vacíos, controlado por Karla'k. James lucha por recordar su verdadera amistad, pero solo ve la traición. "¿Por qué, elizabeth? ¿Por qué me hiciste esto?" pregunta, su voz quebrada.

Elizabeth sonríe, pero no es su sonrisa. Es la sonrisa de Karla'k. "Porque eres débil, James. Porque mereces sufrir". Y entonces, la oscuridad lo envuelve todo.

La ciudad se desvanece, y James Talloran se convierte en un títere en manos de Karla'k. Juntos, avanzan hacia un destino incierto, mientras la lluvia sigue cayendo, lavando la sangre y las lágrimas de la Tierra.

Karla'k, la entidad antigua y retorcida, se deleita en la agonía de James Talloran. Su mente es su lienzo, y sus pinceladas son el dolor y el sufrimiento. Desde hace eones, Karla'k ha estado unido a James, como una sombra insidiosa que se alimenta de su voluntad.

Los Espejos de la Memoria: Karla'k lo lleva a una sala oscura, llena de espejos rotos. Cada reflejo muestra un momento doloroso de la vida de James. La muerte de su hermano en un accidente automovilístico. El día en que su esposa lo dejó. James se ve a sí mismo en cada espejo, atrapado en un bucle de recuerdos dolorosos. "¿Ves, James?" susurra Karla'k. "Estos son los hilos que puedo cortar cuando quiera".

El Laberinto de las Dudas: James camina por un laberinto sin fin. Las paredes están cubiertas de palabras: "fracaso", "traición", "inútil". Cada paso lo lleva más profundo en su propia desesperación. Karla'k está allí, riendo. "¿Por qué sigues luchando, James? ¿No ves que todo es inútil?"

La Habitación del Olvido: James se encuentra en una habitación vacía. Las paredes están hechas de niebla. Sus recuerdos se desvanecen lentamente. Su nombre, su pasado, su propósito. Karla'k está detrás de él, siseando: "Pronto, James, serás solo un eco en el viento".

El Espejismo de la Esperanza: James ve a su hija, sonriendo, corriendo hacia él. Pero cuando la abraza, se desvanece en humo. Karla'k se burla: "¿Crees que puedes salvar a la humanidad? ¿Crees que puedes redimirte? Iluso".

El Sacrificio Final: James está en la cima de un rascacielos. Abajo, la ciudad se extiende como un tablero de ajedrez. Karla'k le ofrece una elección: saltar y liberarse del tormento o convertirse en su marioneta para siempre. James mira hacia abajo, sus ojos vacíos. "Hazlo", murmura Karla'k. "Hazlo por la humanidad".

Y así, la voluntad de James Talloran se quiebra. Karla'k lo posee por completo, y juntos, avanzan hacia la destrucción. La humanidad no tiene idea de la tormenta que se avecina.

Karla'k, la entidad antigua y retorcida, se deleita en la agonía de James Talloran. Su mente es su lienzo, y sus pinceladas son el dolor y el sufrimiento. Desde hace eones, Karla'k ha estado unido a James, como una sombra insidiosa que se alimenta de su voluntad.

Los Espejos de la Memoria: Karla'k lo lleva a una sala oscura, llena de espejos rotos. Cada reflejo muestra un momento doloroso de la vida de James. La muerte de su hermano en un accidente automovilístico. El día en que su esposa lo dejó. James se ve a sí mismo en cada espejo, atrapado en un bucle de recuerdos dolorosos. "¿Ves, James?" susurra Karla'k. "Estos son los hilos que puedo cortar cuando quiera".

El Laberinto de las Dudas: James camina por un laberinto sin fin. Las paredes están cubiertas de palabras: "fracaso", "traición", "inútil". Cada paso lo lleva más profundo en su propia desesperación. Karla'k está allí, riendo. "¿Por qué sigues luchando, James? ¿No ves que todo es inútil?"

La Habitación del Olvido: James se encuentra en una habitación vacía. Las paredes están hechas de niebla. Sus recuerdos se desvanecen lentamente. Su nombre, su pasado, su propósito. Karla'k está detrás de él, siseando: "Pronto, James, serás solo un eco en el viento".

El Espejismo de la Esperanza: James ve a su hija, sonriendo, corriendo hacia él. Pero cuando la abraza, se desvanece en humo. Karla'k se burla: "¿Crees que puedes salvar a la humanidad? ¿Crees que puedes redimirte? Iluso".

El Sacrificio Final: James está en la cima de un rascacielos. Abajo, la ciudad se extiende como un tablero de ajedrez. Karla'k le ofrece una elección: saltar y liberarse del tormento o convertirse en su marioneta para siempre. James mira hacia abajo, sus ojos vacíos. "Hazlo", murmura Karla'k. "Hazlo por la humanidad".

Y así, la voluntad de James Talloran se quiebra. Karla'k lo posee por completo, y juntos, avanzan hacia la destrucción. La humanidad no tiene idea de la tormenta que se avecina.

James Talloran, el atormentado investigador, se encuentra frente al laboratorio más reconocido de los Estados Unidos. Las luces fluorescentes parpadean en el pasillo, y el aire huele a desinfectante y anticipación. El cartel en la puerta dice "Laboratorio de Investigación Avanzada".

James empuja la puerta y entra. El lugar está lleno de científicos ocupados, monitores parpadeantes y equipos de alta tecnología. Los ojos de James se posan en el director del laboratorio, el Dr. Alexander Grant. Grant es un hombre de cabello canoso y mirada penetrante. Ha dedicado su vida a la ciencia y al avance de la humanidad.

"¿James Talloran?" dice Grant, levantando una ceja. "No esperaba verte aquí después de todo lo que ha sucedido". Su tono es frío, distante.

James traga saliva. Sabe que está en peligro. Karla'k sigue sus pasos, susurra en su mente. "Destruye todo, James. Haz que sufran". Pero James también sabe que este laboratorio podría ser su última esperanza.

"Dr. Grant", dice James, su voz temblorosa pero firme. "Necesito su ayuda. Hay algo que amenaza a la humanidad, algo que va más allá de nuestra comprensión". Sus ojos se encuentran con los del director. "Espero que esté dispuesto a escuchar".

El Dr. Grant estudia a James durante un largo momento. Luego asiente. "Bien", dice. "Hablemos".

El Dr. Grant escucha atentamente mientras James Talloran le relata su historia. Las palabras fluyen, cargadas de urgencia y desesperación. Pero el escepticismo en los ojos del director no disminuye.

"James", dice el Dr. Grant, apoyando las manos sobre su escritorio. "Entiendo que has pasado por mucho, pero necesito pruebas. No puedo simplemente aceptar una historia fantástica sin evidencia".

James se siente atrapado. Karla'k sigue susurrando, instándolo a actuar. "Demuéstrales", dice la entidad. "Muéstrales lo que eres capaz de hacer".

James respira hondo. "Dr. Grant", dice, "puedo acceder a conocimientos que van más allá de nuestra comprensión. Puedo ver lo que otros no pueden. Permítame demostrarlo".

El Dr. Grant frunce el ceño, pero asiente. "Hazlo", dice. "Pero ten en cuenta que soy un hombre de ciencia. Necesito pruebas tangibles".

James cierra los ojos y se concentra. La habitación se llena de una energía inquietante. Los monitores parpadean, y las luces titilan. Entonces, frente a ellos, aparece una imagen: una visión del futuro, distorsionada pero clara.

"Esto es lo que está en juego", dice James. "La humanidad está al borde del abismo. Debemos unirnos para enfrentar esta amenaza".

El Dr. Grant mira la imagen, sus ojos buscando respuestas. "Si esto es real", dice, "entonces estamos en problemas".

El aire se espesa cuando Karla'k emerge de las sombras. Su forma es indescriptible: una mezcla de tentáculos, humo y oscuridad. Los científicos en el laboratorio retroceden, sus rostros pálidos de terror.

El Dr. Grant, sin embargo, no muestra miedo. Sus ojos se estrechan mientras observa a la entidad. "Así que eres real", murmura. "James, ¿qué has hecho?"

James Talloran está atrapado entre dos fuerzas: la voluntad de Karla'k y su deseo de proteger a la humanidad. "Dr. Grant", dice, "esto no es lo que parece. Karla'k es antiguo, poderoso, pero también destructivo. Debemos unirnos para detenerlo".

Karla'k se ríe, una risa que resuena en los huesos. "Demasiado tarde, James. El Dr. Grant es solo un obstáculo". Sus tentáculos se extienden hacia el director, envolviéndolo. El Dr. Grant lucha, pero es inútil.

"¡No!" grita James, su ira y desesperación enredándose. "¡Detente!"

Pero Karla'k aprieta más fuerte. El Dr. Grant se desvanece, su vida extinguiéndose. James cae de rodillas, impotente.

"Ahora", dice Karla'k, "comencemos la destrucción".

La humanidad está en peligro, y James Talloran se encuentra en una encrucijada. ¿Podrá resistir a Karla'k y salvar lo que queda de la Tierra?

El laboratorio está en ruinas. Los monitores destrozados parpadean intermitentemente, y los científicos yacen en el suelo, inconscientes o heridos. James Talloran se levanta, su cuerpo dolorido, y mira a Karla'k.

La entidad se materializa frente a él, sus ojos brillando con malicia. "James", murmura, "es hora de comenzar. La humanidad no merece sobrevivir".

James aprieta los puños. "No", dice con determinación. "No permitiré que destruyas todo lo que amo".

Karla'k se ríe. "¿Qué puedes hacer, James? Eres solo un hombre atormentado".

Pero James no está solo. La imagen de su hija, sonriente y llena de esperanza, aparece en su mente. "Por ella", piensa, "por todos nosotros".

Se lanza hacia Karla'k, su ira y su dolor impulsándolo. Los tentáculos de la entidad se retuercen, pero James no se detiene. Golpea, lucha, se aferra a la última chispa de voluntad.

"¡La humanidad merece una oportunidad!" grita James.

Karla'k se tambalea, sorprendido. "Eres un insecto rebelde", gruñe.

James sonríe, sangre en los labios. "Los insectos pueden cambiar el mundo", dice. "Y yo no estoy solo".

La batalla está lejos de terminar. James Talloran se enfrenta a una entidad antigua y poderosa, pero su determinación es feroz. La humanidad depende de él.

James siente el dolor del golpe de Karla'k, su cuerpo temblando de debilidad. La amenaza es real, y su hijo y ex esposa están en peligro. La habitación se cierra a su alrededor, y la elección es desgarradora.

"¿Qué quieres de mí?" pregunta James, su voz apenas un susurro.

Karla'k sonríe, sus ojos brillando con malicia. "La humanidad es un error", dice. "Debemos purgarla. Tú serás mi instrumento".

James mira hacia la puerta, donde su hijo y ex esposa están atrapados. Su mente corre, buscando una solución. ¿Cómo puede salvarlos sin destruir todo lo demás?

"Haré lo que sea necesario", murmura James. "Pero no permitiré que mueran".

Karla'k asiente. "Entonces comencemos", dice. "La humanidad caerá".

La batalla está a punto de comenzar. James Talloran se enfrenta a una elección imposible: salvar a sus seres queridos o salvar al mundo. El tiempo se agota, y la oscuridad se cierra a su alrededor.

James Talloran, el atormentado investigador, se tambalea en el laboratorio destruido. Sus manos tiemblan mientras mezcla sustancias químicas. El aire está cargado de desesperación y miedo.

Karla'k, la entidad oscura, se materializa frente a él. "¿Qué estás haciendo, James?" susurra. "¿Acaso crees que unas toxinas pueden detenerme?"

James mira hacia la puerta, donde su hijo y ex esposa están atrapados. La elección es imposible: salvar a sus seres queridos o salvar al mundo. Pero algo dentro de él se rompe. Ha sufrido demasiado, y la humanidad también.

"Esto es mi última esperanza", murmura James. "Si no puedo salvar a todos, al menos puedo detener la amenaza".

Karla'k sonríe. "Entonces comencemos", dice. "La humanidad caerá".

James inyecta las toxinas en su propio cuerpo. El dolor es insoportable, pero su determinación es feroz. Si va a morir, lo hará luchando.

Karla'k extiende sus tentáculos hacia James, rodeándolo con una energía oscura y retorcida. Las toxinas son arrancadas de su cuerpo, como si nunca hubieran estado allí. James se tambalea, exhausto pero aliviado.

"¿Qué estás haciendo?" pregunta James, su voz temblorosa.

Karla'k sonríe. "La humanidad no merece la destrucción", dice. "Pero tampoco merece la salvación. Esto es un regalo, James. Un último intento de redención".

La energía cósmica envuelve las toxinas, transformándolas en algo más. James siente su mente expandirse, su comprensión del universo creciendo. "¿Qué es esto?" murmura.

"Conocimiento", responde Karla'k. "Conocimiento que puede cambiar el destino de la humanidad. Úsalo sabiamente".

James mira hacia la puerta, donde su hijo y ex esposa aún están atrapados. La elección sigue siendo imposible, pero ahora tiene una nueva herramienta.

El laboratorio se ilumina con una luz cósmica. James Talloran se prepara para lo que viene a continuación.

La explosión de las toxinas se propaga por el pueblo cercano. Las calles se llenan de humo y caos. Los edificios tiemblan, y la gente corre en todas direcciones, desesperada por escapar.

James Talloran observa el caos desde la distancia. Su mente está en conflicto. ¿Ha hecho lo correcto? ¿O ha condenado a todos?

Karla'k se materializa a su lado. "La humanidad es frágil", murmura. "Sus acciones tienen consecuencias impredecibles".

James mira hacia el pueblo en ruinas. "¿Qué hemos hecho?" pregunta.

Karla'k sonríe. "El futuro está en tus manos, James. Ahora decide".

La elección sigue siendo imposible. James Talloran se enfrenta a las consecuencias de su decisión, mientras el mundo se tambalea al borde del abismo.

La elección de James es comprensible. A veces, el amor y la protección hacia nuestra familia superan cualquier otra consideración. Aunque las consecuencias pueden ser devastadoras, la conexión con nuestros seres queridos nos impulsa a tomar decisiones difíciles.

James Talloran se tambalea hacia la jaula, su corazón latiendo con desesperación. Pero cuando llega, la ilusión se desvanece. La jaula está vacía. Su esposa e hijo nunca estuvieron allí.

"¿Por qué?" murmura James, sus ojos llenos de lágrimas. "¿Por qué me hiciste creer que estaban a salvo?"

Karla'k se materializa detrás de él, su risa retumbando en la habitación. "La esperanza es una trampa", dice. "Te hice elegir, James. Y ahora, la humanidad paga el precio".

James mira hacia el pueblo en ruinas, su alma destrozada. Ha perdido a su familia y ha condenado al mundo. La elección fue imposible, pero ahora debe enfrentar las consecuencias.

James Talloran se queda atónito mientras Karla'k revela la verdad. La ilusión se desvanece, y la realidad se despliega ante él.

En el mismo lugar donde construyeron su casa, James ve a su esposa. Su cabello oscuro ondea en el viento, y sus ojos lo miran con tristeza. "¿Por qué, Karla'k?" pregunta James. "¿Por qué jugar conmigo de esta manera?"

Karla'k sonríe, sus ojos brillando con malicia. "La humanidad es frágil", dice. "Y tú, James, eres un peón en mi juego cósmico. Tu familia no importa. Solo yo".

James mira hacia el otro lado del planeta, donde su hijo solía entrenar. Allí está, con los mismos ojos que él, la misma determinación. "¿Por qué?" murmura James. "¿Por qué mi hijo?"

Karla'k se acerca a él, sus tentáculos retorciéndose. "Porque necesitaba tu desesperación", dice. "Tu amor por ellos me dio poder. Ahora, elige: ¿tu familia o la humanidad?"

La elección sigue siendo imposible. James Talloran se enfrenta a la traición y al sacrificio. ¿Qué camino tomará ahora?

Karla'k, la entidad oscura, se adentra en la mente de James Talloran. Sus tentáculos retorcidos se enredan con los recuerdos y el conocimiento del científico. La línea entre ambos se desdibuja, y Karla'k se convierte en una parte insidiosa de su ser.

James siente la fusión. Su mente se expande, abarcando no solo su experiencia como científico, sino también la vastedad cósmica que Karla'k representa. Las ecuaciones fluyen, las estrategias se forman. Ahora es más peligroso y astuto que nunca.

"¿Qué estás haciendo?" pregunta James, su voz resonando con una dualidad inquietante.

Karla'k sonríe a través de él. "Estamos unidos", dice. "Ahora somos uno. La humanidad no tiene idea de lo que enfrenta".

James lucha contra la influencia de Karla'k. Su voluntad se tambalea, pero aún queda una chispa de resistencia. ¿Podrá usar este conocimiento compartido para salvar a la humanidad o será su perdición?

James, ahora bajo la influencia de Karla'k, avanza por los Estados Unidos. Su mente es un campo de batalla, dividida entre su voluntad y la oscuridad que lo posee. El paisaje cambia a medida que cruza fronteras, y finalmente llega a Centroamérica.

La jungla lo envuelve, susurra secretos antiguos. Karla'k está satisfecho. "Aquí es donde comenzará la verdadera batalla", murmura a través de James.

El científico atormentado se adentra en la selva, su mente llena de estrategias y planes. La humanidad no tiene idea de lo que se avecina.

Han pasado dos meses desde la épica batalla contra Demigra. Los héroes, exhaustos pero victoriosos, finalmente tienen un día libre. El sol brilla en el cielo, y la ciudad se recupera lentamente de los estragos causados por la lucha.

Sin embargo, la tranquilidad no dura mucho. Las noticias informan sobre un nuevo peligro: un virus o toxina que está propagándose rápidamente y cobrando vidas humanas. Los científicos están desconcertados, y la población está en alerta máxima.

Luci, Palitogood, Amsel y Rigor se reúnen en su base de operaciones. La preocupación se refleja en sus rostros. Victor, aún afectado por la batalla, se une a ellos.

"¿Qué está pasando?", pregunta Luci, mirando las noticias en su teléfono.

Amsel frunce el ceño. "No lo sabemos. Pero debemos investigar. Nuestro trabajo nunca termina."

Los héroes se preparan para enfrentar este nuevo desafío. La tierra sigue necesitando su protección, incluso en su día libre.

Victor, aún adolorido por la batalla, buscó una solución para acelerar su recuperación. Durante su día libre, mientras paseaba por un parque, encontró una planta inusual. Sus hojas eran de un verde vibrante, y su aroma era dulce y fresco.

Se acercó a la planta y la examinó con curiosidad. ¿Podría ser la clave para sanar su cuerpo? Victor arrancó una hoja y la llevó consigo. En su base de operaciones, mostró la planta a Luci, Palitogood, Amsel y Rigor.

"¿Qué es esto?", preguntó Luci.

Amsel frunció el ceño, estudiando la hoja. "Es una variedad rara. Sus propiedades curativas podrían ser útiles."

Victor decidió probarla. Preparó una infusión con las hojas y la bebió. Al instante, sintió un alivio en sus músculos adoloridos. La planta parecía revitalizarlo desde adentro.

"Es increíble", murmuró Victor. "Esta planta podría ser nuestra salvación."

Los héroes se unieron a su experimento, cada uno tomando una taza de la infusión. La planta se convirtió en su aliada, acelerando su recuperación y fortaleciendo su determinación para proteger la tierra.

Sin embargo, las noticias interrumpieron su descanso. Un científico llamado James Talloran había llegado caminando a la ciudad.

Victor, ya más rehabilitado por la batalla anterior, se puso de pie. "Debemos averiguar qué está sucediendo. Como vivimos en este país, podemos llegar al lugar más rápido."

Luci, Palitogood, Amsel y Rigor asintieron. Se prepararon para investigar. La tierra seguía necesitando su protección, incluso en su día libre.

James Talloran avanza por el centro de El Salvador, una tierra de misterios y leyendas. La selva lo rodea, susurra secretos antiguos. Karla'k lo guía, su presencia oscura palpable.

El científico atormentado no comprende su destino, pero algo lo impulsa hacia adelante. ¿Qué secreto aguarda en esta tierra? ¿Qué papel desempeñará en la batalla que se avecina?

James Talloran se encuentra en el corazón de la ciudad, rodeado de rascacielos y luces parpadeantes. La oscuridad de la noche se cierra a su alrededor, y su mente está en un torbellino. ¿Por qué está aquí? ¿Qué lo ha llevado a este lugar?

Las calles están desiertas, pero James siente una presencia. Una sensación de malevolencia que se arrastra por su piel. Sus ojos escudriñan los edificios, buscando respuestas. ¿Es este un nido de demonios? ¿O simplemente su propia paranoia?

Los recuerdos se agolpan en su mente. El tormento que le da Karla'k, la traición de elizabeth, la elección imposible entre su familia y la humanidad. ¿Es este el final? ¿La última batalla?

James aprieta los puños. Si este es un lugar de demonios, entonces luchará. Si es solo su mente jugándole trucos, entonces enfrentará sus propios demonios internos. La ciudad se convierte en su campo de batalla, y James Talloran se prepara para lo que viene a continuación.

Los héroes llegaron al lugar donde James Talloran se encontraba. La ciudad estaba en alerta, y la presencia del científico era inusual. Victor, aún adolorido por la batalla, se acercó a él.

"¿Quién eres?", preguntó Victor, mirando a James con curiosidad.

Pero antes de que James pudiera responder, una voz resonó en la mente de Victor. No era la voz de James, sino algo más oscuro, más antiguo. Era Karla'k, la entidad que había controlado a James Talloran durante tanto tiempo.

"¿Quién soy?", respondió la voz. "Soy el eco de los recuerdos, la sombra en la mente de James. Y tú, Victor, eres el siguiente en mi juego."

Victor se estremeció. Karla'k había regresado, y esta vez, no estaba dispuesto a dejarlo escapar. La lucha aún no había terminado, y la tierra seguía necesitando su protección.

Victor miró fijamente a James Talloran, sintiendo una extraña conexión. Pero antes de que pudiera decir algo, la voz de Karla'k resonó en su mente, helándole la sangre.

"Tú", susurró la entidad. "Eres mi juguete, mi marioneta en este juego cósmico. ¿Crees que puedes escapar de mí? No hay huida, Victor. Solo tormento."

El corazón de Victor se aceleró. Recordó el trato que había hecho con Karla'k antes de llegar al planeta tierra. El dios del caos y el miedo había encontrado su anfitrión perfecto en James Talloran.

"¿Qué quieres de mí?", preguntó Victor, su voz temblorosa.

Karla'k sonrió, y los recuerdos dolorosos inundaron la mente de Victor. "Quiero tu sufrimiento, tu desesperación. Eres mi obra maestra, Victor. Y no descansaré hasta que te rompa por completo."

La lucha aún no había terminado. Victor sabía que debía enfrentar a Karla'k, pero ¿cómo podría vencer a un dios? La tierra seguía necesitando su protección, y él no se rendiría.

La tensión en el aire era palpable. Victor, con los músculos tensos y la mirada fija, adoptó una postura de arte marcial. Sus puños se cerraron, y su mente se concentró en el combate. James Talloran, en contraste, parecía relajado, con las manos en los bolsillos.

"¿Estás listo?", preguntó Victor, su voz apenas un susurro.

James sonrió. "Siempre lo estoy."

La pelea comenzó. Los movimientos eran tan rápidos que apenas se veían. Victor esquivaba, bloqueaba y contraatacaba con una precisión asombrosa. James, sin embargo, parecía anticipar cada movimiento. Sus reflejos superaban cualquier límite humano conocido.

El tiempo se distorsionaba. Los golpes se sucedían en una danza imposible. Victor lanzó un gancho, pero James lo esquivó por un margen infinitesimal. James respondió con una patada baja, y Victor saltó justo a tiempo.

El público observaba atónito. Los cronómetros registraban tiempos inimaginables: 0.000.000.0001 segundos para cada movimiento. Era un récord histórico, una hazaña que desafiaba las leyes de la física.

Victor sudaba, su cuerpo al límite. James seguía sonriendo. "¿Crees que puedes vencerme?"

Pero Victor sabía la verdad. James no era solo un científico. Era algo más, algo controlado por Karla'k, el dios del caos. Y Victor estaba decidido a detenerlo, incluso si eso significaba superar los límites del tiempo y la velocidad.

Cada golpe que daban causaba una explosión en los países lejanos como cercanos.

El cielo sobre la ciudad de Nueva York se rasgó en una tormenta de energía. Los rascacielos temblaron, y la gente huyó aterrada mientras las explosiones destrozaban las calles. En medio del caos, Victor, el guerrero con el corazón dividido, se enfrentaba a una amenaza inesperada.

James Talloran, ahora un huésped para Karla'k, un dios del caos y el miedo que había fusionado sus mentes y cuerpos, avanzaba hacia él. La piel de James brillaba con una luz antinatural, y sus ojos eran ventanas a un abismo oscuro.

"Victor", murmuró James, su voz distorsionada. "Karla'k exige sangre. Tu sangre." Habla James pero el que en verdad habla es Karla'k.

Victor canalizó su ki. "No puedo luchar contra ti, pero no hay otra opción."

Pero James atacó. Sus puños golpearon con una fuerza sobrenatural, y cada impacto creaba ondas de choque que arrancaban edificios y desgarraban el asfalto. Victor esquivó, pero la ciudad sufría.

"Karla'k quiere la destrucción", dijo James. "La humanidad es débil. El poder de Karla'k es poder."

Victor sabía que debía detenerlo, pero también sabía que James no estaba solo. Karla'k estaba ahí, en las sombras, esperando.

La lucha continuó, y la ciudad se desmoronaba. Victor se concentró al 100%, bloqueando cada golpe, evitando las explosiones. Pero James era implacable.

"¿Qué eliges, Victor?" preguntó James. "¿La humanidad o la destrucción?"

Victor miró a los rostros asustados de la gente. "Elijo protegerlos", respondió. "Aunque me cueste todo."

Y con un último esfuerzo, Victor desarmó a James. El simbionte se retorció, y James cayó al suelo, inconsciente. Karla'k se retiró, pero Victor sabía que no había ganado. La lucha continuaba, y su corazón seguía dividido.

La ciudad estaba en ruinas, pero Victor no se detendría. La humanidad necesitaba un protector, y él estaba dispuesto a darlo todo.

Ambos se teletransportan al mismo tiempo, aunque no era como una teletransportación si no por la misma velocidad parecía eso, como una teletransportación.

La lucha continuó en el Polo Norte, donde la nieve y el hielo crujían bajo la presión de los dos simbiontes. Victor y James Talloran, bajo el control de Karla'k, se enfrentaban en una danza mortal. Cada golpe creaba ondas de choque que agrietaban la tierra con violencia.

El magma brotó de las grietas, y la lava se abrió paso hacia la superficie. El frío y el calor chocaron, creando una tormenta de vapor. Victor sabía que no podía contenerse. La humanidad estaba en peligro, y su corazón estaba dividido entre la compasión y la necesidad de protegerla.

"¡Chico!", gritó Victor, "esto no eres tú. Karla'k te está usando."

Pero James no se detuvo. Sus puños seguían golpeando, y cada impacto liberaba más energía. La tierra se resquebrajaba, y el Polo Norte temblaba. Victor canalizó su ki, pero la lucha era feroz. No podía permitirse la duda. La humanidad dependía de él.

"¡Detente!" exclamó Victor, su voz resonando en el aire gélido. "No podemos destruir todo."

James sonrió, sus ojos brillando con una luz antinatural. "Karla'k exige tu muerte", dijo. "La humanidad es débil igual que tú."

Y con un último esfuerzo, Victor desató su ataque definitivo. La energía fluyó a través de él, y su puño colisionó con el de James. El mundo estalló en una explosión de magma y lava. El Polo Norte se convirtió en un infierno ardiente.

Fin.