Chereads / Vendida al destino / Chapter 45 - 045. Revelaciones oscuras

Chapter 45 - 045. Revelaciones oscuras

Amelia esperaba impaciente el veredicto de Mei. Esto era un golpe muy fuerte para su débil relación.

—¿Por qué Jason...? ¿No me estás mintiendo? —Mei aún intentaba procesar todo. No era posible. Esto era una invención de Amelia, pero Isabel no parecía sorprendida.

—¿Qué sentido tendría mentirte? Esto me deja en mal lugar y nuestra relación no es buena para soportar esta confesión sin levantar dudas. En cuanto a tu hermano... Jason e Inmaculada tienen algún secreto mayor que este. Mi elección parece que me adaptaba a las características. Si me rebelo, solo me devuelven a Inmaculada y termino en un prostíbulo. Eso me hace ser obediente y sumisa a él. ¿Qué mujer elegida por tu familia lo sería hasta mi punto?

Mei miraba a Amelia con una mezcla de comprensión y horror. La revelación había cambiado su perspectiva por completo. Amelia no dejaría escapar a Jason, no lo traicionaría. ¿Qué podía ser peor para un hombre que ser violado por cientos de hombres? Al menos en manos de Jason vivía en una cárcel de oro y solo debía satisfacer a un hombre.

Isabel, al notar la tensión y el conflicto en Mei, decidió intervenir.

—Mei, entiendo que esto es mucho para asimilar, pero necesitamos concentrarnos en el presente y en cómo manejar la situación con Sandro. Amelia ha demostrado su lealtad y capacidad. Ahora necesitamos mantenernos unidas y fuertes.

Mei asintió lentamente, aún procesando la información, pero comprendiendo la urgencia del momento.

—De acuerdo, Isabel. Amelia y yo discutiremos esto después a solas. Necesitamos un plan claro. ¿Qué propones? —preguntó Mei, tratando de enfocarse en el problema inmediato.

Amelia tragó saliva, asustada por la discusión a solas con Mei. En cambio, Isabel suspiró aliviada por la respuesta de Mei y continuó.

—Jason deseaba secuestrar, torturar y asesinar a Sandro como castigo —Isabel tragó saliva. A continuación revelaría un gran secreto para Amelia—. Lo podemos hacer sin problemas. Tenemos los contactos para hacerlo.

Mei rió ante el eufemismo de los contactos. Jason manejaba una turbia organización criminal, la cual ni siquiera podía investigar a fondo ella.

—Inmaculada tiene otra manera de tratar con estos tipos —continuó Isabel, mirando a Amelia—. Con la lista de crímenes contra las mujeres, sabes cómo terminaría directamente Sandro.

Por supuesto, él terminaría vendido a un burdel. Siendo violado sin ningún tipo de piedad, como según le contó Inmaculada, habían terminado sus amigos que cometieron la violación grupal.

—Me gustaría verle sufrir más antes de aplicar la opción de Jason o Inmaculada —comentó con rabia Amelia al recordar lo sufrido en la reunión del viernes.

Isabel sonrió, con una frialdad que hizo que la habitación pareciera más oscura. —La tercera opción es hacerle perder los clientes poco a poco, arruinarlo, continuar haciendo aparecer casos para destruir aún más su imagen, apoderarnos de su empresa y, cuando esté en la indigencia, aplicar el castigo del Señor Xiting o la Señora Montalbán.

Mei sonrió. Le encantaba lo despiadada que era la Señora Ferrer. Miró a Amelia, pero la cara de esta era seria; no parecía estar plenamente de acuerdo.

Con la mirada de las dos sobre ella, Amelia sonrió antes de hablar. —Me gusta tu plan, pero ¿por qué dejarlo en Jason o Inmaculada? No podemos secuestrarlo, torturarlo, convertirlo en mujer, torturarlo ahora como mujer, violarlo y venderlo a un burdel, a ser posible el peor, donde las mujeres son torturadas y vejadas sin piedad.

Mei rió, un sonido oscuro y cruel que resonó en la habitación. Había pensado en Amelia como una chica linda y buena, pero era terrible. Sería una gran esposa para su hermano si de verdad era así de despiadada.

—Esa es la venganza perfecta —dijo Mei, con los ojos brillando con un fuego frío—. Sandro no solo pagará por lo que hizo, sino que sufrirá de una manera que jamás podrá imaginar.

Amelia asintió, sintiendo una oscura satisfacción. Había algo profundamente perturbador en planear un castigo tan severo, pero el recuerdo de lo que Sandro le había hecho alimentaba su deseo de verlo destruido. Esta no era solo una cuestión de justicia, era una cuestión de venganza.

—Entonces, es un trato —dijo Isabel, cerrando el círculo—. Sandro será destruido lenta y dolorosamente, y luego recibirá el castigo final que se merece.

La decisión estaba tomada. Amelia, Mei e Isabel sabían que el camino que habían elegido era oscuro y lleno de peligros, pero también sabían que no podían permitir que Sandro escapara sin pagar por sus crímenes. La justicia sería implacable, y la venganza, dulce y despiadada.

Isabel despidió a las dos, prometiendo a Amelia contar con ella cuando llegara la hora de decidir la tortura. Ahora era hora de seguir arruinando tanto la economía como la reputación de Sandro.

—Mei, si consigues alguna información jugosa sobre él, no dudes en compartirla —dijo Isabel con una sonrisa maliciosa, sabiendo del potencial de Mei para encontrar información en la red como "Luna Nueva".

Mei asintió y salió junto con Amelia del despacho. Mientras caminaban hacia el despacho de Amelia, el ambiente se encontraba muy tenso. Mei no creía las palabras de Amelia, a pesar de la confirmación de veracidad de Isabel. ¿Cómo iba a ser un hombre hace menos de dos meses?

El silencio entre ellas era casi palpable, una barrera invisible que ambas sentían pero ninguna sabía cómo romper. Amelia, consciente de la incredulidad de Mei, se sentía expuesta y vulnerable. La revelación había sido un riesgo enorme, y ahora temía las consecuencias.

Mei se sentía frustrada, enfadada y perpleja. La revelación de Amelia la había dejado aturdida, su mente era un torbellino de pensamientos contradictorios. ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía alguien cambiar de sexo de manera tan radical y en tan poco tiempo? Las implicaciones eran enormes, y la idea de que su hermano estuviera involucrado en algo tan oscuro y retorcido la llenaba de rabia.

Cuando llegaron al despacho de Amelia y la puerta se cerró tras ellas, el silencio se hizo aún más opresivo. Mei se detuvo, sus ojos fijos en Amelia, buscando respuestas.

—Mei, sé que esto es difícil de creer —comenzó Amelia, su voz apenas un susurro—, pero todo lo que dije es cierto. No espero que me entiendas de inmediato, pero espero que puedas confiar en mí con el tiempo.

Mei dejó escapar un suspiro tembloroso, su expresión una mezcla de incredulidad y enfado. —Amelia, esto es... esto es una locura. No puedo simplemente aceptar algo así sin más. —Sus palabras eran rápidas y cargadas de emoción—. ¡No tiene sentido! Mi hermano... ¿Jason realmente sabía todo esto? ¿Cómo puede ser? ¿Qué tipo de monstruosidad es esta?

Amelia tragó saliva, sintiendo la intensidad del momento. —Mei, sé que parece imposible, pero te aseguro que es la verdad. Jason sabía, y aun así decidió estar conmigo. Él ve más allá de lo que fui y me acepta por lo que soy ahora.

—¿Más allá de lo que fuiste? —repitió Mei, su voz teñida de amargura—. ¿Cómo se supone que debo procesar esto? ¿Esperas que acepte que mi hermano compró a un hombre y lo convirtió en mujer? ¿Para qué? ¿Por qué?

La frustración en la voz de Mei era palpable, sus manos temblaban ligeramente mientras las mantenía firmemente apretadas a sus costados. Se sentía traicionada por su hermano, por Amelia, y por la realidad misma que ahora parecía tan distorsionada.

—Mei, no espero que entiendas todo de inmediato. Ni siquiera yo lo comprendí al principio. —Amelia intentó mantener la calma, pero su propia voz temblaba—. Pero esto no cambia lo que soy ahora ni lo que siento por Jason. Lo único que puedo pedirte es tiempo y la oportunidad de demostrarte que, a pesar de todo, soy digna de tu confianza.

Mei cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el tumulto en su mente. —Esto es... demasiado. No sé qué pensar. —Abrió los ojos de nuevo, mirando a Amelia con una mezcla de pena y furia—. Si todo esto es cierto, entonces mi hermano está involucrado en algo mucho más oscuro de lo que imaginaba. Y tú... tú eres parte de ese oscuro secreto.

Amelia asintió, aceptando las palabras de Mei como un golpe necesario.

—Lo sé, Mei. Y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para ganarme tu confianza. Pero ahora, más que nunca, necesito tu ayuda. Sandro, Laura e incluso tu familia son amenazas reales para mi relación con Jason, y si no cierro la lucha contigo careceré de cualquier apoyo.

Mei volvió a negar con la cabeza. —No puedes haber sido un hombre. Es imposible. —Mei se había quedado atascada en la negación. Era imposible, había conocido transexuales, incluso los indonesios se notaban irreales como mujeres. Siempre algo fallaba, pero Amelia era perfecta—. No puedo creer que seas una transexual.

—No lo soy. Soy una mujer. No soy fruto de hormonas, maquillaje y cirugía. Esto es algo más profundo que cambió todo mi cuerpo y mi alma. Si existiera y creyera en la magia diría que es magia. —Amelia se encontraba frustrada. Ella tampoco entendía cómo funcionaba el gusano. Solo había recibido explicaciones superficiales—. Incluso si me hicieran una prueba de ADN, mi ADN sería XX, no XY.

Mei miraba frustrada a la novia de su hermano. Era imposible, la había visto desnuda en el hammam, aunque no le dedicara un exhaustivo vistazo a sus partes íntimas, no había rastros de ninguna cirugía de reasignación de sexo. —¡Desnúdate! —ordenó Mei.

Amelia negó con la cabeza y comenzó a hacerlo. —No vas a encontrar nada. Ya te lo he dicho. Ahora soy una mujer.

Encontrarse desnuda delante de Mei mientras esta observaba detenidamente su cuerpo le resultaba altamente incómodo. Mei no se contentó con mirar. Cuando terminó de examinar el cuerpo con la vista, comenzó a tocarlo. En especial se centró en sus pechos y zona íntima.

—Siéntate sobre la mesa y abre las piernas —ordenó de nuevo Mei.

Amelia quería terminar con esto cuanto antes. La incomodidad a la cual se estaba viendo sometida para demostrar que era una mujer estaba siendo extenuante para su mente. Mei tocó primero los labios vaginales y después metió un dedo. Era imposible, esto no era una reasignación de sexo. Esa era una vagina real, estaba soltando fluidos. Una vaginoplastia no podría imitar jamás eso.

—¡Vístete! —ordenó y se sentó en la silla de Amelia tras el escritorio—. No hay duda. Eres una mujer. Jamás has sido un hombre.

Amelia volvió a negar con la cabeza mientras se ajustaba su ropa. Era imposible de hacer entender cómo un hombre podía pasar en un mes a ser una mujer. Ni ella misma lo creyó cuando despertó y tocó su cuerpo, pero era una realidad innegable para ella. Ella sabía muy bien cómo era hace dos meses.

—Ya lo dije, soy una mujer. No puedo explicarte el cómo sucedió. Solo es una realidad.

Mei se quedó en silencio, procesando lo que acababa de presenciar. Sentía una mezcla de incredulidad, confusión y una creciente frustración. Todo lo que había creído y conocido estaba siendo cuestionado por la realidad de Amelia.

—Amelia, esto... esto cambia todo. No sé cómo voy a explicárselo a Jason, si es que él no lo sabe ya. —Mei apretó los puños, luchando por controlar sus emociones.

—Jason lo sabe, Mei. Y me aceptó tal como soy ahora. No, no me aceptó, me compró y disfrutó rompiendo los últimos rastros de masculinidad heterosexual en mi mente. —Amelia intentaba mantener la calma, sabiendo que cualquier reacción impulsiva podría empeorar la situación.

—Esto es una locura —murmuró Mei, poniéndose de pie y comenzando a pasear por el despacho—. ¿Cómo se supone que debo procesar esto? ¿Cómo puedo seguir adelante sabiendo esto?

Amelia se acercó a Mei, colocando una mano suavemente en su hombro. —Mei, te entiendo. Pero ahora más que nunca, necesito tu colaboración. No solo por Jason, sino también por nosotras mismas. Necesito enfrentarme a Sandro, a Laura y a cualquier otra amenaza que se me presente. Y no puedo hacerlo sin ti. En este cambio de ser fui despojada de todos mis amigos y familiares. Ahora solo os tengo a ti, Jason, Inmaculada, Isabel, Nuria y Li Wei. Bueno, y quizás alguna otra chica como yo, aún en poder de Inmaculada.

Mei se detuvo y miró a Amelia, viendo la sinceridad en sus ojos. A pesar de todo, sabía que Amelia estaba diciendo la verdad, aunque esta pareciera digna de un manga, una película o una novela. Además, Amelia parecía necesitar de verdad su amistad al ver cómo le miraba con ojos llenos de esperanza.

—De acuerdo —dijo finalmente, su voz más clara—. Pero necesito tiempo para asimilar todo esto. Y alguna prueba de tu vida anterior. Mientras investigo tu vida anterior, prometo que te ayudaré con Sandro y Laura. Pero después de todo esto, tú, mi hermano y yo tendremos una conversación más profunda. Necesito entenderlo todo.

—Roberto Antúnez De la Coba. Ese era mi antiguo nombre e identidad. Inmaculada solo cambió el sexo y el nombre en todos los papeles, pero deben quedar evidencias de mi antigua existencia no eliminadas. Gracias, Mei. Juntas, podemos acabar con esos dos, estoy segura.

Con ambos nombres de la pareja de Jason en su mente, Mei encendió el PC de Amelia y comenzó a recabar información. Cuando se creaban vidas nuevas, siempre había fallos. La vida nueva carecía de detalles en abundancia. Si se tenía el nombre de la vida anterior, se podía observar que cuando esa persona desaparecía era cuando empezaba a abundar información de la nueva vida.

En el caso de Amelia, se había realizado una muy buena recreación, pero había fallos. La vida de Amelia parecía comenzar cuando llegó a Harvard. Esos años de la universidad eran curiosos, pues alguien había modificado todos los mensajes en redes sociales donde aparecía referenciada Amelia, y esto era obvio porque en respuestas se veía que hablaban de un hombre y no de una mujer.

Poco a poco, cuando profundizó en los datos de Roberto, se dio cuenta de cómo incluso en algunos de esos posts aparecían "me gustas" de familias y amigos de Roberto. Tras una hora verificando datos, a Mei no le cabía duda. Amelia había sido Roberto hasta hacía poco tiempo. La desaparición de varios de los amigos de Roberto y él, coincidiendo con una violación grupal, terminaba de dar credibilidad a las palabras de Amelia.

Mei se recostó en la silla, mirando a la pantalla con una mezcla de incredulidad y aceptación. Todo lo que Amelia había dicho era cierto, por más surrealista que pareciera. El cambio de Roberto a Amelia no era una farsa, sino una realidad oscura y perturbadora.

—Amelia... —comenzó Mei, su voz un susurro—. Todo esto es verdad. Eres Roberto. Eras Roberto.

Amelia, que había estado observando en silencio, asintió. —Sí, Mei. Todo es verdad. Y ahora entiendes por qué es tan importante que me apoyes. No solo por mí, sino también por Jason.

Mei se acercó a la ventana y miró por ella. —Aún hay algo que no me cuadra. ¿Por qué Jason...?

Amelia suspiró, agotada por intentar explicar algo tan extraño e imposible a Mei. —Si te soy sincera, creo que hay varias razones. La principal es la facilidad de controlarme. ¿Cómo puedo demostrar todo esto? ¿A dónde iría si intentara escapar? Ni siquiera una prueba de ADN podría verificar mi identidad. La segunda razón es el poder. Cuando yo fui entregada a Jason aún tenía restos de mi anterior ser en mi mente. Aún me consideraba un hombre heterosexual. Él consiguió que yo me entregara como mujer a él de forma voluntaria. Destruyendo totalmente a un hombre. ¿Qué destrucción podría ser mayor?

Mei se giró, mirando a Amelia con una mezcla de compasión y horror. —Es... perturbador. Es como si todo esto fuera un juego de poder para Jason. Convertirte, romperte y luego reconstruirte según sus deseos.