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Chapter 40 - 040. Tensión y Estrategias

Cuando terminaron de relajarse y salieron del hammam, los tres coches se encontraban esperándolos para retornarlos a Lantia. La atmósfera había cambiado notablemente después de la visita al baño árabe. Las tensiones se habían disipado un poco, y cada uno parecía más sereno y en paz consigo mismo.

Jason, siempre el caballero, se acercó a Amelia, Mei y Li Wei, notando el cambio en sus expresiones. Había una suavidad en los ojos de Mei y una calma en la postura de Amelia que no había visto en mucho tiempo.

—Espero que hayan disfrutado de la experiencia —dijo Jason, con una sonrisa.

—Sí, fue realmente relajante —respondió Amelia, devolviéndole la sonrisa, aunque forzada. Aún estaba enfadada con Jason por meterse en sus asuntos con Mei.

Mei asintió, mostrando una leve sonrisa también, pero con cierto rencor por estropearle la diversión a costa de Amelia.

—Fue... una experiencia diferente —admitió Mei, algo reticente, pero sincera.

—Me alegra escuchar eso —dijo Jason, observando a su hermana con interés.

Se dirigieron hacia la fila de coches estacionados en el exterior del hammam. Un grupo de guardaespaldas se acercó, listos para asistir en la partida. Los guardaespaldas, vestidos impecablemente con trajes oscuros, se movieron con precisión y profesionalismo, cada uno sabiendo exactamente qué hacer.

Amelia caminó al lado de Jason hacia el Jaguar. Uno de los guardaespaldas se adelantó rápidamente, abriendo la puerta trasera del elegante vehículo con un gesto fluido.

—Señorita Amelia, por favor —dijo el guardaespaldas, manteniendo la puerta abierta con una reverencia respetuosa.

Amelia asintió, agradecida, y se deslizó dentro del coche con gracia, sintiendo la suavidad del cuero bajo ella. Jason la siguió de cerca, dando una última mirada a Mei y Li Wei antes de entrar al coche. Otro guardaespaldas se acercó y cerró la puerta con cuidado, asegurándose de que estuviera bien cerrada.

—Mi portátil se quedó en el otro coche. ¿Podrías tráemelo? —dijo Amelia al guardaespaldas. Este asintió y se dirigió al BMW, regresando en pocos segundos con el portátil de Amelia. Ella lo tomó, agradecida, y se acomodó en el asiento. En su mente, no planeaba dirigirle la palabra a Jason durante el viaje, pero con una ligera mirada observó cómo Jason había abierto su portátil y también trabajaba.

Mientras tanto, Mei y Li Wei se dirigieron hacia el BMW. Dos guardaespaldas se movieron para abrir las puertas traseras simultáneamente, cada uno manteniendo la puerta abierta con una postura firme y profesional.

—Señoritas, por aquí, por favor —dijo uno de los guardaespaldas, con un tono respetuoso.

Mei entró primero, acomodándose en el asiento trasero con un suspiro de satisfacción. Li Wei la siguió, tomando su lugar junto a Mei. Los guardaespaldas esperaron a que ambas estuvieran cómodamente sentadas antes de cerrar las puertas con un movimiento sincronizado.

Jason, desde el asiento del Jaguar, observó cómo se acomodaban Mei y Li Wei. Satisfecho con la organización, se volvió hacia Amelia con una sonrisa.

—Todo listo para el regreso —dijo, mientras el coche comenzaba a moverse suavemente.

Amelia, mientras respondía correos y revisaba documentos, no podía evitar sentirse frustrada. Jason había intervenido en su conflicto con Mei sin consultarle, y eso había desatado una cadena de reacciones que ahora debían manejar. Sentía que su autonomía había sido socavada, y eso la enfurecía. Cada vez que intentaba concentrarse en su trabajo, la imagen de Jason interviniendo sin pedir su opinión le hacía apretar los dientes de rabia. ¿Cómo podía él, con la mejor de las intenciones, no darse cuenta de que necesitaba manejar sus propios problemas?

Jason, por su parte, estaba inmerso en sus propios pensamientos mientras fingía trabajar en su portátil. Reflexionaba sobre su intervención con Mei. Sabía que había actuado con la mejor intención, pero ahora se daba cuenta de que quizás debió haber dejado que Amelia manejara la situación a su manera. Quería protegerla, pero también entendía la importancia de respetar su capacidad para lidiar con sus propios problemas. Cada clic de teclado resonaba como un recordatorio de la discordia no resuelta entre ellos.

Amelia no podía soportarlo más. Cerró su portátil con un chasquido, lo que hizo que Jason levantara la vista, sorprendido. La tensión en el aire era palpable, y el silencio solo hacía que la furia de Amelia se intensificara.

—¿Algo que quieras decirme, Amelia? —preguntó Jason con cautela, sabiendo que estaban al borde de una discusión.

Amelia lo miró con una mezcla de enojo y decepción, tratando de mantener la compostura.

—No puedo creer que no entiendas por qué estoy enfadada, Jason —dijo, su voz contenida pero llena de frustración—. Te metiste en mis asuntos con Mei sin consultarme. Necesitaba manejarlo a mi manera, y tú me lo arrebataste.

Jason frunció el ceño, sintiéndose a la vez culpable e incomprendido.

—Amelia, Mei te estaba humillando. No podía quedarme de brazos cruzados mientras mi hermana abusaba de ti. Era mi deber intervenir —respondió, su tono firme, como si su decisión fuera incuestionable.

Amelia suspiró, luchando por controlar sus emociones. Sabía que enfrentarse directamente a Jason no era una opción, pero no podía simplemente aceptar su intromisión sin expresar su descontento.

—Lo entiendo, Jason. Pero yo necesitaba enfrentarla sola, demostrarle que puedo defenderme sin que alguien más intervenga. Cuando tú te metiste, le quitaste todo el peso a mi palabra —dijo, su voz temblando ligeramente.

Jason la miró con una mezcla de exasperación y determinación. No estaba acostumbrado a que cuestionaran sus decisiones, y menos aún alguien tan importante para él.

—Amelia, hice lo que creí que era correcto. No puedo permitir que Mei te trate así. Debes entender que mi prioridad es protegerte, y no pienso disculparme por eso —dijo con firmeza, dejando claro que no cambiaría su postura.

Amelia sintió una oleada de impotencia y rabia. Estaba atrapada entre su deber de sumisión y su deseo de ser tratada como una compañera igual. Jason no la veía como una esclava, y eso solo hacía que la situación fuera más complicada de aceptar.

—Sé que no puedo cambiar tu manera de ver las cosas, Jason. Pero necesito que confíes en mí, que me dejes manejar estas situaciones. Si no, nunca lograré ganarme el respeto de Mei o de cualquiera en tu familia —respondió Amelia, bajando la voz pero manteniendo la firmeza.

Jason la miró irritado. Amelia debería estar encantada por su actuación como salvador y en lugar de ello estaba cuestionando sus decisiones. Ella era de su propiedad, se la había comprado a Inmaculada, pero estaba claro que no entendía su posición.

—¿Desde cuándo el respeto se gana arrodillándose, besando los pies y sirviendo de asiento? —rugió Jason—. ¿Recuerdas quién es tu dueño? ¿Quién te adquirió? No tienes una posición para cuestionarme.

Amelia se volvió hacia Jason con sus ojos inyectados en sangre. Él había prometido no tratarla como una esclava cuando fue entregada por la Señora Montalbán y ahora, a las primeras de cambio, sacaba a relucir su posesión sobre ella. Deseaba gritarle, abofetearlo, ofenderlo, pero finalmente prefirió su habitual posición sumisa.

—Lo siento, Amo. No volveré a expresar mi insignificante opinión —contestó con los ojos llenos de lágrimas y desvió su mirada hacia el cerrado portátil.

Las palabras de Amelia, en lugar de calmar su orgullo, golpearon fuertemente en el corazón de Jason. Siempre pensó que Amelia, debido a su origen, sería más sencilla de tratar que una mujer corriente, pero al final era un ser humano, también tenía sentimientos. Quizás si no se hubiera sentido atraído desde el primer momento por ella, sus sentimientos no le importaran tanto, pero ahora eso no tenía remedio.

El trayecto continuó en silencio, ambos sumidos en sus pensamientos y en el trabajo, evitando la conversación que inevitablemente tendrían que tener. Amelia volvió a abrir su portátil, tratando de concentrarse nuevamente, mientras Jason reflexionaba sobre cómo podía volver a recuperar a la Amelia de la noche anterior en el concierto o cuando la conoció el primer día. Esa Amelia alegre y llena de energía. No le gustaba verla enfadada o triste, pero en esta ocasión él era el culpable.

Aunque la tensión seguía presente, sabían que tendrían que encontrar una manera de resolver sus diferencias para poder seguir adelante juntos. Amelia no quería volver a la residencia de las novatas y Jason no quería devolverla. Quizás ninguno de los dos sentía verdadero amor, pero ambos sentían una conexión y se encontraban encaprichados del otro.

Al llegar a Lantia, los coches se detuvieron frente a la mansión. La fachada imponente de la residencia se erguía contra el cielo nocturno, iluminada por suaves luces que acentuaban su majestuosidad. Jason bajó del Jaguar y se acercó para ayudar a Amelia a salir. Un guardaespaldas abrió la puerta, y Jason le tendió la mano a Amelia, ayudándola a bajar con elegancia.

—Gracias —dijo Amelia, aceptando la ayuda pero sin mirarlo directamente. Su voz era suave, casi un susurro, y evitó el contacto visual con Jason, todavía sintiendo el peso de la tensión entre ellos.

Mei y Li Wei bajaron del BMW, ayudadas también por los guardaespaldas. Jason se acercó a ellas, asegurándose de que estuvieran bien. Mei, con su expresión siempre reservada, parecía haber recuperado un poco de su habitual compostura, mientras Li Wei mostraba una sonrisa amigable.

—Espero que el viaje haya sido agradable —dijo Jason, con una sonrisa que buscaba aliviar cualquier residuo de tensión.

—Lo ha sido, gracias —respondió Mei, mostrando una pequeña sonrisa. Había una sutil relajación en sus hombros, una señal de que la experiencia en el hammam había dejado una impresión positiva.

—¿Os gustaría cenar juntos en el comedor de anoche? Podemos continuar la conversación y disfrutar de una buena comida —sugirió Jason, buscando mantener la atmósfera positiva y evitar un enfrentamiento directo con Amelia.

Amelia asintió, mirando a Mei y Li Wei.

—Sí, me parece una excelente idea. ¿Qué opinan ustedes? —preguntó Amelia. En realidad solo quería evitar quedarse a solas con Jason. Temía su lengua y la reacción de Jason.

Mei y Li Wei intercambiaron una mirada y luego asintieron.

—Está bien. Creo que podemos seguir hablando y disfrutar de la noche —dijo Mei, mostrando una pequeña sonrisa. Aunque todavía quedaban conflictos sin resolver, había una tregua tácita en el aire.

—Perfecto, entonces vamos a cenar —dijo Jason, guiándolos hacia el interior de la mansión. Los guardaespaldas se retiraron discretamente, dejándolos en la entrada.

La cena transcurrió en un ambiente mucho más tenso de lo esperado. Amelia, aún enfadada con Jason, aprovechaba cualquier oportunidad para lanzarle indirectas.

—¿Te gustaría más vino, mi señor? —preguntó Amelia con una sonrisa irónica, llenando su copa sin esperar respuesta.

Jason la miró con una mezcla de irritación y resignación, notando el sarcasmo en su tono. Sabía que la conversación pendiente no podía postergarse mucho más.

—Sí, gracias, Amelia —respondió Jason, tratando de mantener la calma.

Mei, por su parte, también estaba molesta con Jason por haberla amenazado esa mañana. No obstante, decidió enfocarse en un tema que sabía que Amelia también consideraba importante.

—Amelia, he estado pensando en la ejecutiva que mencionaste. Creo que es crucial que la manejemos con cuidado. Necesitamos reunir más pruebas antes de tomar cualquier acción —dijo Mei, manteniendo la conversación lo suficientemente vaga para que Jason no entendiera completamente de qué hablaban.

—Tienes razón, Mei. La clave es no precipitarse. Debemos asegurarnos de que nuestras acciones no sean rastreables y que podamos proteger a Energreen Solutions de cualquier repercusión —respondió Amelia, asintiendo.

Jason escuchaba atentamente, aunque no estaba del todo seguro de a qué se referían. Decidió no interrumpir y ver hacia dónde iba la conversación. No haría nada si no se lo pedía Amelia; además, parecían tener de repente un objetivo común su hermana y ella. Si colaboraban, aunque fuera para destruir a una ejecutiva de su grupo, quizás fortalecería su unión.

—Además, respecto al contrato con Sandro, necesitamos una estrategia sólida. No podemos permitir que los términos sean desfavorables para nosotras —continuó Mei.

Amelia asintió nuevamente, aprovechando la oportunidad para desviar la conversación hacia el ámbito de negocios, aunque no tenía muy claro si después de lo del viernes aún sería posible una negociación con el Grupo Sandro o sería cenizas en breves días.

—Sí, exactamente. Debemos encontrar la manera de asegurar que Energreen Solutions tenga la ventaja en cualquier negociación. Tal vez podríamos considerar alternativas, otras empresas que ofrezcan condiciones más beneficiosas —razonó Amelia.

Jason, al escuchar esto, decidió intervenir. A pesar de las tensiones, sabía que su experiencia podía ser útil. Deseaba destruir a Sandro, no solo en lo comercial sino también en lo personal, por lo acaecido el fatídico viernes, prefiriendo firmar con otra empresa los suministros.

—En cuanto a Sandro, creo que es importante ser cautelosos. No me gusta la manera en que manejó la última reunión contigo, Amelia. No confío en sus intenciones —dijo Jason, con un tono serio.

Amelia se tensó, recordando el acoso de Sandro durante su última reunión. Aunque apreciaba la preocupación de Jason, no quería que su intervención complicara aún más las cosas.

—Lo sé, amo. Pero debemos evaluar todas nuestras opciones y no dejarnos influenciar por emociones personales. Sandro puede ser problemático, pero debemos ser estratégicos —respondió Amelia, manteniendo la mirada fija en su plato.

Mei intervino nuevamente, tratando de aliviar la tensión.

—Podríamos considerar negociar con Sandro bajo condiciones muy específicas, asegurándonos de que nuestras necesidades sean prioritarias. Y, si es necesario, podríamos explorar alternativas en el mercado —sugirió Mei.—Siempre podríamos colar cláusulas, por si incumple plazos, destruir su empresa.

Jason asintió, aunque no del todo convencido. Sandro era un vicioso, un acosador, pero no era tonto. No aceptaría cláusulas de ese tipo, aunque si conseguían colarlas, estaba deseando que las incumpliera.

—De acuerdo, pero mantengamos todas las opciones abiertas. No quiero que te pongas en una situación vulnerable nuevamente, Amelia —dijo Jason, su tono más suave pero firme.—Si deben volverse a reunir, que sea en nuestra sede y con alguien más presente. No temas darle un guantazo. Mejor perderlo como socio a volver a ser acosada.

La cena continuó con discusiones sobre estrategias y tácticas comerciales, pero la tensión en el aire era innegable. Amelia y Mei seguían molestas con Jason, y sus indirectas eran constantes, pero también mostraban una determinación renovada por encontrar soluciones efectivas para Energreen Solutions.

Cuando finalmente se retiraron a sus habitaciones, todos se sintieron más preparados para enfrentar los desafíos futuros, aunque conscientes de que las tensiones no se resolverían de la noche a la mañana. La visita al hammam había sido un punto de inflexión, y ahora estaban listos para seguir adelante, juntos, aunque aún con muchos temas por resolver. Aunque Jason y Amelia temían ese momento en el cual se encontraran solos, conscientes ambos de cómo esa conversación podría mandar a la basura su relación.