Victor avanzó con determinación hacia Karla'k, Adriene y Yekun. Jehová y Miguel permanecían en segundo plano, observando con inquietud. En cada uno de los presentes, se percibía un reconocible sentimiento: miedo. Pero no entendían por qué Victor, un simple mortal, les inspiraba tal temor. Era algo irreal, incomprensible incluso para los seres oscuros que enfrentaban.
Victor tronó sus puños, preparándose para lo que vendría. Karla'k se levantó junto con Yekun y Adriene, y la batalla se desató. Los ataques se lanzaron, y Victor, una vez más, cedió al control de su maldición interna: Evil Victor. Desvió los ataques en todas direcciones, causando explosiones que resonaron por todo el mundo.
Cuando cesó el caos, Victor estaba cerca de sus enemigos. Al levantar la mirada, sus ojos volvieron al tono café, recuperando el control. Golpeó a Karla'k con una fuerza descomunal, recordando el trato oscuro que le habían impuesto años atrás. La cabeza de Karla'k chocó contra el suelo.
Pero Victor no se detuvo. Sacó más poder de donde no debería existir y avanzó hacia Adriene y Yekun. Los seres divinos retrocedieron, desconcertados. Nunca habían visto a un mortal manifestar tal ferocidad.
El destino de la humanidad y el equilibrio cósmico pendían de un hilo mientras Victor enfrentaba a los seres que amenazaban todo lo que amaba.
El Solar Strike de Victor impactó a Adriene en lugar de Karla'k, ya que lo aturdió con ese golpe a la cabeza. La energía solar se concentró en su puño, y la luz pareció converger en un solo punto. Cuando golpeó a Adriene, la oscuridad que la rodeaba se dispersó momentáneamente. El demonio cayó al suelo, aturdido.
Victor sabía que esta era su oportunidad. Se acercó a Adriene, su mirada llena de determinación. "Esto es por todo lo que has hecho", murmuró, antes de golpear la cabeza de Adriene con fuerza.
El mundo tembló bajo la magnitud de su ataque. Pero Victor no se detuvo. Ahora, con los ojos rojos y la ira ardiendo en su interior, se volvió hacia Yekun. El miedo en los ojos del ángel era palpable.
La escena se volvió aún más intensa. Victor agarró a Adriene del cabello y lo alzó, su cuerpo aturdido y debilitado. Dirigió su mirada hacia Jehová y Miguel, dos figuras que no conocía pero que parecían tener un papel importante en todo esto. Victor les exigió que abrieran un lugar exclusivo, una prisión. Para su sorpresa, ellos ya tenían una, donde habían encerrado a los hermanos de Adriene.
Jehová abrió un portal, preparando el escenario para lo que vendría. Victor tensó sus músculos y se concentró en el aturdido cuerpo de Adriene. Sin titubear, liberó otro Solar Strike con una fuerza descomunal. El impacto hizo que Adriene vomitara y sangrara, abriendo un agujero en su pecho. Luego, Victor lo arrojó al portal junto con sus hermanos.
Pero la ira de Victor no se había saciado. Se teletransportó gracias a la ayuda de Jehová, ya que al aplaudir lo mando al frente de Yekun, cuyos ojos reflejaban sorpresa y enojo. Victor asestó un golpe mortal en la sien del ángel y luego otro en el plexo solar. Yekun luchaba por respirar, aturdido.
El mundo temblaba bajo la magnitud de su venganza.
La atmósfera se cargó con tensión mientras Victor y Yekun se enfrentaban. El ángel, aún aturdido, profería palabras grotescas, desafiando a Victor. Pero este último no cedió ante la provocación. Sus músculos se tensaron, y con un grito de ira, golpeó a Yekun.
El Solar Strike se manifestó con una fuerza inusitada. La energía solar pareció arrancar partes del cuerpo de Yekun, incluso cuando este se adaptaba. Victor estaba más allá de la razón, consumido por la ira y la sed de venganza.
"¡Esto es por todo lo que has causado!" rugió Victor, su voz distorsionada por la furia. Golpe tras golpe, su determinación no flaqueó. Yekun luchaba por mantenerse en pie, pero la marea estaba en su contra.
La ira de Victor se desató con una intensidad sobrehumana. El último golpe que propinó a Yekun lo envió directo al espacio, impactando en la luna con una fuerza que resonó en todo el sistema solar. Pero Victor no se detuvo ahí.
Este mismo lo golpeó de nuevo directo al planeta tierra y cuando ya estaban llegando casi a la superficie terrestre salió. Volando con más velocidad hacia Yekun, lo agarró por el rostro y lo arrastró sobre la superficie terrestre. Desde los continentes hasta los océanos, la venganza de Victor dejó una estela de destrucción. Cada golpe era una expresión de su dolor, su rabia y su sed de justicia.
Finalmente, Victor observo el brazo de Yekun. Con una fuerza sobrenatural, lo arrancó. Jehová, testigo de la escena, suspiró y abrió un portal especial: una prisión de siete dimensiones. Yekun fue arrojado al abismo, su oscuridad contenida en un espacio imposible.
Pero Victor no estaba satisfecho. Al notar la ausencia de Karla'k, su enojo se intensificó. ¿Dónde estaba el demonio? ¿Qué más debía hacer para proteger a la humanidad?
Karla'k, el demonio, se materializa en el refugio de Rigor con una presencia ominosa. El aire se espesa, y la oscuridad parece devorar la luz. Rigor, instintivamente, tensa sus músculos. Sabía que este encuentro no auguraba nada bueno.
Normado y Elisa, aún débiles por la batalla anterior, se levantan con esfuerzo. Mahin Max y Marco también se incorporan, sus miradas fijas en el recién llegado. Incluso Zahid, quien había permanecido en las sombras, emerge con cautela. Todos ellos se ponen en posición defensiva, sus habilidades listas para enfrentar cualquier amenaza.
Karla'k sonríe, revelando colmillos afilados. Su piel escamosa refleja la luz tenue del refugio. No es un enemigo común; su poder trasciende lo terrenal. ¿Qué secretos oculta? ¿Qué habilidades sobrenaturales posee?
El silencio se prolonga mientras los héroes y el demonio se estudian mutuamente. El destino de la humanidad pende en la balanza.
La velocidad de Karla'k es asombrosa. En un abrir y cerrar de ojos, agarra a Rigor y los demás héroes observan con horror. Intentan acercarse, pero tentáculos oscuros emergen de la nada, atrapándolos con una fuerza sobrenatural. Karla'k sonríe, seguro de su victoria.
El impacto es brutal. Karla'k golpea a todos contra el suelo, y la tierra se resquebraja bajo la presión. La estructura del refugio se desmorona, y las personas caen en una espiral vertiginosa. Algunos sobreviven con heridas graves, mientras otros luchan por mantenerse conscientes.
La batalla ha alcanzado un nivel épico jamás visto.
La sonrisa siniestra de Karla'k se ensancha mientras observa los cuerpos inmóviles de los héroes. Su poder oscuro es absoluto, y su satisfacción es palpable. Sin piedad, atraviesa los puntos vitales de Marcos, Rigor, Mahin Max, Zahid, Normado y Elisa. La vida se desvanece de sus ojos, y el refugio se llena de un silencio sepulcral.
El destino de la humanidad pende en un hilo.
Maira, la humana con poderes de gravedad, se arrastra desde debajo de los escombros, su cuerpo maltrecho pero su determinación intacta. Colin, el héroe de la luz, y Franklin, que controla la oscuridad, también emergen, sus trajes dañados y sus corazones llenos de ira.
Los niños a los que protegían están a salvo, pero la escena ante ellos es desgarradora. Los héroes caídos, los amigos heridos, y Karla'k, impasible ante los golpes que reciben. Maira recuerda a Tino, su mejor amigo, cuya muerte a manos de Adriene aún la atormenta. La historia de Adriene en la Karla'k es un eco oscuro que resuena en su mente.
Con un grito de rabia, Maira, Colin y Franklin se lanzan contra Karla'k. Sus ataques son feroces, pero el demonio apenas se inmuta.
El impacto de Karla'k es devastador. Golpea a Maira, Colin y Franklin con una fuerza sobrehumana, enviándolos hacia los escombros que aplastan a las personas atrapadas. El aire se llena de gritos y polvo, y la desesperación se cierne sobre el refugio.
Mientras tanto, Jehová, Miguel y Victor vuelan a gran velocidad hacia el lugar. La esperanza y la urgencia los impulsan. ¿Qué encontrarán al llegar? ¿Podrán detener a Karla'k antes de que cause más destrucción?
La escena es caótica y llena de dolor. Maira, Colin y Franklin luchan por ponerse en pie, sus cuerpos maltrechos. Rigor se esfuerza por levantarse, y los demás héroes también intentan recuperarse. Zahid, Elisa, Normado, Marco, Mahin Max se apoyan mutuamente, sus miradas determinadas.
El refugio está en ruinas, y la oscuridad de Karla'k sigue presente. Pero la voluntad de los héroes no se quiebra. A pesar del dolor y la desesperación, se preparan para enfrentar al demonio una vez más. ¿Podrán unirse y encontrar una estrategia para vencerlo?
Los héroes se ponen a la par, sus miradas determinadas. El aire está cargado de tensión mientras Karla'k avanza hacia ellos con paso seguro. Las heridas y la fatiga no les impiden pensar con claridad.
Maira, con su poder de gravedad, sugiere: "Quizás debemos aprovechar su arrogancia. Si cree que ya nos tiene vencidos, podríamos sorprenderlo".
Colin, el portador de la luz, asiente: "Exacto. Debemos encontrar su debilidad. ¿Alguna idea?"
Franklin, controlando la oscuridad, murmura: "Karla'k es antiguo. Tal vez hay algo en su pasado que pueda explotarse".
Rigor, aún dolorido, agrega: "¿Y si unimos nuestras habilidades? La gravedad, la luz y la oscuridad en un solo ataque".
Zahid, con su armadura resistente, dice: "Necesitamos distraerlo. Alguien debe mantenerlo ocupado mientras los demás preparan el golpe".
Elisa, con su agilidad sobrehumana, propone: "Podríamos usar los escombros a nuestro favor. Crear una trampa".
Normado, el estratega, concluye: "Entonces, un ataque sorpresa, una distracción y una trampa. Todos juntos".
Karla'k se acerca, ajeno a su destino. Los héroes se preparan para la última batalla. La esperanza y la voluntad de la humanidad arden en sus corazones.
La brutalidad de Karla'k se desata con una ferocidad inhumana. Maira, atrapada en su implacable agarre, siente cómo el aire se escapa de sus pulmones. El impacto contra el muro la deja aturdida, y antes de que pueda reaccionar, un ataque de energía la envuelve, causando una pequeña explosión. El dolor es abrumador.
Pero Karla'k no se detiene ahí. Con una velocidad que desafía toda lógica, golpea a los demás héroes, dispersándolos como hojas al viento. Cada uno es arrojado a un lugar diferente, sus cuerpos maltrechos y sus esperanzas tambaleándose.
Finalmente, Karla'k apunta su ataque de energía láser hacia los corazones de los héroes. El fulgor mortífero perfora sus pechos, y la vida se desvanece de sus ojos. La oscuridad triunfa, y la humanidad queda indefensa ante la amenaza sobrenatural.
La escena es desgarradora. Los héroes, arrodillados y heridos, luchan por mantenerse en pie. La oscuridad de Karla'k los consume lentamente. Uno a uno, caen al suelo, sus fuerzas agotadas, sus corazones deteniéndose.
Maira, con su último aliento, piensa en Tino y en todos los que han perdido. Colin, la luz que se desvanece, recuerda los días de esperanza. Franklin, atrapado en la oscuridad, acepta su destino con resignación.
Rigor, Zahid, Elisa, Normado, Marco, Mahin Max también se desvanecen. Sus sacrificios no serán olvidados. La humanidad queda vulnerable, sin defensores.
Karla'k observa su obra con satisfacción. Pero ¿qué más aguarda en las sombras? ¿Hay alguna esperanza, algún resquicio de luz?
Todo es tenso y lleno de peligro. Victor, recién llegado a El Salvador, observa la explosión a lo lejos y su corazón se acelera. Jehová y Miguel también se apresuran hacia el lugar, preocupados por lo que puedan encontrar.
El clima se vuelve ominoso: nubes oscuras cubren el cielo y la lluvia comienza a caer. Los rayos destellan, iluminando la devastación. Pero Karla'k emerge de los escombros, avanzando con determinación. Su objetivo es claro: Jehová y Miguel.
Sin embargo, Karla'k elige una ruta sigilosa, evitando que lo noten.
Victor, con el corazón en un puño, cae al suelo al llegar al refugio destruido. La devastación es total: cuerpos inmóviles y esperanzas rotas. Tino, su amigo, yace en un rincón, y los héroes caídos están esparcidos por el suelo.
Trapecio, Palitogood, Amsel y Luci, sus compañeros, no sobrevivieron. La pérdida pesa sobre él, y los recuerdos se agolpan: Nine Sharon, la traición, la destrucción de su planeta natal. La ira lo consume.
Con un beso en la frente de Luci, su amada, Victor se levanta con agilidad. Su determinación es feroz. Karla'k, el demonio, debe pagar por todo lo que ha hecho. La lluvia cae, los rayos destellan, y la batalla final se avecina.
Victor sale del refugio, sus pasos decididos. El destino de la humanidad pende en un hilo, y él es la última esperanza.
Victor emerge del refugio, su mente está atormentada por los recuerdos traumáticos. El pánico lo envuelve, pero con determinación, se golpea el pecho para mantenerse enfocado. No hay tiempo para debilidades.
Sin pensarlo, lanza un ataque a quemarropa. La energía fluye de sus manos, y el aire se enciende. El impulso lo lleva volando hacia Jehová y Miguel, pero algo llama su atención: Miguel está enfrascado en una feroz batalla con Karla'k.
La lluvia cae, los truenos retumban, y Victor se prepara para enfrentar al demonio. La esperanza y la ira arden en su corazón.
El ataque de Karla'k es devastador. La energía lo envuelve, y Miguel es arrojado a través del espacio, más allá de las estrellas y las galaxias. La Vía Láctea se desvanece a lo lejos mientras Miguel se precipita hacia un destino incierto.
Victor, observando la escena, siente la urgencia. La ira y la determinación lo impulsan.
La lluvia arrecia mientras Victor escucha un aplauso a lo lejos. La figura de Jehová aparece, y en un destello divino, Victor es teletransportado directamente hacia Karla'k. Su mirada es implacable, y sin dudarlo, agarra al demonio de la espalda, donde los huesos puntiagudos se clavan en su piel. Karla'k es arrojado al suelo, pero se recupera con una velocidad asombrosa.
En ese momento, Jehová adopta una postura marcial: Kyokushinkai. Victor, observando, imita la misma pose. La energía fluye a su alrededor mientras Karla'k se levanta, desafiante.
La lluvia se mezcla con la energía que arde en el campo de batalla. Victor, con la determinación grabada en su rostro, avanza hacia Karla'k. Sus movimientos son precisos, como si el universo mismo los guiara.
Kagui-zuki: El puño se lanza directo al rostro del demonio. La fuerza y la velocidad se fusionan en un golpe devastador.
Mawashi zuki: El segundo ataque, un gancho circular, impacta en el pecho de Karla'k. La oscuridad tiembla ante la fuerza concentrada.
Mawashi empi: El codo se eleva, buscando el estómago del enemigo. La ira y la venganza impulsan cada movimiento.
Victor repite esta secuencia, una danza mortal.
Karla'k retrocede, su oscuridad tambaleándose ante los golpes implacables de Victor. El demonio gruñe, sus ojos ardientes de furia. "¡Te destruiré!", escupe, amenazante. Sus palabras son como cuchillas.
Pero Victor no se inmuta. Truena los puños, la energía fluye a través de él. "Apenas estoy empezando", responde con calma. La lluvia se mezcla con su determinación. La batalla está lejos de terminar.
El universo observa, expectante. La mirada perdida del guerrero estaba situada en su enemigo.
Mientras Victor hace mención a un poder y este mismo lo dice. "¡Ira dansandankai!"
El poder de Victor se desata en una danza de ira y fuego. Su grito resuena en el cosmos mientras un aura ardiente lo envuelve. Los músculos tensos, los puños envueltos en llamas, mira a Karla'k con determinación.
"¡Morirás!", declara Victor. La batalla alcanza su clímax. El destino de la humanidad pende en un hilo, y la oscuridad se enfrenta al fuego.
La batalla alcanza su punto culminante. Victor, con su ira y determinación en pleno apogeo, se lanza a gran velocidad hacia Karla'k. Su puño impacta el rostro del demonio, y la energía fluye a través de él.
Pero la situación da un giro inesperado. El planeta Tierra, desprovisto de vida, se convierte en el escenario de su enfrentamiento. Victor lanza un Solar Striker, un puñetazo tan poderoso que envía a Karla'k de regreso al suelo terrestre, destruyendo El Salvador en el proceso.
Pero Victor no se detiene ahí. Con un Blaster Solar aún más devastador, arroja a Karla'k hacia el continente americano. Suramérica, Centroamérica y Norteamérica tiemblan ante la colisión.
Jehová, sabio y previsor, se retira al espacio para evitar el impacto.

La ira de Victor se desata mientras observa a Karla'k levantándose. Sin titubear, golpea la mandíbula del demonio con una fuerza sobrehumana. Pero no se detiene ahí.
Los puños de Victor caen como martillos, golpeando una y otra vez. El planeta Tierra tiembla bajo la ferocidad de su ataque. La corteza se resquebraja, los océanos hirvientes emergen, y la lava se desborda.
El mundo se desintegra en un cataclismo de fuego y furia. Victor, rodeado de destrucción, sigue golpeando.

"¡Morirás!", rugió Victor. Elevó su poder al máximo. El planeta Tierra, desprovisto de vida, tembló bajo su ira. Karla'k fue arrojado hacia Marte, pero Victor no lo dejaría escapar tan rápido.
Jehová cumplió su petición. Victor apareció en Marte, aguantando la respiración en el vacío. Karla'k llegó, y Victor no dudó. Un Blaster Solar directo al quemarropa. La explosión consumió todo. Marte se desgarró, y Victor sonrió.
"Nah, I'd win", murmuró. El cosmos observaba, expectante. La última danza cósmica estaba llegando a su fin.
La ira ardía en los ojos de Victor mientras se enfrentaba a Karla'k. "Eres un monstruo", gruñó, "y te mataré con mis propias manos". Jehová apareció, y con un simple gesto, enseñó a Victor cómo crear un destello divino. El aire vibró con energía.
Victor, sin embargo, tenía su propia variante en mente. Golpeó a Karla'k con una fuerza que lo hizo volar por los aires. Se puso a la par del demonio y declaró: "¡Solar Flash!".
Su puño impactó en el pecho de Karla'k, dejando una herida abierta. El dolor resonó en el cosmos. Karla'k recordó la técnica de Jehová, una antigua herida que ahora se reabría. El suelo de Marte tembló bajo el impacto, y Karla'k cayó, el cuerpo del villano estaba tan destruído que se podría decir que era algo que no pasaba hace años.
El universo observaba, y Victor sabía que esta era la última danza cósmica. Karla'k se levantó del suelo para observar a Victor.
El cosmos se estremecía ante la confrontación final. Karla'k, con su oscuridad ancestral, se alzaba desafiante. "Nah, you lose", murmuró con malicia. Su pose de combate era letal, y su mirada ardía con una determinación infernal.
Pero Victor no flaqueaba. Adoptó la postura del Kyokushinkai, su cuerpo tenso y sus puños listos. El fuego seguía ardiendo en su interior. "Caerás en mis manos", declaró con voz firme.
El universo contenía la respiración. La última danza cósmica estaba a punto de desatarse.
Fin.