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Chapter 26 - episodio 25: el ascenso del mal.

La batalla se intensificó. Luci, Palitogood, Amsel y Trapecio luchaban valientemente contra Adriene y Lucifer. Cada golpe resonaba como un trueno, y los héroes se esforzaban por mantenerse en pie.

Amsel y Trapecio compartieron una mirada decidida. Juntos, canalizaron su energía y crearon una explosión masiva. La onda de choque se extendió, pero Adriene y Lucifer resistieron. El combate estaba lejos de terminar.

La batalla alcanzó su punto álgido. Amsel y Trapecio se abalanzaron sobre Adriene, impidiendo que invocara otro ángel caído. Cada golpe resonaba en el aire, y la energía chispeaba a su alrededor.

Mientras tanto, Palitogood y Luci se centraron en Lucifer. Golpearon sus puntos vitales con precisión, buscando debilitarlo. La lucha era intensa, y el destino de la humanidad pendía de un hilo.

El poder oscuro se intensificó mientras Lucifer y Adriene se entrelazaban. Sus energías se fusionaron, atrayendo a todos los ángeles caídos hacia ellos. Desde las sombras emergió Yekun, el ángel más poderoso, con alas de fuego y ojos que brillaban como estrellas.

La Tierra tembló bajo su presencia. Los héroes luchaban por mantenerse en pie, enfrentando una amenaza que desafiaba toda lógica y razón.

La sonrisa de Adriene se ensanchó mientras señalaba a los héroes. Detrás de la nuca de Yekun, una rueda giratoria similar a una cruz invertida apareció. Cada vez que Yekun enfrentaba una amenaza, la cruz se movía, adaptándose y fortaleciéndolo contra cualquier tipo de ataque.

La batalla alcanzaba un nivel cósmico, y los héroes se enfrentaban a una oscuridad que desafiaba toda lógica y sentido común.

El aire vibraba con una energía inusual mientras Yekun, el ángel invocado por Adriene, se materializaba. Su presencia era imponente, y cada detalle de su forma parecía cuidadosamente diseñado. Los héroes, Luci, Amsel, Palitogood y Trapecio, quedaron atónitos ante la magnificencia de este ser.

Yekun no era como ningún otro ángel caído que hubieran enfrentado. Su aura irradiaba poder y misterio. Adriene, con una sonrisa de triunfo, observaba a su creación con orgullo. ¿Qué secretos ocultaba Yekun? ¿Qué propósito tenía en esta batalla cósmica?

Los héroes intercambiaron miradas, sintiendo la gravedad de la situación. Si querían prevalecer, debían unir sus fuerzas y descubrir cómo enfrentar a este ser excepcional.

El destino de la humanidad pendía de un hilo mientras Yekun se alzaba ante ellos.

Yekun se movía con una gracia sobrenatural, girando hasta lanzar a Luci hacia Palitogood. El impacto los dejó aturdidos, pero antes de que pudieran reponerse, Yekun desató su Divine Flash, un golpe devastador que dañó sus cuerpos. Luego, dirigió un ataque al corazón y los riñones, dejándolos al borde de la muerte.

La batalla estaba en su punto crítico. Ellos caen de lo más alto del segundo cielo y impactan en una casa que estaba a la par del mar, destruyendo el techo en la caída dejando un crater en el suelo por la caída de sus cuerpos que estaban agonizando de dolor mientras observan arriba.

La luz se filtró a través de las rendijas de la casa, bañando a Luci y Palitogood en un resplandor tenue. Sus cuerpos heridos yacen en el suelo, la energía vital escapándose lentamente. Palitogood apretó la mano de Luci con debilidad.

"¿Qué es esa luz?" murmuró Luci, sus ojos entrecerrados.

Palitogood sonrió con tristeza. "Es el camino hacia el más allá, Luci. Nuestro tiempo aquí está llegando a su fin".

Luci asintió, aceptando su destino. "Al menos luchamos juntos hasta el final."

La luz los envolvió, y sus formas se desvanecieron. En ese último instante, recordaron las batallas, las risas y la amistad que compartieron. Juntos, encontraron la paz en la eternidad.

El aire se volvió pesado mientras Amsel y Trapecio sentían la ausencia del poder de Luci y Palitogood. Sus corazones se hundieron al comprender que sus amigos habían caído en la batalla. La tristeza y la rabia se mezclaron en sus miradas.

Adriene y Yekun permanecían imperturbables. El primero sonreía con malicia, mientras que el segundo irradiaba una majestuosidad inquietante. Los héroes se enfrentaban a una oscuridad sin igual.

"¿Cómo podemos vencerlos?" murmuró Amsel, su voz quebrada.

Trapecio apretó los puños. "No lo sé, pero no nos rendiremos. Por Luci, por Palitogood, lucharemos hasta el final".

La batalla estaba lejos de terminar. Amsel y Trapecio se prepararon para enfrentar a los enemigos que parecían invencibles. ¿Podrían encontrar una estrategia para vencer a Adriene y Yekun? Solo el tiempo y su valentía lo dirían.

La batalla alcanzó un nivel crítico. Adriene y Yekun, en un ataque coordinado, golpearon a Amsel y Trapecio, enviándolos de regreso al planeta Tierra. Los héroes, heridos pero decididos, se levantaron apenas hacen eso un ataque cae directo a ellos, fueron Adriene y Yekun quienes tiraron el ataque: pequeños cristales que cortarían la piel y penetrarían los órganos, excepto el cerebro. Adriene, a pesar de su malicia, sabía que esta era una buena manera de neutralizarlos.

Mientras tanto, Victor seguía enfrentándose a James Talloran. Pero algo había cambiado: los poderes de su amada Luci ya no se sentían igual, y los de sus amigos, como Trapecio, Palitogood y Amsel, también parecían debilitados.

El destino de la humanidad pendía de un hilo mientras la batalla cósmica continuaba.

Los cuerpos de Trapecio y Amsel yacían en el suelo, sus energías agotadas. Amsel tosió débilmente, mirando a su amigo con tristeza.

"Trapecio, hemos luchado juntos durante tanto tiempo", dijo Amsel con voz entrecortada. "¿Crees que hicimos una diferencia?"

Trapecio sonrió, aunque su rostro estaba pálido. "Sí, Amsel. Protegimos a la humanidad, incluso si no fue suficiente. Nuestro sacrificio no será en vano".

Ambos héroes sonríen, compartiendo un último momento de camaradería. La luz se desvanecía de sus ojos, pero su valentía perduraría en la memoria de aquellos que quedaban.

La escena se torna aún más intensa. James Talloran, con un ataque sorpresa, corta la frente de Victor y destroza su traje. Pero entonces, algo inesperado sucede: James se quita la mandíbula, y Karla'k emerge de su cuerpo. Una masa negra, similar a una simbiosis, lo cubre.

Victor se levanta, su determinación intacta. Camina hacia su enemigo, sus ojos pasando de color rojo a café. Pero en un abrir y cerrar de ojos, sus ojos se vuelven rojos. Una voz en su subconsciente murmura: "Mocoso, ¿quieres acabar con este sujeto? Lo mataré por ti. Veré cómo sufres por tus amigos muertos".

En el oscuro rincón de su subconsciente, Victor se encontró con un ser parecido a él. Estaba parado sobre una pila de cuerpos, todos de la misma raza que Victor. Su mirada era fría y despiadada.

"Hagamos un trato", dijo el ser. "Te ayudaré a matar a este sujeto, pero a cambio, controlaré tu cuerpo por un rato. ¿Te parece bien?"

Victor luchó con sus pensamientos. La voz en su interior susurraba: "Mocoso, ¿quieres vengarte? Permíteme tomar el control. Yo lo destruiré por ti".

La ira ardía en el corazón de Victor. Karla'k había causado demasiado dolor. Pero ¿a qué costo? ¿Podría confiar en este ser oscuro? ¿Qué consecuencias tendría?

Finalmente, Victor asintió. "Hazlo. Pero no te atrevas a traicionarme".

El ser sonrió, y la oscuridad lo envolvió. Victor sintió cómo su voluntad se desvanecía. La lucha contra Karla'k se intensificaría, y el precio sería alto.

El ser, ahora autodenominado Evil Victor, se enfrenta a Karla'k con una determinación fría. "Soy la maldición que tú mismo infundiste en este cuerpo", declara. "Un nombre apropiado para mí sería Evil Victor. ¿No crees? Este chico es más resistente de lo que imaginabas. Pero ahora, te mataré. Después de todos estos años como tu subordinado, Karla'k, ha llegado el momento".

La lucha interna entre Victor y su lado oscuro se intensifica. El destino de James Talloran pende en la balanza, mientras los dos seres poderosos se enfrentan en una batalla que trasciende los límites de la realidad.

Evil Victor concentra su energía cósmica y golpea con una fuerza descomunal. El impacto envía a James Talloran directo al suelo, creando un cráter profundo. La tierra tiembla y se resquebraja mientras James cae, atravesando capas de la corteza terrestre.

La ciudad observa en silencio, asombrada y aterrada. El enfrentamiento entre estos dos seres poderosos amenaza con desgarrar la realidad misma.

En el tercer cielo, Jehová observa con atención cómo Adriene asciende hacia su presencia. El aire vibra con energía divina mientras ella se acerca. A su lado, Miguel, el arcángel, permanece en posición de guardia, sus alas extendidas y su mirada fija en la intrusa.

Jehová sabe que esto es peligroso. Adriene, con su sonrisa siniestra y su poder desbordante, no es una adversaria común. Ha desafiado a los dioses y ha dejado un rastro de destrucción en su camino. Pero ahora, aquí está, escalando los cielos como si fuera su derecho divino.

El tercer cielo es un lugar sagrado, reservado para los elegidos. Jehová se pregunta qué motivó a Adriene a llegar hasta aquí. ¿Venganza? ¿Ambición? ¿O simplemente el deseo de enfrentarse al Todopoderoso?

Miguel, con su espada de fuego en mano, se prepara para actuar. Pero Jehová levanta una mano, deteniéndolo. "Espera", murmura. "Observemos antes de actuar".

Adriene se arrodilla ante Jehová, su mirada desafiante. "¿Por qué me has llamado aquí?", pregunta. "¿Qué deseas de mí?"

Jehová sonríe. "Eres valiente, Adriene. Pero también eres imprudente. Este es mi dominio, y tú no eres bienvenida".

Adriene se pone de pie, su energía chispeando. "No me detendrás. He venido por lo que me pertenece".

Miguel tensa su espada. Pero Jehová niega con la cabeza. "No, Miguel. No la atacaremos. Hay más en juego aquí".

La conversación continúa, y Jehová escucha las palabras de Adriene. Su historia, sus motivaciones, su sed de poder. Pero también percibe su dolor, su soledad. ¿Qué la ha llevado a este punto?

Finalmente, Jehová toma una decisión. "Adriene, no eres mi enemiga. Pero no puedes permanecer aquí. El tercer cielo es un lugar de equilibrio y armonía. Tu presencia lo perturba".

Adriene, con su poder desbordante, invoca a Yekun, una entidad oscura y ancestral. La energía cósmica vibra en el aire mientras Yekun se materializa.

Miguel, el arcángel, se prepara para la batalla. Pero Jehová, observando la escena, sabe que esto es peligroso. Adriene, con su sonrisa siniestra, ha desafiado a los dioses y dejado un rastro de destrucción en su camino.

Yekun se lanza hacia Miguel, su presencia amenazante. Pero Jehová, con voz firme, dice: "Detente, Yekun. No puedes prevalecer aquí". La energía cósmica choca, y el tercer cielo tiembla.

Adriene se vuelve hacia Jehová, sus ojos ardientes. "Es hora de que los dioses caigan", murmura. Su energía se concentra, y la oscuridad la envuelve.

Jehová, el Todopoderoso, se prepara para la lucha. El destino de los cielos está en juego.

La lucha entre el arcángel Miguel y Yekun alcanza un nivel épico. Cada golpe retumba en la propia existencia que Dios creó. El cielo tiembla, y los mundos observan con asombro y temor.

Miguel, con su espada de fuego, se enfrenta al antiguo seguidor de Lucifer. Cada movimiento es una danza de poder y voluntad. Yekun, con su oscuridad ancestral, no se rinde. Pero entonces, Miguel canaliza su energía divina.

Con un golpe del mango de su arma, Miguel envía a Yekun a la Tierra. La masa negra se desvanece, y Yekun cae en un cráter profundo. La tierra tiembla bajo su impacto. La batalla ha trascendido los cielos y llegado a nuestro mundo.

El combate entre Jehová y Adriene en el cielo es titánico. La energía cósmica choca, y sus puños destruyen el tercer cielo con un solo golpe. Jehová, con furia, golpea a Adriene, enviándolo de regreso al planeta Tierra, al mismo cráter donde se encuentra Yekun.

Mientras los dos ángeles caídos quedan acorralados, un golpe retumba en todo el planeta. Una corriente de aire viaja a la velocidad del sonido, dando la vuelta casi ocho veces. Incluso Karla'k cae junto a Adriene.

Pero entonces, Evil Victor aparece. Ha dejado de controlar el cuerpo de Victor y toma el control total. Sus ojos vuelven al color café, y mira a Jehová y Miguel, preguntando: "¿Quiénes son ustedes?"

Mahin Max y Marco, exhaustos pero decididos, llegaron al refugio de Rigor. Las explosiones resonaban en el aire, y el olor a azufre se aferraba a sus ropas. El refugio era un bastión de seguridad en medio del caos demoníaco.

Rigor, el director, los recibió con una mirada grave. "Bienvenidos", dijo. "La batalla se intensifica. Los demonios están desesperados por detenernos".

Mahin asintió. "Hemos luchado duro, pero no podemos bajar la guardia".

Marco, con su rostro cubierto de polvo y sudor, añadió: "Los demonios son implacables. Pero estamos aquí para proteger a los inocentes".

Rigor los condujo a una sala segura. "Descansen", dijo. "Necesitarán toda su energía para lo que viene".

Mahin miró a su alrededor. El refugio estaba lleno de personas heridas, niños asustados y sobrevivientes de la batalla. Se preguntó cuántos amigos habían perdido en el camino.

"¿Qué sigue?", preguntó Marco.

Rigor suspiró. "La lucha no ha terminado. Los demonios atacarán de nuevo. Pero aquí, al menos, estamos a salvo".

Mahin se sentó, sintiendo la energía cósmica arder en su interior. "Protegeremos este lugar", dijo. "Por Maira, por todos los que ya no están".

El refugio se convirtió en su último bastión de esperanza. Mahin Max, el hombre con energía cósmica, estaba listo para enfrentar lo que viniera. Y en su corazón, la promesa de venganza y redención ardía más fuerte que nunca.

Hace 18 años atrás...

Zahid, un joven estudiante de una escuela común en Lima, Perú, vivía una vida sencilla. Sus días transcurrían entre clases, deberes y sueños de un futuro mejor. A pesar de sus escasos recursos, siempre había sentido una llamada interior, una inquietud que lo impulsaba a hacer más.

Un día, mientras caminaba hacia su casa después de clases, algo extraordinario ocurrió. Una luz brillante lo envolvió, y antes de que pudiera comprender lo que sucedía, se encontró en un lugar completamente diferente. Ante él se alzaba La Academia Historia, una institución misteriosa y llena de promesas.

Zahid no podía creerlo. ¿Por qué lo habían convocado? ¿Qué tenía él de especial? Pero no había tiempo para preguntas. La academia estaba llena de estudiantes con habilidades sobrenaturales: telequinesis, control del fuego, teletransportación. Y él, un simple humano, se sentía fuera de lugar.

Sin embargo, la Profesora Valeria, lo recibió con una sonrisa. "Zahid, eres más especial de lo que crees", le dijo. "Tus valores, tu determinación y tu corazón puro te hacen digno de ser un héroe".

Zahid se unió a una clase de héroes en entrenamiento. Aprendió a canalizar su energía interna, a luchar contra las fuerzas oscuras y a proteger a los inocentes. A pesar de las dificultades, nunca se rindió. Su nacionalidad peruana se convirtió en su bandera, y su humildad en su mayor fortaleza.

En una misión para detener a un villano que amenazaba la paz en Lima, Zahid demostró su valentía. Sin superpoderes, confió en su ingenio y su coraje. Salvó vidas, y su nombre comenzó a resonar en los titulares.

Aunque la fama y la gloria no eran su objetivo, Zahid se dio cuenta de que ser un héroe no se trataba solo de habilidades sobrenaturales. Era sobre el deseo de hacer el bien, sin importar las circunstancias. Y así, el estudiante de escasos recursos se convirtió en un símbolo de esperanza para su país.

En los rincones de Lima, la gente murmuraba su nombre: El Héroe Humano. Y Zahid, con su mochila desgastada y su corazón lleno de determinación, sabía que había encontrado su propósito en La Academia Historia.

Akaba, un joven de dos nacionalidades, japonesa y mexicana, llevaba en su sangre la fusión de dos culturas. Su vida comenzó en las calles de Tokio, donde los cerezos florecían y los rascacielos se alzaban hacia el cielo. Pero su destino lo llevó a cruzar el océano hasta México, donde los colores vibrantes y la pasión de la gente lo envolvieron.

Akaba creció en la Ciudad de México, entre el bullicio de los mercados y el aroma de los tacos al pastor. Sus padres, una pareja de artistas, le enseñaron a apreciar la belleza en todas sus formas: desde los trazos delicados de un pincel hasta el sabor explosivo de un chile habanero.

A pesar de las diferencias culturales, Akaba encontró un hogar en México. Hablaba japonés con su madre y español con su padre. Sus amigos lo llamaban "Akito" o "Kaba", y él sonreía, sintiéndose parte de dos mundos.

Pero Akaba no era un joven común. Desde pequeño, había sentido una energía interior, una conexión con algo más grande. En sus sueños, veía dragones danzando entre los cerezos y calacas bailando en el Día de los Muertos. ¿Qué significaba todo eso?

Un día, mientras exploraba las pirámides de Teotihuacán, Akaba encontró una puerta antigua. La abrió, y una luz lo envolvió. Cuando recuperó la conciencia, se encontraba en La Academia Historia, una institución misteriosa que entrenaba a héroes de todo el mundo.

Allí, Akaba descubrió su verdadera naturaleza. Su energía cósmica, una fusión de las leyendas japonesas y los mitos mexicanos, lo convertía en un ser único. Aprendió a canalizar su poder, a luchar contra las fuerzas oscuras y a proteger a los inocentes.

Akaba se convirtió en un héroe. Su traje combinaba el rojo intenso de los torii japoneses con el verde vibrante de los nopales mexicanos. Luchaba contra demonios en las calles de Tokio y detenía narcotraficantes en las selvas de Chiapas.

En su corazón, Akaba sabía que su dualidad era su mayor fortaleza. Japonés y mexicano, samurái y luchador, su energía cósmica trascendía las fronteras. Y así, Akaba, el héroe de dos mundos, juró proteger a la humanidad, sin importar las diferencias ni las distancias.

En la actualidad:

Akaba y Zahid se encontraron en una ciudad sudamericana, donde los demonios se multiplicaban como sombras en la noche. La energía cósmica de Akaba y la determinación de Zahid se fusionaron en una lucha desesperada.

Los demonios eran implacables. Zahid, con su valentía humana, enfrentaba a las criaturas con sus puños y su ingenio. Akaba, con su mezcla de culturas y poderes, canalizaba su energía para proteger a los inocentes.

La batalla fue feroz. Explosiones, gritos y destellos de luz llenaron el aire. Akaba invocó sus habilidades ancestrales, mientras Zahid luchaba como un guerrero sin igual. Juntos, se apoyaron mutuamente, sin rendirse ante la adversidad.

Al final, ganaron. Los demonios retrocedieron, pero los héroes quedaron mal heridos y exhaustos. Akaba se apoyó en Zahid, y ambos sonrieron, sabiendo que habían dado todo de sí. La ciudad estaba a salvo, pero su sacrificio había sido enorme.

En la oscuridad de la noche, Akaba y Zahid se prometieron seguir luchando. La mezcla de sus culturas y sus corazones valientes los convertía en una fuerza imparable. Y así, en la ciudad sudamericana, dos héroes se alzaron, listos para enfrentar cualquier desafío que el mundo les presentara.

Akaba y Zahid recorrieron los escombros, buscando signos de vida entre los restos del combate. El aire estaba cargado de tristeza y desesperación. Finalmente, encontraron los cuerpos de Luci, Palitogood, Amsel y Trapecio.

Los héroes yacían en el suelo, sus energías agotadas. Akaba se arrodilló junto a Luci, su mano temblando al tocar su rostro. "Luci...", susurró con voz quebrada. "Luchaste con valentía."

Zahid miró a Palitogood, su expresión sombría. "Nunca olvidaremos tu sacrificio", dijo. "Descansa en paz."

Amsel y Trapecio también recibieron sus despedidas. Los sobrevivientes se abrazaron, compartiendo el dolor y la gratitud por sus amigos caídos. La batalla había cobrado un alto precio, pero su legado perduraría en sus corazones.

Zahid activó su traje y creó un portal. Con cuidado, recogieron los cuerpos de Luci, Palitogood, Amsel y Trapecio. Al salir por el otro lado, se encontraron dentro del refugio de Rigor.

El veterano héroe, al ver a sus estudiantes sin vida, solo pudo mirar con tristeza. Los sobrevivientes, incluyendo Marco, Mahin Max, se reunieron en silencio, compartiendo el dolor y la pérdida.

Fin.