```
Una pequeña sonrisa se dibujó en la esquina de la boca de Beatriz mientras Damien le acariciaba lentamente y con pereza el cuello.
Su espalda estaba pegada a su cálido y sólido cuerpo, y sus piernas estaban enredadas bajo las sábanas que solo les llegaban a la cintura.
Su brazo estaba colocado sobre su cintura, su mano llenaba su seno izquierdo.
Sus dedos tiraban suavemente de su pezón, su cadera empujaba ligeramente contra su trasero, su erección caliente, dura y pesada contra su culo.
—Hmm... esta es una forma agradable de despertar por la mañana —murmuró Beatriz, con una sonrisa tenue adornando sus labios.
—Lo sé, ¿verdad? —susurró Damien, mientras presionaba un beso suave en la nuca de ella que enviaba una oleada de sensaciones a lo largo de su columna.
—Parece que no puedo tener suficiente de ti —murmuró él.
Beatriz miró la hora en el reloj despertador junto a la cama.
Seis en punto.