Al llegar al dormitorio principal, Jason cerró la puerta tras de sí con un golpe sordo que resonó en el silencio de la habitación.
—¿Te parece adecuado gastarme bromas de ese tipo, señorita Antúnez? —rugió Jason, su voz profunda y llena de ira contenida.
Un escalofrío recorrió la espalda de Amelia al oír la afirmación del Señor Xiting a su espalda. Había prometido no devolverla, pero no había dicho nada de no disciplinarla. Amelia se paralizó por unos segundos antes de volverse y mirarlo a los ojos. La mirada de Jason era terrorífica, una mezcla de furia y decepción que hacía que su corazón latiera con fuerza. Amelia tragó saliva, intentando mantener la compostura, pero el miedo la tenía atrapada en una maraña de incertidumbre y terror.
Intentó hablar, pero las palabras se atrancaron en su garganta, su mente inundada de posibles consecuencias. Cada segundo que pasaba bajo la mirada furiosa de Jason se sentía como una eternidad, una opresión creciente que amenazaba con aplastarla.
—Además, me has regañado delante de mi hermana y su amiga. ¿Qué debería hacer contigo, señorita Antúnez? —continuó Jason, su tono gélido como una daga que atravesaba el aire.
Amelia sintió un nudo en el estómago, sus manos comenzaron a temblar ligeramente. Los ojos de Jason, normalmente cálidos y protectores, eran ahora fríos y duros, inyectados de una intensidad que la dejaba sin aliento. Sabía que cualquier respuesta equivocada podría empeorar la situación, pero el silencio tampoco era una opción.
Cada fibra de su ser gritaba para que se defendiera, pero el miedo la mantenía clavada en el suelo. Recordó las promesas que se habían hecho esa misma mañana, pero en ese instante, se sentían como un eco lejano, irrelevante ante la realidad de la ira de Jason.
—Yo... —comenzó Amelia, pero su voz se quebró, apenas un susurro audible.
El silencio entre ellos era casi tangible, cargado de tensión y expectativas no cumplidas. Jason dio un paso hacia ella, cerrando la distancia entre ellos, su presencia imponente y dominante.
—¿Qué debería hacer contigo? —repitió, su voz más baja pero no menos amenazante.
Amelia sintió que el suelo se abría bajo sus pies. Intentó encontrar la fuerza para hablar, para explicar, pero el peso de la situación la mantenía atrapada. Sus pensamientos corrían desordenados, buscando una salida, una forma de calmar la tormenta que se había desatado en la mirada de Jason.
—Jason, yo... lo siento... no fue mi intención... —logró decir finalmente, su voz temblorosa y llena de desesperación.
Jason la miró fijamente, su expresión implacable. Amelia sabía que necesitaba hacer algo más que disculparse, necesitaba mostrarle que entendía la gravedad de sus acciones, pero cada segundo bajo su mirada severa la hacía sentirse más pequeña y vulnerable.
La tensión en la habitación era asfixiante, un recordatorio constante de que cualquier movimiento en falso podría llevar a consecuencias que no estaba preparada para enfrentar. Amelia sintió que su futuro con Jason pendía de un hilo, y que cualquier palabra o acción podría cortar ese hilo definitivamente.
De golpe, la expresión de Jason perdió toda la seriedad al ver cómo Amelia temblaba. Poco a poco, una sonrisa se fue apoderando de su rostro. Amelia lo miró sin comprender el cambio de semblante en su rostro, su mente todavía atrapada en el miedo.
—¿Sabes el cuento de "Que viene el lobo"? —preguntó Jason, su tono ahora más suave, casi juguetón—. No lo vuelvas a repetir. ¿Cómo piensas compensarme el susto?
Amelia entornó los ojos en plan coqueta, bajó la cabeza, se sonrojó ligeramente y, con una sonrisa pícara, anunció:
—Tu pequeña sierva sabe el cuento, no volveré a engañarte. En cuanto a la compensación, podría lavar tu cuerpo de forma cariñosa ahora en la ducha —terminó de decir mientras se acercaba de forma sensual, sus movimientos llenos de gracia y seducción.
Se abrazó al cuerpo de Jason, sintiendo la calidez y la fuerza de su espalda mientras sus manos se colaban por debajo de la camisa. Miró hacia arriba, cerró los ojos y frunció los labios a la espera de recibir un beso de perdón.
Jason sonrió; Amelia sabía cómo ablandar su corazón a la perfección. La hizo esperar unos segundos, que se sintieron eternos para Amelia, antes de juntar sus labios a los de ella en un beso profundo y lleno de pasión. Después, recorrió con sus labios su cuello, dejándose llevar por el momento.
Amelia dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo la tensión de los últimos días comenzaba a desvanecerse con cada caricia de Jason. Su miedo se transformaba en deseo, y su inseguridad se desvanecía bajo el peso de la intimidad compartida. Jason, al sentir la entrega de Amelia, la levantó suavemente en sus brazos y la llevó hacia el baño, decidido a dejar atrás cualquier rastro de duda o miedo.
La habitación principal, normalmente imponente y fría, ahora se llenaba de una calidez renovada. El vapor de la ducha comenzó a envolverlos, creando una atmósfera de intimidad que los aislaba del mundo exterior. Amelia, con sus manos recorriendo el pecho de Jason, se sentía segura y protegida. Cada gota de agua que caía sobre sus cuerpos se llevaba consigo las sombras de las pesadillas, dejando espacio solo para la conexión y el deseo.
Mientras el agua tibia los envolvía, Jason y Amelia se redescubrían, sus caricias y besos siendo una promesa de confianza y cariño. En ese momento, la tensión y el miedo se desvanecieron por completo, reemplazados por una pasión y una comprensión mutua que les daba la esperanza de un nuevo comienzo.
Jason y Amelia, después de compartir un momento de intimidad y dejar atrás las tensiones, se arreglaron para el día que les esperaba. Jason, vestido con un traje impecable, irradiaba confianza y autoridad, mientras que Amelia, en un elegante conjunto de trabajo, mostraba una serenidad renovada. Ambos bajaron al comedor, donde se encontraron con Mei y Li Wei para desayunar.
El desayuno transcurrió en un ambiente más relajado. Las sonrisas y la conversación fluida fueron un alivio bienvenido después de la tensión del día anterior. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana, la atención se centró en los planes para el día.
—¿Listas para ir a la empresa? —preguntó Jason, mirando a las tres mujeres con una mezcla de profesionalismo y camaradería.
—Sí, estamos listas —respondió Mei, su tono serio pero con un brillo de determinación en sus ojos.
Li Wei asintió, igualmente preparada para enfrentar el día. Amelia se levantó junto a Jason, y todos se dirigieron hacia la entrada principal, donde los coches ya estaban listos para partir.
Amelia se subió al Jaguar rojo con Jason, mientras Mei y Li Wei se acomodaron en el BMW negro. Los coches arrancaron casi al mismo tiempo, dejando atrás la mansión y dirigiéndose hacia el corazón de la ciudad.
Durante el trayecto, Amelia miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos. Jason, notando su silencio, le cogió suavemente la mano, entrelazando sus dedos con los de ella.
—Hoy será un buen día —dijo Jason, con una sonrisa tranquilizadora.
Amelia asintió, devolviéndole la sonrisa. Quería creer en sus palabras y sentía que, con Jason a su lado, podía enfrentar cualquier desafío.
El tráfico matutino les dio tiempo para reflexionar. Jason pensaba en los desafíos empresariales que tenían por delante, mientras Amelia se preparaba mentalmente para las reuniones y las posibles confrontaciones con la ejecutiva problemática y con Sandro.
Finalmente, llegaron al edificio del Grupo Jason Xiting. El Jaguar rojo y el BMW negro se detuvieron en el parquin subterráneo. Los guardaespaldas que los habían acompañado durante el trayecto se movieron con eficiencia, abriendo las puertas de ambos coches.
Jason salió primero, ofreciéndole la mano a Amelia para ayudarla a bajar del coche con elegancia. Mei y Li Wei también salieron, ambas con una expresión de determinación en sus rostros.
—Vamos —dijo Jason, liderando el camino hacia el ascensor—. Primero quiero enseñaros dónde está mi oficina por si necesitáis buscarme.
Jason las guió a las tres hasta su espaciosa oficina, decorada con un lujo discreto y funcional. Las grandes ventanas ofrecían una vista panorámica de la ciudad, y el mobiliario reflejaba la autoridad y el éxito de su ocupante. Jason les mostró cada rincón, asegurándose de que se sintieran cómodas y bienvenidas.
—Esta es mi oficina —dijo Jason con una sonrisa—. Si necesitáis algo, no dudéis en venir aquí.
Después de despedirse de Jason, Amelia las condujo a su propia oficina, situada al lado. Aunque no tan espectacular como la de Jason, era bastante grande y decorada con un gusto exquisito. Amelia aún no había podido darle su toque personal, pero el ambiente ya reflejaba su elegancia y profesionalismo.
—Esta es mi oficina —dijo Amelia, haciendo un gesto para que entraran—. Ahora bajaremos a Energreen Solutions. Debo atender algunos asuntos allí.
Amelia miró a Li Wei con una sonrisa, notando su entusiasmo. —Te presentaré a Nuria, es con ella con quien tengo la primera reunión.
Los ojos de Li Wei se agrandaron como platos, brillando de emoción. Estaba deseando conocer a su ídolo, la famosa Nuria Narbona. Mei observó la interacción con una mezcla de curiosidad y leve sonrisa, sintiéndose parte de un equipo que, aunque aún tenía sus tensiones, estaba unido por un propósito común.
—Estoy deseando conocerla —dijo Li Wei, tratando de contener su emoción pero sin mucho éxito.
Amelia asintió, complacida por la reacción de Li Wei. —Estoy segura de que te gustará. Nuria es increíblemente talentosa y tiene mucho que enseñar.
Mei, aunque más reservada, también mostraba interés. —Espero que podamos encontrarnos con esa arpía llamada Laura —añadió, mostrando su disposición a enfrentarla pronto para ver cómo podía destruirla.
Con una última mirada a su oficina, Amelia las guió hacia el ascensor. Bajaron a las oficinas de Energreen Solutions. Mientras el ascensor descendía, el aire se llenó de una anticipación cargada de promesas y potencial. Amelia respiró hondo, sabiendo que cada momento contaba y que, juntas, podrían lograr grandes cosas en el día de hoy.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, el recepcionista de Energreen Solutions se levantó de su mesa y se acercó con nerviosismo.
—Señora Antúnez. Hace media hora el señor Sandro llamó para intentar cerrar una cita y terminar de negociar el contrato. Parecía muy nervioso e impaciente.
Amelia pensó detenidamente en ello. Quería cerrar ese asunto, pero no deseaba ver a ese desgraciado.
—Espera una hora antes de llamar a las oficinas de Sandro y cítalo para las cinco de la tarde. Comenta que esta semana la señorita Antúnez estará muy ocupada y es el único hueco en el cual lo puede atender —contestó Mei ante la indecisión de Amelia.
Amelia asintió, agradecida por la intervención de Mei. Sabía que esa reunión con Sandro era inevitable, pero necesitaba tiempo para prepararse mentalmente.
—Gracias, Mei. Eso nos dará tiempo suficiente para organizar todo lo demás —dijo Amelia, dirigiéndose hacia el despacho de Nuria.
Li Wei seguía a Amelia, aún entusiasmada por la posibilidad de conocer a Nuria Narbona. Mei, por su parte, mantenía una expresión decidida, lista para enfrentar cualquier desafío que surgiera.
—Amelia, ¿quieres que te acompañe a la reunión con Sandro? —preguntó Mei, sabiendo que su presencia podría ayudar a equilibrar la situación.
—Sí, me vendría bien tu apoyo —respondió Amelia, agradeciendo la oferta—. Pero primero, veamos a Nuria y revisemos los asuntos pendientes de la empresa.
Las tres mujeres avanzaron por el pasillo, conscientes de que el día sería largo y complicado, pero dispuestas a enfrentarlo con determinación y confianza. Amelia sentía una renovada fortaleza al saber que tenía aliadas en las que podía confiar, y estaba decidida a no dejar que ningún obstáculo, ni siquiera Sandro, interfiriera con sus objetivos.
Mientras se dirigían a la oficina de Nuria, Amelia tomó una respiración profunda, recordando la importancia de mantenerse firme y enfocada. Cada paso que daban las acercaba más a los retos del día, y aunque la tensión era palpable, también lo era la sensación de camaradería y propósito compartido.
—Acabaremos con Sandro y Laura —murmuró Amelia, más para sí misma que para las demás, pero sus palabras resonaron con una determinación que todas compartían.
Nuria se sobresaltó al ver entrar a las tres en su despacho. Esperaba reunirse con Amelia, pero desconocía a las dos visitantes.
—Hola, Nuria. Te presento. Esta es Mei Xiting, la hermana de Jason y ella es Li Wei, una amiga de Mei —dijo Amelia con una sonrisa, señalando a cada una—. Li, Mei, ella es Nuria Narbona. Nuestra científica estrella, tres veces nominada al Nobel y mi mano derecha en Energreen Solutions. Sin ella, todo sería mucho más difícil.
Nuria sonrió con modestia, pero sus ojos brillaban de orgullo y agradecimiento.
—Es un placer conoceros, Mei, Li Wei —dijo Nuria, extendiendo la mano para estrechar las de ambas—. Amelia me ha hablado mucho de vosotras. Espero que podamos trabajar bien juntas.
Mei observó a Nuria con interés, evaluando a la mujer que había logrado tanto en su campo.
—Es un placer, Nuria. He oído hablar mucho de tus logros. Es impresionante —comentó Mei, con una sonrisa de respeto.
Li Wei, por su parte, estaba visiblemente emocionada.
—¡Es un honor conocerte! He seguido tu trabajo durante años. Eres una inspiración para muchas de nosotras —dijo Li Wei, apretando la mano de Nuria con entusiasmo.
Nuria se rió suavemente, sintiéndose halagada por la admiración de Li Wei.
—Gracias, Li Wei. Es bueno saber que mi trabajo puede inspirar a otros. Estoy segura de que aprenderemos mucho unas de otras —respondió Nuria con calidez.
Amelia sintió que la energía en la sala se volvía más positiva. Sabía que con este equipo podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
—Bien, tenemos mucho que hacer hoy. Nuria, ¿podríamos empezar con un resumen de nuestros proyectos actuales? Necesitamos asegurarnos de que todo esté en orden antes de mi reunión con Sandro esta tarde —dijo Amelia, tomando asiento junto a la mesa de Nuria.
Nuria asintió y se sentó frente a su computadora, lista para compartir la información necesaria.
—Claro, Amelia. Aquí tienes el informe actualizado de nuestros proyectos principales. Estoy segura de poder fortalecer nuestras estrategias y enfrentar cualquier obstáculo —dijo Nuria, comenzando a explicar los detalles.
Mientras Nuria hablaba, Amelia no pudo evitar sentirse agradecida por tener un equipo tan sólido a su lado. Mei estaba asombrada con Nuria; se notaban sus años de experiencia a pesar de su juventud. A su lado, Amelia parecía una becaria. Aunque en el fondo Amelia mostraba una gran preparación también, se notaba su nula experiencia en el mercado empresarial. Mei había acudido a muchas reuniones con sus hermanos y su padre, por ello podía ver un futuro prometedor en Amelia, pero también sus lagunas.
Li Wei, por su parte, estaba fascinada. Su ídolo no era solo una científica brillante, sino que también se desenvolvía a la perfección en temas burocráticos y de gestión de equipo. Si solo pudiera quedarse trabajando un mes al lado de ella, su carrera podría experimentar un salto enorme.
Nuria continuó desglosando los proyectos con una claridad y precisión que dejaban a todos impresionados.
—El proyecto de energía renovable en el Mediterráneo está en fase de implementación —dijo Nuria, señalando gráficos y estadísticas en la pantalla—. Hemos logrado reducir los costos en un 15% gracias a las nuevas técnicas que hemos desarrollado. Además, el impacto ambiental es mínimo, lo cual es un gran logro.
Amelia asintió, tomando notas mentalmente. Sabía que estos detalles serían cruciales en su próxima reunión con Sandro.
—Es impresionante, Nuria. Cada vez que reviso estos informes, me asombra todo lo que has logrado. —dijo Amelia, tratando de aprender y absorber todo lo posible.
—Gracias, Amelia. Pero esto es un esfuerzo de equipo. Todos aquí han trabajado increíblemente duro para llegar a este punto. —respondió Nuria, mirando a Mei y Li Wei—. Estoy segura de que con vuestra ayuda, podremos seguir avanzando.
Mei, que hasta entonces había permanecido en silencio, intervino con una pregunta.
—¿Cuál crees que será el mayor desafío que enfrentaremos en los próximos meses, Nuria?
Nuria consideró la pregunta por un momento antes de responder.
—Sin duda, será la competencia en el mercado. Hay muchas empresas emergentes con tecnología similar a la nuestra, y debemos asegurarnos de mantener nuestra ventaja competitiva. Además, la regulación gubernamental puede cambiar, y necesitamos estar preparados para adaptarnos rápidamente.
Li Wei, aún deslumbrada, intervino.
—Nuria, ¿cómo manejas la presión de liderar proyectos tan importantes? —preguntó con admiración.
Nuria sonrió, comprendiendo la fascinación de Li Wei.
—Es una combinación de planificación meticulosa, confianza en mi equipo y la capacidad de adaptarme a los cambios. La presión siempre estará allí, pero la clave es no dejar que te abrume. Mantén la visión clara y trabaja paso a paso.
Amelia se sintió animada por la conversación. Aunque la jornada sería difícil, tenía confianza en el equipo que la rodeaba.
—Gracias, Nuria. Estoy segura de que lograremos grandes cosas. Ahora, debo prepararme para la reunión con Sandro —dijo Amelia, levantándose con determinación—. Li Wei quiere pasar el día contigo para aprender.
Nuria Narbona sonrió a Li Wei. —Sin problema, puede quedarse. Solo debe guardar secreto sobre nuestras investigaciones. Si la veo causar alguna molestia, la enviaré contigo.
—No causaré ninguna molestia, lo prometo. Muchas gracias —contestó Li Wei, enfatizando todo con múltiples reverencias de cabeza.
Nuria se volvió hacia Amelia. —Amelia, ¿segura que no merece la pena firmar con otra empresa los suministros? —preguntó Nuria, preocupada por los incidentes del viernes con Sandro.
Amelia sonrió ante la preocupación de la Doctora Narbona. —Tranquila, no se lo voy a poner fácil y no pienso volver a reunirme sola con él. Si no tengo a Mei, buscaré a otra persona para evitar su acoso.
Con estas palabras, Amelia salió con Mei, pensando en cómo podría hacer para encontrarse con Laura y presentársela a Mei. Ese era su primer objetivo tras la reunión con Nuria Narbona.