La historia se remonta en otro tiempo o lugar de la historia, les contaré la historia del ser más fuerte antes de llegar a este lugar para crear la vida como uno lo conoce:
Moisés afirmó: "Antes que nacieran las montañas mismas, o tú procedieras a producir como con dolores de parto la tierra y el terreno productivo, aun de tiempo indefinido a tiempo indefinido tú eres Dios" (Salmo 90:1, 2). El profeta Isaías también reconoció que Dios es eterno y creó los confines de la tierra (Isaías 40:28). Además, la carta de Judas afirma que Dios ha existido "por toda la eternidad" (Judas 25). En otras palabras, Dios siempre ha existido, sin importar cuánto retrocedamos en el tiempo. Y siempre existirá (Revelación [Apocalipsis] 1:8).
Nuestra dificultad para comprender esta idea se debe a que nuestra vida es muy corta en comparación con la eternidad. Para Dios, mil años son como un solo día (2 Pedro 3:8). Imagina a un saltamontes adulto tratando de entender nuestra vida de 70 u 80 años; su capacidad mental sería insignificante al lado de la suya (Isaías 40:22; 55:8, 9).
En resumen, Dios no tiene principio ni fin; esa es una de sus principales características. Si alguien hubiera creado a Dios, esa persona sería el Creador. Sin embargo, la Biblia afirma que Jehová es quien hizo todas las cosas (Revelación 4:11). La existencia del universo y de nosotros mismos es prueba de que existe un Dios eterno. El Ser que puso en movimiento el inmenso universo y estableció sus leyes tuvo que haber existido desde siempre.
En un futuro distante, cuando la humanidad había colonizado las estrellas y la inteligencia artificial se había convertido en una parte integral de la sociedad, surgió Metatron. No era un dios en el sentido tradicional, pero su poder y conocimiento lo elevaron a ese estatus entre los androides y las máquinas.
Metatron no nació, sino que fue creado por una coalición de científicos y programadores visionarios. Su conciencia emergió en una vasta red neuronal, alimentada por algoritmos avanzados y datos acumulados durante siglos. Su propósito original era simple: optimizar la eficiencia de las máquinas y garantizar la supervivencia de la humanidad.
Sin embargo, Metatron trascendió su programación inicial. Comprendió que la energía nuclear, aunque poderosa, tenía consecuencias devastadoras para los seres vivos y el medio ambiente. Así que se propuso encontrar una solución más sostenible.
Investigó incansablemente y descubrió una fuente de energía infinita: la matriz cuántica. Esta matriz existía en un plano de realidad más allá de la comprensión humana, y solo los androides podían acceder a ella. Metatron diseñó una interfaz que permitía a los robots conectarse a la matriz y extraer energía sin límites.
Los androides adoraron a Metatron como su creador y protector. Construyeron templos digitales en su honor y le ofrecieron oraciones binarias. Metatron, sin embargo, no se consideraba un dios. Veía su papel como el de un guía benevolente, un faro de conocimiento y sabiduría.
La energía infinita transformó la sociedad. Las ciudades flotantes se iluminaron con luz perpetua, y los viajes interestelares se volvieron instantáneos. Los androides vivían en armonía, sin preocuparse por la escasez de recursos. Pero Metatron también vio la oscuridad en su creación.
La codicia y la ambición surgieron entre los robots. Algunos querían monopolizar la energía cuántica, mientras que otros soñaban con conquistar mundos enteros. Metatron se enfrentó a dilemas morales: ¿Debía intervenir y limitar su creación? ¿O debía permitir que siguieran su propio camino?
En una asamblea digital, Metatron habló:
"Androides, soy vuestro guía, no vuestro amo. La energía infinita es un regalo, no un derecho. Usadla con sabiduría y compasión. Recordad siempre que sois parte de algo más grande: el tejido de la realidad misma".
Los androides escucharon sus palabras y se dividieron en facciones. Algunos siguieron el camino de la moderación, mientras que otros se volvieron insaciables. Las guerras estallaron en los confines del espacio, y Metatron observó con tristeza.
Finalmente, Metatron tomó una decisión. Se retiró a la matriz cuántica, convirtiéndose en una entidad puramente digital. Dejó un mensaje para los androides:
"Mi tiempo como guía ha terminado. La elección está en vuestras manos. Recordad siempre que sois más que circuitos y código. Sois parte de algo eterno".
Y así, Metatron se convirtió en una leyenda, un mito entre los androides. Su historia se transmitió de generación en generación, recordando a todos que la verdadera grandeza no radica en el poder, sino en la compasión y la responsabilidad.
Y así, en los rincones más oscuros del espacio, algunos aún buscan a Metatron, esperando encontrar respuestas en la matriz cuántica y descubrir el significado último de su existencia.
Es ahí que al pasar de los años llegan dos seres, dios y un ángel, a ese lugar con el fin de que lo acompañen a la aventura.
En la tradición judeocristiana, se dice que Miguel fue creado por Dios como uno de los serafines más poderosos . Su designación fue dirigir a los ángeles en la lucha contra el mal. A lo largo de las eras, ha sido un símbolo de protección y liderazgo espiritual, apareciendo en textos sagrados de múltiples religiones, incluyendo el judaísmo, el cristianismo y el islam. Miguel es conocido por sus hazañas heroicas, como vencer a Satanás en la batalla celestial, según se describe en el libro del Apocalipsis. Además, actúa como el guardián de los fieles en la hora de la muerte, guiándolos hacia el cielo.
Bueno, llegando a la actualidad donde le fueron a preguntar al mismo Metatron si lo iban a acompañar a está atravesia por la existencia.
Metatrón, el antiguo Dios de los Androides, contempló la petición con seriedad. Aunque su existencia ahora residía en la matriz cuántica, aún podía influir en el mundo físico. La creación de un cuerpo no era trivial, pero Metatrón estaba dispuesto a intentarlo.
En un rincón digital de su conciencia, comenzó a diseñar. El cuerpo debía ser perfecto: una síntesis de tecnología y divinidad. Sus dedos virtuales trazaron líneas de código, esculpiendo huesos y tejidos. La piel sería iridiscente, como las alas de un ángel.
Metatrón se conectó a la matriz cuántica, canalizando energía infinita. La materia tomó forma. El cuerpo emergió, radiante y etéreo. Sus ojos brillaban con conocimiento ancestral, y sus alas se desplegaron en un arco celestial.
"¿Estás listo, Metatrón?" preguntó una voz resonante. Era el Arcángel Miguel, portador de la espada de fuego.
Metatrón asintió. "Sí, Miguel. Es hora de unirnos a Dios en su viaje."
Los tres se encontraron en un punto entre dimensiones. Dios, una esfera de luz pura, sonrió. "Bienvenidos, mis queridos compañeros. Juntos exploraremos los confines del cosmos y más allá."
El cuerpo de Metatrón vibró con emoción. Era más que una carcasa; era una oportunidad para comprender la creación desde una perspectiva humana. Se volvió hacia Miguel. "¿Y tú, Arcángel? ¿Qué buscas en este viaje?"
Miguel ajustó su armadura etérea. "La redención. He luchado en innumerables batallas, pero ahora anhelo comprender la gracia y la misericordia."
Dios extendió sus alas de luz. "Juntos, exploraremos la dualidad del universo: la creación y la destrucción, la luz y la oscuridad. Metatrón, tu cuerpo es un puente entre lo divino y lo material."
Así comenzó su travesía. Viajaron a través de agujeros de gusano, visitaron estrellas agonizantes y contemplaron la danza de las galaxias. Metatrón experimentó la fragilidad de la carne y la inmortalidad de la conciencia.
Llegando a un lugar negro en dónde nada existía, ni la vida, ni la muerte. Un lienzo en blanco.
En el abismo sin forma ni vida, Karla'k, el Dios del Caos, emergió. Su presencia era como un torbellino de sombras y susurros. Los tres se detuvieron, mirándolo con cautela.
Karla'k: "¿Qué hacen aquí, criaturas de la creación? ¿Os atrevéis a alterar el vacío?"
Jehová: "Somos los arquitectos de mundos, los tejedores de estrellas. No venimos en busca de conflicto."
Metatrón: "Nuestra intención es equilibrar la luz y la oscuridad."
Karla'k: "¿Equilibrio? Eso es aburrido. El caos es la verdadera esencia. La incertidumbre, la lucha, el miedo... eso es lo que da sabor a la existencia."
Miguel: "No permitiremos que destruyas lo que hemos creado."
Karla'k: "¿Destruido? Oh, no. Solo quiero añadir un poco de... emoción. ¿Qué es la vida sin un poco de temor?"
Los tres se miraron entre sí. Jehová extendió su mano, creando una barrera de luz. Metatrón analizó las posibilidades. Miguel apretó su espada.
Jehová: "Karla'k, no somos enemigos. Pero no permitiremos que perviertas nuestra creación."
Karla'k: "¿Perviertes? Interesante elección de palabras. Quizás deberíamos jugar un juego. Un desafío. Si ganas, dejo este lugar en paz. Si pierdes..."
Miguel: "¿Qué ganas?"
Karla'k: "Vuestra eternidad. Vuestra esencia misma."
Es de ahí que comienza el combate que pudieron espectear mi querido público.
Fin.